Theresa May y Donald Trump respondieron juntos a las preguntas de los periodistas después de un breve encuentro en el Despacho Oval. Era la primera visita de un líder extranjero desde la toma de posesión del nuevo presidente y un hito importante para la primera ministra británica, obligada a gestionar la salida del Reino Unido de la UE después del referendo de junio de 2016. A continuación explico algunos detalles que me han llamado la atención de la rueda de prensa de May y Trump.
Siete cosas que me llamaron la atención del encuentro entre May y Trump
Los elogios de May a su anfitrión, la visita de Estado que se avecina o la distancia sobre Rusia anuncian una relación especial un poco distinta.

1. Un honor especial para Trump
May anunció que Trump había recibido una invitación de la Reina para efectuar una visita de Estado al Reino Unido en los próximos meses. Es un honor que han recibido hasta cinco presidentes de Estados Unidos: todos desde 1970 menos Jimmy Carter y George H. W. Bush.
Ninguno recibió la invitación tan pronto como el millonario neoyorquino, que suele decir que su madre escocesa era una admiradora de Isabel II y ha construido en Escocia un polémico campo de golf. Sólo Reagan en 1982 y Obama en 2011 tuvieron el honor de dirigirse a los miembros del Parlamento en sendos discursos históricos. ¿Le hará ese ofrecimiento May a Trump?
2. May invoca a la OTAN
La premier británica explicó que Trump le había dicho que estaba “al 100% detrás de la OTAN” y que ambos coincidían en el reconocimiento del “lazo irrompible de esta alianza”. No es un asunto menor. Países europeos como Polonia o las repúblicas bálticas temen que el nuevo presidente cumpla su amenaza de retirar el apoyo militar a sus aliados europeos.
May dijo que haría lo posible por convencer a sus colegas europeos de que debían elevar hasta el 2% su presupuesto militar, la cifra que se acordó en la cumbre de la OTAN de 2014 y que por ahora no todos acaban de cumplir. El gasto militar de los países europeos se encuentra estancado en una media del 1,7%. Muy lejos del 3,1% de los últimos años de la Guerra Fría y por debajo de lo que pide Trump.
Algunos países, temerosos del avance de Putin, sí han subido su presupuesto militar. Letonia lo subió un 60%, Lituania un 35% y Polonia y Estonia un 9%. Países como Francia, España o Alemania por ahora no han cambiado el paso y May se ofreció este viernes como intermediaria para convencerles. ¿De verdad lo puede lograr?
3. May le sigue el juego
May transmitió al nuevo presidente la enhorabuena por su “sorprendente victoria electoral”. La felicitación es una costumbre habitual en el lenguaje diplomático. El adjetivo es una forma inteligente de adular a un líder vanidoso como Trump.
No fue el único gesto de astucia de la primera ministra. Antes de su encuentro, posó junto a su anfitrión delante del busto de Churchill en un símbolo que es bueno para los dos. En realidad no hay un busto de Churchill sino dos como explica muy bien este artículo, que también explica que no fue Obama quien tomó la decisión de sacarlo del Despacho Oval. Pero el símbolo era importante para muchos británicos y también una forma de complacer a Trump, que elogió al Reino Unido como “una bendición para el mundo” y “una señal para la prosperidad y el imperio de la ley”.
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4. El mal gesto de Donald
Al menos en dos ocasiones, el presidente respondió preguntas dirigidas a su interlocutora sin esperar a que ella lo hiciera. Al escuchar la dura pregunta de Laura Kuenssberg, Trump le dice a May en broma: “¿Y esta es la pregunta que has elegido? Hasta aquí ha llegado esta relación”.
When PM May calls on a reporter who asks a tough question of Trump: "This was your choice of a question? There goes that relationship." pic.twitter.com/3oq1mcjbkh
— Matthew Gertz (@MattGertz) January 27, 2017
Ningún periodista preguntó a la primera ministra británica por el machismo de Trump ni por sus palabras sobre las mujeres. Pero la conducta del presidente durante la rueda de prensa es lo que se conoce en inglés como mansplaining: explicar cualquier cosa a una mujer o hablar por ella en un tono de superioridad.
May no fue muy explícita sobre sus diferencias pero no se dejó intimidar por Trump: “Habrá momentos en los que no estemos de acuerdo. Pero para eso está la relación especial: para propiciar una discusión franca y abierta”.
5. Muy lejos sobre Rusia
Las respuestas sobre Rusia dejaron en evidencia una división inédita entre los dos países. Al fin y al cabo, el término lo acuñó Churchill en su célebre discurso de Fulton, cuando advirtió sobre la emergencia del telón de acero y sobre la amenaza de Moscú.
May advirtió que el Reino Unido no levantaría por ahora las sanciones a Rusia y que seguía pendiente de la resolución del conflicto en Ucrania en lo que se conoce como el proceso de Minsk.
Trump fue mucho más equívoco que su interlocutora. No dijo si levantaría las sanciones a Rusia y volvió a explicar que quiere tener una gran relación con Putin: “No conozco al caballero pero espero que tengamos una fantástica relación. Yo representaré al pueblo de EEUU con una gran fuerza. Pero unirnos para derrotar al ISIS es algo bueno, no es algo malo”.
6. Dudas sobre la tortura
Muchos europeos perciben con alarma las palabras elogiosas de Trump sobre la tortura. Algunos habrán recibido con alivio esta repuesta a un periodista británico: “Tengo un gran secretario de Defensa [James Mattis] que ha dicho públicamente que no le gusta la tortura y que no cree que sea eficaz. Yo no estoy de acuerdo pero él es un general muy respetado y dejaré que en eso decida él”.
Una orden ejecutiva de Obama prohibió lo que durante el mandato de Bush se conocía como técnicas de interrogatorio reforzado”. El eufemismo incluía prácticas como el ahogamiento simulado y su prohibición fue recibida con alivio por la comunidad internacional.
Unos días después de ser elegido, Trump se reunió con Mattis y éste le explicó que no creía que la tortura sirviera para evitar atentados terroristas. “Dame un paquete de cigarrillos y un par de cervezas y lo conseguiré más que con torturas”, le dijo el general a Trump.
7. El populismo de May
May llegó al poder por la dimisión de su predecesor y nunca ha sido elegida en las urnas. Su ventaja en los sondeos y el respaldo de su partido apuntalan su legitimidad. Pero en los próximos meses debe negociar la salida del Reino Unido de la UE y afrontar los problemas económicos derivados de esa decisión.
La primera ministra comparte con Trump un discurso duro sobre la inmigración y un cierto desprecio por la clase dominante. Al contrario que David Cameron, May se crió en un hogar humilde y aspira a pescar votos entre los votantes desencantados del laborismo. Esa estrategia concuerda con el atractivo de Trump entre los obreros del Medio Oeste y con sus buenas relaciones con los líderes del UKIP, el partido derechista que abanderó la causa del Brexit y cuyos votantes May aspira a reconquistar.
"Algo que el presidente y yo tenemos en común es que ponemos en el centro los intereses de los trabajadores corrientes de nuestros países e intentamos trabajar para sus familias", dijo May al final de la rueda de prensa en unas palabras que recuerdan el discurso de Trump.
Así cabe comprender el tono amable de las palabras de May en la Casa Blanca. A medio plazo quiere un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. A corto plazo necesita un aliado que le ayude a construir su propio perfil.










