Frustrado ante la imposibilidad de estar con Jessica, su prometida, el sirio Almotaz Khedrou decidió casarse con ella a la distancia. “Le di un poder y ella fue a varias notarías en las que se negaron a casarnos. Finalmente, el 14 de marzo de 2014 lo logramos. Yo estaba en un café internet en Turquía y ella vestida de blanco en Colombia. Ese día nos pusimos los anillos a través de Skype y celebramos”, dice mientras prepara comida típica árabe en un pequeño local de Suba, una localidad de Bogotá.
Almotaz Khedrou, el refugiado sirio que llegó a Colombia por el amor y la guerra
En Colombia viven seis refugiados sirios de los 11 millones que hay esparcidos por el mundo. Almotaz Khedrou llegó a Bogotá siguiendo a una mujer. Allí, la cocina árabe y el amor por su familia le han dado lo necesario para vivir.

“Fue muy bonito y también muy triste”, recuerda Jessica Díaz con una sonrisa, mientras carga a su bebé de cinco meses.

Sin saber casi español e impulsado por el miedo a la guerra y por el amor a su pareja colombiana, Almotaz dejó su país y llegó a finales de 2014 a Colombia donde se dedica a vender arroz con leche en las calles de Bogotá. Este economista de 27 años, nacido en Damasco en el seno de una familia acomodada, quería también evitar ser reclutado por el ejército sirio. “No quería tener que matar a mis paisanos y no quiero eso ahora para mi hermano menor, que sigue en Siria y no ha podido salir”, dice en un español que ha aprendido empíricamente.
Actualmente vive en Suba, un barrio popular de Bogotá, donde trabaja en un local de comida árabe junto a su pareja, Jéssica, de quien se enamoró en el 2011.
En un año y medio ha pasado de vender arroz con leche a atender un carrito de comida que consiguió con la ayuda de la Agencia de la ONU para los Refugiados ( Acnur) y de Pastoral Social y ahora maneja un local con tres mesas en el que vende comida árabe. Fue mejorando la sazón gracias a las clases que le dio su madre a través de Skype durante un año, en los momentos en que coincidían los horarios y que ella conseguía conexión a internet.
Siria, la antigua tierra
Ahora, aunque su día a día es tranquilo, su angustia no cesa, pues la guerra civil en su país acecha con derramar más y más sangre, y su familia no está exenta de riesgos. Almotaz teme especialmente por el futuro de su hermano menor, Abdullá, quien se esconde en una pequeña casa para no ser reclutado por el ejército sirio. Actualmente, todos los jóvenes sirios están obligados a prestar servicio militar durante el tiempo que dure la guerra.
El conflicto sirio ha provocado el mayor éxodo humano en Europa desde la Segunda Guerra Mundial: más de 250,000 personas han muerto en seis años de conflicto y hay más de once millones de refugiados sirios alrededor del mundo (casi una cuarta parte de la población del país). Una cifra que sigue creciendo.
De esos once millones de refugiados, apenas seis están oficialmente en Colombia, según datos de ACNUR.
La travesía hacia Colombia
El 18 de enero de 2014 Almotaz salió de Damasco y decidió viajar al Líbano para pedir una visa a Colombia que le fue negada. Sin embargo, decidió irse de su país hacia Turquía “a trabajar en lo que fuera, pues no tenía cómo exigir nada sin tener papeles”. Su pasaporte se lo había retenido el ejército sirio.
Su vida ha estado cargada de drama pero también de bendiciones. En uno de los momentos más duros, cuando estaba en Estambul sin dinero ni familia, apareció un ángel de la guarda. Abu Faref, un vecino de habitación, escuchó su historia y le dio 3,000 dólares para que hiciera el viaje. Entonces se fue a los Emiratos Árabes, de ahí a Brasil y Ecuador, para luego entrar por tierra a Colombia.
Solo hasta el 9 de agosto logró abrazar a su pareja en Ipiales (suroccidente de Colombia). Juntos viajaron en autobús hasta Bogotá para solicitar en Colombia el estatus de refugiado. “Ahí ocurrió algo milagroso también: pasamos cinco retenes y en ninguno me pidieron papeles. Cosas de Dios”, recuerda Jessica.
Además de sacar a su hermano menor de siria, a Almotaz le gustaría ayudar a que en Colombia cambie la imagen que se tiene de los musulmanes.