Para incrementar natalidad, mejoremos las condiciones de las madres y el costo de tener un bebé

La tasa de natalidad de EEUU volvió a descender el año pasado: la población creció sólo un 7,4% en la última década, el menor incremento desde los años 30, según la Oficina del Censo. ¿Cómo remediarlo? Entre otras cosas, abordando la "maldición de la maternidad": el elevado costo que recae en las mujeres cuando tienen hijos.

Natalia Martín Cantero
Por:
Natalia Martín Cantero.
El número de nacimientos no había sido tan bajo en el país desde hace 38 años, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades. En 2018 nacieron 2% menos personas que en el 2017. En cuanto al índice de fertilidad, por cada mil mujeres hay 1.7 niños nacidos vivos. Dicha cantidad es insuficiente para reemplazar a la población existente.
Video Como pasa en Europa, la natalidad y fertilidad alcanzan mínimos históricos en Estados Unidos

El descenso de las tasas de natalidad de EEUU es una tendencia que viene de muy atrás, común en países donde las mujeres han conseguido más independencia económica, y que se agudizará: la pandemia y la recesión económica que la acompaña provocarán entre 300,000 y 500,000 nacimientos menos en 2021, según las estimaciones de Brookings Institution.

En la actualidad, el adulto estadounidense medio en edad de criar hijos tiene un 17% menos hijos que en 1990, y aproximadamente un 50% menos que en 1960. El país sigue teniendo una tasa de fecundidad superior a la de Japón y Alemania, pero está en el mismo rango que Reino Unido y Suecia y por debajo de Francia o Irlanda. Ahora hay más estadounidenses de 80 años o más que de 2 años o menos.

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El segundo factor detrás del lento crecimiento de la población (el primero es el descenso de la natalidad) es la disminución de la inmigración legal durante la presidencia de Trump. La inmigración ilegal no parece haber cambiado significativamente.

El impacto de la pandemia

La pandemia no sólo ha provocado la muerte de muchas más personas. También están naciendo muchos menos niños. Los datos preliminares muestran el impacto de la pandemia en el descenso del número de nacimientos en países como España e Italia, que ya se enfrentan al reto del envejecimiento de la población. Los datos de instituciones como Brookings hablan de una tendencia similar en EEUU.

Una caída del número de recién nacidos en las economías industrializadas tras una pandemia o una crisis económica —como la depresión de los años 30 o la crisis del petróleo de 1973— no es sorprendente, ya que las familias priorizan su seguridad laboral y la capacidad de mantener los hijos que ya tienen por encima de ampliar familias.

Reducir el precio que pagan las mujeres

El presidente Joe Biden busca atajar la caída de la tasa de natalidad expandiendo los programas de cuidados infantiles y escolares y con las medidas como la que anunció recientemente de ofrecer a las familias una ayuda por hijo de 300 dólares.

Animar a los ciudadanos a procrear es más fácil en la teoría que en la práctica. La ayuda económica a los futuros padres, ya sea en forma de pagos únicos, guarderías subvencionadas, matrículas e incluso ayudas a la vivienda, es necesaria. Pero no siempre es suficiente cuando se trata de asegurar una tasa de natalidad más sostenible en el tiempo.

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Estas medidas deberían de ir acompañadas de otras que abordan la llamada "maldición de la maternidad". Esto significa fomentar el trabajo dividido en el hogar y promover la igualdad de oportunidades después del matrimonio y los hijos, así como antes. Si crees que esto no es necesario, y que ya se ha avanzado lo suficiente, echa un vistazo al siguiente gráfico, que refleja la cantidad de horas (en minutos) dedicadas al trabajo no remunerado en el año 2019:

Lo que cuesta tener un bebé

Por otra parte, los gastos medios relacionados con la maternidad en EEUU se elevaron de 3,069 dólares en 2008 hasta 4,500 en 2015, según un estudio publicado a
principios del año pasado en la revista Health Affairs elaborado por investigadores de la Universidad de Michigan. Una cifra que choca con lo que pagan las finlandesas (unos 60 dólares) o las españolas (nada); los costos los asume la sanidad pública, que se financia con los impuestos y es universal y gratuita.

El estudio analizaba los casos de 675,061 mujeres que tenían seguro de salud a través de sus empleos y que dieron a luz entre 2008 y 2015 y los costos (ajustados a la inflación) en que incurrieron durante el año previo al parto, en el parto mismo y a lo largo de los tres meses posteriores.

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Por los partos vaginales, las mujeres tuvieron que pagar 4,314 dólares como media en 2015 (frente a 2,910 en 2008). Mientras tanto, las cesáreas se elevaron desde los 3,364 a los 5,161 dólares. El costo medio para todos los partos en 2015 fue de 4,500 dólares.

Si a esto sumamos que EEUU es, al menos por ahora, único entre los países desarrollados en la ausencia de un permiso pagado de maternidad, y también que, debido a todo lo anterior, tiene una de las tasas de mortalidad materna más elevadas del mundo desarrollado ( EEUU es el lugar más peligroso para dar a luz dentro de las naciones desarrolladas), nos encontramos ante el cóctel perfecto para comprender la reticencia a la hora de ampliar la familia.


La realidad de por qué las familias americanas son más pequeñas tiene que ver con el dinero, apunta Moira Donegan en The Guardian. “Mientras muchas más mujeres decide no tener hijos o tener menos, otras tienen menos hijos de los que les gustaría. Y para estas mujeres, sus propias familias más pequeñas son el resultado no de su propio egoísmo personal o degradación moral, sino de las limitaciones económicas”.

Como recuerda Donegan, EEUU ha gastado una cantidad escandalosamente pequeña de sus ingresos fiscales anuales en la creación de ayudas accesibles y eficaces para las madres.

“Durante años, EEUU ha hecho una política interna que ha castigado a las mujeres por ser madres y, por extensión, ha desincentivado a las que quieren tener tantos hijos como les gustaría. Esta es una de las razones por las que la tasa de natalidad ha descendido tanto: las mujeres no reciben suficiente apoyo material por parte del Estado para poder criar a sus hijos sin dejar de llevar una vida próspera y económicamente productiva”, señala.

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Por otro lado, las mujeres cobran menos que los hombres, una tendencia que es especialmente dramática cuando se compara a las mujeres de color con sus compañeros blancos. Esas diferencias salariales aumentan a medida que avanza la carrera profesional, lo que hace más difícil que las mujeres comiencen a formar sus familias.

<b>Alicia, cajera. </b>"El embarazo influyó en mi carrera, me hizo querer algo más para mi hija. Cuando llegue el bebé, sé que tendré más confianza para buscar un trabajo relacionado con la carrera que estudié. No sabía lo bonito que puede ser el embarazo. Ahora siento una conexión con los bebés y con las mujeres que están embarazadas. Mi madre no trabajó cuando estaba embarazada. Quería que yo me tomase un tiempo libre antes, pero no quise. Preferí mantenerme ocupada tanto tiempo como fuera posible".
<b>Neyara, persona de la limpieza. </b>El proyecto 
<a href="https://www.showingpregnancy.org/">ShowingPregnancy</a> recoge el trabajo de 50 fotógrafos que se adentran en diferentes industrias para retratar a mujeres embarazadas que trabajan. El objetivo es normalizar con imágenes algo que raramente aparece en los medios.
<b>Ginna, bailarina e instructora. </b>El proyecto busca poner sobre la mesa nuestras actitudes en torno al poder, la productividad, la vulnerabilidad y la crianza.
<b>Jenn, maestra de escuela primaria. </b>Las imágenes no dicen nada del sexo del bebé o los planes de parto. Se limitan a reflejar lo que la madre hace para ganarse la vida.
<b>Kalahn, investigadora de políticas públicas, Washington, DC</b>. "Creo que los lugares de trabajo están comenzando a tener en cuenta el hecho de que las mujeres tienen bebés y que son una parte fundamental de la fuerza de trabajo. Este proyecto nos permitió unir las dos realidades de una forma que puede tener un gran impacto".
<b>Elizabeth, ranchera.</b> "Mucha gente no sabía que estaba embarazada. No es que lo ocultase: solo quería centrarme en el trabajo. Vendo carne de res en un mercado donde conozco a mucha gente, y es difícil hablar con todo el mundo. Así que lo reservé hasta que estaba embarazada de siete meses. Hasta entonces, llevé un gran abrigo y me quedé detrás de la gran mesa con toda la carne de res. La gente estaba más interesada en la carne que en el vientre".
<b>Julie Dorsey, profesora de terapia ocupacional, en Ítaca, Nueva york. </b>"He estado rodeada de embarazos en mi lugar de trabajo y siempre me pareció un momento de fortaleza, de apoyar a la persona en su embarazo". Dorsey participó en el proyecto poco después de recibir su doctorado y fue fotografiada por primera vez en con estas ropas mientras estaba embarazada, algo que le llena de orgullo.
<b>Alexis, regidora.</b> “Me ponía nerviosa pensar en pedir a mi supervisor que me dejase sacarme leche en el trabajo. No porque hubiera un mal ambiente, pero ninguna otra regedora había hecho eso nunca antes. No había antecedentes".
<b>María Teresa, 'lobista' (miembro de un grupo de presión).</b> La misión de 
<a href="https://www.workingassumptions.org/">Working Assumptions</a>, la organización de la que depende este proyecto, es explorar la crianza como el recurso más familiar y menos valorado.
<b>Wendy, ecologista. </b>"Existe una contradicción entre la idealización del embarazo y las realidades de trabajar mientras se está embarazada", señalan las organizadoras de Showing Pregnancy. La muestra marca el 40 aniversario del Pregnancy Discrimination Act para prohibir la discriminación en el trabajo de las mujeres embarazadas.
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Alicia, cajera. "El embarazo influyó en mi carrera, me hizo querer algo más para mi hija. Cuando llegue el bebé, sé que tendré más confianza para buscar un trabajo relacionado con la carrera que estudié. No sabía lo bonito que puede ser el embarazo. Ahora siento una conexión con los bebés y con las mujeres que están embarazadas. Mi madre no trabajó cuando estaba embarazada. Quería que yo me tomase un tiempo libre antes, pero no quise. Preferí mantenerme ocupada tanto tiempo como fuera posible".
Imagen Geoffrey Biddle / Working Assumptions
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