Los filtros de luz azul para pantallas no cuidan la vista ni ayudan a descansar

Para que las pantallas no nos espabilen lo mejor que podemos hacer en la noche es apagarlas e irnos a dormir.

Por:
Conchi Lillo.
La doctora Liliana Wolf, experta en salud mental, asegura que la pandemia nos ha dejado una lección importante: vivir el aquí y el ahora. "Esto no quiere decir que no podemos planificar para el futuro. Yo creo que empezando un nuevo año nos da aquella oportunidad de apretar ese botón de reset o de volver a empezar y es por eso que es saludable que tengamos metas", dice.
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Continuamente nos bombardean con mensajes que alertan que estamos haciendo un uso excesivo de las pantallas y que eso afecta directamente a nuestra visión. Son muchos los anuncios publicitarios que nos instan a usar filtros para bloquear la luz azul de estas pantallas antes de que sea "demasiado tarde".

Mejorará su descanso” , “Disminuirá el cansancio visual provocado por los dispositivos electrónicos”, “Prevendrá enfermedades oculares”, son algunas de sus promesas.

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¿Hasta qué punto es cierto? Primero, ¿cuánto daño hacen realmente las pantallas digitales? Y sobre todo, ¿es verdad que estamos dañando nuestra vista y nuestro descanso con la luz azul que emiten?

Para entender la luz azul

La iluminación artificial ha sido una bendición para el ser humano, porque nos ha permitido extender la duración de los días y realizar muchas más actividades con ella. Últimamente, gran parte de ese 'tiempo extra' lo dedicamos a mirar pantallas de dispositivos electrónicos, que se sabe que tienen un componente de luz azul importante, más fría que la de las clásicas bombillas de tungsteno o los fluorescentes.

Concretando, se conoce como luz azul al rango del espectro de luz visible que tiene una longitud de onda entre 400-495 nanómetros. Es un tipo de luz de alta energía como lo son el violeta y el índigo. Este tipo de luz se produce de forma natural por el sol, que también contiene, de forma proporcional, otras formas de luz visible e invisible para el ojo humano, como las radiaciones ultravioleta e infrarrojas.

¿Tiene alguna implicación fisiológica que la luz que usemos de forma más frecuente de día y de noche sea de color azul? Para responder, hay que tener en cuenta que la luz del sol es uno de los diversos factores que ayuda a regular nuestro reloj biológico central, el ciclo circadiano.

Cuando la luz llega a nuestra retina interacciona con los fotorreceptores, que son los que nos permiten ver, pero también con otras células fotosensibles de nuestra retina. Nos referimos a un grupo de células ganglionares que contienen melanopsina, que permiten regular este ciclo circadiano.

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La señal de la luz azul impide que secreten melatonina, la hormona del sueño (aunque no se descarta que toda la luz que llega a la retina influya en este proceso). En contraposición, cuando no llega luz azul a la retina, nuestro organismo secreta melatonina, facilitando la somnolencia. De ahí se deduce que si durante ese periodo en el que nos preparamos para descansar nos exponemos a la luz azul, estaremos bloqueando esa secreción de melatonina y produciendo una desregulación del ciclo.

Sin embargo, la mayoría de los trabajos realizados en humanos en este campo no han sido representativos de la forma en que la persona media está expuesta a la luz azul. Es decir, la mayoría de las condiciones experimentales no se corresponden con el día a día de una persona media. E incluso en estos experimentos se produjeron cambios mínimos en la calidad del sueño (diferencias de 10 minutos a la hora de quedarse dormido). Además, en general son estudios con un bajo número de participantes, en la mayoría de los casos menos de 20 y casi siempre hombres jóvenes.

En cualquier caso ¿son los filtros la solución al problema? Investigaciones recientes indican que bloquear la luz azul con filtros no garantiza una mejor calidad del sueño. Hay que reconocer que resulta sencillo buscar un culpable, la luz azul, ponerle un remedio, un filtro y convencernos de que estamos haciendo lo mejor para nuestro descanso mientras seguimos utilizando nuestros dispositivos electrónicos. Pero lo que tenemos que hacer es apagarlos e irnos a dormir.

Al fin y al cabo, lo que nos impide conciliar el sueño no es tanto el exceso de luz azul (que según todos los organismos acreditados no es lo suficientemente potente para causar una alteración importante de nuestro ciclo circadiano) como lo que estamos haciendo con el dispositivo electrónico.

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Anuncios engañosos sobre los filtros

Pero aún hay más. Si nos fijamos en las indicaciones de para qué son necesarios estos filtros, resulta que muchos fabricantes afirman que lo son para todo lo que hacemos en nuestro día a día. Incluso hay filtros que alertan de que la luz azul daña nuestra retina y contribuye al desarrollo de la degeneración macular asociada a la edad, por lo que deberíamos evitarla del todo y todo el tiempo. Pero la realidad es que no hay evidencias científicas que demuestren esa afirmación. Todo lo contrario, los estudios indican que bloquear la luz azul no impide ni retrasa el desarrollo de estas patologías.

Tanta es la desinformación que recibimos que la Sociedad Española de Oftalmología se ha manifestado varias veces contra estos anuncios engañosos, publicando en su página web diversos comunicados para informar de que la luz azul no daña nuestras retinas.

Conviene asimismo tener en cuenta que la mayoría de los trabajos que relacionan la luz azul con daños en la retina (o incluso las neuronas del cerebro) se han realizado bien en células en cultivo o bien usando animales de experimentación como las moscas de la fruta. Estas condiciones y modelos experimentales no se asemejan a las características y protección de los ojos humanos.

Además, la intensidad lumínica o el tiempo de exposición utilizados en ellos son muy diferentes y superiores a los que tienen nuestros dispositivos electrónicos. Por lo tanto, hay que tener cuidado con la extrapolación de este tipo de resultados a la fisiología humana. Y, sobre todo, evitar los titulares sensacionalistas.

Los filtros pueden llegar a ser contraproducentes

A pesar de todo lo que hemos contado, muchas empresas siguen alertando de la exposición a la luz azul de nuestras pantallas sin fundamento, aprovechándose del miedo infundado para tratar de vender dispositivos y filtros. Lo cual no solo es innecesario sino contraproducente, ya que durante el día necesitamos percibir la luz azul para regular nuestro ciclo circadiano. Tanto que para tratar de paliar la desregulación de este ciclo por falta de luz diurna, ¿cuál es el mejor tratamiento? Exacto: exposición a la luz.

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Usando filtros, la información que recibe el cerebro es confusa. Por una parte, los estímulos externos le dicen a nuestro reloj biológico que todavía hay que estar despiertos. Pero al eliminar por completo la información de la luz azul, el ciclo de la melatonina se activa como si estuviéramos dormidos. Y eso sí puede trastocar nuestro ritmo circadiano. Además, eliminar la información de la luz azul sin necesitarlo empobrece nuestra visión.

Conclusión: si alguien anda preocupado por la calidad de su sueño, lo mejor que puede hacer es dejar a un lado el móvil, la tableta o el ordenador un tiempo antes de dormir. La luz azul no tiene la culpa de nuestro insomnio.

Conchi Lillo, Profesora titular de la Facultad de Biología, investigadora de patologías visuales, Universidad de Salamanca

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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<a href="https://www.instagram.com/philipbarlow/">Philip Barlow</a> nos permite con sus pinturas conocer cómo ven sin gafas las personas miopes.
La 
<b>miopía</b>, una de las principales causas de minusvalía visual en el mundo, se incrementa de forma notable con cada año de educación, 
<a href="https://www.independent.co.uk/news/health/short-sighted-glasses-eyes-education-myopia-children-singapore-korea-blindness-a8386071.html">según investigadores de Reino Unido</a>.
El porcentaje de miopes está crecienzo a pasos agigantados. Se 
<a href="www.aaojournal.org/article/S0161-6420(16)00025-7/abstract">calcula</a> que para el 2050, la mitad de la población mundial será miope. En Estados Unidos, el porcentaje es del 40%.
Las 
<b>cataratas</b>, el 
<b>glaucoma</b>, la 
<b>retinopatía diabética </b>y los 
<b>defectos de refracción no corregidos</b> (miopía, hipermetropía, anisometropía, astigmatismos y presbicia), son las principales causas de discapacidad visual y ceguera en el mundo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estos problemas afectan a un total de 253 millones de personas. El 80% de los casos, no obstante, se podrían evitar, tanto con prevención como con tratamientos, recuerdan los organizadores del 
<a href="https://www.iapb.org/advocacy/world-sight-day/">Día Mundial de la Salud Visual</a>, que se celebra la segunda semana de octubre.
Las 
<b>cataratas</b> son la principal causa de ceguera en el mundo, pero es una causa reversible. "Con la tecnología de la que disponemos hoy la cirugía de cataratas es un procedimiento muy seguro y con unos resultados de recuperación visual prácticamente inmediatos", señala la doctora española 
<a href="https://www.clinilaser.es/">María Capote</a>. “Hay que desterrar la creencia de que las cataratas hay que operarlas cuando están muy maduras. Al contrario, si esperamos mucho las posibilidades de inflamación postoperatoria son mayores".
La causa de ceguera más prevenible, sin embargo no son los defectos refractivos, si no el 
<b>glaucoma</b>, que si no es diagnosticado a tiempo, produce una ceguera irreversible.
El glaucoma, cuyo principal factor de riesgo es la hipertensión ocular, afecta 
<b>principalmente a los mayores de 40 años y a quienes tienen antecedentes familiares de la enfermedad</b>. El daño irreversible que ocasiona en el nervio óptico provoca una disminución de la visión más periférica sin que el paciente pueda percibirlo. De no tratarse a tiempo, se acaba perdiendo la visión central.
La 
<b>retinopatía diabética</b> es otra de las causas de ceguera prevenible más preocupantes. Se trata de una 
<b>complicación ocular de la diabetes que se produce por el deterioro de los vasos sanguíneos</b> que irrigan la retina, lo que con lleva a la aparición de pequeñas hemorragias, y la inflamación de los tejidos.
La 
<b>mejor prevención</b> para todos estos problemas son las revisiones anuales 
<b>a partir de los 40 años</b> en personas que no han tenido nunca problemas oculares. A esta edad comienza a darse la presbicia o vista cansada y también es cuando es necesario hacer mediciones de la presión ocular para detectar el glaucoma.
Hay otras revisiones indicadas antes, como la que deben pasar los niños 
<b>entre los 2 y los 4 años</b> para prevenir la ambliopía u 'ojo vago', un defecto que padece en torno a un 3% de la población escolar y que de no tratarse a tiempo puede convertirse en un defecto visual permanente.
Además de estas revisiones, no hay que olvidar otras pautas como 
<b>usar gafas de sol</b>, siempre con cristales que lleven indicado el número de filtro que poseen; tener especial cuidado con la exposición solar en las horas centrales del día, sobre todo en verano, con la protección de los ojos en las pistas de esquí, ya que la nieve es un excelente reflectante de la luz solar.
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