La verdadera relación entre las pantallas, los libros y la miopía

La evidencia apunta a que ni los libros ni los dispositivos electrónicos son culpables directos del incremento de miopía en el mundo. Más bien potencian este fenómeno al mantener apartados a los niños de la luz del sol.

Por:
Conchi Lillo.
La solución a la miopía está en realizar más actividades al aire libre.
La solución a la miopía está en realizar más actividades al aire libre.
Imagen Artfoliophoto/Getty Images/iStockphoto

Seguro que en alguna ocasión hemos oído o leído que el uso excesivo de pantallas está provocando un incremento de los casos de miopía. Y que esta relación es directa, es decir, que las pantallas son las responsables de que cada vez haya más personas miopes en el mundo. No en vano, hay estudios que concluyen que aquellos niños que pasan más tiempo delante de libros o pantallas desarrollan más miopía que los que pasan un tiempo limitado.

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No solo eso. Desde siempre hemos asumido que la miopía y el uso de gafas está directamente relacionado con la ejecución de tareas que necesitan un especial esfuerzo visual. O con gente muy estudiosa, o ávida lectora de libros durante toda su vida.

Como últimamente hemos sustituido muchas de estas tareas de lectura en papel por las pantallas electrónicas, hemos trasladado la responsabilidad de un culpable a otro.

Sin embargo, esta relación directa asumida desde hace tiempo no se ha comprobado científicamente. Aunque se da por hecho por la hipótesis de correlación/causalidad, hay que tener cuidado con estos paralelismos, ya que no siempre correlación implica causalidad.

Esto lo explica muy bien Tyler Vigen, un abogado de Harvard. En su página web Spurious Correlations (o Correlaciones Espurias), mantiene desde hace años un experimento estadístico con datos arbitrarios que obtiene de diferentes fuentes y que, al solaparlos en gráficas, generan unas correlaciones de lo más disparatadas. Por ejemplo, de sus datos se puede deducir que entre 2000 y 2009 hubo una correlación entre el incremento de consumo de queso per cápita y las muertes por enredarse con las sábanas. Absurdo, ¿verdad?

Lo que sí es cierto es que el incremento en casos de miopía es real y que no se puede explicar del todo basándonos en los factores genéticos. Por lo tanto, hay que buscar entre los factores ambientales.

Las pantallas son cómplices pero no culpables en origen miopía

¿Son las pantallas –o más bien su uso excesivo– el origen del problema de la miopía? Los últimos estudios sugieren que las pantallas son solo cómplices de esta realidad, pero no los culpables directos.

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La miopía, que se traduce en la dificultad para enfocar los objetos lejanos, se debe a que el globo ocular es demasiado largo en relación con el poder de enfoque de la córnea y el cristalino del ojo. Esto provoca que los rayos de luz se dirijan a un punto anterior a la retina.

También somos miopes cuando la córnea, el cristalino o ambos son demasiado curvos para la longitud de nuestro globo ocular. Y en algunos casos, concurren simultáneamente todos estos factores.

Estas anomalías se corrigen con lentes que conducen la información luminosa al fondo de nuestro ojo.

El proceso por el cual un ojo desarrolla miopía no es del todo conocido, pero lo que sí se sabe es que para que nuestra visión se desarrolle correctamente necesitamos fomentar y practicar tanto la visión de cerca como la de lejos.

En ese sentido, parece lógico sospechar que la continua exposición desde una temprana edad a las pantallas en un momento en el que el ojo está aún madurando pueda favorecer el desarrollo de la visión de objetos cercanos, en perjuicio de la visión a larga distancia. Sin embargo, no hay datos suficientes para concluir que este factor esté detrás del desarrollo de la miopía.

Si nunca necesistaste gafas, quizá no seas consciente de lo mal que ven muchas personas en el mundo a causa de miopías, astigmatismos u otros problemas. El pintor sudafricano 
<a href="https://www.instagram.com/philipbarlow/">Philip Barlow</a> nos permite con sus pinturas conocer cómo ven sin gafas las personas miopes.
La 
<b>miopía</b>, una de las principales causas de minusvalía visual en el mundo, se incrementa de forma notable con cada año de educación, 
<a href="https://www.independent.co.uk/news/health/short-sighted-glasses-eyes-education-myopia-children-singapore-korea-blindness-a8386071.html">según investigadores de Reino Unido</a>.
El porcentaje de miopes está crecienzo a pasos agigantados. Se 
<a href="www.aaojournal.org/article/S0161-6420(16)00025-7/abstract">calcula</a> que para el 2050, la mitad de la población mundial será miope. En Estados Unidos, el porcentaje es del 40%.
Las 
<b>cataratas</b>, el 
<b>glaucoma</b>, la 
<b>retinopatía diabética </b>y los 
<b>defectos de refracción no corregidos</b> (miopía, hipermetropía, anisometropía, astigmatismos y presbicia), son las principales causas de discapacidad visual y ceguera en el mundo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estos problemas afectan a un total de 253 millones de personas. El 80% de los casos, no obstante, se podrían evitar, tanto con prevención como con tratamientos, recuerdan los organizadores del 
<a href="https://www.iapb.org/advocacy/world-sight-day/">Día Mundial de la Salud Visual</a>, que se celebra la segunda semana de octubre.
Las 
<b>cataratas</b> son la principal causa de ceguera en el mundo, pero es una causa reversible. "Con la tecnología de la que disponemos hoy la cirugía de cataratas es un procedimiento muy seguro y con unos resultados de recuperación visual prácticamente inmediatos", señala la doctora española 
<a href="https://www.clinilaser.es/">María Capote</a>. “Hay que desterrar la creencia de que las cataratas hay que operarlas cuando están muy maduras. Al contrario, si esperamos mucho las posibilidades de inflamación postoperatoria son mayores".
La causa de ceguera más prevenible, sin embargo no son los defectos refractivos, si no el 
<b>glaucoma</b>, que si no es diagnosticado a tiempo, produce una ceguera irreversible.
El glaucoma, cuyo principal factor de riesgo es la hipertensión ocular, afecta 
<b>principalmente a los mayores de 40 años y a quienes tienen antecedentes familiares de la enfermedad</b>. El daño irreversible que ocasiona en el nervio óptico provoca una disminución de la visión más periférica sin que el paciente pueda percibirlo. De no tratarse a tiempo, se acaba perdiendo la visión central.
La 
<b>retinopatía diabética</b> es otra de las causas de ceguera prevenible más preocupantes. Se trata de una 
<b>complicación ocular de la diabetes que se produce por el deterioro de los vasos sanguíneos</b> que irrigan la retina, lo que con lleva a la aparición de pequeñas hemorragias, y la inflamación de los tejidos.
La 
<b>mejor prevención</b> para todos estos problemas son las revisiones anuales 
<b>a partir de los 40 años</b> en personas que no han tenido nunca problemas oculares. A esta edad comienza a darse la presbicia o vista cansada y también es cuando es necesario hacer mediciones de la presión ocular para detectar el glaucoma.
Hay otras revisiones indicadas antes, como la que deben pasar los niños 
<b>entre los 2 y los 4 años</b> para prevenir la ambliopía u 'ojo vago', un defecto que padece en torno a un 3% de la población escolar y que de no tratarse a tiempo puede convertirse en un defecto visual permanente.
Además de estas revisiones, no hay que olvidar otras pautas como 
<b>usar gafas de sol</b>, siempre con cristales que lleven indicado el número de filtro que poseen; tener especial cuidado con la exposición solar en las horas centrales del día, sobre todo en verano, con la protección de los ojos en las pistas de esquí, ya que la nieve es un excelente reflectante de la luz solar.
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Si nunca necesistaste gafas, quizá no seas consciente de lo mal que ven muchas personas en el mundo a causa de miopías, astigmatismos u otros problemas. El pintor sudafricano Philip Barlow nos permite con sus pinturas conocer cómo ven sin gafas las personas miopes.
Imagen Philip Barlow

Demasiadas pantallas provocan fatiga ocular

Lo que nadie discute es que el uso excesivo de pantallas provoca “fatiga ocular”, también conocida como “síndrome del informático”, que se traduce en enrojecimiento, escozor y picor del ojos, sequedad ocular (o lo contrario, lagrimeo constante), dolor de cabeza, etc. Se debe a que cuando miramos una pantalla parpadeamos menos (de forma inconsciente), miramos fijamente un punto concreto durante mucho tiempo o desde un ángulo inadecuado, nos exponemos al excesivo brillo de estos dispositivos, etc.

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¿Cómo se combate? Nada de filtros que bloqueen la luz azul –a la que se hace injustamente responsable de este mal–. La mejor recomendación para reducir los signos de fatiga ocular es parpadear frecuentemente y tomarse descansos siguiendo la regla del 20/20/20. Es decir, cada 20 minutos tomarse 20 segundos de descanso y mirar (y tratar de enfocar) un objeto a 20 pies de distancia (6 metros).

Si es mirando por una ventana y con luz, mejor. ¿Por qué con luz? Porque se sospecha que uno de los posibles culpables del desarrollo de la miopía es la falta de luz.

El verdadero problema es la falta de luz

En efecto, se ha comprobado que lo que tienen en común los niños con mucha actividad lectora, ya sea en papel o en pantalla digital, es que están menos expuestos a la luz solar durante el día. De hecho, se ha demostrado recientemente que, efectivamente, hay una relación entre miopía y la ausencia de luz solar.

Al parecer, la radiación solar (especialmente la radiación de alta energía, como la de la luz azul y violeta) estimularía la liberación de dopamina por las células amacrinas de la retina (otro tipo celular diferente a los fotorreceptores). Eso inhibiría el crecimiento del ojo, evitando el alargamiento típico que da lugar a la miopía.

Existen, además, evidencias experimentales que demuestran que en distintas especies animales, entre ellas el mono, la exposición a luz violeta de alta energía podría proteger de la miopía.

En suma, todo apunta a que ni los libros ni los dispositivos electrónicos son los culpables directos del incremento de miopía en el mundo. Solo se han convertido en los cómplices de este fenómeno al mantener apartados a los niños de la luz del sol.

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¿Cómo lo solucionamos, entonces? Realizando más actividades al aire libre, sencillamente.

Conchi Lillo, Profesora titular de la Facultad de Biología, investigadora de patologías visuales, Universidad de Salamanca
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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