Policía de Nueva York confirma que la diseñadora Kate Spade se ahorcó en su apartamento

Tras informar sobre su muerte la mañana de este martes, las autoridades han confirmado que la creadora se quitó la vida en su apartamento de Nueva York. La diseñadora será recordada por la marca de aire juvenil que creó a principio de los años 90 que le dio reconocimiento mundial aunque luego en 2007 la vendió.

Por:
Univision
Spade lanzó su marca en 1993 y logró posicionarla rápidamente en el mercado. Sus carteras, zapatos y otros accesorios tuvieron gran aceptación, incluso después de vender la compañía. La diseñadora se quitó la vida este 5 de junio en su apartamento de Nueva York.
Video El legado de la fallecida diseñadora Kate Spade para el mundo de la moda

La policía de Nueva York confirmó que la diseñadora de modas Kate Spade, de 55 años de edad, se suicidó en su apartamento de Nueva York al ahorcarse con una pañoleta en su propia habitación. El cuerpo de la diseñadora fue encontrado por su empleada del servicio a las 1020 de la mañana de este martes en el apartamento que tenía la creadora en una exclusiva zona de Park Avenue y, según confirmaron las autoridades, habría dejado una nota, aunque se deconoce su contenido.

La marca de la creadora, que empezó su carrera en los 80, estaba sobre todo enfocada en la producción de accesorios como carteras y zapatos con un aire juvenil y muy influenciada por el estilo colorido y vibrante de los años 60. Fue en 1993 cuando lanzó su línea de carteras con su nombre que empezó a ganar renombre mundial, llevándola luego a desarrollar líneas de ropa y joyería. En 1999 la mayoría accionaria de la firma la adquirió Neiman Marcus quien, 8 años después, hizo la millonaria transacción de 124 millones de dólares con el Liz Claiborne Inc. La marca actualmente cuenta con 140 tiendas en Estados Unidos y 175 tiendas internacionales.

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En mayo de 2017, la marca Coach, que ahora opera bajo el nombre del grupo Tapestry, pagó 2,400 millones de dólares por la adquisición de la marca Kate Spade como una estrategia de apuntarle a un mercado más joven y millennial con sus productos. Sin embargo, la diseñadora no recibió ni un solo centavo de esta transacción una vez que ella y su marido ya habían perdido todo el control sobre la marca.

Aunque en 2007 la diseñadora había vendido su marca para dedicarse a su hija, en 2016 había vuelto al mundo de la moda con un nuevo lanzamiento, Frances Valentine, una marca de calzado y carteras de lujo que de hecho era un homenaje al nombre de su pequeña y que apenas contaba con 20,000 seguidores en Instagram. Tras su muerte, la diseñadora deja a su esposo Andy Spade y a su hija Frances Beatrix Spade.


"Todos estamos devastados por la tragedia de hoy", dijo la familia Spade en un comunicado. "Amamos mucho a Kate y la extrañaremos terriblemente. Pedimos que se respete nuestra privacidad mientras pasamos por este momento tan difícil".

Medical examiners remove the body from the Park Avenue apartment of designer Kate Spade in New York, U.S. June 5, 2018. REUTERS/Brendan McDermid
Medical examiners remove the body from the Park Avenue apartment of designer Kate Spade in New York, U.S. June 5, 2018. REUTERS/Brendan McDermid
Imagen BRENDAN MCDERMID/REUTERS


Las rede sociales han manifestado tristeza por la muerte de la diseñadora. Chelsea Clinton escribió un sentido post en Twitter: "Mi abuela me dio mi primera cartera Kate Spade cuando estaba en la Universidad. Aún la tengo. Todo el apoyo a la familia de Kate. Sus amigos y amados están en mi corazón".


"Kate Spade era una fuerza emprendedora y artística, y todos nosotros ya lo sabemos. Pero lo que no solemos saber es lo que sucede detrás de escena. No debería haber vergüenza en pedir ayuda si lo necesitas. No estás solo, no importa cuán solo te sientas", agregaban otros de sus admiradores lamentando su suicidio.


Si estás deprimido o tienes pensamientos suicidas busca ayuda. Contacta de inmediato a la National Suicide Prevention Lifeline por el teléfono: 1-800-273-8255.

<b>Anita Estrada, enfermera</b>: “Creo que siempre he tenido pensamientos suicidas, incluso en la niñez. Nunca lo intenté de pequeña pero recuerdo pensar: bueno, espero acostarme a dormir y no despertar. Crecí en un hogar cristiano y el suicidio era un pecado, así que nunca se lo conté a nadie. Todo se hizo más obvio en mis veintes cuando me diagnosticaron depresión con ansiedad atípica, y después de mi primer intento lo cambiaron a desorden bipolar. Mi último intento fue en 2011 y fue muy feo. En esa época yo no quería estar medicada por el resto de mi vida, así que, contra la voluntad de mi médico, dejé de tomar las pastillas. Dejé de comer y de dormir y después intenté quitarme la vida. Estuve hospitalizada casi dos semanas. Pero con la terapia y la medicación todo mejoró. Lo que no quiero decirle a nadie que amo es que nunca lo haré de nuevo porque no lo sé. No puedo predecir el futuro, ni saber si los medicamentos dejarán de funcionar o si cambiarán mis circunstancias y ya no podré pagarlos”.
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<b>Abel Ibarra, estudiante de la Universidad de Texas</b>: “Soy el tipo de persona que siempre tenía una sonrisa. Pero estaba escondiendo todo. Llegué a un punto en el que empecé a tener pensamientos suicidas y luego decía: 'No, eso es loco. Yo nunca haría eso'. Pero no era yo mismo. Pasaba por puentes y pensaba: puedo saltar ahora mismo, y por alguna razón algo siempre me contenía. Hubo un tiempo en el que me paraba ahí y pensaba: '¿De verdad quiero hacer esto ahora?' Siempre tenía esa lucha interna: '¿Merezco estar en este mundo ahora? ¿Me extrañarán?' Fui a terapia y luego hasta llamé a líneas de ayuda telefónica porque a veces necesitaba que alguien me escuchara. Siempre es así, estás feliz y de pronto, en segundo, ya no lo estás. Cuando comencé a tener mayor control me dije: tengo que luchar contra esto y comencé a buscarle un propósito a mi vida, por eso cuento mi historia”.
<b>Chris Agudo, activista</b>: “Por algún motivo, de la nada, pensé: 'Déjame encender el teléfono de nuevo'… Lo encendí y vi muchas llamadas perdidas, mensajes de texto y mensajes de voz. Y los revisé y eran de mis papás, mi hermano, mis amigos. Eso me afectó. Me llegó al corazón y fue como si hubiera nacido de nuevo. Fue algo tremendo, lo peor que he llorado en mi vida”.
<b>Andy Grant, coach y conferencista</b>: “He sobrevivido varios intentos de suicidio. Vengo de un linaje de suicidio, depresión y alcoholismo. Dos generaciones antes de mí habían cometido suicidio y hubo un tiempo en mi vida en el que sentí que era mi destino y que tenía esos pensamientos porque se suponía que debía que actuar en ellos. Incluso los intentos fallidos eran motivo para sentirme mal conmigo mismo, ni siquiera podía hacer eso bien”.
<b>Alisa Orber, comediante</b>: “Llega un punto donde simplemente hay absoluta desesperanza. Simplemente no hay nada. Lo que ocurre cuando me deprimo es que tengo esa sensación de desapego, como si no estuviera dentro de mi cuerpo. Como si viera mi vida por televisión, como si yo no estuviera ahí y me desprendo también por completo de los demás. Recuerdo decirle a alguien que no estaba saliendo porque estaba deprimida y me respondían que era una excusa, luego le dije a otra persona y alegaron que era porque no hacía ejercicio. Nadie te está escuchando y la gente te juzga por eso. No tienes ningún lugar al que ir y tienes tanto dolor que llega un punto en el que es abrumador. Cuando se indigna o te dice egoísta se trata de alguien que jamás ha sufrido una depresión clínica. Creo que usamos la palabra depresión con demasiada ligereza”.
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<b>Cecelia Markow, estudiante y músico</b>: “En un Día de San Valentín mi novio en ese entonces me violó. Después la relación se deterioró y luego tuve problemas de memoria, lo que hizo que mis calificaciones en la universidad empeoraran. Justo antes del intento estaba tratando de no pensar en todas las cosas malas cuando todas explotaron. Horriblemente. Decidí que ya no quería manejarlo porque no podía. Los medicamentos no funcionaban. A quienes pueden estar atravesando una situación similar les digo que por más que cueste, salgan del agua. Recuerden a todos los que los aman y a quienes ustedes aman. Es asombroso porque a mí me cuesta tanto pensar de forma positiva, pero quiero que la gente sepa que no importa cuán dura sea una situación, siempre hay alguien allí que te ama y que te quiere aquí”.
<b>Megan Rotatori, estudiante de la Universidad de Vermont</b>: “Creo que hay un gran estereotipo de cómo se ve alguien que sufre de enfermedades mentales. Siento que la mayoría de mis amigos y familiares, incluso quienes conocen lo que me ha pasado, no me ven como alguien que sufre de enfermedades mentales. Pasé por muchos diagnósticos, no podían descifrar qué era lo que tenía. Creo que mi vida ha sido mucho más dura de la de otras personas. Me violaron a los 14 años y nunca lo dije a nadie. Lo reprimí en mi mente, ni siquiera pensé en eso. En ese momento la depresión empeoró. Ya en la secundaria comencé a auto-infligirme daño. Todo se fue de control. Estaba medicada contra la depresión pero creo que abusé de ella para intentar sentirme mejor. Nunca pensé que era adicta a las drogas, pero creo que fue eso. Llegó un punto en que sentí que no me quedaba nada y fue ahí cuando terminé en la sala de emergencia debido a una sobredosis de medicinas”.
<b>René Severin, herrero</b>: “Un tipo me golpeó y me decía: ‘Hey, despiértate’. Y luego escuché: ‘Está respirando’. Llamaron a una ambulancia y me desperté por completo en ella, con mucho, mucho dolor. Lo único que podía pensar era en mi mamá. Me preguntaron a quién llamar y dije que a ella, de inmediato. Yo no era cercano a mi familia, pero es familia. Siguen ahí para mí todavía. Mi tía, al verme, me dijo: ‘No puedo creer que hicieras eso, hemos debido apoyarte más’. Odio cuando la gente hace eso, intentar culparse ellos. No, no es tu culpa. Es mi culpa y soy el único culpable. No quiero que nadie cargue esa cruz”.
<b>Natasha Winn, estilista</b>: “De verdad sentía que no valía nada y que no merecía estar viva y que… no lo sé. Sólo pensaba que era una persona horrible y la única forma de no ser horrible era morir. Incluso si tu amigo o tu amiga dice: voy a matarme, deberías tomarla en serio y no decir: eso es algo que siempre dices”.
<b>Carlton Davis, escritor</b>: “No puedo creer que haya vivido tanto tiempo, para ser honesto. No pensé que llegaría a los 30 o 40. Es un milagro que esté aquí todavía. Una noche decidí que me iba a ir. Fui a un puente de una autopista cerca de cada y estaba decidido a saltar. Lo único que me contuvo fue que no quería matar otra persona. No podía hacerlo. Quería, pero no podía. Esperaba que viniera la policía y que tuviéramos un altercado y que así fuera como muriera, pero no ocurrió. Regresé a casa y me pusieron en un hospital mental donde me diagnosticaron con desorden bipolar. Siempre pensé que mis problemas en mi vida venían por traumas en la infancia donde fui abusado sexualmente, pero mi psiquiatra pensó que había un componente algo biológico. Me medicaron con psicotrópicos y todo se fue. Ya no tenía pensamientos suicidas, aunque cuando me deprimo todavía vuelvo a ese lugar en mi mente y debo obligarme a mí mismo a no hacerlo. Eso me preocupa hasta el día de hoy”.
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Anita Estrada, enfermera: “Creo que siempre he tenido pensamientos suicidas, incluso en la niñez. Nunca lo intenté de pequeña pero recuerdo pensar: bueno, espero acostarme a dormir y no despertar. Crecí en un hogar cristiano y el suicidio era un pecado, así que nunca se lo conté a nadie. Todo se hizo más obvio en mis veintes cuando me diagnosticaron depresión con ansiedad atípica, y después de mi primer intento lo cambiaron a desorden bipolar. Mi último intento fue en 2011 y fue muy feo. En esa época yo no quería estar medicada por el resto de mi vida, así que, contra la voluntad de mi médico, dejé de tomar las pastillas. Dejé de comer y de dormir y después intenté quitarme la vida. Estuve hospitalizada casi dos semanas. Pero con la terapia y la medicación todo mejoró. Lo que no quiero decirle a nadie que amo es que nunca lo haré de nuevo porque no lo sé. No puedo predecir el futuro, ni saber si los medicamentos dejarán de funcionar o si cambiarán mis circunstancias y ya no podré pagarlos”.
Imagen Cortesía Dese’Rae L. Stage
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