NUEVA YORK.- Lo que iba a ser el verano más feliz para Santiago y Sara se ha convertido en una historia de separación y frustración. Ella, una joven estudiante colombiana de 20 años con honores en el Suffolk Community College, fue detenida por agentes de Inmigración y Control de Aduanas ( ICE) junto a su madre, el pasado 21 de mayo, en Long Island.
Sara y Santiago tenían su buda en puerta, pero fueron separados por ICE en Nueva York
Sara y Santiago tenían planeada su boda en agosto, pero la detención migratoria interrumpió sus planes. ICE acusa a la estudiante colombiana de permanecer ilegalmente, pero su prometido asegura que ella contaba con una visa juvenil.
Según relata Santiago, su prometido, los agentes llegaron a su casa con la fotografía de un hombre desconocido para Sara. La joven fue interrogada de manera amistosa, preguntándole cosas cotidianas como qué carro manejaba o dónde estudiaba, pero sin recibir una explicación clara. Minutos después, fue trasladada junto a su madre al centro de detención de Luisiana, donde permanece a la espera de una deportación.
“Ya teníamos todo planeado: pastel, fotógrafo, regalos”, cuenta Santiago, visiblemente afectado. Su boda estaba prevista para agosto, pero ahora sólo puede comunicarse con Sara por videollamada, mientras suma más de 600 dólares en gastos para poder mantener el contacto con ella desde el centro de detención.
El Departamento de Seguridad Nacional, mediante un comunicado, confirmó el arresto de Sara López García, identificándola como “una extranjera ilegal de Colombia” que ingresó con una visa de trabajo temporal y no abandonó el país tras su vencimiento.
No obstante, Santiago niega rotundamente esa versión: “ Sara nunca fue ilegal. Ella arrancó su proceso antes de que se le venciera siquiera la visa. Además, tiene una visa juvenil por haber sido abandonada por su padre”, afirma, señalando que Sara estaba protegida bajo el sistema estatal de Nueva York.
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A pesar de que Sara firmó la salida voluntaria hace un mes, su deportación aún no se ha concretado. Santiago ya ha enviado todas sus pertenencias a Colombia, incluido el vestido de novia, confiando en que el proceso sería rápido. Sin embargo, la espera se alarga, y la pareja se aferra a una última esperanza: que algún congresista de la zona intervenga en su caso para detener la deportación.
Mientras tanto, Santiago no descarta seguirla. “ Si a ella la mandan, me voy. Eso no va a cambiar nada. Si ellos no nos quieren acá, yo voy a ser el primero en levantar la mano e irme”, dice con determinación.
Santiago y Sara sufren el impacto humano que puede tener el sistema de inmigración estadounidense, especialmente sobre jóvenes que intentan construir un futuro en el país. Su situación se encuentra ahora en un limbo legal y emocional, mientras esperan una respuesta que podría llegar, o tal vez no, a tiempo para evitar la separación definitiva.
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