Esta hispana se ve en el espejo de su madre con Alzheimer: tiene 100% de probabilidades de desarrollar la enfermedad

Una prueba genética confirmó que el diagnóstico es inminente para Daisy Duarte, quien ya cuida a su madre con Alzheimer. Aún así, ha decidido luchar contra este mal que mata a cada vez más latinos: la cifra de muertes se duplicó en una década.

María Isabel Capiello
Por:
María Isabel Capiello.
“Si no me da Alzheimer, recordaré por toda la vida que hice esto por ella”, dice Daisy Duarte.
“Si no me da Alzheimer, recordaré por toda la vida que hice esto por ella”, dice Daisy Duarte.
Imagen Ed Kashi/VII

Cuando a Daisy Duarte, de 41 años, le preguntaron si quería saber si padecería Alzheimer, respondió que sí, sin titubear. Con una historia familiar donde la enfermedad ha sido una constante por el lado materno, las probabilidades no jugaban a su favor. Y no lo estuvieron.

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Hoy se ve en el espejo de su madre, quien se encuentra en la fase avanzada de la enfermedad, y a quien cuida a sabiendas de que todo eso podría ocurrirle. Las pruebas genéticas no dieron cabida a la duda: hay 100% de chance de que sufra de que Daisy sufra de Alzheimer antes de cumplir 65 años de edad. Pero para ella, nada está escrito sobre piedra. “Tengo fe en Dios y estoy inscrita en un ensayo clínico”, dice a Univision Noticias.

Apenas 1% de los pacientes que participan en los estudios clínicos sobre el Alzheimer son hispanos, advierte Jason Resendez, director ejecutivo de Latinos Against Alzheimer. La cifra preocupa, sobre todo si se toma en cuenta que los latinos tienen el doble de riesgo de desarrollar la enfermedad y son menos proclives a recibir un diagnóstico oportuno, si es que lo reciben.

“No se reconocen los síntomas. Pensamos que es parte normal del envejecimiento o un castigo de Dios. No hay conciencia de la enfermedad, no se sabe que es una condición médica”, explica.

Como muchos otros cuidadores de personas con Alzheimer, Daisy tuvo que dejar su trabajo como dueña de un bar deportivo, para mudarse y dedicarse por completo a atender a su mamá.
Como muchos otros cuidadores de personas con Alzheimer, Daisy tuvo que dejar su trabajo como dueña de un bar deportivo, para mudarse y dedicarse por completo a atender a su mamá.
Imagen Cortesía Daisy Duarte

El Alzheimer es una enfermedad cerebral progresiva e irreversible que afecta la memoria, provoca cambios en el comportamiento de las personas y puede llegar a limitar sus capacidades para realizar incluso las tareas más simples. Un informe reciente de los CDC mostró que las muertes por Alzheimer entre 1999 y 2014 aumentaron 107% para los latinos, mucho más que el 55% de incremento que hubo en las personas blancas. La explicación radica en un dato clave según Resendez: “Somos muchos demográficamente y más longevos que el resto de la población”. Se estima que la cantidad de hispanos con Alzheimer se multiplicará por seis de aquí al año 2050, alcanzando los 1,3 millones de personas.

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La edad es el primer factor de riesgo para padecer Alzheimer. Después de cumplir 65 años el riesgo se duplica cada cinco años. Una de cada tres personas mayores de 80 años tiene demencia o Alzheimer. Para el 2050, el promedio de vida para los hispanos será de 87 años. Y en 2030 se calcula que habrá 200% más de latinos de tercera edad que hoy en día.

Otro factor que incide son las tasas de sobrepeso, problemas metabólicos, hipertensión y diabetes que hay entre los hispanos, quienes no controlan su condición médica por falta del acceso a la salud. “Ahí donde hay procesos inflamatorios, aumenta la probabilidad de tener Alzheimer en los últimos años de la vida”, cuenta a Univision Noticias William Vega, director del Edward R. Roybal Institute on Aging de la Universidad del Sur de California.

En el caso de Sonia Cardona (61), la mamá de Duarte, la genética tuvo un peso mayor pues padece Alzheimer de Inicio Temprano, que se desarrolla antes de los 65 años de edad y no es tan común (se presenta en 5% de los casos). También se le llama Alzheimer Familiar porque se ha determinado que la genética tiene un peso importante en su desarrollo. “Tres cuartos de mis familiares han fallecido de Alzheimer. Soy la única de los tres hermanos que somos que quiso hacerse la prueba”.

Desde que supo la respuesta, Daisy se ha abocado a luchar contra la enfermedad. Es activista de la Asociación Nacional Contra el Alzheimer y dicta charlas para crear conciencia en los hispanos.

“No estoy casada, ni tengo hijos, pero si puedo ayudar a mis sobrinos, dando el ejemplo y motivándolos a participar en ensayos clínicos, lo haré. Si puedo cambiarle la vida a al menos un latino e incentivarlo a que se aliste en estos trials, ya habré cumplido mi meta. Los hispanos tenemos que unirnos para combatir esta enfermedad, porque nos está matando”, sentencia.

El diagnóstico del Alzhéimer puede ser escurridizo. Muchas personas confunden sus síntomas con los de la demencia senil.
El diagnóstico del Alzhéimer puede ser escurridizo. Muchas personas confunden sus síntomas con los de la demencia senil.
Imagen Janek Skarzynski/AFP/Getty Images

Cada cierto tiempo, le ponen una inyección y una enfermera la visita en casa para hacerle pruebas sobre su memoria. También debe viajar periódicamente hasta St Louis para someterse a exámenes más exhaustivos. Pero es un estudio ciego, así que Daisy no sabe ni qué le inyectan, ni los resultados de cada revisión. Confía en que esto contribuirá a encontrar una cura, que todavía no existe.

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Pese al devastador impacto que tiene sobre las personas y sobre la sociedad en general, existe poca concientización sobre el Alzheimer y esto incide en los fondos que se otorgan para investigación. “Se invierte mucho en cáncer y otras enfermedades en las que se han visto avances, pero esto no ha ocurrido con este mal”, explica Reséndez. Mientras en 2010 el Instituto Nacional de Salud destinó 803 millones de dólares a investigación sobre el cáncer, aportó apenas 79 millones al Alzheimer.

Poco a poco, esto va cambiando, sobre todo desde que Estados Unidos estableció un plan nacional para poder prevenir y tratar el Alzheimer para el año 2025.

Es casi imperativo hacerlo pues, como las personas requieren de atención constante durante las fases finales de la enfermedad, genera altos costos por cuidados de hospicios o, en su defecto, obliga a los cuidadores a dejar sus trabajos y dedicarse a atender al paciente por completo. Un estudio determinó que el impacto directo e indirecto del Alzheimer sobre los hispanos llegará a 105.5 millones de dólares en 2060 y le costará al país 2.35 mil millones de dólares.

La vida de quienes cuidan a enfermos

Como muchos otros cuidadores de personas con Alzheimer, Daisy tuvo que dejar su trabajo como dueña de un bar deportivo, para mudarse y dedicarse por completo a atender a su mamá, quien ya necesita ayuda para hacer las actividades más básicas como comer o ir al baño. Al principio, se la llevaba con ella al trabajo, pero la progresión de la enfermedad hizo que fuera imposible.

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“Solía ser muy fiestera pero mi vida cambió por completo. Veo todo lo que le pasa y sé que tengo que ocuparme de ella y ayudarla. Le lavo los dientes, la baño, la ayudo a comer. Ella es lo más importante. Si no me da Alzheimer recordaré por siempre que hice esto por ella”.

Gracias al Affordable Care Act y con la ayuda de un fondo de retiro, puede costear los gastos médicos de su mamá que trabajó como maestra durante toda su vida. “Antes gastaba en pañales, pero ahora absolutamente todo, hasta eso, está cubierto. Es una gran ayuda”. Tres veces a la semana una enfermera de hospicio va a ayudarla, lo que le da algunas horas libres.

Aunque ya no la reconoce y ha perdido gran parte de sus facultades, Daisy todavía ve rastros de la mamá amorosa que la crio. “Ya está en la fase final. No me habla. No sabe quién soy. Pero para mí todavía vive. Todavía me mira y se sonríe”.

“Los hispanos tenemos que unirnos para combatir esta enfermedad, porque nos está matando”, sentencia Daisy .
“Los hispanos tenemos que unirnos para combatir esta enfermedad, porque nos está matando”, sentencia Daisy .
Imagen Cortesía Daisy Duarte

La carga psicológica, física y económica sobre los cuidadores puede llegar a ser devastadora. Y cada vez más familias asumen la labor de atender a un pariente con Alzheimer. La data de los CDC revela que, mientras la cifra de decesos por Alzheimer en hospicios descendió a la mitad entre 2004 y 2014, el porcentaje de personas que fallecían de Alzheimer en casa subió de casi 14% a 25%.

“Se multiplica la cantidad de individuos que mueren en casa y son atendidos por familiares que muchas veces no están debidamente entrenados o cuentan con el apoyo necesario”, indica Resendez.

Esto es aún más frecuente en los hispanos, aclara Vega. “Por una parte, hay un valor cultural de cuidar a la familia; por otro, la falta de seguro médico y de recursos económicos los obliga a asumir ellos mismos el cuidado”.

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Cuenta que incluso ha encontrado casos de hispanos que no pueden asumir los elevados gastos de cuidar al pariente en casa y deciden enviarlo de vuelta a sus países de origen para que sean atendidos allá donde los costos son menores.

A la hora de buscar ayuda profesional, los hispanos con familiares que padecen Alzheimer tampoco encuentran programas que sean costeables y adaptados a su cultura. “Hay una falta de nursing homes que se especialicen en ayudar a latinos”, asegura Reséndez. Existen recursos en español gratuitos y disponibles en Internet, pero la falta de conexión o acceso a la tecnología es otra barrera importante.

¿Es o no Alzheimer?

A la mamá de Daisy el Alzheimer le brotó repentinamente. A diferencia de su hija, no tenía idea de que llevaba el gen. “De la noche a la mañana comenzaron a olvidársele cosas”, recuerda Duarte. Ni siquiera habiendo un historial tan fuerte de Alzheimer en la familia, atinaron con un diagnóstico temprano. Inicialmente los médicos dijeron que padecía de depresión. Después creyeron que se trataba de la Enfermedad de Jacobs.

El diagnóstico del Alzheimer puede ser escurridizo. Muchas personas confunden sus síntomas con los de la demencia senil. ¿Cómo distinguirlos? “La gente asocia el Alzheimer con problemas de memoria pero, aunque pueden estar presentes, habitualmente la que se ve afectada por esta enfermedad inicialmente es la memoria de tiempo presente. A la persona se le puede olvidar algo que uno le dijo hace apenas unos minutos. El carácter también puede cambiar y pueden surgir comportamientos atípicos. También de pronto se pueden olvidar actividades cotidianas como manejar o usar el baño”, responde Vega.

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La aparición de estos síntomas implica que la enfermedad galopa rápidamente. “Hay que identificarlos lo más pronto posible para comenzar un tratamiento porque hay maneras de ayudar al paciente a que viva mejor”.

Daisy aún no presenta síntomas, y hace todo lo que puede para evitarlo. “Voy al gimnasio, cuido mi alimentación incluyendo mucho pescado y vegetales como zanahoria. Los hispanos debemos cuidar más nuestra dieta y nuestro estilo de vida”.

El doctor Vega advierte que el ejercicio es incluso beneficioso para quienes ya tienen la enfermedad. En su criterio, para prevenir el Alzheimer, en vez de hacer crucigramas o sudokus (no hay evidencia que demuestre sus beneficios), hay que cuidar la dieta y evitar el estrés.

Duarte no tiene garantías de que todas esas medidas eviten lo ‘inevitable’, pero se mantiene positiva: “Si uno se deprime el que gana es el Alzheimer. Y aunque gane conmigo, yo di la lucha”.

Tania Yanes, 51, (izquierda) asiste a un grupo de apoyo de cuidadores en Canoga Park, California. Yanes dice que las sesiones la han ayudado a entender cómo cuidar mejor a Blanca Rosa Rivera, su madre, quien tiene Alzheimer.
Con cinco centros en el sur de California, Alzheimer's Greater Los Angeles es una institución sin fines de lucro, orientada al tratamiento de la demencia.
Yanes dice que asistir a un grupo de apoyo de cuidadores dos veces al mes también la ha ayudado a sobrellevar el estrés que a veces siente al ser la responsable de la paciente.
Rivera, de 76 años, fue diagnosticada con Alzheimer en 2004. Aquí está sentada en la casa de su hija en North Hollywood, California.
Yanes ayuda a su madre en las actividades más cotidianas.
Aquí Rivera parece estar abstraída en sus pensamientos mientras su hija le ayuda a limpiarse el rostro.
Su hija la alimenta pacientemente.
"Mi mamá depende 100% de nosotros", dice Yanes.
Mientras Yanes sostiene las manos de su madre comenta que cada día trata de hacerla sentir cómoda y segura.
Yanes trata de pasar la mayor parte del tiempo que puede junto a su madre.
Mario Yanes, de 48 años, manipula un iPod para que su madre pueda escuchar música.
Rivera ha perdido la movilidad.
Mario Yanes contempla una foto de su madre pocos días antes de ser diagnosticada con la enfermedad de Alzheimer.
"Es normal deprimirse cuidando a una persona con esta enfermedad" , aseguró Yanes, de 51 años.
Bárbara Márquez, de 61 años, conduce la silla de su madre en el Sagebrook Senior Living Home en Carmichael, California.
Márquez toma café con su madre, Florence Márquez, de 85 años, residente del Sagebrook Senior Living Home en Carmichael, California.
Bárbara ayuda a beber el café a su madre.
No puede contener las lágrimas al ver su madre. "La decisión de trasladarla a un centro de asistencia fue una decisión difícil para la familia", dice.
Bárbara Márquez envuelve en un chal a su madre antes de llevarla a pasear.
Bárbara Márquez pasea a su madre Florence.
Florence Márquez, de 85 años, fue diagnosticada con enfermedad de Alzheimer hace ocho años. Vivió en la misma casa durante 50 años, pero un día no pudo encontrar el camino para regresar a ella.
Bárbara Márquez junto a su madre Florence.
Florencia Márquez sostiene una fotografía antigua de ella y sus hermanas.
Las manos de Florence Márquez.
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Tania Yanes, 51, (izquierda) asiste a un grupo de apoyo de cuidadores en Canoga Park, California. Yanes dice que las sesiones la han ayudado a entender cómo cuidar mejor a Blanca Rosa Rivera, su madre, quien tiene Alzheimer.
Imagen Heidi de Marco/Kaiser Health News
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