La grave amenaza para la salud que llegará después de que se vayan las aguas

Las secuelas de la tormenta tropical Harvey probablemente incluyan problemas de salud que se desarrollarán durante años.

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Por:
James Hamblin.
Una madre y su hija sacan la pintura y el moho en una vivienda después del huracán Katrina, en Nueva Orleans.
Una madre y su hija sacan la pintura y el moho en una vivienda después del huracán Katrina, en Nueva Orleans.
Imagen Ethan Miller/Getty Images

La inundación de Houston es una catástrofe sanitaria que se desarrolla públicamente en cámara lenta. Gran parte del país observa cómo 50 pulgadas de agua engullen las sillas de los residentes de hogares de ancianos y sumergen camiones. Alrededor de 20 billones de galones de agua se vierten en la planicie urbana, donde los desarrolladores han pavimentado los humedales que drenan el agua.

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Los estragos sobre la vida y la salud humanas han sido hasta ahora relativamente pequeños en comparación con lo que las imágenes sugieren. Las autoridades han reportado 30 fallecimientos conocidos hasta el martes por la noche, mientras que 13,000 personas han sido rescatadas. El presidente Donald Trump —quien este mes dio marcha atrás a un requisito de la era de Obama que exigía que los proyectos de infraestructura se construyeran para soportar los crecientes niveles del mar— rápidamente ofreció consuelo en Twitter: "¡Grandes operaciones de rescate en marcha!" y "El espíritu de la gente es increíble. ¡Gracias!".

Pero las cifras de mortalidad y morbilidad tras las lluvias no captan el impacto de los huracanes sobre la salud. Éste se caracteriza por el problema del moho.

NEW ORLEANS - AUGUST 26: Mold overtaken photographs hang on a wall in the now abandoned Press Park housing projects that were flooded during Hurricane Katrina August 26, 2010 in New Orleans, Louisiana. August 29, 2010 is the five-year anniversary of Hurricane Katrina. (Photo by Mario Tama/Getty Images)
NEW ORLEANS - AUGUST 26: Mold overtaken photographs hang on a wall in the now abandoned Press Park housing projects that were flooded during Hurricane Katrina August 26, 2010 in New Orleans, Louisiana. August 29, 2010 is the five-year anniversary of Hurricane Katrina. (Photo by Mario Tama/Getty Images)
Imagen Mario Tama/Getty Images


Al sumergirse , a una ciudad se introduce un nuevo ecosistema de crecimiento de hongos que cambiará el estado de salud de la población en formas que tan sólo estamos empezando a comprender. La misma infraestructura y la geografía que han evitado que las aguas se retiren, crearán un período singularmente prolongado de proliferación de hongos, el cual puede implicar efectos sobre la salud que perdurarán a lo largo de los años y las vidas de las personas.

Los peligros documentados de la excesiva exposición al moho son muchos. Las directrices emitidas por la Organización Mundial de la Salud señalan que vivir o trabajar entre el moho está asociado con síntomas respiratorios, alergias, asma y reacciones inmunológicas. El documento cita una amplia gama de "respuestas inflamatorias y tóxicas tras la exposición a microorganismos aislados de la humedad de los edificios, incluidos sus esporas, metabolitos, y componentes", así como evidencia de que la exposición al moho puede aumentar los riesgos de enfermedades poco frecuentes como la alveolitis alérgica extrínseca, la alveolitis alérgica y la sinusitis crónica.

Hace doce años, en Nueva Orleans, el huracán Katrina volvió inahabitables la mayoría de las viviendas. A su vez, creó un caldo de cultivo para los mosquitos y las enfermedades que llevan consigo, y provocó una escasez de agua potable y alimentos. Pero mucho después de que se abordaran esas amenazas a la salud humana, la exposición al moho continuó, especialmente en vecindarios de bajos ingresos.

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Lo mismo sucede en partes de Brooklyn, donde el sobrecrecimiento fúngico al parecer ha empeorado en los últimos años, desde el huracán Sandy. En el vecindario de Red Hook, un informe comunitario en octubre del año pasado reveló que un número creciente de residentes vivían en apartamentos mohosos.

NEW ORLEANS - OCTOBER 12: Luella Pinkney looks through a mold covered window as she gets a first look at her house in more than a month October 12, 2005 in the Lower Ninth Ward of New Orleans, Louisiana. The Ninth Ward was the last area of New Orleans to be opened back up to residents after Hurricane Katrina came through the area more than a month ago. (Photo by Chris Graythen/Getty Images)
NEW ORLEANS - OCTOBER 12: Luella Pinkney looks through a mold covered window as she gets a first look at her house in more than a month October 12, 2005 in the Lower Ninth Ward of New Orleans, Louisiana. The Ninth Ward was the last area of New Orleans to be opened back up to residents after Hurricane Katrina came through the area more than a month ago. (Photo by Chris Graythen/Getty Images)
Imagen Chris Graythen/Getty Images


El altamente publicitado ‘moho tóxico’ —es decir, las variedades que envían las micotoxinas al aire, cuya inhalación puede enfermar gravemente a cualquiera— es el que causa mayor preocupación después de una inundación. Tras el paso del huracán Matthew por Carolina del Sur el año pasado, el lodo alcanzó varios pies de profundidad dentro de las casas durante varios días. Conforme se retiraba, el moho tóxico negro creció. En una comunidad pequeña, Nichols, 261 viviendas quedaron inhabitables por meses, debido más a estos hongos que a la misma inundación.

Los investigadores del Consejo para la Defensa de Recursos Naturales celebraron una conferencia de prensa después de Katrina sobre los niveles peligrosamente altos de esporas de moho en el aire. El grupo acusó a la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de centrarse únicamente en las exposiciones a sustancias como el arsénico, el plomo, el amianto y los contaminantes como aquéllos que se encuentran en la gasolina, ignorando la exposición al moho.

La abrumada EPA en su momento emitió anuncios de radio y distribuyó folletos animando a la gente a utilizar mascarillas cuando ingresaran a edificios inundados, particularmente cuando se hicieran labores de limpieza y se eliminara la placa de yeso de las paredes. Éstas son exposiciones ocupacionales que recaen principalmente sobre los trabajadores manuales.

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Los mohos más perniciosos y predominantes no producen micotoxinas muy peligrosas, pero aún así pueden desencadenar reacciones inflamatorias, alergias y asma. Aún se está estudiando el grado de impacto de estas exposiciones en Nueva Orleans después del huracán Katrina.

NEW YORK, NY - JANUARY 12: Volunteers from from the Respond and Rebuild group remove mold from a house damaged in Hurricane Sandy January 12, 2013 in the Rockaway neighborhood, of the Queens borough of New York City. Congress will vote on an aid bill for hurricane victims January 15. (Photo by Lee Celano/Getty Images)
NEW YORK, NY - JANUARY 12: Volunteers from from the Respond and Rebuild group remove mold from a house damaged in Hurricane Sandy January 12, 2013 in the Rockaway neighborhood, of the Queens borough of New York City. Congress will vote on an aid bill for hurricane victims January 15. (Photo by Lee Celano/Getty Images)
Imagen Lee Celano/Getty Images


Estos hongos también emiten productos químicos volátiles que algunos expertos creen que podrían afectar el sistema nervioso humano. Una de estos expertos es Joan Bennett, investigadora de biología vegetal y patología de la Universidad Rutgers, quien ha dedicado su carrera al estudio de las toxinas fúngicas. Ella estaba viviendo en Nueva Orleans durante la tormenta, y recuerda que, si bien a algunos expertos de salud les preocupaban el envenenamiento por metales pesados y el cólera, a ella le preocupaban los hongos.

"Todavía me sorprende que no recibieran más atención de la comunidad científica, dijo en una entrevista reciente. "La ciudad estaba plagada de moho; todo lo orgánico se descompuso. Unas pocas personas hicieron algunos recuentos de esporas muy superficialmente y estaban elevadísimos, pero en el momento casi nadie estudió esto porque estaban enfocados en otras cosas. Así que hice mi propio estudio".

El olor de los hongos en su casa llegó a ser tan fuerte después de la inundación que le daba dolores de cabeza y náuseas. Cuando la evacuaron, y usando una máscara y guantes, se llevó muestras del moho junto con sus valiosas pertenencias. Su laboratorio en Rutgers informó que el compuesto orgánico volátil emitido por el moho, conocido como alcohol de setas, tenía algunos efectos extraños en las moscas de la fruta. Para empezar, afectaban los genes involucrados en la manipulación y el transporte de la dopamina en una forma que imitaba la patología de la enfermedad de Parkinson en los seres humanos.

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"Más biólogos deberían estar estudiando los compuestos en fase gaseosa, porque estoy bastante segura de que vamos a encontrar un montón de efectos inesperados que hemos estado ignorando", dijo Bennett.

New Orleans, UNITED STATES: Adrienne LaCour (R) walks with his brother's girlfriend Cindy Tarantino (L) through a bedroom with mold six feet (two meters) high on the wall of her childhood home, where her brother Louis LaCour still lived until Hurricane Katrina hit, 05 October 2005, in the Lakeview section of New Orleans. LaCour said she expects the house, which took more than five feet of water inside, will have to be bulldozed. After more than five weeks, residents were allowed back the city's hardest hit neighborhood to inspect damage from Hurricane Katrina. AFP PHOTO / Robyn BECK (Photo credit should read ROBYN BECK/AFP/Getty Images)
New Orleans, UNITED STATES: Adrienne LaCour (R) walks with his brother's girlfriend Cindy Tarantino (L) through a bedroom with mold six feet (two meters) high on the wall of her childhood home, where her brother Louis LaCour still lived until Hurricane Katrina hit, 05 October 2005, in the Lakeview section of New Orleans. LaCour said she expects the house, which took more than five feet of water inside, will have to be bulldozed. After more than five weeks, residents were allowed back the city's hardest hit neighborhood to inspect damage from Hurricane Katrina. AFP PHOTO / Robyn BECK (Photo credit should read ROBYN BECK/AFP/Getty Images)
Imagen ROBYN BECK/AFP/Getty Images


Aquí es donde las palabras de Trump en apoyo a Houston suenan huecas. Bajo su administración, la financiación de la ciencia que estudia las consecuencias para la salud de la exposición al moho será recortada. Mientras tanto, se espera que aumente la influencia del moho en las vidas humanas con el aumento del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos catastróficos. La perenne intensificación de los patrones meteorológicos severos a lo largo de la Costa del Golfo ha hecho que las inundaciones sean cada vez más comunes, al menos en parte debido al calentamiento del océano.

La Agencia de Protección Ambiental, que normalmente estaría encargada de mitigar los efectos del moho sobre la salud en Houston, está actualmente eliminando las regulaciones destinadas a reducir las emisiones de carbono que elevan la probabilidad de eventos meteorológicos severos. La agencia está menos equipada ahora para lidiar con la contaminación ambiental por moho que durante lo ocurrido en Nueva Orleans.

En Houston, la financiación para el rescate a corto plazo es fundamental para salvar vidas y apoyarla es políticamente necesario. Pero la mayoría de las inminentes amenazas al bienestar humano sobrevivirán a las muestras inmediatas de preocupación. Éstas se desarrollarán cuando el agua y las cámaras se hayan ido, y cuando los fondos de emergencia destinados a Houston estén agotados. El moho marcará la línea divisoria entre las personas que pueden permitirse escapar de él y las personas para quienes la tormenta nunca termina.

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Este artículo apareció originalmente en inglés The Atlantic y en CityLab.com.

Ha habido sismos que han sacudido ciudades enteras hasta dejarlas en ruinas. Ha habido incendios que las han reducido a cenizas, por no hablar de las guerras, que han consumido a imponentes metrópolis y destrozado su historia.
<br>Fácil –y triste– es ver las secuelas de la guerra civil en Siria, en particular en Alepo (en la foto), ciudad que fuera alguna vez el núcleo del éxito comercial y de la preservación histórica del país, y preguntarse si la ciudad recuperará sus días de gloria. Informes, por otro lado, de los costos crecientes de la lenta recuperación de Katmandú tras el terremoto de 2015 en Nepal, y de la incesante lucha de Japón para reconstruir Tohoku después del tsunami de 2011 dibujan un macabro y desesperanzador cuadro sobre el futuro.
Pero las urbes arruinadas, por fortuna, no suelen permanecer como fantasmas para siempre. Cada tragedia trae consigo su resquicio de esperanza, por pequeño que este pueda ser. Cuando una ciudad queda destruida hasta ser irreconocible, la necesidad de reconstruirla pasa a ser una oportunidad, un empezar desde cero, donde la comunidad puede rediseñar su entorno físico y hacerlo más fuerte de lo que era antes.
<br>Para hallar ejemplos, basta con una mirada al pasado. Algunas de las que hoy reconocemos como exitosas megalópolis en todo el mundo, fueron alguna vez víctimas de catástrofes que las redujeron a ruinas. Pero aún después de la peor de las destrucciones, como 
<a href="http://www.citylab.com/tech/2017/02/dark-tourism-peace-memorial-hiroshima-atomic-bomb/515829">en <b>Hiroshima</b> (en la foto)</a>, donde la recuperación parecía imposible, las ciudades han sido capaces de levantarse desde el polvo, y, en cierta forma, han renacido como símbolos de modernidad y paz.
<b>El gran incendio de Chicago, 1871: </b>El fuego se propagó desde un granero en el lado suroeste de Chicago hasta el centro del distrito de negocios. Alimentado por feroces ráfagas, destruyó unos 17,500 edificios y más de 73 millas de calles. Murieron unas 300 personas y 90,000 residentes fueron desplazados. Pero la ciudad tenía una voluntad infatigable, por lo que promulgó nuevos requerimientos de construcción y empezó a reconstruirse incluso antes de que los arquitectos e ingenieros completaran sus planes.
Pese a algunos ásperos momentos en la reconstrucción de 
<b>Chicago</b> –una depresión a nivel nacional que detuvo la construcción, por ejemplo, y los negocios que de algún modo evitaron los nuevos requerimientos–, en menos de 20 años la ciudad no solo erigió el primer rascacielos del mundo, sino que se convirtió en una referencia en el desarrollo económico y en el transporte.
El Gran Terremoto de San Francisco, 1906: Los tranvías de San Francisco estaban operando apenas semanas después de ocurrir el siniestro que golpeó, con una magnitud de 7.8 grados, la costa de California. Los plomeros ya habían reparado las tuberías de agua y las alcantarillas, mientras que los residentes en buen estado físico iban al trabajo a limpiar los escombros. En unas seis semanas, reabrieron los bancos, y, en unos pocos meses, los trabajadores ya establecían las vías férreas.
La reconstrucción sobrevino con rapidez, casi demasiado rápido, según el San Francisco Chronicle, el cual describía la nueva ciudad como una versión más moderna y limpia que su pasado: “El viejo centro Victoriano había desaparecido; los barrios marginales de South of Market habían sido arrasados”, escribió el reportero Carl Nolte. “Fue como hacer borrón y cuenta nueva. La idea era construir estructuras de acero, edificios de primer nivel”.
<b>El Gran Terremoto en la Región de Kanto, Tokio, en 1923:</b> A solo dos minutos de la medianoche del 1 de septiembre de 1923, un sismo de 7.9 grados fue seguido por un maremoto con olas de hasta 40 pies de altura. Al mismo tiempo, un incendio se expandió entre las casas de madera de la capital, devorándolas. 100,000 fallecieron.
<br>
La tragedia en 
<b>Tokio</b> desató el apoyo internacional que implicó sustancialmente a Estados Unidos. Las labores de recuperación fueron del todo menos sencillas. Estuvieron marcadas por la
<a href="https://opinionator.blogs.nytimes.com/2011/03/13/in-deadly-earthquake-echoes-of-1923/"> violencia</a>, y por el 
<a href="http://www.greatkantoearthquake.com/reconstruction.html">desacuerdo</a> respecto de cómo debería ser la nueva ciudad, y el resentimiento entre las fuerzas japonesas y norteamericanas que habían llegado para prestar su ayuda. Sin embargo, el terremoto marcó un antes y un después en la historia del país asiático. Como Peter Duus, profesor emérito de Historia en Stanford, refirió a la 
<a href="http://www.smithsonianmag.com/history/the-great-japan-earthquake-of-1923-1764539/?page=1"><i>Smithsonian Magazine</i></a>, tras el terremoto fue la “primera vez que se intentó, organizadamente, reformar Tokio, a fin de convertirla en una ciudad moderna. De hecho, las labores reconstructivas la posicionaron entre las principales metrópolis del mundo”.
El Bombardeo de Varsovia, 1944: Los desastres naturales no fueron los únicos responsables de llevar a la destrucción casi absoluta a ciudades enteras. Durante la Segunda Guerra Mundial, la Alemania nazi arrasó el casco antiguo de la capital polaca como represalia por el Alzamiento de Varsovia, durante el cual la resistencia polaca causó la muerte a unos 20,000 efectivos nazis.
Para la reconstrucción,
<b> </b>
<a href="https://www.theguardian.com/cities/2016/apr/22/story-cities-warsaw-rebuilt-18th-century-paintings">de acuerdo a <i>The Guardian</i></a>, Varsovia se valió irónicamente de sus ruinas. La ciudad transformó algunos de sus restos en ladrillos, y cuando estos no bastaron, importaron materiales de otras ciudades asoladas. Así, para levantar la ciudad e intentar devolverle su pasado y su gloria, volvieron a la obra del famoso pintor veneciano 
<a href="https://www.zamek-krolewski.pl/en/import_new/paintings-of-Bernard-Bellotto-called-Canaletto">Bernardo Bellotto</a>, quien había registrado con exquisita precisión el paisaje varsoviano en sus cuadros para el rey de Polonia.
<b>Dresde, Alemania, luego de la Segunda Guerra Mundial, 1945: </b>En la Segunda Guerra Mundial, los poderes aliados habían hecho detonar 2,400 toneladas de explosivos y 1,500 toneladas de bombas incendiarias sobre Dresde, con lo que las temperaturas subieron hasta los 3,000 grados Fahrenheit. Tan solo limpiar los escombros tomaría años.
Los planificadores urbanos querían una nueva imagen para la capital sajona y decidieron ‘resucitar’ solo algunos de sus históricos edificios. La iglesia Frauenkirche, de la que puede decirse que es la atracción principal de la urbe, no quedó reconstruida en un 100% hasta casi de 60 años de transcurrida la guerra. El resto del centro de la ciudad y buena parte de sus suburbios o zonas periféricas fueron despejados con el propósito de erigir una moderna arquitectura que reflejara la era comunista, dada como pocas al bloque prefabricado, según The Washington Post.
<b>La Guerra Civil en Beirut, 1975-1990: </b>Ya en la historia más moderna, Beirut fue bombardeada hasta dejarla en cenizas durante la guerra civil del Líbano, que duró quince largos años. La ciudad, 
<a href="https://www.washingtonpost.com/news/monkey-cage/wp/2016/10/12/beiruts-lessons-for-how-not-to-rebuild-a-war-torn-city/?utm_term=.546fe86be175">como señala <i>The Washington Post</i></a>, debe servir de lección a Alepo –asumiendo que los combates cesen alguna vez en la urbe siria– acerca de cómo no debe ser rehecha una ciudad devastada.
Hoy día, 
<b>el centro histórico de Beirut</b> es un símbolo de modernidad y lujo, con una arquitectura que sedujo como pocas a la inversión extranjera y disparó su recuperación económica. Pero, por haber sido reconstruida por una compañía privada, también se convirtió en lo que el Post llama una “ciudad excluyente”. Edificaciones históricas fueron derribadas no precisamente a causa de la guerra, sino en plena recuperación, apartando un tanto la ciudad de lo que había sido. Por otra parte, la falta de reconciliación política y el insaciable interés económico ha hecho que la urbe aún adolezca de infraestructura y servicios básicos.
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Ha habido sismos que han sacudido ciudades enteras hasta dejarlas en ruinas. Ha habido incendios que las han reducido a cenizas, por no hablar de las guerras, que han consumido a imponentes metrópolis y destrozado su historia.
Fácil –y triste– es ver las secuelas de la guerra civil en Siria, en particular en Alepo (en la foto), ciudad que fuera alguna vez el núcleo del éxito comercial y de la preservación histórica del país, y preguntarse si la ciudad recuperará sus días de gloria. Informes, por otro lado, de los costos crecientes de la lenta recuperación de Katmandú tras el terremoto de 2015 en Nepal, y de la incesante lucha de Japón para reconstruir Tohoku después del tsunami de 2011 dibujan un macabro y desesperanzador cuadro sobre el futuro.
Imagen NAZEER AL-KHATIB/AFP/Getty Images
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