Esta es la trágica historia de cinco migrantes que el pasado 22 de enero coincidieron en un hotel de Ciudad Juárez, en la frontera norte de México, horas antes de lo que ellos pensaban sería un viaje corto y seguro hacia Estados Unidos, guiados por coyotes de confianza.
Los secuestraron, torturaron y asesinaron: el viaje de 4 migrantes que acabó en la morgue de Ciudad Juárez
A través de entrevistas con familiares de estos migrantes fallecidos, Univision Noticias pudo reconstruir sus últimas horas en Ciudad Juárez, donde coyotes les ofrecieron llevarlos a Texas, pero solo los trasladaron a un sitio para asesinarlos y luego exigirles a sus seres queridos el pago de un rescate. La policía encontró cuatro cuerpos con signos de tortura. Un joven mexicano sigue desaparecido.

Todo fue un cruel engaño. Sus familiares dicen que los secuestraron y que han identificado los cadáveres de cuatro de ellos, mientras siguen buscando al más joven del grupo, quien tenía la ilusión de trabajar en el norte, ahorrar algo de dinero y volver a su pueblo en la sierra de Veracruz.
La Policía informó que encontró los cuerpos de dos mujeres y dos hombres el 23 y 24 de enero en calles de un barrio de la periferia en Ciudad Juárez. Estaban maniatados y tenían signos de haber sido torturados. Las autopsias arrojaron que la causa de los fallecimientos de dos de ellos fue por asfixia.
Los cuatro cadáveres estaban marcados como desconocidos en la morgue municipal, hasta que sus seres queridos, desde sus países y EEUU, los reconocieron uno a uno a través de fotos en notas periodísticas e información que recibieron por las redes sociales durante su búsqueda.
“A él lo torturaron”, lamenta la hermana del salvadoreño José Manuel, cuyo apellido se omite porque teme que haya represalias por parte del grupo de coyotes que, según ella, lo secuestró y asesinó.
El cadáver de José Manuel fue encontrado junto al de la maestra nicaragüense Jessira Chavarría la madrugada del 24 de enero. Los arrojaron en un terreno baldío que está en el cruce de las calles Isla Córcega e Isla Tonga, en la colonia 16 de septiembre, según la conclusión de sus parientes.
Una foto de José Manuel que el gobierno de Chihuahua entregó al Ministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador bastó para que pudieran verificar su identidad sin tener que viajar a México.
“Es doloroso, pero uno no quiere que más personas pasen por esta situación”, dice su hermana, que pide solo ser identificada como ‘Yeni’, en una entrevista telefónica con Univision Noticias.

La familia de Chavarría, por su parte, pasó varios días tratando de confirmar que ella era la mujer de chamarra marrón que aparecía en la imagen que un medio local publicó en internet.
“Yo aún no lo puedo creer, mi madre está devastada”, expresa con lágrimas Gissel Chavarría, hermana menor de la víctima, quien ahora está enfocada en la repatriación del cuerpo a Nicaragua.
Los otros dos migrantes desaparecidos, la pareja de guatemaltecos Doris Raquel Barrera y Anthony Enrique Navarro Deras, fueron identificadas hace unos días, afirman sus familiares.
La ropa que ellos llevaban la última noche que fueron vistos con vida coincide con la que tenían los cuerpos hallados por las autoridades el día 23 de enero.

La Fiscalía de Chihuahua informó que estas personas fallecieron por “asfixia” y subrayó que su personal “trabaja para el esclarecimiento del caso”, apoyado con análisis genéticos.
“Oficialmente, no han sido identificados, están trabajando con los consulados para las pruebas forenses”, dijo Enrique Rodríguez, vocero de la fiscalía, en un breve mensaje enviado a este medio.
Esta dependencia no dio detalles de su investigación, que liga con los homicidios de tres migrantes ecuatorianos cuyos cuerpos fueron localizados en la misma zona el pasado 8 de septiembre.
Se cree, en conclusión, que los coyotes dejaron primero los cadáveres de Doris y su esposo Anthony; y que la madrugada siguiente tiraron cerca los cuerpos de Jessira y José Manuel.
Estos cuatro migrantes siguen en las instalaciones de la morgue municipal.
Ciudad Juárez fue hace unos años el lugar más peligroso del mundo por una sangrienta guerra entre carteles de la droga, uno de ellos fundado por Amado Carrillo Fuentes, un fallecido narcotraficante al que le decían 'el Señor de los Cielos'. La localidad también ha sido infame por un gran número de feminicidios sin resolver, cuyas víctimas son conocidas como 'Las muertas de Juárez'.
A pesar de que los niveles de inseguridad han bajado recientemente, en comparación con su peor época, solo en enero se registraron allí más de 70 homicidios, incluyendo los casos de estos cuatro migrantes. El año pasado hubo más de 1,000 crímenes de ese tipo.
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Esperando a los coyotes en un hotel
Univision Noticias obtuvo un video grabado la noche del 22 de enero en el que se observa a Doris, Anthony, Jessira y José Manuel cenando en el cuarto de un hotel en Ciudad Juárez. Unas horas más tarde, se les unió el joven veracruzano, quien fue recogido en el aeropuerto por un coyote.
“Saludá, vos, hombre”, se escucha que Doris le dice a José Manuel. “Hola”, responde él. Jessira sonríe con timidez. Luego, Doris gira la cámara para salir en la imagen y se dirige a su esposo: “Pon cara feliz”.
Esa noche, los cinco migrantes se comunicaron con sus familiares para decirles que estaban esperando que los coyotes pasaran por ellos para llevarlos a Texas.
“Mamita, ¿cómo estás? Estoy bien, gracias a Dios, es que tenía cargando el teléfono, vamos a ver qué hacemos hoy, en el nombre de Dios. Hoy en la noche”, se escucha en uno de los últimos audios que Jessira le mandó a su madre por WhatsApp.
José Manuel escribió: “Ya estamos en la casa del coyote. Hoy en la noche esperamos dar el salto”.
Se sabe poco sobre lo que sucedió después. Hubo mensajes esporádicos y tres de ellos grabaron, aparentemente en el mismo lugar y a base de engaños, un breve video en el repiten este mensaje: “Hoy 23 de enero estamos en El Paso, Texas, gracias a ‘Don Ángel’”.
Pero jamás llegaron a El Paso y los coyotes solo usaron esa grabación para exigir a los familiares una cuota por el falso traslado y el pago de un rescate.
La desaparición de un joven veracruzano
El tío del joven veracruzano dice que se preocupó desde que le marcó a su pariente y le respondió quien cree era el jefe de la banda de traficantes. “No te preocupes, está todo bien”, le dijo el hombre, quien más tarde pidió en tono bravucón que le depositaran 2,500 dólares para pagar el cruce.
Recibido el dinero, volvió a llamar: “Sabes qué, ya no vamos a andar con juegos. ¿Cuánto estás dispuesto a dar por la vida de tu sobrino?... Quiero que me pagues 6,000 dólares… No te queda de otra, vas a tener que confiar en mi palabra o te jodiste”.
Siguió una dura negociación por la cual logró que el muchacho apareciera en una videollamada. “Sí, estoy bien”, alcanzó a decirle frente al celular. “Me puse nervioso, me alteré. Le dije: ‘¡Mándame la ubicación! ¡Mándame la ubicación!’. Y apagaron el teléfono y desde esa fecha no se sabe nada”, dijo este hombre, quien pide no publicar su nombre por temor a una venganza de los coyotes.
Dos semanas después, recibió otra llamada en la que le aseguraron: “Aquí tengo a tu sobrino”. Los extorsionadores presionaron comunicándose con los padres del joven para advertirles que el chico había sido obligado a trabajar para narcos y “se está muriendo”. Así los obligaron a hacer otros dos depósitos, que sumaron un total de 10,500 dólares. “Ya de ahí no se supo más”.
Este martes, minutos antes de que hablara con este medio, alguien le mandó a su celular una foto en la que parece estar sobrepuesta la imagen del rostro del muchacho desaparecido sobre la de una persona con traje de camuflaje que sostiene un letrero con la palabra “Ayuda”.

“Pero no es él, la foto está editada”, dice este hombre, quien confía que su sobrino esté con vida.
“Todavía no lo puedo aceptar, hasta que miremos el cuerpo”, menciona. “Pero sería un milagro que él hubiera escapado, porque a las otras personas ya las identificaron y están muertas”.
El joven desaparecido tiene 23 años y trabajaba despachando tiendas en la sierra de Veracruz. “Quería venir a trabajar, juntar su dinerito”, comenta su tío.
Este muchacho salió de su comunidad a finales de enero. Viajó por carretera a la Ciudad de México, donde abordó un avión que lo llevó a Ciudad Juárez.
A las 6:30 de la tarde del 22 de enero, un coyote lo recogió en un auto y lo llevó al hotel donde estaban los otros cuatro migrantes. Allí comenzó su periplo.
Emigró por las operaciones de su hijo
El viaje de la nicaragüense Jessira Chavarría, de 29 años, fue el más largo del grupo.
Dos días después de Navidad se despidió de sus hijos, de 1 y 8 años, y emprendió camino al norte. Renunció a su empleo de maestra porque quería ganar dinero en Estados Unidos para cubrir los onerosos gastos médicos por el tratamiento del más pequeño de sus hijos, quien nació con labio leporino y paladar hendido. Se endeudó para que un coyote la acompañara desde su país.
“Somos familia de escasos recursos y el niño nació con problemas en su boquita, ocupaba operaciones, ocurrían gastos y ella decide irse para darle un buen futuro a los dos niños”, cuenta su hermana, Gissel Chavarría.
Jessira llegó a una garita fronteriza a principios de enero y se entregó a las autoridades migratorias para solicitar asilo. Estuvo detenida un día y la devolvieron a México para que hiciera su trámite a través de la aplicación CBP One, un cambio que recién había entrado en vigor.
Voceros de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) declinaron comentar sobre este caso citando “razones de privacidad”.
Esta mujer se quedó un par de semanas en un albergue de Ciudad Juárez, donde dijo que la habían tratado mal, negándole incluso los alimentos. Desesperada, llamó a sus familiares en EEUU para pedirles ayuda para llenar su solicitud de asilo, pero al final decidió buscar un coyote. “Ella dijo: ‘Mamá, yo no puedo regresar. Yo necesito pagar ese dinero, tengo que buscar la manera de cruzar nuevamente’”, cuenta Chavarría.
Lo último que supieron sobre Jessira fue ese video en el que le agradece a ‘Don Ángel’ por llegar a El Paso. Una mujer que fungía como enlace de los coyotes mandó la grabación pidiendo que la “reconocieran”.
En medio de la incertidumbre, Chavarría comenzó a pedir ayuda en las redes sociales y en una nota en internet de El Diario de Juárez leyó que habían encontrado a una mujer de unos 30 años con una chamarra marrón, parecida a la que traía su hermana en ese video.
“No, no es ella. Yo descarto que sea ella, porque yo hablé con ella el 24 (de enero)”, cuenta Chavarría que le respondió la mujer cuando le cuestionó sobre la nota. Pero después desapareció.
La familia Chavarría está pidiendo ayuda económica en su país y en una página especializada en colectar donativos. Creen que necesitan unos 10,000 dólares para viajar a Ciudad Juárez y trasladar el cuerpo. La cancillería de su país, afirman, no les está ayudando.
“Nosotros queremos justicia”, dice la hermana de Jessira.
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Un viaje largo que acabó en la morgue
Doris y su esposo Anthony dejaron cierto rastro de su breve andar por Ciudad Juárez. Ella grabó con su celular cuando estaban en una tienda, mientras desayunaban en un restaurante y parte de la cena en la que compartieron con los otros migrantes en aquel hotel.
Algunas de esas imágenes fueron difundidas en la red social TikTok pidiendo ayuda para localizarlos.
“Estamos desesperados, queremos encontrarlos pronto. Entre más pasa el tiempo hay probabilidades que les pase algo”, dice un video difundido el 25 de febrero. “Tenemos miedo de que les haya pasado algo malo”.
En esas publicaciones se informó que Migración los había devuelto a Nogales y que se fueron a Ciudad Juárez, un lugar que no conocían, con la intención de pasar a Texas. Su búsqueda se extendió por más de un mes, incluso preguntaron por ellos en cárceles de México y Estados Unidos.

Hace unos días, otro video expresaba: “Gracias Juárez por ayudarnos a encontrarlos”. También iniciaron una colecta en internet para trasladar sus cadáveres a Guatemala.
En tanto, la familia de José Manuel espera recibir su cuerpo en las próximas semanas para sepultarlo en su natal El Salvador.
Él salió de su país el 9 de septiembre de 2022 y consiguió un permiso migratorio en México, que le permitió trabajar legalmente durante cuatro meses en Chiapas. A principios de enero, viajó a la frontera, lo devolvieron a la Ciudad de México y cuando se dirigía nuevamente al norte conoció a migrantes que ya habían hecho un trato con coyotes. Así fue como llegó al hotel en el que estuvo por última vez.
Tenía 44 años y era empleado de una embotelladora en El Salvador. Dejó una viuda y tres huérfanos, de 7, 13 y 20 años. “Él tenía muchos problemas económicos. Tiene tres hijos y se preocupaba mucho por el bienestar de ellos. Quería que salieran adelante y eso lo llevó a salir de acá. Iba a buscar un mejor porvenir”, dice su hermana.
La última comunicación que tuvieron fue el 22 de enero: le pidió que le mandara dinero a la frontera.
Un familiar que lo esperaba en EEUU recibió el video en el que afirmaba que ya estaba en El Paso. Los coyotes le pidieron un rescate de 500 dólares. “Me llama y me dice: ‘Yo no te quería decir esto, pero lamentablemente tu hermano está secuestrado’”, recuerda la hermana de José Manuel, quien dice que la noticia le cayó “como balde de agua fría”.
Cuando estaba secuestrado, este migrante envió un par de mensajes en los que pidió no creyeran en el video que había grabado y que no dieran dinero por su rescate. “Creo que mi vida está en peligro”, escribió. Una vez que les hicieron el depósito a los coyotes, se perdió la comunicación.
‘Yeni’ buscó a su hermano como pudo en internet, hasta que dio con las notas en los medios. No dejaba de enviarle mensajes a su celular: “Hola, ‘Feyo’, ¿cómo estás? Contestame”.
Quería pensar que quizás lo había detenido la Patrulla Fronteriza o las autoridades de México. “No se preocupe”, la consolaban los que ya habían viajado al norte.
Sus esperanzas se derrumbaron al ver la foto del cadáver, que le envió la cancillería salvadoreña para identificarlo.
“Yo ya lo he estado llorando, pero no me puedo quedar llorando toda la vida. Tengo que salir adelante por mi familia, por mis sobrinos”, dice.
Esta mujer quiere cerrar este oscuro capítulo de su vida sepultando a su hermano y con las sentencias de los responsables del crimen. La tragedia, dice, le dejó esta lección: no vale la pena arriesgarlo todo por el sueño americano.
“Piénsenlo dos veces para viajar a Estados Unidos. A los mismos mexicanos están secuestrando en su país. En El Salvador la situación está difícil, pero se sobrevive”.







