La huella que dejó Donald Trump en Atlantic City, una ciudad al borde del colapso

El empresario convirtió la ciudad en un paraíso del juego y el derroche, construyendo así gran parte de su fortuna. Atlantic City está ahora a punto de quebrarse. Así lo recuerdan sus habitantes.

Juliana Jiménez
Por:
Juliana Jiménez.
Tres estatuas de elefantes frente al casino y hotel Trump Taj Mahl en Atlantic City, Nueva Jersey, 26 de mayo, 2016.
Tres estatuas de elefantes frente al casino y hotel Trump Taj Mahl en Atlantic City, Nueva Jersey, 26 de mayo, 2016.
Imagen Foto: Juliana Jiménez.

ATLANTIC CITY, Nueva Jersey El restaurante Evo del antiguo Trump Plaza está cerrado desde 2014 pero las mesas siguen puestas. La sal y la pimienta, los platos y las servilletas, permanecen en la penumbra, y las botellas de alcohol recogen polvo en la barra. Afuera, los restos del letrero que decía Trump se cuecen al sol del primer día oficial de verano.

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En el callejón contiguo que da al paseo tablado, el icónico boardwalk de Atlantic City, Jermaine, un empleado del restaurante de perros calientes aledaño, se fuma un cigarrillo en su descanso.

“(Donald) Trump es un tema sensible para mucha gente aquí porque muchos perdieron sus trabajos. Todo se ha puesto peor. No es solo el Trump Plaza... Ahora veo mucha gente viviendo en la calle, mucho más que antes”.

Atlantic City ha hecho un largo recorrido desde su época como meca del entretenimiento y juegos de azar a finales de los ‘80s. Aquí, Donald Trump, el magnate convertido en virtual nominado republicano presidencial, hizo gran parte de su fortuna.

Y aunque Trump ya no es dueño de ningún casino de Atlantic City, su nombre, o el rastro de éste en oxido y en la memoria de la gente, permanece.

Un aviso marca la entrada al Hotel y Casino Trump Plaza, el 8 de mayo de 2004, en Atlantic City, Nueva Jersey. Ese año, la compañía de Donald Trump, Trump Hotels & Casino Resorts, Inc., que luego se llamaría Trump Entertainment Resorts, tenía $1,800 millones de deuda. Diez años más tarde cerraría en la bancarrota. Foto: Craig Allen/Getty Images.
El letrero que leía Trump Plaza se ve delineado en el frente del antiguo casino y hotel, el cual yace cerrado en el corazón de la ciudad, el 27 de mayo, 2016. Foto: Juliana Jiménez.
Una persona pasa al frente del casino Trump Plaza, el 1 de julio, 2003, en Atlantic City, Nueva Jersey. Ese año se inauguró un nuevo casino, el Borgata, una fuerte competencia para los casinos de Trump. El Borgata costó $1,000 millones, y contaba con 11 restaurantes y un spa de 50,000 pies cuadrados. Para esa época la ciudad ya estaba deprimida por la proliferación de casinos en otros estados del noreste. Foto: Spencer Platt/Getty Images.
Las oficinas del estacionamiento del Trump Plaza aun mantienen el logo de su antiguo dueño. Un guardia patrulla el establecimiento en un carrito de golf para asegurarse que la gente sin hogar no haga del sitio su base permanente, o para evitar vandalismo. “Seguramente lo van a tumbar, esto ya no tiene arreglo”, dijo el guardia, 27 de mayo, 2016. Foto: Juliana Jiménez.
Un túnel aéreo conecta el estacionamiento y el edificio donde antes operaba el casino del Trump Plaza. El letrero con el nombre de Trump se ve descascarado y las paredes sucias, 27 de mayo, 2016. Foto: Juliana Jiménez.
La entrada al lobby del hotel y casino que llevaba el nombre de Trump, 27 de mayo, 2016. Las luces permanecen encendidas y afuera hay parqueadas varias grúas de construcción. Foto: Juliana Jiménez.
Una de las puertas del lobby del hotel de Trump Plaza está rota, y donde solía haber un jardín interior, debajo de las escaleras eléctricas, hay ahora una lata aplastada de cerveza, 27 de mayo, 2016. Foto: Juliana Jiménez.
El restaurante Evo del Trump Plaza, antes de cerrar sus puertas completamente, 29 de julio, 2014. Desde enero de 2014, cuatro de los 11 casinos de la ciudad habían anunciado planes de cerrar, habían cerrado, o entrado en bancarrota. Expertos opinan que esta es la crisis más grande que ha atravesado Atlantic City en sus 36 años de relación con los casinos. Foto: Spencer Platt/Getty Images.
Transeúntes pasan frente al restaurante Evo sobre el paseo tablado el 27 de mayo, 2016. El restaurante cerró al mismo tiempo que el casino, en septiembre 2014. Foto: Juliana Jiménez.
Las mesas siguen puestas y el licor sigue en la barra en el restaurante Evo, 27 de mayo, 2016. Foto: Juliana Jiménez.
La entrada al Trump Plaza, el 8 de mayo de 2004. Ese año, la compañía de Donald Trump, Trump Hotels & Casino Resorts, Inc., reportó perdidas de $48 millones en el primer trimestre, el doble que el año anterior. Foto: Craig Allen/Getty Images.
La mayoría de las insignias del Trump Plaza se han removido del sitio. Ahora solo queda la marca de donde solían estar, 27 de mayo, 2016. Foto: Juliana Jiménez.
En el primer piso del estacionamiento del Trump Plaza ahora solo hay sillas de salón de conferencias, sillas de playa y otros muebles de oficina. Cuando operaba, el estacionamiento podía alojar hasta 1,500 carros a través de 12 pisos, 27 de mayo, 2016. Foto: Juliana Jiménez.
Un letrero en la entrada del difunto Trump Plaza aun lee: "El centro de todo. Estilo. Clase. Emoción. Trump Plaza", 27 de mayo, 2016. Foto: Juliana Jiménez.
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Un aviso marca la entrada al Hotel y Casino Trump Plaza, el 8 de mayo de 2004, en Atlantic City, Nueva Jersey. Ese año, la compañía de Donald Trump, Trump Hotels & Casino Resorts, Inc., que luego se llamaría Trump Entertainment Resorts, tenía $1,800 millones de deuda. Diez años más tarde cerraría en la bancarrota. Foto: Craig Allen/Getty Images.


Trump ya no posee Trump Entertainment Resorts, la compañía que alguna vez fue dueña de un cuarto de los casinos de la ciudad, y que se fue a bancarrota cuatro veces en su historia. En febrero de 2016 la compañía pasó a ser propiedad del inversionista multimillonario Carl Icahn.

Trump y su hija Ivanka demandaron, exitosamente, a su nuevo propietario para quitar su nombre del Trump Plaza. Intentaron hacer lo mismo, sin éxito, con el Trump Taj Mahal, el cual sigue operando pero estuvo a punto de cerrar después de irse a bancarrota en 2014.

El Trump Taj Mahal, en Atlantic City, Nueva Jersey, fue el último hotel y casino propiedad de Donald Trump, hoy virtual nominado republicano. Costó $1,000 millones y a su inauguración en 1990 asistieron estrellas como Michael Jackson. Actualmente continúa operando bajo propiedad del inversionista multimillonario Carl Icahn. Aquí su entrada principal el 26 de mayo, 2016.
En la entrada al Trump Taj Mahal por la Pacific Avenue en Atlantic City, Nueva Jersey, ondean las banderas de Estados Unidos, de Nueva Jersey y del imperio Trump. Las calles aledañas por lo general están solas, sin transeúntes ni carros, 26 de mayo, 2016.
Seis elefantes adornan la entrada del Trump Taj Mahal en Atlantic City, Nueva Jersey, el cual se ha ido a bancarrota dos veces desde que abrió en 1990. Hoy, 26 de mayo de 2016, continúa operando gracias a un trato que hicieron su nuevo propietario Carl Icahn y el sindicato local Unite Here Local 54, de quitarle el seguro médico y pensiones a los trabajadores a cambio de no cerrar el casino.
A los alrededores del Trump Taj Mahal hay un sinnúmero de casas de empeño, moteles y restaurantes de comida chatarra china, en Atlantic City, Nueva Jersey, 26 de mayo, 2016.
A la entrada del Trump Taj Mahal una placa con la imagen de Donald Trump, su antiguo propietario, dice: "La junta de administradores y los residentes de Atlantic City le agradece a Donald Trump por su bondad y por todo lo que ha hecho por la ciudad", en Atlantic City, Nueva Jersey, 26 de mayo, 2016.
El Trump Taj Mahal fue el primer casino en ofrecer un show de striptease, llamado Scores, el cual abrió en 2013. El intento por traer más ingresos no funcionó y el casino se fue a bancarrota en septiembre 2014.
Un hombre espera a sus amigos frente a la entrada del Trump Taj Mahal en Atlantic City, Nueva Jersey, el 26 de mayo, 2016. En su inauguración en abril 1990 fue presentado como "la octava maravilla del mundo".
"Donald J. Trump presenta: El Taj Mahal". De haber cerrado cuando se fue a bancarrota en 2014, 3,000 personas hubieran perdido su empleo, Atlantic City, 26 de mayo, 2016.
Clientes del casino juegan en las maquinas de juego tragamonedas hasta altas horas de la noche en el Trump Taj Mahal en Atlantic City. Carl Icahn, su nuevo dueño, había prometido $100 millones para su recuperación después de comprarlo y sacarlo de la bancarrota, pero amenazó con no invertirlos si se aprobaba la apertura de nuevos casinos en el norte de Nueva Jersey.
Mahmoud Bopti de Bangladesh maneja un carrito para transportar personas en el paseo tablado al frente del Trump Taj Mahal en Atlantic City, el 26 de mayo, 2016.
El Fin de Semana de la Remembranza, o Memorial Weekend, trajo cientos de turistas a Atlantic City, muchos de estos al Trump Taj Mahal, 26 de mayo, 2016.
La Torre del Presidente en el fondo, y un estacionamiento al frente, en el Trump Taj Mahal, 26 de mayo, 2016.
La entrada al estacionamiento del Trump Taj Mahal el 26 de mayo de 2016. De haber cerrado en 2014, hubiera sido el quinto casino en cerrar sus puertas en Atlantic City.
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El Trump Taj Mahal, en Atlantic City, Nueva Jersey, fue el último hotel y casino propiedad de Donald Trump, hoy virtual nominado republicano. Costó $1,000 millones y a su inauguración en 1990 asistieron estrellas como Michael Jackson. Actualmente continúa operando bajo propiedad del inversionista multimillonario Carl Icahn. Aquí su entrada principal el 26 de mayo, 2016.

En la demanda, los Trumps argumentaron que Icahn había descuidado las propiedades y no estaban al nivel de la marca Trump.

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“Que Dios no lo permita”, dijo sarcásticamente Nicholas Moles, vicepresidente y consejero general para el casino Resorts, el primer casino de Atlantic City.

“La verdad es que Trump se fue hace años de la ciudad y la gente está ansiosa por seguir adelante”, le dijo Moles a Univision durante el Congreso de Juegos de Azar de la Costa Este, una conferencia para los líderes de la industria del juego que se llevó a cabo en el casino Harrah’s en Atlantic City este 26 de mayo.

En la conferencia nadie habló de Trump—oficialmente—y a los que se les preguntaba por él preferían cambiar de tema.

En Atlantic City el tema siempre es los casinos. Son los que, tambaleando, sostienen la economía. En septiembre de 2014, la ciudad tenía una de las tasas de desempleo más altas del país, 13.8%, y un cuarto de la población vivía en la pobreza.

De los casinos se alimentan los hoteles, moteles, casas de empeño, clubes de striptease y hasta tiendas de psíquicos que abundan aquí.

Aunque en la ciudad son 31% de la población, en estas industrias periféricas los hispanos son mayoría. Son los que trabajan como empleadas de limpieza, botones, valet parking, y otros. Por eso mismo son también los más afectados cada vez que cierra un casino.


La caída del Imperio Trump

Lo que queda de los casinos de Trump es a ratos un homenaje al lujo y al exceso en todo su cursi y vulgar esplendor. A ratos es un testamento a la derrota.

En 1984 Trump abrió su primer casino, Trump Plaza. Luego abrió Trump’s Castle, o El Castillo de Trump, en 1985, y en 1990 abrió Trump Taj Mahal.

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Éste último le costó alrededor de $1,000 millones. Michael Jackson asistió a su inauguración y los nombres más grandes del boxeo coronaban regularmente su itinerario. Pero no fue suficiente y un año después se fue a bancarrota.

Trump logró salvar el casino apostándole a préstamos cada vez más altos que después no pudo pagar. En 2014 Trump Taj Mahal se fue por segunda vez a bancarrota, y fue entonces cuando Icahn lo compró.

El Trump’s Castle también se fue a bancarrota en 1992, y después de reestructurarse en 1997 se convirtió en Trump Marina. Pasó de costar $316 millones en 2009, a $38 millones en 2011, cuando la compró Landry's Inc., una corporación hotelera, y se convirtió en el Golden Nugget.

Al Trump Plaza en cambio nadie pudo rescatarlo.

Un guardia de seguridad que patrullaba el perímetro en un carrito de golf y que ha trabajado en el Trump Plaza desde 2009 le dijo a Univision que el estacionamiento solía tener 12 pisos y podía alojar más de 1,500 carros. Hoy está repleto de sillas de salón de conferencias y sillas de playa mientras se lo come la humedad.

“Era muy lujoso. Esto era de Donald Trump, ¿sabe quién es? Una lástima lo que pasó. Se quebró, y varias veces”, dijo el guardia, quien prefirió no revelar su nombre.

Sin embargo el guardia no culpa solo a Trump por la quiebra de sus casinos. Después de la recesión del 2008 la ciudad empeoró vertiginosamente, dijo. Pero la última estocada la dio el huracán Sandy, el cual destruyó en octubre de 2011 miles de propiedades y le costó a Atlantic City alrededor de $30 mil millones.

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Eso combinado con el mal manejo de la ciudad ( cuatro de los últimos seis alcaldes han sido enjuiciados por corrupción y malversación de fondos públicos) y la expansión de casinos en el noreste del país que terminó con el monopolio que tenía Atlantic City sobre los juegos de azar aceleraron la quiebra de muchos casinos, según le dijeron a Univision conocedores de la industria.

A Trump le han sacado en cara varias veces sus fracasos en Atlantic City. Pero él lo presenta, como lo hizo en el primer debate republicano en agosto de 2014, como otra muestra más de su talento para las negocios, ya que tuvo “el buen sentido común … de irse de Atlantic City antes de que se hundiera completamente”.

Trump se fue a tiempo, pero muchos no corrieron con la misma suerte.

Dos vallas descoloridas le dan la bienvenida a los visitantes a Atlantic City sobre el paseo tablado que caracteriza la ciudad, el 28 de mayo, 2016. Atlantic City está atravesando desde hace más de una década una de las peores crisis económicas de su historia.
Un niño camina sobre el paseo tablado frente a decoración que asemeja los antiguos negocios de la primera época de oro de la ciudad, en los años 20. A finales de los años 80, Donald Trump le dio un impulso a Atlantic City que ahora se acaba. La ciudad continúa dependiendo de una industria en declive, a medida que nuevos casinos abren en estados como Delaware, Pennsylvania y Nueva York.
Un hombre sale de una casa de empeño en el centro de la ciudad. En septiembre de 2014, la ciudad tenía una de las tasas de desempleo más altas del país, 13.8%,
Un letrero marca la entrada al Trump Taj Mahal, en su época el más lujoso de la ciudad y el más costoso, con un precio inicial de $1,000 millones.
Dos hombres juegan en máquinas tragamonedas en el Trump Taj Mahal. El casino se fue a bancarrota dos veces. La primera, un año después de abrir, en 1991. La segunda, en septiembre 2014, cuando estuvo a punto de cerrar. El inversionista multimillonario Carl Icahn lo compró junto con la compañía de Trump, Trump Entertainment Resorts.
Un hombre pasa frente a una tienda de psíquicos cerrada que ofrecía lecturas de destino a $5. De los casinos se alimentan los hoteles, moteles, casas de empeño, clubes de striptease y hasta tiendas de psíquicos como esta que se ven en prácticamente cada cuadra.
El hotel y casino Golden Nugget abrió en 1985 bajo el nombre Trump's Castle, o "El Castillo de Trump". En 1992 se fue a bancarrota, y cinco años más tarde cambió su nombre a Trump Marina. En el momento Trump dijo que "nunca le gusto todo ese cuento del castillo". En 2011 Trump le vendió el casino a Landry's, Inc., una corporación hotelera, la cual le dio su actual nombre.
El casino Golden Nugget, antes el Trump's Castle, pasó de costar $316 millones en 2008, a $38 millones en 2011, cuando dejó de ser propiedad de Trump.
Un guardia de seguridad camina frente a una cigarrería y tienda de juguetes eróticos, el tipo de negocios que todavía prolifera en Atlantic City.
Transeúntes pasan frente al restaurante Evo del Trump Plaza sobre el paseo tablado. El restaurante cerró al mismo tiempo que el casino, en septiembre 2014, pero las mesas siguen puestas adentro.
Un hombre camina en una calle que da a un club de striptease, uno de los pocos negocios que permanecen abiertos sobre la calle Martin Luther King. En septiembre de 2014 un cuarto de la población de la ciudad vivía en la pobreza.
El mal manejo de la ciudad (cuatro de los últimos seis alcaldes han sido enjuiciados por corrupción y malversación de fondos públicos) y la expansión de casinos en el noreste del país que terminó con el monopolio que tenía Atlantic City sobre los juegos de azar aceleraron la quiebra de muchos casinos.
Después de la recesión del 2008 la ciudad empeoró vertiginosamente. Pero la última estocada la dio el huracán Sandy, el cual destruyó en octubre de 2011 miles de propiedades y le costó a Atlantic City $30 mil millones.
Un parque de diversiones frente al tablado alumbra en la oscuridad frente a la playa. La semana antes de las primarias en el estado el senado aprobó un paquete de ayuda financiera para evitar que el estado tome control de la ciudad, como se había propuesto en 2010, y rescatar a la ciudad de la quiebra.
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Dos vallas descoloridas le dan la bienvenida a los visitantes a Atlantic City sobre el paseo tablado que caracteriza la ciudad, el 28 de mayo, 2016. Atlantic City está atravesando desde hace más de una década una de las peores crisis económicas de su historia.

Sentimientos encontrados

Hoy muchos residentes de Atlantic City recuerdan al empresario con una mezcla de admiración y recelo.

Incluso Trump, quien ha cultivado una fama de hombre de negocios pragmático y despiadado, era conocido como “un buen jefe”, le dijo a Univision Reuben Kramer, reportero especializado en casinos para el periódico local, The Press of Atlantic City, desde hace más de una década.

“Era uno de los mejores para trabajar con los sindicatos. No era el tipo de jefe que les regateara por cada centavo”, dijo Kramer. El magnate era una presencia regular en sus casinos, se aseguraba de que todo anduviera en orden y como él quería, y que no hiciera falta nada.

Pero esa buena fama podría provenir por asociación con una época de lujos en la que “era normal que los jefes vivieran en Atlantic City, que estuvieran pendientes de sus propiedades”, le dijo a Univision Ben Begleiter, el vocero del sindicato local, Unite Here Local 54.

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“En ese sentido, Trump no era diferente a otros propietarios de casinos”, comentó Beglieter.

Beglieter dijo que el sindicato no responde preguntas sobre Donald Trump como política oficial, ya que si lo hicieran “estarían haciendo eso todo el día, todos los días”.


“Amigable” y “arrogante”

Los que trabajaron cerca de Trump pintan un panorama igualmente variado.

“Lo vi un par de veces, pasaba y saludaba a la gente. Era amigable. Lo que he oído de otra gente que trató de cerca con él es que era una persona muy extrovertida”, comentó Earl, el gerente de turno de la noche en el Trump Taj Mahal, quien no quiso dar su apellido.

Donald Trump del debate de Fox News, 3 de marzo, 2016, Detroit, Michigan.
Donald Trump del debate de Fox News, 3 de marzo, 2016, Detroit, Michigan.
Imagen Foto: Chip Somodevilla/Getty Images


Chris, el conserje, que "ni loco" daría su apellido, trabajó con Trump por casi 20 años, en un cargo que no quiso revelar, en el difunto Trump Plaza.

“Es un buen tipo, me cae bien”, comentó Chris. “Muy inteligente. Si no fuera por él, 34,000 personas en Atlantic City no tendrían trabajo—eso hay que reconocérselo... Él no dice en serio todas esas locuras que dice en televisión. Yo lo conozco… Aunque es muy arrogante, eso sí”.

A Jermaine, el empleado del restaurante contiguo al Trump Plaza, Trump también le “cae bien, porque no se puede comprar”. Pero como hijo de un inmigrante de la isla caribeña de Antigua y Barbuda, la retórica anti-inmigrante del magnate es lo único que lo frena de apoyarlo.

“Algunos [inmigrantes] son buenos, otros son malos, pero así son todas las personas”, dijo Jermaine.

El mismo Trump en Atlantic City algunas veces fue bueno, otras veces fue malo. Como todas las personas.

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Pero no todas las personas tienen su nombre escrito, gigantesco, en luces de colores, o silueteados en mugre, por toda la ciudad. Aun cuando Trump trate de limpiarlo.


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