"Fue bastante difícil porque no sé leer ni escribir": es analfabeto y vive en su auto, pero logró hacerse ciudadano

A pesar de varios obstáculos que se le han presentado en la vida, el salvadoreño Israel Meléndez no renunció a su objetivo de naturalizarse en este país. Jamás había estudiado nada y aún así pudo memorizar todas las preguntas para el examen de ciudadanía estadounidense.

Foto Isaias Alvarado
Por:
Isaías Alvarado.
Israel Meléndez llegó a EEUU en 1980 y gracias a la organización CHIRLA recibió talleres gratuitos sobre ciudadanía, pudo hacer sus documentos y tomó clases para poder pasar el examen. El hombre, de 75 años, ahora tiene como sueño tener un techo permanente, pues le toca vivir en su auto porque no puede pagar renta.
Video Este anciano salvadoreño logra convertirse en ciudadano estadounidense pese a no saber leer ni escribir

Un funcionario migratorio le entregó este martes a Israel Meléndez el papel que añoraba tener desde hace varios años: el certificado de ciudadanía estadounidense. Este migrante salvadoreño de 75 años solo vio garabatos en la cartulina de naturalización, porque no sabe leer ni escribir.

Meléndez, quien ha pasado más de la mitad de su vida en este país, tenía todo en contra para obtener ese estatus legal. Los últimos meses ha dormido en su auto y, cuando mejor le va, en el sofá de algún amigo. Vive solo, camina apoyado de un bastón por una dolencia en la pierna izquierda que le impide trabajar y no escucha bien. La visión también le falla, aunque hace poco consiguió unos anteojos.

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El salvadoreño enumera cada unos de estos obstáculos tratando de ser un ejemplo para los residentes permanentes que se niegan a dar el siguiente paso. "Fue bastante difícil porque no sé leer, no sé escribir. Todo se me olvidaba y apenas el día siguiente venía recordando (lo que le preguntaban)", contó a Univision Noticias unas horas antes de acudir a su ceremonia de naturalización en la ciudad de Ontario, California.

El esfuerzo que hizo Meléndez no es poco: tuvo que memorizar cada aspecto relevante de la historia y el sistema político de EEUU sin tener un escrito en el cual repasar. Todo tenía que grabárselo de memoria, por lo que por mucho tiempo solo retenía unas respuestas y olvidaba otras.

Era la primera vez que tenía que estudiar algo. Por eso su proceso fue largo, comenzó en 2017 y hasta el pasado 21 de diciembre se animó a tomar el examen. No lo pasó.

"Me costó, había cosas que no sabía. Me hicieron preguntas que no sabía. Me quedé ahí pensando: ‘¿qué será? ¿qué será?’", recordó su primera falla al ser entrevistado en lo que recuerda como una intimidante oficina, la del Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS) en el centro de Los Ángeles. "No sabía los nombres, nada. Fallé varias veces, me hicieron preguntas que yo no había oído", agregó.

Pero no se dio por vencido. Volvió a repasar las 100 preguntas del examen de ciudadanía con la ayuda de la Coalición por los Derechos de los Inmigrantes (CHIRLA), que lo guio y hasta pagó los 725 dólares del costo de su trámite. Este 5 de marzo él regresó a tomar la prueba y finalmente la pasó.

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Casi se queda a medio trámite porque no tiene teléfono. Cuando le notificaron que debía acudir a una cita para registrar sus huellas digitales, quienes lo estuvieron ayudando en este proceso tardaron una semana para poder contactarlo pues solo tenían el número telefónico de un familiar.

"Lo pasé yo, pasé la ciudadanía y voy a juramentar", exclamó alegre. "Alguien que sabe leer, escribir y hasta habla inglés, dice: ‘no voy, me van a sacar de aquí’. Yo les digo: ‘anda, no tengas miedo ¿Qué te pueden hacer?’", aconsejó este hombre a quien hay que hablarle en voz alta por su problema auditivo.

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Más migrantes buscan la naturalización

Agitar una pequeña bandera estadounidense ha sido un alivio para este hombre que en los últimos años ha pasado una serie de penurias. La primera le ocurrió poco después de que se retiró de una empresa de estacionamiento en Beverly Hills en la cual trabajó 25 años. Buscando otro empleo le vino una dolencia en la pierna izquierda que fue empeorando y se vio obligado a quedarse en casa.

Un día le llegó incompleto el cheque de su pensión y falló en el pago del alquiler de su apartamento. No se lo perdonaron. "Llegó el dueño del edificio y me dijo: ‘vengo a pedirte que te vayas, te doy tres días’".

"Terminé viviendo en mi carro porque me sacaron del apartamento", dice este centroamericano, quien considera quedarse en la calle como una de las experiencias más duras que ha pasado.

"Estar en la calle es difícil, porque la gente se te queda viendo, como pensando: ‘mira cómo está este’. Yo no les respondía nada, nomás los veía", comenta.

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Meléndez, quien en 1980 dejó su empleo como conductor de autobuses en El Salvador para emprender un viaje hacia el norte, ni siquiera tuvo disponible el auto en el que duerme para acudir a su ceremonia de juramentación. Se le descompuso hace poco y no tiene dinero para repararlo.

Él y otras once personas que también recibieron ayuda de la organización CHIRLA fueron al evento del USCIS este martes usando el servicio pago de transporte Lyft.

Bethzy García, representante del departamento legal del grupo, dice que Meléndez debe ser visto como un modelo de lucha incansable en medio de las penas. "Es un ejemplo de perseverancia, de que no se debe permitir que las cosas en contra eviten que se logre un sueño", reflexionó.

Esta organización, cuyas oficinas en el oeste de Los Ángeles siempre están llenas como muestra de las necesidades de servicios que tiene la comunidad migrante, ha experimentado un reciente aumento en la cantidad de personas que tratan de naturalizarse.

Lo atribuyen a la retórica del presidente Donald Trump. Antes de su gestión, CHIRLA atendía entre 500 y 600 procesos de ese tipo al año. Pero solo en 2018 registraron más de 2,000 solicitudes de ciudadanía. El grupo más grande tiene entre 50 y 62 años, son originarios de México y de El Salvador, y se legalizaron a través de la Amnistía migratoria establecida a mediados de la década de 1980.

Israel Meléndez en su ceremonia de juramentación en California.
Israel Meléndez en su ceremonia de juramentación en California.
Imagen Suministrada

"Hemos visto mucha gente que tiene 20 o 25 años con la residencia y ahora quieren hacerse ciudadanos", dijo García. "No tenían miedo de que les pudiera pasar algo siendo residentes, pero ahora dicen que es la única manera de sentirse protegidos, o comentan que tienen familiares indocumentados que quieren ayudar", agregó ella.

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Meléndez dice que él se animó para "vivir mejor", "andar libremente" y viajar a su pueblo, al que no ha regresado desde hace mucho tiempo. Alla están sus cuatro hijos.

Dice que también le motivó poder elegir al presidente de este país. Cuando se le cuestiona si su proceso de naturalización está ligado al polémico mandato de Trump, él mide sus palabras. "Esa pregunta está difícil. ¿Cómo hiciera para contestártela? No quiero lastimar a nadie", dice con una amable sonrisa.

La joven de 14 años, Brianna Valenzuela, abraza a su abuela luego de jurar como ciudadana estadounidense. Muchos jóvenes que nacieron EEUU tienen padres con situaciones migratorias complicadas y la ciudadanía les permite arreglar sus papeles.
Kali Porter celebra su ciudadanía al salir de la ceremonia de naturalización en Los Ángeles. Nació en Indonesia hace 34 años. Ahora podrá registrarse y votar.
El nuevo ciudadano George Gammon, de 53 años y originario de Filipinas, espera junto a su esposa en la ceremonia de juramentación. En el primer trimestre del año fiscal 2017, la USCIS aprobó 112,640 Formularios N-400.
Los ciudadanos recién juramentados llevan banderas de EEUU y se toman fotografías para recordar una fecha importante de sus vidas. Entre octubre y diciembre del año pasado, la USCIS recibió 238,062 peticiones de ciudadanía.
El actor Jeff Goldblum, su esposa Emilie Livingston y su pequeño hijo en plena juramentación. Livingston es de origen canadiense. Los ciudadanos están protegidos por todas las leyes de Estados Unidos.
Jeimy Reyes, de 27 años de edad, y su pequeña Tiana Cervantes, de tres, esperan en la ceremonia de donde saldrán como ciudadanas. Cuando un inmigrante de convierte, sus hijos residentes legales permanentes menores de 18 años también de convierten en ciudadanos.
Con una bandera de los EEUU en sus manos, Jeff Bates, un ciudadano de EEUU, acompaña a su esposa. Arlen Bates, de 54 años de edad y oriunda de Filipinas, durante la ceremionia de juramentación como ciudadana. En algunos casos la espera para este momento tarda más de un año.
La ceremonia de juramento como ciudadano de Estados Unidos esta llena de emiciones, sonrisas y también lágrimas de emoción. Sin duda se trata de uno de los momentos más significativos en la vida de un inmigrante.
La inmigrante de origen iraní Esmat Aghaee, a sus 81 años, espera el momento de la juramentación como nueva ciudadana estadounidense. En Los Angeles la espera para conmvertirse en ciudadano esde nueve meses.
Yalda Moradi, de 43 años y originaria de Irán, se juramenta como ciudadana estadounidense junto a su hija Lilia. La mauoría de los residentes legales permanentes esperan cinco años de permanencia ininterrumpida en Estados Unidos antes de enviar el Formulario N-400.
Un grupo de nuevos ciudadanos sale de la ceremonia de naturalización en Los Ángeles. Durante la entrevista de naturalización, un agente de USCIS le hará preguntas (en inglés) acerca de su solicitud y antecedentes anotados en el Formulario N-400.
Ya en la calle, los nuevos ciudadanos comienzan una nueva vida de privilegios y responsabilidades en el país que los acogió. Por cada solicitud de naturalización que haga, usted tiene dos oportunidades para rendir el examen de inglés y de educación cívica, dice la USCIS.
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La joven de 14 años, Brianna Valenzuela, abraza a su abuela luego de jurar como ciudadana estadounidense. Muchos jóvenes que nacieron EEUU tienen padres con situaciones migratorias complicadas y la ciudadanía les permite arreglar sus papeles.
Imagen LUCY NICHOLSON/Reuters

Servicio para solicitudes de ciudadanía

Si quieres más información sobre este servicio que ofrece CHIRLA para ayuda con el proceso de naturalización, puedes ir a sus oficinas o llamar:

2533 W. 3rd St, Los Ángeles, California, 90057
Teléfono: (213) 353-1333

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