Los inmigrantes que pierdan sus casos en la corte deberán pagar un 786% más cuando apelen

Abogados y activistas advierten que el gobierno está dejando sin opciones a los inmigrantes para que luchen por sus derechos de permanencia en Estados Unidos. La propuesta, una vez publicada en el Registro Federal, tendrá un plazo de 30 días para el comentario público.

Jorge Cancino
Por:
Jorge Cancino.
A mediados de 2018, el gobierno admitió que entre el 5 de mayo y el 20 de junio de ese año había separado a 2,654 menores. Pero de acuerdo con informes posteriores emitidos por el Inspector General del Departamento de Seguir Nacional (IG-DHS), las separaciones comenzaron antes y el número de separaciones es mucho mayor que la cifra entregada a la justicia. Se habla de varios miles, un dato que ni siquiera el gobierno puede certificar.
Video El drama de las separaciones familiares de Trump contado a través de las cartas de los niños

Los extranjeros que pierdan sus casos en la Corte de Inmigración o reciban una respuesta negativa por parte de funcionarios federales, deberán pagar más por los trámites de apelación en el corto plazo.

La Oficina de Revisión de Casos de Inmigración (EOIR) anunció que el viernes publicará en el Registro Federal (diario oficial estadounidense) una propuesta con nuevas tarifas para siete formularios, entre los que se encuentran la apelación a la decisión de un juez y la apelación a la decisión de un funcionario.

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En el caso del Formulario EOIR/26, que se utiliza para apelar la decisión de un juez de inmigración, la propuesta indica que tendrá un incremento de los $110 dólares actuales a $975 (un incremento de 786 por ciento).

El Formulario EOIR/29, que se emplea para apelar la decisión negativa emitida por un funcionario de inmigración, la propuesta indica un alza de los $100 dólares actuales a $705 dólares (un incremento de 541 por ciento).

Impacto negativo

El anuncio preocupó tanto a abogados como organizaciones que defienden los derechos de los inmigrantes.

“Va a tener un gran impacto negativo en la comunidad inmigrante, sobre todo en los sectores de bajos recursos, como por ejemplo aquellos que vienen en busca de asilo y han sido regresados a México a esperar la resolución de sus casos”, dice José Guerrero, un abogado de inmigración que ejerce en Miami, Florida.

“Ya con la actual tarifa muchos de ellos han revelado que no tienen cómo pagar una apelación, mucho menos contratar a un abogado para que los asista en el proceso de apelación”, indica.

Guerrero dice además que “con la proporción del incremento anunciado, es casi seguro que muchos inmigrantes perderán sus casos. No podrán cubrir los costos del proceso y perderán el derecho de permanecer en el país”.

“Las personas que vienen en busca de asilo serán los más afectados por esta decisión”, apuntó.

Medida inaceptable

Para Angélica Salas, directora ejecutiva de la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA), el anuncio “es inaceptable, porque lo que el gobierno está haciendo es asegurarse de que nadie pueda utilizar nuestro sistema de inmigración legal”.

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Agregó que el Departamento de Justicia “quiere que nuestra comunidad no tenga acceso a las leyes de inmigración. Están tratando de acabar con el sistema que ayuda a las personas a legalizar sus permanencias y tenga justicia en las cortes”.

Salas indicó además que “el ataque del presidente Donald Trump no solo es contra las personas, sino contra el sistema de inmigración, y todo indica que quiere acabar con él para que no haya nadie que pueda venir y quedarse”.

Tolerancia cero

Las nuevas tarifas a los formularios de EOIR se suman a una larga lista de cambios y modificaciones de reglamentos que en los últimos tres años han dificultado los trámites para que los extranjeros consigan beneficios migratorios.

El 25 de enero, cinco días después de arribar a la Casa Blanca, Trump promulgó dos órdenes ejecutivas, una sobre el muro en la frontera con México y otra sobre las jurisdicciones santuario, donde decretó que la estadía indocumentada es una amenaza a la seguridad pública y nacional de Estados Unidos.

A esta criminalización el gobierno agregó severas restricciones a la política de asilo, redujo la cuota de refugiados, impuso cuotas a los jueces de inmigración para acelerar los procesos, negó fianzas, aumentó la detención de extranjeros indocumentados puso fin al programa 'catch and release' (liberar y soltar).

También puso en marcha el programa denominado Protocolo de Protección del Migrante (MPP), que a partir del 20 de enero del año pasado ha regresado a México a más de 60,000 migrantes a esperar la resolución de sus casos de asilo en las cortes de Estados Unidos.

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“Esos serán los más afectados, porque apenas tienen recursos para subsistir en las zonas más peligrosas del mundo”, advierten las organizaciones que defienden los derechos de los inmigrantes.

La política de tolerancia cero también inició un programa de separaciones forzadas de familias en la frontera que dejó a miles de afectados. El gobierno reconoció en un principio que había ejecutado la medida entre el 5 de mayo y el 20 de junio de 2018, y que durante ese período de tiempo separó a un total de 2,654 familias.

El 20 de enero Univision Noticias reportó que las separaciones comenzaron 13 meses antes, luego de la emisión de un memorando por parte del entonces Fiscal General, Jeff Sessions, y que las separaciones afectaron a miles de familias cuya cifra real el gobierno todavía no ha proporcionado.

Otros formularios en la mira

La propuesta de incremento de tarifas de la corte de inmigración también afectará a los siguientes formularios:


  • EOIR-40 (Suspensión de deportación). De $100 a $305.
  • EOIR-42A (Suspensión de deportación para ciertos residentes. De $100 a $305.
  • EOIR-42B (Cancelación de deportación y ajuste de estatus para no inmigrantes). De $100 a $360.
  • EOIR-45 (Apelar la decisión de un juez sobre el caso disciplinario de un agente). De $110 a $675.
  • Las mociones de reapertura o para reconsiderar un caso aumentará de $110 a $145.
<b>Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años</b> en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Un grupo de migrantes bajo el programa de 'Retorno a México' 
<b><a href="https://www.univision.com/noticias/inmigracion/en-buses-o-en-vuelos-pagados-por-trump-la-angustia-lleva-a-los-centroamericanos-que-esperan-en-mexico-a-devolverse-a-sus-paises">espera para subirse al autobús que les llevará de regreso a su país</a></b>, Guatemala. Un número creciente de centroamericanos están regresando a sus lugares de origen exhaustos por las largas esperas en México como consecuencia de este plan implementado por la administración Trump desde enero. Para sus primeras cortes, 
<b>los últimos que retornaron a Tijuana contaron que tienen que quedarse en México entre seis y nueve meses más.</b>
Una migrante muestra los documentos de la política Protocolo de Protección de Migrantes recibidos de manos de las autoridades estadounidenses antes de ser devuelta a Tijuana. Más de 20,000 migrantes ya forman parte de este programa, por el cual tienen que 
<b>esperar el resto de su proceso migratorio en ciudades fronterizas en las que corren riesgos de seguridad,</b> como Tijuana, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo y Matamoros. 
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Personal de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) brinda información a una migrante sobre el programa de Retorno Voluntario Asistido en el albergue Ágape en Tijuana, México. 
<b>La OIM está proporcionando billetes de avión pagados con fondos del gobierno de Estados Unidos </b>a los migrantes que quieran regresarse a Honduras, El Salvador y Guatemala. Un funcionario de la OIM explicó a Univision Noticias que, aunque son muchos los que sí se regresan, al menos 50% de los que se anotan en las listas pueden cambiar de opinión en el lapso de una semana.
Iván Vargas, coordinador de la línea de autobuses privada Transporte Turístico Ejecutivo, revisa la lista de pasajeros de una unidad que tiene como destino Tapachula, Chiapas. La imagen fue tomada a las afueras del albergue Ágape en Tijuana, México.
Diana Cruz, de 16 años, dice adiós a sus amigos del albergue Ágape antes de subirse al autobús que llevará a su familia de Tijuana a Tapachula. Esta familia decidió emprender el viaje de regreso a su país de origen, Guatemala, después de ver que el proceso de petición de asilo estaba muy demorado y les obligaba a esperar en México. La hermana pequeña, Atziry, de 7 años, empezó a decirle a la mamá que echaba de menos a su abuela y quería regresarse y 
<b>la madre tomó la decisión de volver para no someter a sus niñas a más sufrimiento.</b>
La frontera entre México y Estados Unidos en El Chaparral, el cruce fronterizo en Tijuana. Decenas de inmigrantes llegan a este punto cada mañana para esperar su turno para entrar y ser entrevistados por la Patrulla Fronteriza. La espera promedio para que llamen un número ahora está en al menos cuatro meses. La mayoría de los migrantes son retornados a México con una fecha para su primera corte con un juez de inmigración. Pero, al final, el caso puede tomarles hasta un año, entre otras cosas, porque sin un abogado el juez los devuelve a México —o a los centros de detención si tienen la suerte de ser admitidos en Estados Unidos— hasta que vuelvan con alguien que los represente.
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Una adolescente guatemalteca que prefirió no ser identificada sale del albergue Embajadores de Jesús, antes de subirse a un autobús cuyo destino es Tapachula. Se regresa porque teme que en su corte el juez de inmigración la devuelva a la hielera de la Patrulla Fronteriza y tenga que vivir de nuevo el frío que caracteriza a estos lugares, la mala alimentaci´on y los maltratos de funcionarios que les reiteran que no son bienvenidos en Estados Unidos, según denuncia.
El pastor Gustavo Banda, encargado del albergue Embajadores de Jesús, en el patio trasero de su casa donde organizan cada día donaciones que reciben para los migrantes. "Les están dando una esperanza muy pequeña para que se queden", dice Banda. "Los quieren desanimar porque su cita es hasta enero del año próximo", agrega. Él cree además que la falta de permisos de trabajo y la poca asistencia que les da el gobierno mexicano para regularizarse es lo que los desalienta a esperar hasta su primera fecha de corte.
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Francisco, de 34 años, quiere regresar a su país por su hijo Andy Javier, de 9 años. “Está sufriendo, mejor le regreso para Guatemala”, explica minutos antes de que parta el autobús del albergue Ágape en Tijuana.
Dos hermanos guatemaltecos de 6 años y 8 años juegan antes de subirse al autobús que les llevará de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala.
<b>Ileidy Díaz, de Guatemala, es la madre de esos niños.</b> Ella explica que su plan era que su esposo en Estados Unidos los pidiera, entre otras cosas porque ella y su hijo están enfermos: ella quería recibir tratamiento para su vitiligo y esperaba que su hijo pudiera ser tratado por una enfermedad en sus ojos. Por ahora, nada de eso ocurrirá. Díaz asegura que ya no quiere que sus hijos sufran más mientras esperan hasta el 14 de enero, cuando le tocará su fecha de corte. Cuenta que en la hielera les maltrataron, que a ella los funcionarios de la Patrulla Fronteriza la obligaron a la fuerza a firmar su regreso a México mientras sus hijos lloraban. "El miedo que eso me generó me hace devolverme a mi país", dice.
José Mario Sarmiento, de Honduras, en un autobús que viaja de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala. “La vi muy difícil,” dice José Mario sobre la razón por la que ha decidido regresarse a su país. Llegó a Tijuana hace mes y medio. Quería cruzar ilegalmente ya que tiene una deportación previa, pero le dio mucho miedo la situación en la frontera y la posibilidad de ser arrestado y tener que pasar mucho tiempo en la cárcel.
Bolsas de basura cargadas de pertenencias de migrantes que se regresan a sus países de origen en un autobús privado con trayecto Tijuana-Tapachula.
<b>José María García, conocido como 'Chema', </b>encargado del albergue para migrantes Juventud 2000, parado frente a la casa ubicada en la zona norte de Tijuana, México, una de las áreas más inseguras de la ciudad. Según él, una parte de los centroamericanos que llegan al recinto deciden cruzar de forma ilegal a Estados Unidos "ya que ven que las posibilidades son cada vez más cerradas para poderse quedar o recibir el asilo", cuenta. Lo hacen, explica "porque cada vez ven más lejano (el fin de sus procesos) o cada vez ven menos las posibilidades de quedarse en los Estados Unidos". En sus estimaciones, 30% de los que llegan a su albergue se marchan o a su país o a la frontera para cruzar sin ser vistos.
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Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Imagen Almudena Toral/Univision
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