Volver a Estados Unidos sin permiso después de ser deportado, es un delito que se castiga severamente

Cuando un inmigrate es deportado, al poner un pie fuera del país le cae encima la Ley del Castigo, que sanciona hasta con 10 años fuera la presencia no autorizada en el país. Si regresa antes de tiempo y sin permiso, la falta se comete en un crimen serio que incluye cárcel y nuevas sanciones, a veces de por vida.

Jorge Cancino
Por:
Jorge Cancino.
Rocío Rebollar Gómez ya había sido deportada y regresó sin permiso al país, delito que se considera de gravedad y es castigado severamente por las autoridades migratorias.
Video Las razones por las que fue deportada la madre de un militar activo en EEUU

La deportación el jueves de la inmigrante mexicana Rocío Rebollar Gómez, de 51 años, pone sobre el tapete un tema que afecta a miles de inmigrantes que, como ella, han sido deportados y regresan sin permiso a Estados Unidos.

“Rebollar Gómez fue deportada a México de conformidad con una orden final de expulsión”, dijo a Univision Noticias la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) por medio de un comunicado enviado a través de un correo electrónico. “El pasado 4 de diciembre de 2019, se le informó que todas las vías de discreción para que ella permaneciera en Estados Unidos se habían agotado”, agregó.

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La agencia federal explicó además que a Rebollar “se le proporcionó hasta el 2 de enero de 2020 para salir de Estados Unidos”.

La historia

De acuerdo con datos de ICE, el 30 de mayo de 2008 Rebollar Gómez recibió una orden final de deportación que fue ejecutada el 20 de junio 2009 (casi 13 meses más tarde).

Al poner un pie fuera de Estados Unidos, a Rebollar le cayó encima la denominada Ley del Castigo, que sanciona con tres años fuera del país si la estadía indocumentada sobrepasó los 180 días, y con 10 años si la permanencia no autorizada pasa de los 365 días.

Si el deportado regresa sin autorización antes del cumplimiento del castigo, “el reingreso ilegal o no autorizado constituye un crimen, y las personas pueden ser procesadas criminalmente, y también pueden ser enviadas a la cárcel”, advierte el abogado de inmigración Nelson Castillo, quien ejerce en Los Ángeles, California. “Además de eso, quedan sujetos a ser deportados, a menos que tengan un amparo que les permita estar acá”, agrega.

Pero Rebollar no se quedó en México. “Volvió a ingresar ilegalmente a Estados Unidos en un momento y lugar desconocidos”, dice ICE. “Lo que es un delito grave según la ley federal”, puntualiza.

Delito grave

Abogados consultados por Univision Noticias reiteraron que el reingreso ilegal después de una deportación (y del cumplimiento de la Ley del Castigo), es un delito grave. Incluso si la persona es detenida en la frontera o tratando de ingresar nuevamente al país.

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En este caso (y en cumplimiento con lo establecido en la Sección 8 del Código de Estados (Sección 1326)) la persona puede ser arrestada. “ Y no será juzgada ante una corte porque ella ya fue deportada”, apunta Castillo.

Agrega que los deportados que llevaban más de un año sin autorización de permanencia legal en el país “no podrán recibir la residencia legal por 10 años, y en algunos casos si ha habido más de una deportación, el castigo es de por vida. A menos que haya una autorización, pero la persona tiene que pedir permiso para volver a entrar”.

Gestiones fallidas

Entre 2018 y 2019 Rebollar Gómez había solicitado a la Oficina de Ciudadanía y Servicios de Inmigración (USCIS), un amparo de deportación bajo el denominado ‘ Parole in Place’, programa creado en 2013 durante el gobierno de Barack Obama que otorga un permiso temporal de permanencia en el país a inmigrantes indocumentados familiares directos de militares en servicio, reservistas o veteranos de guerra.

La inmigrante es madre del segundo teniente de inteligencia del ejército estadounidense, Gibrán Cruz, de 30 años.

El trámite fue desestimado a pesar de las gestiones llevadas a cabo por la familia, incluso tras una intervención de la senadora Kamala Harris (California), precandidata presidencial por el Partido Demócrata.

El último esfuerzo

ICE dice que Rebollar fue detenida el 14 de marzo de 2018 por la Unidad de Operaciones de Fugitivos de San Diego “y procesada para restablecer su orden de expulsión”.

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Añade que el 10 de abril de 2019 la inmigrante mexicana “recibió una suspensión de deportación por parte de los oficiales de Operaciones de Ejecución y Remoción (ERO) para recibir adjudicaciones de sus apelaciones y solicitudes para permanecer en Estados Unidos”.

La agencia dijo además que “las leyes de inmigración permiten que un extranjero busque alivio de deportación. Sin embargo, una vez que se ha agotado todo el debido proceso y las apelaciones, quedan sujetos a una orden final de deportación de un juez de inmigración, y esa orden debe llevarse a cabo”.

ICE indicó además que “prioriza” la detención de fugitivos que “ignoran deliberadamente la orden de un juez federal”.

La expulsión se llevó a cabo el jueves por el paso peatonal fronterizo de El Chaparral, en San Diego, California.

Error lamentable

Para el abogado Alex Gálvez, quien al igual que Castillo ejerce en Los Ángeles, el error cometido por Rebollar es “lamentable”.

“Primero, cuando una persona es deportada y no hace un trámite de perdón y de visa para regresar legalmente al país, se mete en serios problemas con la ley”, señala. “Sobre todo si trata de volver antes de que se cumpla la sanción estipulada por la Ley del Castigo”, previene.

Agrega que “incluso si la persona consigue una visa, miente durante el trámite consular y no declara que ha sido deportada, y el consulado se equivoca y le emite la visa y regresa a Estados Unidos, esa entrada es inválida”.

“Aunque se trata de una entrada legal, no se deshace de la deportación previa porque no pidió perdón y obtuvo la visa de manera fraudulenta”, dice. “Ese documento se considera que fue aprobado incorrectamente”.

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A la pregunta si el programa ‘Parole in Place’ ampara contra una deportación o un reingreso ilegal después de una deportación (re-entry) o la comisión de otros delitos, Gálvez dijo que “el tener un hijo en el ejército no es un amparo de deportación asegurado. El ‘Parole in Place’ solamente ayuda a personas que no tienen deportación y no han cometido ningún delito grave”, precisó.

<b>Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años</b> en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Un grupo de migrantes bajo el programa de 'Retorno a México' 
<b><a href="https://www.univision.com/noticias/inmigracion/en-buses-o-en-vuelos-pagados-por-trump-la-angustia-lleva-a-los-centroamericanos-que-esperan-en-mexico-a-devolverse-a-sus-paises">espera para subirse al autobús que les llevará de regreso a su país</a></b>, Guatemala. Un número creciente de centroamericanos están regresando a sus lugares de origen exhaustos por las largas esperas en México como consecuencia de este plan implementado por la administración Trump desde enero. Para sus primeras cortes, 
<b>los últimos que retornaron a Tijuana contaron que tienen que quedarse en México entre seis y nueve meses más.</b>
Una migrante muestra los documentos de la política Protocolo de Protección de Migrantes recibidos de manos de las autoridades estadounidenses antes de ser devuelta a Tijuana. Más de 20,000 migrantes ya forman parte de este programa, por el cual tienen que 
<b>esperar el resto de su proceso migratorio en ciudades fronterizas en las que corren riesgos de seguridad,</b> como Tijuana, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo y Matamoros. 
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Personal de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) brinda información a una migrante sobre el programa de Retorno Voluntario Asistido en el albergue Ágape en Tijuana, México. 
<b>La OIM está proporcionando billetes de avión pagados con fondos del gobierno de Estados Unidos </b>a los migrantes que quieran regresarse a Honduras, El Salvador y Guatemala. Un funcionario de la OIM explicó a Univision Noticias que, aunque son muchos los que sí se regresan, al menos 50% de los que se anotan en las listas pueden cambiar de opinión en el lapso de una semana.
Iván Vargas, coordinador de la línea de autobuses privada Transporte Turístico Ejecutivo, revisa la lista de pasajeros de una unidad que tiene como destino Tapachula, Chiapas. La imagen fue tomada a las afueras del albergue Ágape en Tijuana, México.
Diana Cruz, de 16 años, dice adiós a sus amigos del albergue Ágape antes de subirse al autobús que llevará a su familia de Tijuana a Tapachula. Esta familia decidió emprender el viaje de regreso a su país de origen, Guatemala, después de ver que el proceso de petición de asilo estaba muy demorado y les obligaba a esperar en México. La hermana pequeña, Atziry, de 7 años, empezó a decirle a la mamá que echaba de menos a su abuela y quería regresarse y 
<b>la madre tomó la decisión de volver para no someter a sus niñas a más sufrimiento.</b>
La frontera entre México y Estados Unidos en El Chaparral, el cruce fronterizo en Tijuana. Decenas de inmigrantes llegan a este punto cada mañana para esperar su turno para entrar y ser entrevistados por la Patrulla Fronteriza. La espera promedio para que llamen un número ahora está en al menos cuatro meses. La mayoría de los migrantes son retornados a México con una fecha para su primera corte con un juez de inmigración. Pero, al final, el caso puede tomarles hasta un año, entre otras cosas, porque sin un abogado el juez los devuelve a México —o a los centros de detención si tienen la suerte de ser admitidos en Estados Unidos— hasta que vuelvan con alguien que los represente.
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Una adolescente guatemalteca que prefirió no ser identificada sale del albergue Embajadores de Jesús, antes de subirse a un autobús cuyo destino es Tapachula. Se regresa porque teme que en su corte el juez de inmigración la devuelva a la hielera de la Patrulla Fronteriza y tenga que vivir de nuevo el frío que caracteriza a estos lugares, la mala alimentaci´on y los maltratos de funcionarios que les reiteran que no son bienvenidos en Estados Unidos, según denuncia.
El pastor Gustavo Banda, encargado del albergue Embajadores de Jesús, en el patio trasero de su casa donde organizan cada día donaciones que reciben para los migrantes. "Les están dando una esperanza muy pequeña para que se queden", dice Banda. "Los quieren desanimar porque su cita es hasta enero del año próximo", agrega. Él cree además que la falta de permisos de trabajo y la poca asistencia que les da el gobierno mexicano para regularizarse es lo que los desalienta a esperar hasta su primera fecha de corte.
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Francisco, de 34 años, quiere regresar a su país por su hijo Andy Javier, de 9 años. “Está sufriendo, mejor le regreso para Guatemala”, explica minutos antes de que parta el autobús del albergue Ágape en Tijuana.
Dos hermanos guatemaltecos de 6 años y 8 años juegan antes de subirse al autobús que les llevará de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala.
<b>Ileidy Díaz, de Guatemala, es la madre de esos niños.</b> Ella explica que su plan era que su esposo en Estados Unidos los pidiera, entre otras cosas porque ella y su hijo están enfermos: ella quería recibir tratamiento para su vitiligo y esperaba que su hijo pudiera ser tratado por una enfermedad en sus ojos. Por ahora, nada de eso ocurrirá. Díaz asegura que ya no quiere que sus hijos sufran más mientras esperan hasta el 14 de enero, cuando le tocará su fecha de corte. Cuenta que en la hielera les maltrataron, que a ella los funcionarios de la Patrulla Fronteriza la obligaron a la fuerza a firmar su regreso a México mientras sus hijos lloraban. "El miedo que eso me generó me hace devolverme a mi país", dice.
José Mario Sarmiento, de Honduras, en un autobús que viaja de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala. “La vi muy difícil,” dice José Mario sobre la razón por la que ha decidido regresarse a su país. Llegó a Tijuana hace mes y medio. Quería cruzar ilegalmente ya que tiene una deportación previa, pero le dio mucho miedo la situación en la frontera y la posibilidad de ser arrestado y tener que pasar mucho tiempo en la cárcel.
Bolsas de basura cargadas de pertenencias de migrantes que se regresan a sus países de origen en un autobús privado con trayecto Tijuana-Tapachula.
<b>José María García, conocido como 'Chema', </b>encargado del albergue para migrantes Juventud 2000, parado frente a la casa ubicada en la zona norte de Tijuana, México, una de las áreas más inseguras de la ciudad. Según él, una parte de los centroamericanos que llegan al recinto deciden cruzar de forma ilegal a Estados Unidos "ya que ven que las posibilidades son cada vez más cerradas para poderse quedar o recibir el asilo", cuenta. Lo hacen, explica "porque cada vez ven más lejano (el fin de sus procesos) o cada vez ven menos las posibilidades de quedarse en los Estados Unidos". En sus estimaciones, 30% de los que llegan a su albergue se marchan o a su país o a la frontera para cruzar sin ser vistos.
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Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Imagen Almudena Toral/Univision
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