Cuando a las 11:30 de la mañana de este viernes 20 de enero Donald Trump pose su mano sobre la biblia de Abraham Lincoln y repita el breve juramento que creó en su momento George Washington, se habrá completado la salida de Barack Obama del poder y una transición histórica como pocas en Washington.
De la 'esperanza' de Obama a la 'revancha' de Trump
Una transicion histórica en Washington que lleva el poder de un presidente que promovió 'cambio' para enfrentar el futuro a otro que propone recuperar la 'grandeza' perdida con un dejo nostálgico.

El primer presidente negro de la historia del país dará paso al primer presidente sin experiencia política, alguien que ganó las elecciones literalmente contra todo pronóstico, un veradero ‘outsider’ que dice venir a “secar el pantano” de la política nacional.
Ambos líderes, aparentemente tan distintos, representan las mismas expectativas, aunque desde lados opuestos y a veces enfrentados de la sociedad.
De alguna manera Trump puede ser visto como una reacción a la era Obama, cuando muchos hablaron de un país que se desprendía de lastres más conservadores y al mismo tiempo buscaba superar las taras del racismo. El propio presidente saliente reconoció en su discurso de despedida en Chicago que ese “Estados Unidos post racial” nunca se concretó.
Se ha dicho que el éxito de Trump se debió a la clase media depauperada, mayoritariamente blanca, afectada por años de cambios en la economía y resentida por años de usos ‘políticamente correctos’ que ha llevado a muchos a sentirse como los nuevos marginados. Para ellos Trump es el cambio esperado, como para lo fue para los liberales y algunas minorías la llegada de Obama.
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Este jueves por la tarde, en sus palabras en el concierto de bienvenida que le ofrecieron en las escalinatas del Monumento a Lincoln, el todavía presidente electo dejó un mensaje hacia ese sector.
"Sabíamos que algo especial estaba pasando (...) No serán olvidados más", dijo con unas palabras que algunos pueden entender como de revancha.
Y las palabras –como sus tuits-, ahora desde la Casa Blanca, tienen cada vez más importancia.
El discurso filosófico
Despúes de que ofrezca ese breve juramento que le tomará el presidente de la Corte Suprema de Justicia, John Roberts, Trump se dirigirá a la nación desde el palco erigido en la escalinata de la fachada oeste del Capitolio a una multitud reunida en la explanada de los monumentos de la ciudad, el Mall.
Se espera que unas 500,000 personas se congreguen a lo largo de las casi 2 millas (3 kilómetros) del Mall a escuchar las primeras palabras del republicano ya como presidente en ejercicio.
Hasta la noche del jueves no había trascendido nada concreto sobre el discurso, más allá de una foto que el presidente electo colocó días atrás en su cuenta Twitter y que identificó como un momento en el que estaba escribiendo el texto en su residencia de Mar-a-Lago, Florida.
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Algo notable, por el hecho de que sea él mismo quien lo escriba, cuando los presidentes tienen redactores para esa labor, y además porque el magnate prefiere improvisar sus discursos.
Su futuro portavoz, Sean Spicer, explicó el jueves que el discurso sería, “más que una agenda, un documento filosófico”, un mensaje “muy personal sobre su visión del país” y los retos que tiene por delante su gobierno.
Con todo y lo “filosófico”, a juzgar por el tono que ha mantenido desde que ganó las elecciones y por el que usó la noche del jueves en una cena con donantes republicanos, se puede esperar que Trump mantenga un tono desafiante en su primer mensaje como presidente o al menos uno no tan políticamente correcto o incluyente como suele suceder con los nuevos mandatorios.
De las palabras a los hechos
En el mall, en el país y en el mundo, todos estarán pendientes de ese discurso inaugural, para ver si arroja más luces sobre las intenciones del nuevo presidente, quien no ha sido muy específico sobre puntos polémicos que ha planteado; desde el muro con México o la derogación de Obamacare hasta la relación con China, Rusia o la OTAN.
Muchas cosas que se creían garantizadas con el advenimiento de la era Obama están ahora en cuestión. Derechos reproductivos y femeninos pueden ver un retroceso si se impone la agenda religiosa más conservadora del Partido Republicano, ahora en control de dos de las tres ramas del poder. Igual puede pasar con derechos ciudadanos básicos al voto o el acceso a la salud.
Hasta el equilibrio internacional está sacudido con las declaraciones de Trump sobre armas nucleares, su no muy bien entendida simpatía con Rusia y la voluntad de enfrentarse con China o México, dos los principales socios comerciales de EEUU.
Por eso hay una gran expectativa, franco nerviosismo entre algunos, por lo que vaya a hacer en su primer día en la Oficina Oval, y en qué tipo de decisiones vaya a tomar.
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Por lo general los nuevos mandatarios toman acciones ejecutivas o decretos con los que buscan dejar sentado de entrada el carácter reformista de sus gestiones. Así hizo Obama cuando firmó el decreto para la clausura de la prisión militar en la base de Guantánamo, Cuba, algo que ocho años después no pudo cumplirse.
Trump dijo durante la campaña, y ya como presidente electo, que derogaría acciones ejecutivas de Obama, como la que protege a hijos de indocumentados conocida como DACA o regulaciones ambientales que considera que afectan la competitividad de la economía estadounidense.
Justamente por esas cosas que podría hacer Trump si cumple algunas de las promesas –amenazas para otros-, que hizo durante la campaña es que se han solicitado permisos para unas 30 manifestaciones de protesta contra el nuevo gobierno.
Aunque no es inusual pequeñas protestas en cada nueva juramentación, este año se espera que alcancen unas dimensiones y una virulencia mayores de las acostumbradas. Incluso la Marcha de las Mujeres planificada para el sábado, se produce justo al día siguiente de la toma de posesión, lo que indica que la acostumbrada luna de miel con los recién llegados a Washington esta vez no se va a cumplir.
Sin equipo
Mientras Trump cumple después de su discurso con el almuerzo en el Congreso, despide luego a los Obama -quienes abordarán el helicóptero presidencial-, y pone rumbo a la Casa Blanca para encabezar el desfile inaugural que marca el final de los actos oficiales en Washington, en el Senado seguirán debatiendo sobre los nominados para integrar el gabinete del nuevo gobierno.
Hasta ahora no es seguro que Trump pueda tomar juramento a más que un par de ellos en el primer día de su gobierno, los otros están recibiendo un escrutinio más intenso del que algunos habrían esperado
Solo cargos relacionados con seguridad nacional recibirán el visto bueno del senado a tiempo para unirse a Trump en la Casa Blanca: los generales James Mattis, para Defensa, y John Kelly, para Seguridad Nacional.
El clima puede que tampoco acompañe las celebraciones, si se cumple el pronóstico de lluvias que hay para este viernes en la zona. Pero a Trump, como a los carteros, parece no importarle mucho si sale o no sale el sol, aunque signifique aguarle la fiesta, literalmente.
“No me importa, francamente, si estará hermoso o si va a llover a cántaros”, dijo Trump en ese tono desafiante, en este caso contra los elementos, característico de su retórica de campaña y se despidió de esa audiencia sin invocar la protección de Dios para EEUU, como suelen hacer todos los presidentes.
Un posible signo de los tiempos por venir, cuando las tradiciones políticas más acendradas en Washington pueden verse alteradas por los nuevos administradores del poder.








