Hope Hicks, la poderosa asesora que flota sobre el caos en la Casa Blanca de Trump

Es la portavoz sin voz. Probablemente nunca la hayan visto en televisión, pero su nombre aparece en cientos de noticias sobre Donald Trump. La sigilosa joven de 28 años ha acompañado al presidente desde el primer día de su vertiginosa andadura política evitando las intrigas y controversias que han dañado la imagen del resto del equipo.

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Por:
Fernando Peinado.
Hope Hicks junto a Jared Kushner e Ivanka Trump durante la audiencia en el Vaticano el miércoles de la semana pasada.
Hope Hicks junto a Jared Kushner e Ivanka Trump durante la audiencia en el Vaticano el miércoles de la semana pasada.
Imagen Getty

Solo un grupo selecto cercano al presidente Donald Trump tuvo el honor de conocer al papa Francisco en una majestuosa audiencia privada el mes pasado en el Vaticano. Entre ellos, cubierta con una mantilla negra como manda el estricto protocolo, Hope Hicks, junto con la primera dama Melania y la hija mayor de Trump, Ivanka.

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Trump presentó al pontífice uno por uno a los miembros de la delegación estadounidense, recalcando al llegar a Hicks que la joven asesora, de solo 28 años, llevaba trabajando para él desde hace mucho tiempo.

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A Hicks, cuyo título es directora de comunicaciones estratégicas, la hemos visto en imágenes que revelan su enorme influencia, acompañando entre risas a los pesos pesados del mundo Trump o hablándole al oído al gran jefe.

<b>Europa con el candidato.</b> Hope Hicks acompaña a Donald Trump en su visita al Trump International Golf Club en Aberdeen, Escocia, durante la campaña. 25 de junio de 2016.
<b>Tras bastidores.</b> Hope Hicks, entonces gerente de comunicaciones de la campaña presidencial del partido Republicano, supervisa la presentación de Donald Trump en un mitin en Sumter, Carolina del Sur. 17 de febrero de 2016.
<b>Amigable en la Torre Trump. </b>Hope Hicks saluda a los presentes en el lobby de la torre Trump de Nueva York, en centro de operaciones del entonces presidente electo. 2 de enero de 2017.
<b>En voz baja.</b> El candidato republicano Donald Trump conversa con la directora comunicaciones en la Primera Iglesia Presbiteriana en Muscatine, Iowa. 24 de enero de 2016.
En la portada. En 2002, la futura directora de comunicaciones del presidente de los EEUU apareció en la portada de una revista de su ciudad natal. 
<b><a href="https://www.nytimes.com/2016/06/26/style/hope-hicks-donald-trump.html?_r=0">Fotografía publicada por The New York Times. </a></b>
<b>Al oído en Flint.</b> La secretaria de prensa de la campaña da instrucciones al candidato, durante la visita a la planta de agua de Flint, Michigan. 14 de septiembre de 2016.
Un libro para jóvenes
<b>.</b> La espigada Hope Hicks alguna vez fue modelo. Posó para la portada de una novela para jóvenes adultos.
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<b>Círculo bendito.</b> Hope Hicks, tercera a la izqueirda, parte del pequeño grupo que acompaño a Donald Trump en su visita al papa Francisco en el Vaticano. 24 de mayo de 2017.
<b>Un presente para el candidato</b>. Donald Trump recibe una caja de galletas de Hope Hicks, en Moon Township, Pensilvania. 10 de octubre de 2016.
<b>Cena familiar</b>. Fotografía publicada por Paul Hicks, padre de Hope, en su 
<b><a href="https://twitter.com/PBHicks/status/713890609312956416">cuenta de Twitter en marzo de 2016.</a></b> “Fact Cheching, ‘nadie cena con Hope’. Tuvimos postre también. #Trumptrain”.
<b>Comunicación en la Casa Blanca.</b> Hope Hicks inspecciona la sala de prensa, antes del comienzo de la sesión informativa diaria. 14 de febrero de 2017.
<b>El primer día en el poder.</b> Hope Hicks junto a Steve Bannon y Kellyanne Conway, en la ceremonia de juramentación del nuevo presidente en el Capitolio. 20 de enero de 2017.
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<b>El equipo ganador</b>. Hope Hicks en los jardines de la Casa Blanca, junto al estratega jefe Steve Bannon, el Jefe de Gabinete Reince Priebus y el asesor Stephen Miller. 29 de abril de 2017. 
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<b>Testigo en la Oficina Oval.</b> La directora de comunicaciones y sus compañeros de la Casa Blanca en la Oficina Oval el 24 de enero de 2017, en la firma de una de las primeras órdenes ejecutivas de su jefe.
La colaboradora de Trump posa con un águila calva, uno de los símbolos nacionales de Estados Unidos. 
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<b>El ascensor de la Torre Trump. </b>Hope Hicks junto al asesor Stephen Miller, entrando al cuartel general del presidente electo Donald Trump en Nueva York. 1 de diciembre de 2016.
<b>En la campaña con Kellyanne.</b> Hicks junto a la jefa de campaña, Kellyanne Conway, en un mitin en Charlotte, Carolina del Norte. 14 de octubre de 2016.
<b>Un momento familiar. </b>Una de las pocas imágenes públicas de Hope Hicks en redes sociales, publicada en la cuenta de Facebook de su hermana Mary Grace.
<b>Anuncio del candidato a vicepresidente.</b> Hope Hicks detrás del escenario durante la presentación de Mike Pence como compañero de fórmula de Donald Trump en Nueva York. 16 de julio de 2016.
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Europa con el candidato. Hope Hicks acompaña a Donald Trump en su visita al Trump International Golf Club en Aberdeen, Escocia, durante la campaña. 25 de junio de 2016.
Imagen Carlo Allegri/Reuters

Pero aunque la rodean algunos de los egos más grandes de Washington y a pesar de que todos resaltan el atractivo y elegancia de la joven asesora, ella no busca el protagonismo y la hemos oído muy poco, prefiriendo las declaraciones escritas a las apariciones en televisión.

Quizás el sigilo, además de su trabajo duro y lealtad, han sido las claves para que haya sido una de las pocas personas cuya imagen no se ha visto dañada por las intrigas y el caos que han enlodado a sus compañeros.

Quienes la conocen destacan que el presidente tiene total confianza en ella. Como otros asesores cercanos a Trump, Hicks no ahorra palabras a la hora de adularle, a veces con declaraciones escritas tan empalagosas que han sido parodiadas y comparadas con la propaganda de los voceros de regímenes autócratas.

"El presidente Trump tiene una personalidad magnética y rezuma una energía positiva, que es contagiosa para los que le rodean", escribió esta semana al Washington Post declaró para un artículo sobre la costumbre del presidente de humillar a sus empleados.

"Tiene una habilidad incomparable para comunicarse con la gente -añadió ella- ya sea hablando a una sala de tres personas o a un estadio de 30,000. Ha construido grandes relaciones a lo largo de su vida y trata a la gente con respeto. Es brillante y tiene un gran sentido del humor... y una increíble capacidad para hacer a la gente sentirse especial y aspirar a ser más de lo que incluso piensan es posible".

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Parte de la razón por la que Hicks ha salido indemne de las controversias se debe a que no tiene una agenda, lo que la ha mantenido neutral en la pelea de "globalistas" de Jared Kushner, yerno del presidente (a pesar de ser amiga de Ivanka), y los "nacionalistas" de Steve Bannon, el estratega jefe.

"La base de su influencia radica en que el presidente confía en ella y la respeta", señala a Univision Chris Ruddy, director ejecutivo del grupo de noticias conservador Newsmax y amigo del presidente. "Ella discute con el presidente asuntos internos y puede dar observaciones sobre información a la que el presidente ha podido no prestar atención".

"En una Casa Blanca donde todo el mundo habla de quién tiene poder y quién no, ella es una de las personas con más influencia", le dice a Univision Philip Rucker, el jefe de la oficina para la Casa Blanca del Washington Post.

De PR a la política

Hicks llegó al radar de Trump por medio de Ivanka, de quien se hizo amiga cuando trabajaba a tiempo parcial como su relaciones públicas. El patriarca la contrató en octubre de 2014 para convertirla en la directora de comunicaciones de su corporación, la Trump Organization.

Aparentemente la joven no tenía ni idea de la montaña rusa a la que se iba a subir. Desde hacía meses, Trump hablaba con familia y amigos sobre su intención de lanzarse como candidato.

Fue a finales del enero siguiente cuando Trump la convocó a una reunión a su despacho para darle la noticia, según relató la revista GQ. Allí Hicks se encontró con el abogado personal de Trump, Michael Cohen, y con Sam Nunberg, un consultor republicano de Nueva York que llevaba trabajando años para el empresario. En el altavoz del teléfono pudo oír a Corey Lewandowski, a quien Trump había contratado unos días antes para convertirse en su jefe de campaña.

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Trump les dijo a todos "Nos vamos a Iowa" y ella, criada en la refinada ciudad de Greenwich, Connecticut, confesó más tarde, medio en broma, que se preguntó solo una cosa: ¿cómo se viste la gente de Iowa? El jefe le preguntó si sabía algo de política y ella le respondió con honestidad: "Absolutamente nada". Sin embargo, eso no la descalificó y él le dijo: "Felicidades, has entrado en el mundo de la política".

Ella había llegado a Nueva York tres años antes para trabajar en Hiltzik Strategies, la firma del gurú de las relaciones públicas Matthew Hiltzik, representante de celebridades y empresarios poderosos que trabajó en la campaña de Hillary Clinton para el Senado en el año 2000. Fue su trabajo más importante después de haberse graduado en 2010 de la Southern Methodist University, donde obtuvo una licenciatura en Literatura Inglesa y jugó en el equipo universitario de lacrosse.

En clase no destacó, según sus antiguos profesores. “No era una estudiante extraordinaria”, dice el jefe del Departamento de Literatura Inglesa, David Dickson-Carr, que fue su profesor de la asignatura de género satírico. En su clase los alumnos brillantes solían intervenir a menudo y ser buenos escritores. “Ella no tenía mucho que decir”, señaló su exprofesor.

Hiltzik la conoció en la fiesta previa a la Super Bowl en Arlington, Texas, en febrero de 2011, donde ella acompañaba a su padre, Paul, el entonces vicepresidente de comunicaciones de la NFL. En aquel momento Hicks aún no tenía decidido si quería dedicarse a modelar, como había hecho durante su adolescencia, o a las relaciones públicas, la carrera tanto de su padre como de sus abuelos materno y paterno.

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Al año siguiente Hiltzik la contrató y ella comenzó a trabajar en su oficina atendiendo un portafolio de clientes que incluía figuras del entretenimiento y las grandes corporaciones, entre ellos Ivanka.

Según Hiltzik, Hicks entró en un equipo de una veintena de empleados y destacó rápidamente por su empeño y ética de trabajo. "Ella comprende que se trata de servir los intereses del cliente y no los suyos propios. Se enfoca en el servicio y esa es la receta para el éxito en las relaciones públicas", le dijo a Univision.

Comportamiento extraño

Hicks hizo su debut en política el 24 de enero de 2015 en la Iowa Freedom Summit, uno de los primeros eventos del ciclo electoral adonde acuden los posibles candidatos republicanos para sondear sus opciones.

Se encargaría en adelante de gestionar las entrevistas y de enviar comunicados a los medios escritos. Entonces, el plan de su jefe de entrar en campaña seguía siendo un secreto conocido por ella y pocos más. En una de las primeras ocasiones en que su nombre apareció en prensa política le dio una respuesta al periodista del grupo de diarios McClatchy David Lightman en la que anticipaba el lema de la futura campaña:

"El señor Trump participa en eventos políticos para hacer que avance su meta de hacer a Estados Unidos grande de nuevo", le dijo por escrito Hicks para una nota que apareció el 28 de enero en la que se cuestionaba la seriedad de Trump como aspirante a la presidencia.

En otra respuesta Hicks le respondió al diario británico The Daily Mail para un artículo a principios de febrero sobre el historial de consumo de drogas de diez posibles candidatos.

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"El señor Trump nunca ha tomado sustancias ilegales. Él también ha sido desde hace tiempo un activista contra el abuso del alcohol y las drogas".

Pronto, tras el estruendoso lanzamiento de Trump como candidato el 16 de junio, Hicks se encontraría formando parte de una camarilla con acceso al hombre más demandado del momento. A Lewandowski le gustaba decir que la campaña no eran más que "cinco personas y un avión" y eso se debía a que Trump no tenía intención de ampliar el equipo para ahorrar gastos. Hicks tuvo que asumir una carga de trabajo enorme. Decenas de solicitudes se acumulaban a diario en su bandeja de correo.

Se convirtió en una persona valiosa para los periodistas al gestionar el acceso al presidente, pero a ellos no les pasó desapercibido el extraño comportamiento de una portavoz sin voz que rehuía los focos y no quería ser citada.

En una ocasión de lo más surrealista, Hicks se negó a ser entrevistada por la periodista de GQ Olivia Nuzzi para un perfil sobre ella, pero acordó con Trump que él hablara sobre ella con la reportera mientras ella observaba la escena sentada en un sillón de terciopelo rojo.

En su línea, Hicks prefirió no entrevistarse con Univision para este reportaje.

Además de decidir quién y cuándo podía hablar con Trump, Hicks opinaba también sobre discursos y op-eds, además de aportar ideas sobre la estrategia a seguir.

"Se convirtió rápidamente en un gran activo. Inmediatamente se dio cuenta de que no solo podía hacer comunicaciones, sino también comunicaciones estratégicas. Se le ocurrían buenas ideas y tenía una mente estratégica", recuerda en conversación con Univision Noticias su excompañero de equipo Sam Nunberg. "Podía pensar con antelación en los cinco pasos siguientes que debían tomarse", añade.

Según Nunberg a sus compañeros les sorprendió lo rápido que Hicks se adaptó a la vida de campaña a pesar de no tener experiencia política previa.

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En realidad Hicks no era ajena del todo a ese mundo ya que sus padres trabajaron en él y de hecho ambos se conocieron en 1981 durante un discurso del presidente Ronald Reagan a una sesión conjunta del Congreso, según el diario The Hartford Courant, el diario más grande de Connecticut. Su madre, Caye Cavender, era una ayudante legislativa de un congresista demócrata de Tennessee y su padre, Paul, era el jefe de personal del republicano Stewart McKinney.

Su padre se acercó a su futura esposa y le preguntó si se había sentado por error en el asiento que le correspondía a él. Un año más tarde contraerían matrimonio. Paul Hicks entró luego en el gobierno local de Greenwich, la ciudad más rica de Connecticut, y fue visto como una estrella ascendente en el partido, pero decidió salir de la política y dedicarse a las relaciones públicas. Hoy es director gerente de Glover Park Group, que se dedica a comunicaciones deportivas y tiene como cliente a la NFL.

Sobreviviente

Hicks es una de las pocas empleadas de la Casa Blanca que han acompañado a Trump desde el comienzo. Otros que han resistido las continuas sacudidas de personal además de ella son Don McGahn, abogado en campaña y hoy consejero de la Casa Blanca, Dan Scavino, director de redes sociales de la campaña y ahora de la Casa Blanca, y el guardaespaldas Keith Schiller, que Trump nombró su director de Operaciones del Despacho Oval.

A diferencia de muchos otros empleados, no se ha visto salpicada por el escándalo, si exceptuamos una noticia en mayo del año pasado en Page Six, la sección de chismes del New York Post, según la cual ella y el entonces aún jefe de campaña Lewandowski tuvieron una pelea verbal en plena calle. "Me cansé de ti", le gritó ella encarándole con los puños cerrados, según un testigo anónimo.

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Trump demandó como autor de la supuesta filtración a Nunberg, quien había salido de la campaña meses antes. En una queja de arbitraje le demandaba por $10 millones por violar un acuerdo de confidencialidad que firmó al salir de la campaña. Nunberg negó en un documento judicial ser la fuente anónima y le dio un nuevo giro morboso a la historia al denunciar que la campaña estaba tratando de silenciar un "lío amoroso sórdido y aparentemente ilícito", en referencia a la supuesta entre ambos.

El caso quedó zanjado con un acuerdo amistoso y no se conocieron más detalles sobre aquella disputa. Lewandowski fue despedido un mes más tarde, pero según reportes Trump está pensando en contratarle para gestionar la comunicación de la crisis desatada por los supuestos contactos ilícitos con Rusia. Este lunes pasado se le vio en una cafetería en frente de la Casa Blanca.

En parte que no se haya metido en más líos se debe a que Hicks no habla ante las cámaras a diferencia de portavoces como Spicer, la consejera Kellyanne Conway o la vicesecretaria de prensa Sarah Huckabee Sanders. La credibilidad de todos ellos ha sido cuestionada por mentir en su defensa del presidente.

Ni siquiera el devoto católico Spicer tuvo el honor de conocer al Papa en la audiencia a la que asistió Hicks, a pesar de que antes del viaje le había dicho emocionado a sus allegados que iba a cumplir uno de sus sueños.

Ese bajo perfil que la protege es visto como su mayor limitación para crecer en política. Un buen día semanas después de la victoria en noviembre, Trump la invitó a aproximarse al micrófono advirtiendo al público que es "un poco tímida", pero agregó que eso no es un problema porque es "muy, muy talentosa". Ella, en una de las pocas veces que la hemos podido escuchar, dijo con una risa nerviosa: "¡Hola!, ¡feliz Navidad a todos y gracias Donald Trump!”.

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