Diagnósticos de autismo se han triplicado, revela un estudio: ¿qué nos dicen estas cifras?

Los diagnósticos de autismo en niños se triplicaron en Nueva York y New Jersey de 2000 y 2016, revela un estudio de la Universidad de Rutgers que se corresponde con las tendencias nacionales: la prevalencia de este trastorno de desarrollo va en aumento en el país.

Muchos lo catalogan como una “epidemia”, aunque expertos argumentan que no necesariamente es el caso y que las cifras bien podrían responder a otros factores.

Mientras que en el año 2000 a nivel nacional 1 de cada 150 niños de hasta 8 años eran diagnosticados como parte del espectro autista, para 2018 la cifra ascendió a 1 de cada 44, revelan estimaciones de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades.

¿Cómo se explica esto el aumento de caso de autismo?

Por una parte, se podría argumentar que responde al hecho de que en 2013 se ampliaron los criterios diagnósticos integrando bajo el trastorno del espectro autista (TEA) a otros previamente conocidos como el síndrome de Asperger o el desorden generalizado del desarrollo.

También a mejoras en la capacidad diagnóstica que permiten identificar más casos y desde más temprano.

Pero, en el criterio de los investigadores de la Universidad de Rutgers, por sí solos estos dos argumentos no justifican el drástico aumento observado. No se descarta que factores genéticos y ambientales puedan estar impulsando este incremento.

Algo similar a lo que se lee en la página web de los CDC: “Más personas que nunca están siendo diagnosticadas con un TEA. No está claro exactamente cuánto de este aumento se debe a una definición más amplia de ASD y mejores esfuerzos en el diagnóstico. Sin embargo, no se puede descartar un verdadero aumento en el número de personas con TEA. Creemos que el aumento en el diagnóstico de TEA probablemente se deba a una combinación de estos factores”.

Cuál es el origen del autismo

Aunque hay varias hipótesis sobre las causas del autismo (entre las cuales las vacunas están completamente descartadas por la ciencia), su origen sigue siendo en gran parte un misterio.

Un estudio publicado en JAMA estimó que en el 83% de los casos de autismo hay presencia de algunos genes hereditarios.

Entre los factores de riesgo de autismo están el tener un hermano con TEA, ciertas condiciones genéticas o cromosómicas, complicaciones durante el parto (prematuridad, bajo peso al nacer), edad avanzada de los padres.

Todavía no hay una única prueba de sangre o de otro tipo para diagnosticar el autismo. Los psicólogos y otros especialistas se basan en observaciones del comportamiento del individuo y cuestionarios a quienes lo rodean.

Actualmente los rasgos para diagnosticar el trastorno del espectro autista son problemas persistentes con la comunicación social, incluidos problemas con la conversación, con la comunicación no verbal y las señales sociales, y con las relaciones; junto con patrones de conducta repetitivos restringidos, que incluyen movimientos repetitivos, rutinas rígidas, intereses fijos y diferencias sensoriales.

Formar parte del espectro autista no equivale a sufrir de discapacidad intelectual

Contrario a lo que muchos creen, el trastorno del espectro autista no siempre está acompañado de discapacidad intelectual.

“Una de las suposiciones sobre el TEA es que ocurre junto con las discapacidades intelectuales. Lo que muestra nuestro artículo es que esta suposición no es cierta”, dice en un comunicado Josephine Shenouda, profesora adjunta de la Escuela de Salud Pública de Rutgers y autora principal del estudio publicado en la revista Pediatrics.

De hecho, el estudio en cuestión revela que los diagnósticos de niños que no la presentan se quintuplicaron, mientras que aquellos que sí la sufren se duplicaron; es decir, aquellos casos en los que no existe este rasgo aumentaron mucho más.

Son esos casos, menos obvios a padres y profesores, los más difíciles de detectar a tiempo, algo fundamental para brindarle al niño las intervenciones tempranas esenciales para ayudarlo en su desarrollo.

Disparidades raciales y económicas inciden en diagnóstico del autismo

La investigación también revela cómo las disparidades económicas y raciales son una barrera para el diagnóstico y la intervención temprana.

Según el estudio, niños negros no hispanos fueron 30% menos propensos que sus pares blancos a ser diagnosticados con autismo sin discapacidad intelectual y que los niños que vivían en áreas prósperas tenían un 80% más de probabilidades de ser identificados con TEA y sin discapacidades intelectuales en comparación con los niños en áreas desatendidas.

Para Shenouda, el que todos los niños pequeños sean examinados para detectar autismo durante los controles de rutina en sus pediatras es esencial.