Una sábana azul le cubría el cuerpo hasta el cuello. El condenado mantuvo la mirada fija hacia el techo y no volteó a ver a los testigos sentados detrás de las ventanas de la cámara de ejecuciones. Su consejera espiritual permaneció de pie cabizbaja y orando a poca distancia del reo.
La sexta ejecución federal del año: un exsoldado obsesionado con la brujería condenado por asesinar a una enfermera en 2001
William Emmett LeCroy había sido condenado a muerte en 2004 por el brutal asesinato de Joann Lee Tiesler, en Georgia, a quien señalaba de haberlo hechizado. Sus abogados habían pedido al presidente Trump que le conmutara la pena a cadena perpetua.
Apenas la semana pasada, William Emmett LeCroy, de 50 años, sentenciado a muerte por el asesinato de una mujer en Georgia en 2001, le había dicho a su consejera, la hermana Barbara Battista, que no quería que su ejecución se convirtiese en un "circo".
El funcionario de la prisión federal en Terre Haute, Indiana, se inclinó sobre LeCroy, le retiró la mascarilla de la cara y le invitó a pronunciar sus últimas palabras. El hombre respondió con calma y sin rodeos: “La hermana Battista está por recibir en su correo mi última declaración”.
Mientras recibió la inyección letal, LeCroy mantuvo los ojos abiertos. Al cabo de unos minutos sus extremidades palidecieron, su rostro adquirió un tono cenizo y sus labios se amorataron. Transcurrieron unos 10 minutos cuando un funcionario ingresó a la cámara y con un estetoscopio auscultó los signos vitales del reo antes de declararlo muerto oficialmente, a las 9:06 de la noche, hora del este en Estados Unidos.
La obsesión con la brujería
LeCroy, que se alistó en el ejército a los 17 años pero fue dado de baja por desertar, estaba obsesionado con la brujería. Su interés había empezado durante un período anterior en la cárcel, a donde había ido a parar varias veces por robo, abuso de menores y otros cargos.
Y fue esa obsesión la que lo llevó a matar a Joann Lee Tiesler, una enfermera de Georgia, que él pensaba que lo había hechizado.
El 7 de octubre de 2001, LeCroy esperó que Tiesler, de 30 años, regresara a su casa después de hacer compras. Adentro la esperaba su victimario, quien según se supo posteriormente, estuvo cavilando durante varios días sobre la manera de atacar a la enfermera para revertir el supuesto "maleficio".
Cuando entró por la puerta, LeCroy la golpeó con una escopeta, la ató y la violó. Luego le cortó la garganta y la apuñaló repetidamente en la espalda. Tras asesinarla, fue hasta la computadora de su víctima para averiguar si tenía libros sobre brujería, según los archivos del caso citados por la AP.
LeCroy conocía a la mujer porque vivía cerca de la casa de un pariente y a menudo la saludaba mientras pasaba por allí. Más tarde dijo a los investigadores que había llegado a creer que ella podría haber sido su antigua niñera, a quien llamó "Campanita", quien LeCroy afirmó que abusó sexualmente de él cuando era niño. Después de matar a Tiesler, se dio cuenta de que eso no podía ser cierto.
Dos días después del asesinato, LeCroy fue arrestado al pasar un puesto de control de EEUU en Minnesota cuando conducía la camioneta de Tiesler en dirección a Canadá.
Antes de su arresto, las autoridades habían encontrado una nota escrita por LeCroy en la que pedía perdón a Tiesler, según los archivos del tribunal. "Eras un ángel y te maté", decía. "Soy un vagabundo y estoy condenado al infierno".
En 2004 fue declarado culpable de un cargo federal de asalto con violencia resultante en muerte y el jurado recomendó la pena capital.
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El último intento por salvarlo
Mientras esperaba cerca de la prisión para entrar y presenciar la ejecución planeada, la hermana Battista le llevaba una bolsa de chocolate con caramelo a LeCroy, que según ella, era la favorita del condenado, reporta la AP.
Estaba previsto que hablara con él antes de la ejecución y que estuviera cerca cuando empezara el proceso. La última vez que había hablado con LeCroy fue hace siete días cuando le dijo que había estado contemplando su probable muerte, añadiendo que parecía resignado a ello.
"Él dijo: 'Ya sabes, una vez no estábamos y luego estamos y luego no estamos'", dijo Battista, citada por la AP. "Era reflexivo. No parecía agitado", agregó.
Los abogados del exsoldado le habían solicitado al presidente Donald Trump que cambiara la sentencia de LeCroy a cadena perpetua, bajo el argumento de que el hermano del acusado, Chad LeCroy, miembro de la Patrulla Estatal de Georgia, fue asesinado en 2010 durante una detención de tránsito rutinaria, y que la muerte de otro hijo devastaría a la familia del condenado.
En la petición a Trump, los abogados insistieron en que se conmutara la condena alegando que el hombre que mató al hermano de LeCroy, Gregory Favors, se declaró culpable en el tribunal estatal y recibió una sentencia de cadena perpetua.
La gran mayoría de las ejecuciones en las últimas décadas han sido llevadas a cabo por los estados. En los 56 años anteriores, antes de que la administración Trump reiniciara las ejecuciones este año, el gobierno federal solo había ejecutado a tres personas, todas ellas a principios de la década de 2000. El autor del atentado con bomba en Oklahoma City, Timothy McVeigh, estuvo entre ellas.
En la misma prisión federal en Terre Haute otros cinco internos han sido ejecutados en 2020. Otra ejecución, la de Christopher Vialva, está programada para el jueves. Sería el primer afroestadounidense en el corredor de la muerte federal en ser ejecutado este año.





























