Fue condenada a cadena perpetua, Obama la indultó y ahora se gradúa con honores

Danielle Metz fue condenada a tres cadenas perpetuas en 1993 por asistir a su esposo en el tráfico de drogas. Tras ser perdonada por el expresidente, su vida dio un vuelco completo tras asumir como un reto lo que consideró una segunda oportunidad para salir adelante.

Por:
Univision
Obama le escribió a Danielle Metz tras enterarse de que se había graduado con honores.
Obama le escribió a Danielle Metz tras enterarse de que se había graduado con honores.
Imagen Getty Images

Cuando a Danielle Metz, una mujer de Louisiana condenada a tres cadenas perpetuas por tráfico de drogas, la vida le dio una segunda oportunidad decidió que no quería perder su tiempo. Por eso, después de que el presidente Barack Obama la indultara en 2016, la exreclusa se informó para inscribirse en la universidad.

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A sus 51 años, Metz se ha inscrito a la carrera de Trabajo Social en la Sourthern University, donde se está graduando con honores, y acaba de recibir una carta de Obama que la felicita por sus logros:

"¡Felicidades por tu graduación en Southern! Estoy muy orgulloso de ti y confío en que tu ejemplo tenga un impacto positivo para otros que buscan una segunda oportunidad", escribió Obama, según la carta publicada por USA Today. "Saluda a tus hijos de mi parte y que sepas que te apoyo", le escribió el presidente.

La historia de superación de Metz se dio a conocer en el medio especializado en educación The Hechinger Report.

En el artículo, que fue replicado por otros medios, la mujer decía que le gustaría poder agradecer a Obama por indultarla. "No sabe lo que hizo por mí", decía Metz en la entrevista en la que se mostraba orgullosa de estar graduándose con honores.

Cuando Metz (derecha) entró en prisión tenía 26 años y dos hijos.
Cuando Metz (derecha) entró en prisión tenía 26 años y dos hijos.
Imagen Facebook

Durante sus ocho años de Presidencia, Barack Obama indultó a 1,715 presos en un intento por flexibilizar condenas por tráfico de drogas que consideraba inusualmente altas para crímenes no violentos.

Cuando llegó a la cárcel, Metz tenía 26 años y dos hijos y no había acabado la segundaria. Pero en prisión consiguió sacarse el diploma de Desarollo General de Educación (GED), lo que define como el mejor sentimiento que alguien puede tener en una cárcel.

La Federación Laboral del condado de Los Ángeles graduó este jueves su cuarta cohorte del programa 'Second Chance Pre-Apprenticeship Bootcamp', que ayuda a reducir la reincidencia al crear oportunidades profesionales reales y duraderas a través de pasantías para personas anteriormente encarceladas.
Video Federación Laboral de Los Ángeles gradúa a 23 exreclusos que lucharán por una segunda oportunidad


Metz también puede estudiar gracias a que Louisiana se convirtió en el primer estado en prohibir a las universidades públicas preguntar por sus antecendentes criminales a los estudiantes.

Además de estar estudiando en la universidad, Metz también trabaja en una clínica comunitaria ayudando a personas que han estado en prisión a reintegrarse en la sociedad.

Condenada en 1997 por un cargo de conspiración de tráfico de drogas, Yraida Guanipa, de 56 años de edad, fue condenada a casi 13 años de prisión. Mientras estuvo en prisión solo pudo ver a sus dos hijos pequeños unas pocas ocasiones. Ése sigue siendo su mayor remordimiento, además de la pérdida de su derecho al voto. Dice que sufrió de depresión desde el principio, pero que nunca perdió la esperanza. Esta venezolana-estadounidense luchó durante años para que le redujeran o anularan sus cargos, y en el proceso adquirió las habilidades legales que ahora utiliza para ayudar a otros como asistente legal. Fue puesta en libertad en 2008 y hoy ayuda a otras madres encarceladas con niños pequeños y hace donaciones a centros de reinserción social donde los presos recién liberados vuelven a la sociedad. La última vez que votó fue en 1996.
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Nacido en Brooklyn, Nueva York, fue criado por su madre hispanohablante como puertorriqueño y afroestadounidense. Después de salir de la cárcel obtuvo un título en administración de empresas de un centro de formación profesional, seguido de una licenciatura en artes de la Universidad de Florida Central, donde se enfocó en la administración sin fines de lucro y la administración de empresas. Ahora, con 42 años de edad, es defensor de los derechos humanos y civiles en LatinoJustice PRLDEF en Orlando. Le acredita el cambio en su vida al apoyo de su esposa, la abogada Aramis Ayala y a su fe religiosa. Tienen dos hijas. Su esposa fue elegida el año pasado como la primer fiscal estatal afroestadounidense en la historia de Florida. Él no pudo votar por ella. "He terminado mi libertad condicional, he pagado todas mis multas y no hay ninguna razón por la que no pueda ser elegible para votar", dice.
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Ignacio Calderín, hijo de padres cubanos, se crio en Miami y se ganó una beca de fútbol en una universidad de Ohio. Después de que fue excluido por una lesión abandonó la universidad y se involucró en la delincuencia callejera. Fue a la cárcel a los 20 años, tras ser condenado a 22 años por robo a mano armada, y dejó atrás a una esposa y un niño pequeño. Fue liberado en 2002 y al principio tuvo problemas para cambiar su vida. Ahora con 48 años de edad, es supervisor de Transition, una organización sin fines de lucro de Miami que brinda capacitación laboral y servicios de colocación a criminales condenados después de salir de prisión. "Les digo 'crean en ustedes'. Eso es lo que sé que aprendí ". Se volvió a casar felizmente y es el orgulloso padre de dos niños pequeños, uno de cinco años y otro de tres semanas de edad. Nunca ha votado.
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Nacida en Nueva York y criada en Tampa, Caridad Galán fue a la cárcel en 1991, condenada a 18 años por un cargo de conspiración relacionado con las actividades de narcotráfico de su esposo. Después de ser liberada antes por buena conducta en el año 2000, tuvo dificultades para encontrar un empleo debido a su condena por delito grave. Finalmente encontró trabajo como intérprete bilingüe, trabajando en línea desde su casa. Sus clientes incluyen los fiscales y el FBI. Ahora, con 53 años de edad, se volvió a casar y vive en Pensacola con su esposo y su hijo de 16 años, así como con un hijo adoptivo de dos años que es la luz de sus ojos. Votó por última vez en 1992.
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Bryan Russi, hijo de padres trabajadores –madre mexicana y padre colombiano–, nació en Texas y creció en Nueva York, Chicago y Orlando. Cayó en malos pasos a una edad temprana y llegó a ser un narcotraficante millonario a los 20 años. Pero a los 24 años fue condenado y sentenciado a 13 años por tráfico de personas. Dice que el tiempo que pasó en la cárcel fue necesario "para cambiar la mentalidad que tenía". En prisión comenzó a leer y estudiar, incluyendo criminología y filosofía occidental. Ahora con 42 años, es un exitoso agente de bienes raíces, clasificado entre los 250 mejores en el centro de Florida. También visita escuelas secundarias para hablar sobre las decisiones de la vida. Su hija de 14 años nació después de que lo enviaron a prisión. Se volvió a casar después de su liberación y tiene una hija de cuatro años que está luchando contra una forma rara de cáncer, así como un niño de 16 meses. Nunca ha votado.
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Deseoso de impresionar desde una edad temprana, Ángel Sánchez se involucró en actividades de pandillas en Miami a los 12 años. Fue detenido varias veces, y pasó un tiempo en detención juvenil antes de ser enviado a prisión a los 16 años, condenado como adulto a 30 años por intento de homicidio y asalto a mano armada. Obtuvo su título de preparatoria en prisión, comenzó a estudiar leyes y obtuvo su calificación como asistente legal. En el proceso logró que su sentencia se redujera a la mitad luego de descubrir errores legales en el caso en su contra. Fue liberado después de cumplir 13 años de condena y se inscribió en un centro de formación profesional. Se graduó en ciencias políticas de la Universidad de Florida Central. Ahora, con 36 años de edad, es estudiante de derecho superior en la Universidad de Miami y fue invitado a hablar en la Universidad de Harvard el mes pasado. Nunca ha votado. 
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Condenada en 1997 por un cargo de conspiración de tráfico de drogas, Yraida Guanipa, de 56 años de edad, fue condenada a casi 13 años de prisión. Mientras estuvo en prisión solo pudo ver a sus dos hijos pequeños unas pocas ocasiones. Ése sigue siendo su mayor remordimiento, además de la pérdida de su derecho al voto. Dice que sufrió de depresión desde el principio, pero que nunca perdió la esperanza. Esta venezolana-estadounidense luchó durante años para que le redujeran o anularan sus cargos, y en el proceso adquirió las habilidades legales que ahora utiliza para ayudar a otros como asistente legal. Fue puesta en libertad en 2008 y hoy ayuda a otras madres encarceladas con niños pequeños y hace donaciones a centros de reinserción social donde los presos recién liberados vuelven a la sociedad. La última vez que votó fue en 1996. Lea más sobre la historia de Yraida.
Imagen David Maris/Univision
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