MADERA, California.- Martha Alvarado se despierta cada madrugada para comenzar a hacer los tamales que más tarde vendera a trabajadores agrícolas, en su mayoría inmigrantes, y que cada día se detienen en su puesto, para luego seguir su camino a los campos del Valle Central de California.
Sigue el miedo de los trabajadores agrícolas a ser deportados: Tamalera del Valle Central de California comparte su testimonio
El miedo de los trabajadores agrícolas a ser deportados sigue vigente, según comparte una tamalera, quien día a día compartía con ellos un momento de fe. Este es su testimonio, desde los caminos a los campos del Valle Central de California.
Al vender sus tamales oaxaqueños, y su avena caliente, la mexicana y los trabajadores encuentran un momento para compartir una pequeña conversación, que al pasar los días los une, casi tanto como si nunca hubieran dejado atrás su lugar de origen.
Frente a los operativos de la Patrulla Fronteriza y el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), Alvarado cuenta a Univision 21 que sus ventas han bajado.
“Ahorita desafortunadamente con todo lo que está pasando de inmigración, de las redadas, las ventas están muy bajas”, cuenta.
Ahora solo gana el 30% de lo que hace dos años eran sus ganancias. Dice, los trabajadores agrícolas tienen miedo.
“Ellos le piden a Dios salir de su casa al trabajo y llegar bien. Aunque sea de su casa al trabajo”, cuenta la tamalera, quien es testigo del temor que sigue entre los campesinos, tras los operativos de inmigración a principios de año en el Valle Central.
Dice, no solo no hacen parada para comprar sus tamales, los trabajadores no salen a comprar su comida u otras necesidades.
“Para parar a echar gasolina, me comentan que mandan a familiares que tengan papeles”, dice Alvarado a Univision 21.
Asegura que ahora vende solo para subsistir
Tras 20 años vendiendo tamales y ya con problemas en su presión y espalda, Alvarado comparte que sus ganancias solo le alcanzan para subsistir, y más ahora, con el impacto que dejaron los operativos de inmigración.
“Varios de mis compañeros de aquí de todo el Valle, pues estamos batallando”, comparte la mexicana.
Al final de una mañana hace alrededor de 144 dólares, pero dice, mantiene la fe.