Represión a opositores en Venezuela alcanzó "niveles inéditos" en 2017, según Human Rights Watch

Descargas eléctricas y fuertes golpizas a detenidos para obtener confesiones y arrestos arbitrarios. Esas son algunas de las conclusiones de la organización de derechos humanos en su registro sobre la respuesta de Nicolás Maduro y su gobierno a las últimas protestas en su contra durante 2017.

Por:
Univision
Con gases lacrimógenos, perdigones y en algunos casos con balines que contenían objetos metálicos eran reprimidas por los cuerpos de seguridad las protestas contra Maduro que ocurrieron entre abril y septiembre de 2017.
Con gases lacrimógenos, perdigones y en algunos casos con balines que contenían objetos metálicos eran reprimidas por los cuerpos de seguridad las protestas contra Maduro que ocurrieron entre abril y septiembre de 2017.
Imagen CHRISTIAN VERON/Reuters

En abril de 2017, un grupo de hombres vestidos de civil que se presentaron como funcionarios de inteligencia del gobierno venezolano se llevaron a Ernesto Marin (pseudónimo) de su casa. Lo trasladaron a una sede de la Dirección General de Contrainteligencia Militar. Allí lo esposaron por la espalda, le vendaron los ojos y un militar de la Guardia Nacional le explicó que estaba encerrado allí por un delito "muy grave": "meterse con el gobierno".

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El testimonio de las horas de tortura que siguieron quedó sentado en el informe 'Arremetida contra opositores: Brutalidad, tortura y persecución política en Venezuela'. Fue compilado por la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW) y la venezolana Foro Penal para documentar la respuesta del gobierno de Nicolás Maduro a las últimas manifestaciones que debió enfrentar desde abril de 2017. Para entonces, miles de personas salieron a protestar a las calles y hubo más de 100 muertos.

A Marin lo llamaron "terrorista", lo acusaron de tener vínculos con la oposición y de recibir "dólares" de los líderes Leopoldo López y Henrique Capriles a cambio de mantenerse en la calle. Lo golpearon por negarlo y, luego, lo obligaron a desvestirse, con una misma cadena le esposaron las manos a los tobillos y de allí lo elevaron unos centímetros del suelo. Le arrojaron agua y con un palo metálico debajo de los glúteos le aplicaron una descarga eléctrica tan fuerte que dijo a HRW que había sentido "un doloroso espasmo en todo el cuerpo".

Así pasaron 15 minutos de preguntas, respuestas y descargas de cinco segundos por vez mientras lo mojaban. Al no conseguir una confesión, lo dejaron colgado una hora. Después de ese tiempo, cuenta HRW en su informe, lo bajaron, le permitieron vestirse y un militar le apuntó con una pistola en la cabeza y le dijo que si hablaba nunca sería liberado.

Luego de un mes de torturas, lo dejaron ir –aunque con orden de presentación– bajo la promesa de que no podía ni hablar de política en sus redes sociales, ni hablar de lo ocurrido. Marin huyó del país.

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Otros que conversaron con HRW aseguran haber recibido fuertes golpes por el rostro o patadas en las costillas por negarse a culpar a líderes opositores de promover violencia en las protestas. A uno de ellos incluso lo encarcelaron con presos comunes, lo colgaron en un punto en el que apenas podía tocar el suelo con la punta de los pies y lo dejaron así un día entero bajo el sol inclemente. Luego fue acusado por un juez de "instigación al odio" y de poseer explosivos. Tras todo eso, lo dieron libertad condicional.

Como estos hay cinco testimonios más en el informe con torturas que ahora se repiten como un patrón contra los opositores del chavismo en Venezuela. Pero son más de 50 casos los que registraron con abusos físicos y psicológicos contra al menos 232 personas.

Violencia y brutalidad

Entre abril y septiembre de 2017, los venezolanos salieron a las calles a protestar. En principio, por el intento del Tribunal Supremo de Justicia de usurpar funciones de la Asamblea Nacional, de mayoría opositora. Pero las manifestaciones cada vez sumaban más personas que reclamaban la falta de derechos, pero también por la escasez permanente de casi cualquier alimento, de medicinas y por una inflación tan elevada que supera a cualquier salario.

En algunas carnicerías ya ofertan la carne de este reptil ante la falta de pollo o de res. Algunas personas las cazan con sus propias manos y luego las cocinan.
Video Las iguanas pasan a ser parte de la precaria dieta de los venezolanos ante la falta de alimentos

"El gobierno respondió con actos generalizados de violencia y brutalidad contra manifestantes críticos del gobierno y personas detenidas, y ha negado a los detenidos el debido proceso", se lee en el informe que documenta 88 casos que afectan al menos a 314 personas. "Aunque no fue la primera arremetida contra opositores durante la presidencia de Maduro, la magnitud y la gravedad de la represión en 2017 alcanzó niveles inéditos en la historia reciente de Venezuela", agrega el documento que refiere que en las calles, los manifestantes eran atacados por los cuerpos de seguridad incluso al dispararles balines con objetos metálicos en su interior.

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El reporte de HRW en conjunto con Foro Penal, una organización conformada por abogados que han defendido a los opositores detenidos, señala a las fuerzas de seguridad del Estado y a las pandillas armadas del gobierno de atacar a quienes protestaban "empleando fuerza extrema y en ocasiones letal". Denuncia que al menos 757 civiles detenidos fueron juzgados en tribunales militares contraviniendo el derecho internacional. Asegura que los arrestados fueron torturados con métodos como descargas eléctricas, detonaciones de gases lacrimógenos en espacios cerrados, al obligarlos a ingerir alimentos con excrementos y con abusos sexuales que, en algunos casos, incluyeron violaciones.

Concluye que los abusos cometidos en esos seis meses en Caracas y 13 estados del país, son parte de "una práctica sistemática de las fuerzas de seguridad venezolanas" y que, al menos hasta la publicación del informe, no hallaron evidencias de que alguna autoridad del Estado hubiera adoptado medidas para sancionar a los culpables o prevenir las violaciones de derechos humanos. En contraposición, registraron que más de 5,400 personas que protestaban fueron detenidas.

"Los abusos violentos que se exponen en este informe no fueron perpetrados por miembros de las fuerzas de seguridad que estaban siendo atacados o amenazados con violencia", precisan.

En un comunicado, el director para las Américas de HRW, José Miguel Vivanco, señaló como responsables a funcionarios de los más altos niveles, desde Maduro hasta el exministro de la defensa, Vladimir Padrino López, y el ministro de Interior, Néstor Reverol. "Los abusos perversos y generalizados contra opositores del gobierno de Venezuela, incluidos casos de torturas aberrantes, y la impunidad total de los agresores sugiere responsabilidad gubernamental en los más altos niveles", dijo.

Yolyter Rodríguez tiene 56 años, es ama de casa y madre de tres hijos. Una bomba lacrimógena disparada por la fuerza pública le causó fractura del cráneo y daño cerebral cuando protestaba contra el presidente Nicolás Maduro en Caracas, en abril. "Protesto contra el hambre, por la libertad y por varias razones, pero esa lucha es política, estoy en contra de casi todo lo que este gobierno hace", dijo a Reuters.
Brian Dalati es un estudiante de cocina de 22 años. El 27 de julio estaba caminando cerca de una barricada de camino a sus clases un día de fuertes protestas en Caracas cuando la policía, confundiéndolo con un manifestante, lo golpeó y le disparó a quemarropa con balas de goma en ambas piernas. "Yo no participé en las protestas porque siempre pensé que era peligroso y demasiado violento. Hoy estoy en una situación desesperada, era una persona muy activa, disfrutaba haciendo ejercicio. Ahora no puedo hacer nada más que sentarme y acostarse en la cama todo el día. "Dependo de mis hermanos para ir al baño, ducharme, cepillarme los dientes, comer, cualquier cosa, es exasperante", dijo. "Ellos no tuvieron que hacer esto, fue puro odio, gracias a Dios podré volver a caminar pronto".
Jesús Ibarra es un estudiante de ingeniería de 19 años de edad. El 1 de mayo una bomba lacrimógena disparada por la fuerza pública golpeó su cabeza y fracturó su cráneo cuando trataba de escapar de la ráfaga cruzando el río Guaire, un afluente contaminado que atraviesa Caracas. Tiene daño cerebral y discapacidad del habla. Después de cinco operaciones y tratamientos por infecciones por consecuencia de las aguas del río, debe someterse a un sexto procedimiento donde le colocarán una pieza para cubrir el fragmento de cráneo pulverizado por el impacto. Pasó 45 días en coma inducido.
David Osorio tiene 21 años y es profesor de inglés y estudiante. Una bomba lacrimógena disparada por la policía fracturó su cráneo y le hizo perder su ojo derecho. Utiliza una prótesis ocular y continúa buscando tratamiento especializado. "He estado protestando desde el 2014. Durante los últimos meses participé activamente en todas las marchas, porque las cosas han empeorado y estoy en contra de las políticas de este gobierno".
Oscar Antonio Navarrete tiene 18 años y es estudiante. Una bomba lacrimógena disparada sobre su pecho le hizo perder la consciencia cuando su corazón se detuvo durante varios minutos. No puede caminar, sufre pérdida de memoria a corto plazo, secuelas motoras severas y tiene edema cerebral. Aún continúa hospitalizado. Necesita rehabilitación y tratamiento por médicos especialistas, incluyendo neurocirujanos, fonoaudiólogos y psicólogos. La madre de Oscar dice que su hijo estaba enojado por la crisis en el país. "Vale la pena, porque nada de esto se olvidará, el mundo necesita ver todo esto, tengo fe en que las cosas cambiarán", declaró a Reuters Elizabeth, la madre de Navarrete.
Manuel Melo es estudiante y tiene 21 años. Fue impactado por un cañón de agua de la fuerza pública el 22 de mayo. Sufrió lesiones internas y perdió un riñón. "Estoy protestando porque las cosas simples cuestan mucho dinero, el salario mínimo no es bueno, el país no está bien, protesto contra la inseguridad, la falta de medicinas, tengo millones de razones, un hombre con menos educación que yo no puede gobernar, necesitamos a alguien nuevo, de una universidad, con verdaderos principios y valores ".
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Jofre Rodríguez tiene 18 años. Su mandíbula fue fracturada por un disparo cuando manifestaba contra el gobierno de Nicolás Maduro, el 26 de junio de 2017. Se sometió a una cirugía para extraer un proyectil que se alojó en el hueso y todavía necesita tratamiento y cirugía de reconstrucción de mandíbula. "Esta asamblea constituyente (impuesta por Nicolás Maduro y uno de los motivos de la protesta) es una perversión destinada a consolidarlos en el poder, protesto contra eso, me entristece ver a mi país así, con Chávez tuvimos una dictadura con un" líder político". Con Maduro tenemos un desastre político", dijo. "Tengo sólo 18 años, pero estoy viviendo la decadencia de Venezuela, ¿valió la pena? Sí, como los que murieron, lo que me sucedió fue un sacrificio que ha inspirado a mucha gente en la lucha".
Najhud Najhla tiene 23 años y es estudiante. Fue atropellada por un vehículo blindado de la fuerza pública que reprimía una protesta y luego fue arrestada. Sufrió heridas en su pierna derecha. Contó que la policía la arrastró por su cabello y la golpeó con sus escudos. "Estoy protestando por mi derecho a vivir en una Venezuela libre, protesto por el amor de mi país, por el derecho a quedarme aquí y no tener que irme porque no tengo nada que comer", contó. "Sí, vale la pena pasar por ello, a pesar del dolor físico, creo que todo el mundo puede ver que Venezuela ya no es un país democrático".
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Yolyter Rodríguez tiene 56 años, es ama de casa y madre de tres hijos. Una bomba lacrimógena disparada por la fuerza pública le causó fractura del cráneo y daño cerebral cuando protestaba contra el presidente Nicolás Maduro en Caracas, en abril. "Protesto contra el hambre, por la libertad y por varias razones, pero esa lucha es política, estoy en contra de casi todo lo que este gobierno hace", dijo a Reuters.
Imagen UESLEI MARCELINO/Reuters
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