El gobierno asegura que no tiene una política de separación familiar de inmigrantes en la frontera, pese a practicarla

La separación de familias fue oficializada por el fiscal general Jeff Sessions en abril tras anunciar la implementación de la política de ‘tolerancia cero’, que no solo apunta a la detención y formulación de cargos criminales a quienes sean detenidos por ingresar ilegalmente al país.

Jorge Cancino
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Jorge Cancino.
El juez federal Dana Sabraw dijo que la conducta de la administración impacta la conciencia y viola el derecho constitucional de los demandantes a la integridad familiar. La acción legal colectiva que introdujo la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) presenta la separación como una práctica común por parte del gobierno Trump.
Video Juez federal en California falla contra el gobierno tras demanda de ACLU por separación de familias

El gobierno del presidente Donald Trump “no tiene una política de separación familiar” en la frontera. Así lo reconoció un vocero del Departamento del Seguridad Nacional (DHS) en un correo electrónico a Univision Noticias.

La separación de familias fue oficializada por el fiscal general Jeff Sessions a comienzos de abril tras anunciar la implementación de la política de ‘tolerancia cero’, que no solo apunta a la detención y formulación de cargos criminales a quienes sean detenidos por ingresar ilegalmente al país, sino también complica la entrada por las garitas fronterizas y aumenta el escrutinio a los que se entregan porque vinen sin visa a Estados Unidos.

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Según el DHS, las separaciones están respaldadas por “una política de larga data del gobierno anterior” que aseguró “puede ocurrir sólo cuando no podemos determinar la relación de custodia, cuando determinamos que un niño puede estar en riesgo con el custodio o cuando el custodio es transferido a un entorno de detención criminal debido a (la formulación de) cargos criminales”.

“Eso no ha cambiado”, precisó la respuesta del DHS. Además añadió que “toma en serio su responsabilidad legal de proteger a los niños extranjeros contra el tráfico de personas y otras acciones delictivas, al tiempo que garantiza el cumplimiento de nuestras leyes de inmigración”.

Órdenes de Nielsen

El DHS también señaló que el 4 de mayo la secretaria Kirstjen Nielsen pidió a los agentes “aumentar los referidos al Departamento de Justicia para enjuiciamientos criminales contra aquellos que violan la soberanía de nuestro país”.

Nielsen posteriormente explicó la política de "tolerancia cero" durante una audiencia ante los miembros del subcomité de Asignaciones para la Seguridad Nacional del Senado.

“Cuando el DHS refiere un caso en contra de un padre o tutor legal para su enjuiciamiento criminal, el padre o tutor será puesto bajo la custodia del Servicio de Alguaciles de Estados Unidos”, subrayó.

Indicó además que, “al ser detenido (el padre o tutor) previo al juicio de conformidad con una orden de un juez federal, el menor es transferido al cuidado del Departamento de Salud y Recursos Humanos (HHS) como un ‘Menor Extranjero No Acompañado’ (UAC), de acuerdo con la Ley de Reautorización de Protección de Víctimas del Tráfico (PVTRA)”.

Catch and release

En una nueva crítica a leyes y acuerdos judiciales vigentes que impiden la deportación acelerada de menores que llegan a la frontera en busca de asilo, el DHS señaló que las actuales leyes de inmigración tienen “lagunas” que obligan a las autoridades a “ponerlos en libertad” tras ser detenidos.

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“Cualquier persona menor de 18 años que ingresa ilegalmente a Estados Unidos sin un padre o tutor, inicialmente será puesto bajo custodia del HHS y luego liberado en lugar de ser regresado a su país de origen”, apuntó.

La respuesta no hizo referencia a crisis humanitaria que se vive en los países del Triángulo Norte (El Salvador, Guatemala y Honduras) que desde 2013 motiva la huida de miles de personas hacia Estados Unidos en busca de asilo.

El DHS advirtió que “si una persona comete un delito, la policía lo llevará a la cárcel independientemente de si tiene familia o no”. Y recalcó que “estamos comprometidos a asegurar las fronteras de nuestra nación, así como a proteger a los niños que encontramos en el proceso”.

El blanco de Trump

La puesta en vigor de la política de ‘tolerancia cero’ fue la última parte de un plan que la Casa Blanca venía estructurando desde hace un año.

El 11 de abril de 2017, Sessions firmó un memorando interno dirigido a dos objetivos: “establecer la legalidad” del sistema migratorio y “disuadir” la llegada de indocumentados.

El blanco de la nueva política son los indocumentados que tratan de ingresar, los indocumentados que cruzan, quienes los ayudan a llegar hasta la frontera, quienes los transporten y hasta quienes les den albergue. A todos ellos, explica el documento, “se les considerará para ser enjuiciados”.

Y la prioridad la tendrán aquellos que “están transportando o albergando a tres o más personas”, categoría que bien puede ser aplicada, por ejemplo, a matrimonios con un menor de edad.

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Sessions, además, ordenó que todas las agencias del DHS ayuden al enjuiciamiento “de tales violaciones” y que estas pautas deberían tener como objetivo “disuadir” a aquellos que por primera vez tratan de llegar a la frontera.

Qué dice ICE

La Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE), por su parte, dijo este viernes a Univision Noticias que “se compromete a conectar a estos familiares lo más rápido posible después de la separación, para que los padres conozcan la ubicación de sus hijos y se comuniquen regularmente con ellos”.

La agencia señaló que este protocolo se implementa “de acuerdo con las políticas de ICE y las normas de detención vigentes, incluida la directiva Detención y Deportación de Padres Extranjeros o Guardianes Legales”, fechada el 29 de agosto de 2017.

La agencia dijo además que el compromiso incluye la publicación de “nueva información” en instalaciones (albergues y centros de detención) en un plazo de 72 horas, detallando a los padres detenidos que intentan localizar y/o comunicarse con un niño bajo la custodia de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR) de Salud y Servicios Humanos (HHS) para que llamen a la Línea de información y Denuncia de Detención (DRIL) para recibir asistencia.

“Los padres separados que aún están bajo la custodia del Servicio de Alguaciles y no han sido transferidos a ICE, también pueden llamar a la línea de información (DRIL) para que les ayuden a localizar a su hijo menor de edad”, resaltó.

ICE dijo además que la información proporcionada por estos padres a los operadores de DRIL “se enviará a la ORR para que tome medidas”. Y que ambas agencias “trabajarán juntos para ubicar a los niños separados, verificar la relación padre/hijo, y establecer una comunicación regular y coordinación de eliminación, si es necesario".

Daños irreparables

La formulación de cargos criminales y la separación de niños y familias en la frontera causa “daños irreparables” a personas que huyen de sus países en busca de asilo en Estados Unidos, dijeron abogados consultados por Univision Noticias.

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“El tener un cargo criminal y una convicción por tráfico de personas, que es el delito aplicado por el gobierno a los padres que cruzan ilegalmente al país, les va a afectar para toda la vida a la persona si en el futuro pide una visa u otro beneficio migratorio, lo descalifica”, dice Lilia Velásquez, profesora adjunta de la facultad de leyes de la Universidad de California en San Diego.

Otros señalan que la política de Trump basada en el enjuiciamiento permanente al programa de patrocinio de menores “lo hace para justificar más leyes y políticas antinmigrantes basadas en esa crítica”, dice Víctor Nieblas, expresidente de la Asociación Americana de abogados de Inmigración (AILA).

“La separación de menores es una nueva práctica del gobierno de Trump”, dice Matt Adams, director del departamento legal del Proyecto para los Derechos de los Inmigrantes del Noroeste, en Seattle, Washington. “Se trata de algo bastante distinto al proceso que llevaba a cabo el gobierno anterior, el de Obama”.

“Esto resulta en colocar cargos criminales a los padres por intentar entrar indocumentados. Y puesto que los niños no pueden estar encarcelados con los padres mientras que pasen por este proceso criminal, el gobierno los separa. Antes, no ocurría eso, no les colocaban cargos criminales si un padre o una madre venía acompañada por sus hijos”, precisó Adams.

Hasta ahora, la permanencia indocumentada constituía una falta de carácter civil no criminal. Los abogados advierten que todo apunta que Trump criminalizará la permanencia no autorizada sin el apoyo del Congreso, solo por medio de memorandos y órdenes ejecutivas.

<b>Capítulo 1. Amor y muerte en Lesbos.</b> Dejan todo para encontrar un refugio para sus hijos, desafían al Mediterráneo en frágiles balsas y llegan a Lesbos. Son sirios, iraquíes, afganos, pakistaníes, sudaneses, bangladesíes y de otros muchos países, en un viaje largo e incierto. Luego de tocar tierra y estar a salvo -muchas veces con la ayuda de voluntarios europeos- algunos viajantes quedan en la costa descifrando el horizonte, esperando al ser querido que aún no llega porque tomó otra balsa. Son minutos eternos, a la orilla de un mar cruel. Unas veces hay un encuentro feliz, otras la peor noticia. “De noche y de día, con buen o mal tiempo, las escenas se repiten. Miedo, frío, angustia, alegría, amor, solidaridad y, demasiadas veces, muerte 
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<b>Capítulo 1. Amor y muerte en Lesbos.</b> Los gritos de terror se escuchan en la noche de luna. Las olas embravecidas golpean las piedras y el bote lleno de refugiados procedente de la costa de Turquía. Nico y Fiorella se lanzan por el oscuro barranco, los gritos arrecian al compás del oleaje. Los socorristas voluntarios españoles esquivan las piedras y los árboles hasta llegar al lugar preciso de la isla griega de Lesbos donde evitar otra tragedia. Sus compañeros amarran una cuerda a los vehículos y, en medio del caos y los llantos, empiezan a sacar a los bebés y a los niños más pequeños. 
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<b>Capítulo 2. “No hay cielo ni tierra cuando te hundes en el mar”.</b> La rutina de la isla de Kos, paraíso turístico griego, da la espalda a los cientos de migrantes agradecidos por llegar a salvo. Un antiguo hotel abandonado es ahora un pequeño campo de refugiados improvisado, para dormir en el suelo, mientras gestionan un permiso para continuar el viaje. En una fila fuertemente custodiada, la angustia y el miedo está en cada uno de los hombres, mujeres y niños que esperan por muchas horas para subir al ferry. “Finalmente el barco zarpa hacia Atenas entre los vítores que, desde la cubierta superior, lanzan los refugiados”, cuenta Javier Bauluz en su crónica 
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<b>Capítulo 2. “No hay cielo ni tierra cuando te hundes en el mar”. </b>El mundo de los turistas y de los refugiados apenas coincide en el tiempo y en los lugares. La mayoría de los botes desembarcan al amanecer cuando los turistas todavía duermen en sus hoteles y los refugiados duermen en la calle, lo más cerca posible de la comisaría. Suelen coincidir en el puerto del ferry, pero los oficiales de la Autoridad Portuaria desalojan a gritos y con porra en mano a los que osan dormir en la zona o intentar fotografiar la escena 
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<b>Capítulo 3. “Somos personas, no somos animales”.</b> Los últimos kilómetros para llegar a la frontera de Grecia con Macedonia son recorridos a pie. Las vías del tren aseguran la dirección correcta. Un piquete militar los interrumpe. No hay paso. El grupo se sienta, duerme y espera junto a la basura acumulada de varios días. Los niños asustados y sedientos ven a los funcionarios implacables organizar pequeños grupos para continuar hasta la estación y tomar un tren que llegará hasta Serbia, atestado de familias que intentan no dispersarse. “Mantener junta a la familia es la prioridad absoluta, muchas veces casi misión imposible para los padres y madres. Si se pierden no saben si se podrán volver a encontrar en un camino del que no saben ni adónde va”, describe en la crónica Javier Bauluz 
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<b>Capítulo 3. “Somos personas, no somos animales”. </b>Un policía se lleva detenidos a los dos periodistas. No tienen el permiso escrito, diario, para hacer fotografías en la caótica estación. Tras casi una hora detenidos son puestos en libertad con la amenaza de peores consecuencias. Dos veces más serán detenidos en los siguientes días, afortunadamente sin graves problemas. Pasan las horas y el viejísimo tren de metal se convierte en un horno para las personas hacinadas en su interior. Las escasas botellas de agua se convierten en una necesidad absoluta para los niños, que casi no pueden ni respirar dentro de los vagones. Por las ventanillas abiertas se ven bebés asomados, sujetos por sus agobiados y sudorosos padres, cuyos ojos se iluminan cuando alguien les entrega un poco de agua desde el andén. Las escenas de la estación recuerdan a los vagones de ganado en el que los judíos eran llevados a los campos de exterminio. 
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<b>Capítulo 4. En las vías del Oriente Express.</b> Dentro del tren es casi imposible moverse. Las familias se acomodan unas sobre otras como pueden. No falta espacio para sonreír, contar historias, jugar cartas, hablar de fútbol o simplemente pensar. Finalmente, los grupos se dividen por la forma de continuar la travesía a través de Serbia. Algunos prefieren caminar a pesar de las amenazas de bandidos. Los más cautos caminan por el campo apartado hacia la frontera. En esta zona remota es ahora es la policía Serbia quien les detiene el paso. Más permisos y esperas para poder llegar a Hungría, la ansiada puerta de la Comunidad Europea. Cuenta Javier Bauluz en su crónica que “el viaje continúa entre el miedo a ser asaltados y la esperanza de cruzar la última frontera”
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<b>Capítulo 4. En las vías del Oriente Express. </b>Bajo una sombra al costado de las vías del tren varios niños juegan alrededor de una amplia familia siria. El saludo en árabe es respondido con sonrisas, fruta y la invitación de unirse al grupo. Los padres cargan a hombros los más pequeños tras abandonar el carrito del bebé para poder caminar más deprisa. El viaje continúa entre el miedo a ser asaltados y la esperanza de cruzar la última frontera 
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<b>Capítulo 5. Xenofobia y rebelión en Hungría.</b> La entrada a Hungría les dio esperanzas, pero pronto entendieron que las dificultades seguirían. Autoridades y civiles agredían sin sentido al grupo, que se preguntaba si sería lo mismo en Alemania. La llegada a Budapest convirtió la estación de tren en un campamento de refugiados, quienes al conocer que el gobierno suspendía los traslados en tren hacia Austria comenzaron una protesta sin precedentes. Un adulto sirio despertó a los que aún dormían para decirles “Así sea caminando llegaremos a Alemania”. La gran marcha se conformó con grupos de familias andando día y noche para salir de Hungría. Agotados, los migrantes aceptaron ser llevados en autobús hasta Austria. Cuenta Bauluz en su crónica que “La gran marcha ha conseguido su objetivo de cambiar la política” 
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<b>Capítulo 5. Xenofobia y rebelión en Hungría.</b> Casi todos duermen cuando llegan varios autobuses. Lo que antes de la rebelión y la marcha era imposible ahora es casi una súplica. Quieren llevarlos a la frontera con Austria. Varias personas se suben, pero pronto se decide que no se fían del gobierno y que nadie les garantiza que no los llevarán a los campos cercados con alambre de espino donde pretendían encerrarlos, como hicieron pocos días antes, con engaños para subirlos a un tren con supuesto destino a Alemania, pero que los llevó a un campo de internamiento. “O todos o ninguno” es la consigna. Todos se bajan. Tras una ardua negociación con la organización caritativa húngara que coordinaba los autobuses enviados por el gobierno se opta por enviar un solo autobús a la frontera y que no salgan los demás hasta que se tenga información directa de su llegada 
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<b>Capítulo 6. Bienvenidos a Europa.</b> Al fin un oficial sonriente da un cortés “Bienvenido a Austria”. Una fila de autobuses nuevos espera la entrada de los refugiados camino a Alemania. Sin gritos, sin tensión. Voluntarios austríacos reciben a los migrantes con frutas, pasteles, té. Los viajeros no saben cómo agradecer tanto. Médicos, la Cruz Roja, caras alegres, comida caliente, todo lo que no habían visto en meses. La xenofobia se esfumó. Salen en tren a Alemania con ropa limpia, pasan por Munich casi dormidos hasta llegar a Frankfurt, donde nadie los espera. Salen de la estación y se confunden entre la gente. “Parece que por fin hemos llegado a Europa”, cita a un joven iraquí Javier Bauluz 
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<b>Capítulo 6. Bienvenidos a Europa.</b> Un nuevo tren llega. Va decorado con unos grandes rótulos de publicidad que ocupan todo el exterior del vagón. “Willkomen”, dice parte del texto rodeado por grandes caras impresas de jóvenes rubios sonrientes sentados a una mesa. El fotoperiodista se desespera cada vez que se abre y cierra la puerta corredera automática, que tapa el cartel publicitario, con la entrada y salida de voluntarios repartiendo botellas de agua y algo de comida a los felices y cansados pasajeros. Enmarcada por el colorido anuncio, una madre se instala en su asiento con dos niños y un bebé. Finalmente se sienta y abraza con ternura al bebé. La cámara registra el instante preciso que el periodista esperaba con ansiedad. 
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<b>El camino hacia la libertad.</b> La Historia está dividida en 6 capítulos. Cada uno de ellos es un punto clave de la travesía del fotógrafo junto a los refugiados, completada por cualquier medio posible: balsa, ferry, autobús, tren y largas caminatas a través de Macedonia, Serbia, Hungría, Austria y Alemania. A través del mapa seguimos la ruta de un viaje protagonizado por la mirada de los niños. Imágenes conmovedoras y necesarias 
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Capítulo 1. Amor y muerte en Lesbos. Dejan todo para encontrar un refugio para sus hijos, desafían al Mediterráneo en frágiles balsas y llegan a Lesbos. Son sirios, iraquíes, afganos, pakistaníes, sudaneses, bangladesíes y de otros muchos países, en un viaje largo e incierto. Luego de tocar tierra y estar a salvo -muchas veces con la ayuda de voluntarios europeos- algunos viajantes quedan en la costa descifrando el horizonte, esperando al ser querido que aún no llega porque tomó otra balsa. Son minutos eternos, a la orilla de un mar cruel. Unas veces hay un encuentro feliz, otras la peor noticia. “De noche y de día, con buen o mal tiempo, las escenas se repiten. Miedo, frío, angustia, alegría, amor, solidaridad y, demasiadas veces, muerte (VER ESPECIAL COMPLETO).
Imagen Javier Bauluz
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