El 8 de marzo, 40 niñas murieron en un incendio en un hogar para jóvenes victimas de abuso en Guatemala. Más de 800 niños y adolescentes vivían allí.
Cómo mejorando la educación en Centroamérica se puede aliviar la crisis migratoria en EEUU
Tras implementar talleres técnicos en un pueblo en Guatemala, bajó el narcotráfico, la corrupción y los homicidios, los factores que llevan a los jóvenes a emigrar al norte. ¿Podría expandir esto a la región atacar la crisis migratoria de raíz? Una profesora investiga este esperanzador caso.

En Guatemala, los jóvenes corren un riesgo muy alto de convertirse en víctimas y perpetradores de crimen y violencia. Esta inseguridad es el principal factor que empuja a miles de jóvenes centroamericanos a abandonar sus hogares y emigrar al norte. La educación puede ayudar a mitigar esa inseguridad, y así aliviar la crisis migratoria entre Centroamérica, México y Estados Unidos.
En el año fiscal 2016, casi 60,000 jóvenes de Centroamérica y México cruzaron la frontera a Estados Unidos sin un padre o guardian. Durante el pico de la crisis en 2014, más de 68,000 realizaron el peligroso viaje.
La gran mayoría de estos menores llegan de lo que se conoce como el 'Triángulo Norte' de Centroamérica: Guatemala, Honduras y El Salvador. Últimamente, cada vez más vienen de Guatemala.

Desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, la política estadounidense se ha centrado principalmente en asegurar la frontera sur. Pero desde mucho antes de eso , la política exterior de EEUU en Centroamérica se ha centrado en la financiación de una guerra militarizada contra las drogas, que a su vez ha alimentado las causas que empujan a las personas a emigrar.
Sin embargo, se han hecho algunos esfuerzos para identificar y abordar estas causas de raíz.
Desde el verano de 2015, he estado evaluando un pequeño programa educativo piloto que se enfoca en algunos de los problemas que pueden llevar a los jóvenes a emigrar. ¿Quiénes se beneficiaron con el programa piloto y cómo? ¿Qué podría enseñarnos este caso sobre cómo dirigir la futura ayuda humanitaria a Centroamérica? Éstas fueron algunas de las preguntas que me propuse responder.
Infancias desarraigadas
Las guerras civiles en El Salvador, Nicaragua y Guatemala podrán haber terminado en la década de los noventa, pero desde eso la violencia ha tomado nuevas formas. Las guerras, el crimen organizado y la corrupción en los países del Triángulo Norte se han expandido, todos factores clave que empujan a los migrantes a trasladarse.

Entretanto, ha habido poco desarrollo económico en la región y hay un número limitado de oportunidades educativas para la juventud. Estos factores crean el encanto de la oportunidad en el norte que jala a a los jóvenes a emigrar lejos de su hogar.
Varias investigaciones han confirmado el impacto de estos factores que empujan y jalan. En entrevistas a 404 niños menores no acompañados o separados de sus familias, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados identificó varios patrones de violencia en sus países de origen.
Éstos incluían la violencia organizada por parte de actores armados criminales, como los carteles de la droga, las pandillas y el estado, y la violencia y el maltrato en sus hogares por parte de quien los cuida. Muchos de ellos dijeron que habían sido violados por traficantes de personas en el camino a EEUU.
Otro estudio realizado por el Banco Mundial descubrió que alrededor de la mitad de los jóvenes de la región, especialmente aquellos de origen indígena, son más propensos a la migración. La pobreza, la violencia interpersonal y la violación de los derechos humanos –como la falta de acceso a la educación– contribuyen a este riesgo.
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Las voces de la juventud
Desde el año 2010, USAID ha financiado el Programa de Prevención de Violencia, que desarrolla actividades de prevención de delincuencia en Centroamérica. En Guatemala, atendió a 50,000 familias en 21 municipios entre 2010 y 2014. Financió 26,761 cursos de formación profesional e involucró a 37,040 niños y adultos jóvenes en actividades educativas, culturales y recreativas.
Una evaluación del año 2014 del programa reveló que generalmente tuvo éxito. Los residentes de las ciudades y pueblos atendidos reportaron reducciones en la extorsión, el chantaje, la venta de drogas, los homicidios, los robos y los problemas de pandillas. Los entrevistados mostraron una mayor confianza en la policía y apoyaron los esfuerzos locales para prevenir el delito.
Sin embargo, otro estudio sobre actividades en Guatemala reveló que las comunidades todavía percibían problemas como la falta de formación profesional y las limitadas oportunidades de empleo para los jóvenes. En respuesta a esto, se ensayó un programa educativo como parte del Programa de Prevención de la Violencia, en colaboración con la Universidad del Valle de Guatemala.

Desde mayo de 2012 hasta julio de 2014, se desarrolló el programa piloto educativo. El programa les proporcionó a 159 adultos jóvenes de 16 a 24 años de edad becas para la educación técnica. Entrevisté a estos jóvenes, así como a los administradores y al personal de las organizaciones que estaban involucradas.
En total, 10 jóvenes aceptaron el programa de becas en el Highland Campus. Todos ellos eran de Cobán, una ciudad de unos 80,000 habitantes, y una de las regiones más violentas de Guatemala durante la guerra civil. La ciudad todavía padece las continuas guerras relacionadas con las drogas.
Los beneficiarios de las becas fueron tanto chicas como chicos, en su mayoría de origen indígena Pocomchí y Q'eqchi'. Los grupos étnicos mayas son a menudo marginados social y económicamente y tienen un acceso limitado a la educación.
Los estudiantes optan por estudiar mecánica, informática y programas de turismo. A través de los departamentos de Psicología y Trabajo Social de la universidad, se les proporcionaron servicios psicológicos y sociales, vivienda, alimentos y otras prestaciones.
Los jóvenes que entrevisté informaron que el programa piloto les permitió acceder a oportunidades económicas y sociales a las que de otra manera no habrían podido acceder, como conseguir trabajo o crear sus propias empresas. Una participante me dijo:
"En Santa Rosa, [las niñas] tienen que quedarse en casa, esperando a convertirse en adultas para que venga un novio y puedan casarse. Siempre tuve una idea diferente. Eso probablemente me motivó [a aplicar al programa]. Le pregunté a mi mamá por qué ella no me dio una educación… Ahora que ya he podido lograr todas mis metas, he visto que muchas de mis compañeras no tienen seguridad laboral".

Los jóvenes que entrevisté no expresaron ningún deseo de emigrar a Estados Unidos dados los riesgos que supone el viaje. Por el contrario, algunos estaban ayudando en la planificación comunitaria para obtener subvenciones para mejoras por parte de las municipalidades y las organizaciones de apoyo. Un participante dijo:
"Acepté [la beca] porque era una oportunidad que no se me dio [antes; coincidía con mi deseo de] avanzar, estudiar… si tengo más educación, puedo ser una mejor persona y regresar como ciudadano a mi comunidad, como estoy haciendo ahora, para devolver algo de lo que estoy recibiendo".
El programa piloto incluyó talleres psicológicos y emocionales que, según se demostró, aumentan la autoeficacia, la satisfacción, la felicidad y la persistencia de los participantes. Se realizó una serie de seminarios como parte de esto para aprender de las lecciones aprendidas de otros programas educativos.
La financiación de la prevención de la violencia
Actualmente, la financiación de este tipo de programas no es suficiente para generar un impacto a gran escala y estabilidad a largo plazo en la región. La financiación de la guerra contra las drogas y la aplicación de las leyes de inmigración en la frontera sur siguen siendo prioridad para Estados Unidos.
Durante la década de 1980, la ayuda exterior estadounidense a Centroamérica se destinaba a luchar contra el gobierno izquierdista en Nicaragua y a contener las fuerzas guerrilleras en El Salvador y Guatemala.
Luego, durante la segunda administración Bush, EEUU estableció la Iniciativa Regional de Seguridad para América Central para contener la delincuencia y la violencia y frenar la creciente migración. Sin embargo, una revisión de esta iniciativa llegó a la conclusión de que su énfasis en abordar las amenazas de seguridad posterior al 11 de septiembre agravó de hecho las causas originarias de la migración.
En 2014, el gobierno de EEUU destinó $9.6 millones de dólares en fondos de emergencia a El Salvador, Guatemala y Honduras para ayudar a los migrantes deportados de Estados Unidos. La USAID lanzó un programa de cinco años y $40 millones de dólares para mejorar la seguridad en Guatemala.
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A pesar de estos esfuerzos, los jóvenes siguen teniendo un acceso limitado a la educación. El programa piloto que estudié respondió a las nuevas necesidades de los jóvenes en situaciones de riesgo.
Los programas que fortalecen el tejido socioeconómico regional de las comunidades afectadas se presentan como alternativas a las operaciones de lucha contra las drogas. Estos programas podrían establecer condiciones para que niños y jóvenes puedan permanecer en sus países de origen y vivir vidas más productivas y saludables.
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