Donald Trump ha intensificado el mensaje: “Si Hillary Clinton gana, será porque cometió fraude y nos robaron la elección”. Pero la mayoría de lo estados donde se definen los comicios están controlados por republicanos y en un escenario cabeza a cabeza, lo más probable es que los conservadores sean quienes decidan.
Por qué es prácticamente imposible un "fraude electoral generalizado" como el que señala Donald Trump
En Estados Unidos el sistema electoral está descentralizado. Los estados administran el proceso, por lo que se hace muy difícil que se produzca una confabulación que le quite la victoria el 8 de noviembre al candidato republicano, quien sin embargo insiste en una acusación sin pruebas.

Trump ha fortalecido todo un engranaje de publicidad y mediático, donde tanto él como sus representantes insisten en la posibilidad de una elección fraudulenta.
El argumento tiene especial relevancia en los estados péndulo que definirán esta elección, como Carolina del Norte, Pennsylvania, Florida, Virginia, Ohio, New Hampshire, Arizona, Colorado, Iowa y Nevada.
En el país hay 31 estados controlados por gobernadores republicanos, 18 bajo el mando demócrata y uno independiente.
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La campaña está clamando por observadores electorales, pero lo cierto es que entre los estados competitivos, solo cuatro son controlados por demócratas: Colorado, New Hampshire, Pennsylvania y Virginia.
Florida, por ejemplo, uno de los epicentros claves en la elección, está en manos del republicano Rick Scott.
Eso en términos prácticos tiene un significado que va mucho más allá del título. En una elección disputada en un estado específico, el gobernador no tiene la atribución de elegir al ganador, pero sí es la persona que selecciona a los encargados del conteo de votos y de la supervisión general del proceso.
Crédulos seguidores
Pero si Donald Trump lo dice, sus seguidores le creen. Un reporte de Pew Research Center publicado en agosto mostró que un 51% de los votantes que siguen al candidato republicano tienen poca a ninguna confianza en la veracidad del conteo de votos a nivel nacional.
Expertos aseguran que el miedo es infundado. “Es imposible tener una elección presidencial fraudulenta en Estados Unidos. Eso requeriría un esfuerzo monumental y corromper diferentes capas de gobierno e individuos a nivel local”, comentó Brandon Rottinghaus, profesor del departamento de ciencia política en la Universidad de Houston.
“Necesitarías tener la complacencia de jueces locales, observadores de partido haciéndose de la vista gorda, incluso ahí todavía tendrías que engañar a los abogados y administradores gubernamentales que vigilan el proceso”, agregó.
Las leyes que restringen el voto
Otro factor que juega en contra de los alegatos de Trump es que en la mayoría de los estados bajo el control republicano se han impulsado diferentes leyes para prevenir el fraude electoral.
Estas iniciativas en general limitan el voto de minorías como la afroamericana e hispana y han sido interpretadas por los demócratas y grupos de derechos civiles como un intento de limitar el voto en estos grupos.
Es el caso, por ejemplo, de Carolina del Norte, donde la ley de votantes exigía, entre otros puntos, que los electores presentaran una entre ocho formas de identificación, reducía el periodo de voto temprano de 17 a 10 días y eliminaba la práctica de preregistro, que permite que los jóvenes de 16 años se inscriban, aunque no puedan votar en la elección siguiente.
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Los detractores de la ley llevaron las quejas a las cortes y en agosto pasado la Corte Suprema denegó la petición del estado para poner en práctica la legislación.
“Los republicanos controlan las oficinas encargadas del proceso de votación en la mayoría de los estados en este país. Las acusaciones de Trump son completamente falsas”, explicó Geoffrey Skelley, editor asociado de Sabato Crystal Ball en el Centro de Política de la Universidad de Virginia.
Según datos de la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales, un total de 34 estados tienen leyes que exigen a los votantes mostrar alguna forma de identificación en las urnas. 32 de ellas están siendo aplicadas en esta elección.
Fraude en el sistema
News 21, un proyecto afiliado a la Universidad de Arizona, identificó 2,068 casos de fraude electoral entre 2000 y 2012. Entre ellos sólo 10 involucraron suplantación de identidad.
Según un estudio del Centro Brennan realizado en 2007, el fraude electoral es “extremadamente raro”.
“El fraude electoral no es un problema grave en Estados Unidos. La simulación de identidad es un factor mínimo cuando hablamos de este tema y en la mayoría de los casos tiene que ver con errores en el envío de votos por correo”, aseguró Rottinghaus.
Hackeo de elecciones
Otra de las teorías que circulan en esta elección es la posibilidad de que piratas electrónicos intervengan los resultados de ciertos estados o las máquinas de votación.
Roger J. Stone Jr, uno de los asesores de Trump, aseguró en una columna de opinión que las “máquinas pueden ser manipuladas”.
Ni hablar del fantasma de piratas rusos interviniendo los resultados, otra de las teorías en contra del sistema electoral.
De acuerdo a un reporte difundido por la empresa de ciberseguridad Carbon Black, Pennsylvania es uno los estados más vulnerables para una intervención electrónica.
La mayoría de los condados utiliza máquinas para votar que no tienen ningún respaldo en papel y la firma destacó que la mayoría de ellas “funciona con sistemas operativos desactualizados”.
Carbon Black insistió en que en comparación con estados competitivos que también utilizan máquinas como Ohio o Florida, Pennsylvania sigue siendo el más vulnerable, ya que en ambos hay auditorías posteriores a la elección.
“De todas las posibilidades de fraude, esta es la más real, considerando su improbabilidad”, concluyó Skelley