Aborto legal o aborto clandestino: llegó la hora de una discusión decisiva en Argentina

Este miércoles comienza la discusión en el Senado sobre la ley de suspensión voluntaria del embarazo. Se trata de un momento histórico que podría acabar con las muertes por prácticas clandestinas que ya hace 20 años denunciaba el respetado doctor argentino René Favaloro: "Estoy harto de que se nos mueran chicas pobres para que las ricas aborten en secreto".

Por:
Univision
Activistas a favor de la legalización del aborto en Argentina caracterizadas como personajes de "El cuento de la criada" en el Parque de la Memoria de Buenos Aires este fin de semana.
Activistas a favor de la legalización del aborto en Argentina caracterizadas como personajes de "El cuento de la criada" en el Parque de la Memoria de Buenos Aires este fin de semana.
Imagen Alejandro Pagni / AFP / Getty Images

Estuvimos mudas durante muchísimos años pero llegó la hora de hablarlo, de contar nuestro pavor, las dudas, nuestros derechos, también los remordimientos, y debatir si la interrupción voluntaria del embarazo debe ser legal y por qué, en Argentina.

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Más allá de las íntimas convicciones espirituales y de nuestros propósitos individuales, las mujeres argentinas veníamos diciendo en voz baja que poner nuestro propio cuerpo en juego ya era suficiente penalización, que no necesitamos el castigo de unas leyes para las que parece que somos apenas un envase por el que otros deciden. Criminalizar ese momento tan doloroso es duplicar la condena. El martes las más jóvenes salieron a gritarlo a la calle, con un pañuelo verde al cuello. La ley de interrupción del embarazo que se vota en el Senado –y que cuenta con media sanción de la Cámara de Diputados– permitiría ni más ni menos que tomar una decisión personal con garantías sanitarias.

Con 129 votos a favor, 125 en contra y una abstención, los legisladores avalaron el proyecto de ley para la interrupción voluntaria del embarazo. La decisión fue celebrada por miles de mujeres y movimientos a las afueras del Congreso.
Video Proyecto de legalización del aborto en Argentina pasa al Senado tras aprobación en la Cámara de Diputados

Hace apenas unos días, una mujer de 22 años llamada Liliana (y madre de dos niños) murió en un hospital de Santiago del Estero por la grave infección que le ocasionó un intento de legrado doméstico mal hecho. En ese hospital ya han muerto tres chicas en lo que va del año por la misma causa. Las que alguna vez debimos pedir turno a un ginecólogo que ‘operaba’ en una clínica clandestina y también las que nos salvamos de que el test de embarazo diera positivo después de un accidente, o de un preservativo roto, sabíamos que tanto la cárcel o la muerte (por abortar) les tocaban casi siempre a las chicas más pobres.

Todas padecíamos el estigma y la desolación, pero las chicas de clase media no solíamos morir, porque pagábamos, cash, a un médico o a una partera en un hotel destartalado convertido en clínica pirata, o en un garaje reciclado en quirófano. En eso éramos ‘afortunadas’: las miles de niñas violadas por su tío o su padrastro en las villas miseria podían correr peor suerte después de intentarlo con una aguja de tejer o un manojo de perejil, asesoradas por una prima o la vecina. Si algo se torcía, les tocaría ir al dispensario o a las urgencias del hospital y rezar para no ser denunciadas.

Mil abortos por día

Las organizaciones que desde hace una década vienen estudiando el tema para que la anticoncepción se trate como un asunto laico y de salud pública hablan de más de 350,000 abortos al año, lo que significa casi 1,000 por día, en la Argentina de 2018. Las cifras del negocio y el riesgo son tan elocuentes que, hace ya 20 años, un médico de referencia como René Favaloro lo expresaba así: “Los ricos defienden el aborto ilegal para mantener el secreto. Estoy harto de que se nos mueran chicas pobres para que las ricas aborten en secreto (…) Con el aborto legal no habrá más ni menos abortos, habrá menos madres muertas. El resto es educar, no legislar”.

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Vea aquí el especial de Univision Noticias: Cuando la única salvación es el aborto

Favaloro se fue de este mundo en el año 2000. En Argentina, pasan las décadas y las prácticas continúan siendo absolutamente clandestinas, aunque las técnicas son otras. Si hoy una chica no puede llevar el embarazo a término tiene que conseguir el teléfono de alguien de quien nunca sabrá el nombre y que luego la llamará desde un número sin registrar.

Abortar sigue estando penado con cárcel y el proceso judicial puede alcanzar también a quien ayuda brindando información. Hay asociaciones solidarias de chicas valientes que, sin embargo, se dedican a devolver la llamada a las otras chicas desesperadas: desde un número anónimo les dan las indicaciones sobre la píldora a comprar, sus efectos y cómo aligerar los síntomas de un aborto químico. No se dejan ver, ni pueden estar presentes. Ellas, unas y otras, incurren en el ‘crimen’ y padecen en soledad todo el peso del estrés físico y la culpa.

Los grandes protagonistas de la campaña por la legalización del aborto fueron los jóvenes que tomaron como propio el reclamo por la despenalización del aborto que el movimiento de mujeres hace décadas lleva adelante en Argentina. "Es un momento muy histórico y muy grande para nuestro país porque hace muchas décadas se viene pidiendo que se despenalice el aborto. Y entendemos que muchos de los avances son gracias a las pibas y los pibes que estamos saliendo a la calle. Mucha juventud, que entienden muchas cosas, que pueden destruir paradigmas mucho más rápido", dice orgullosa Lucila, de 19 años.
"Siento un gran orgullo por toda esta cantidad de mujeres jóvenes, por la fuerza y la posición que tienen", dice Eva de 60 años, una sindicalista con perspectiva de género. "Llevo cuatro décadas y media esperando ver este día. Soy de una generación que creció creyendo en la cigüeña, 
<b>no se nos hablaba de sexo ni de la anticoncepción pero si quedabas embarazada y eras soltera, te echaban de tu casa, te cuestionaban, te maltrataban socialmente"</b>.
Pero no todas las jóvenes piensan igual. Yo escuché el corazón de mi bebé a las siete semanas de gestación y ellos proponen que hasta las 14 semanas se pueda abortar", dice Malena (20) con lágrimas en los ojos. "Cuando escuché a mi bebé, supe que era otro corazón aparte que latía adentro mío. Por eso no tiene derecho a destruir otra vida. ¡Qué se hagan cargo de sus responsabilidades, porque el bebé no tienen la culpa!".
La Plaza del Congreso estuvo dividida entre la convocatoria "de los pañuelos verdes" por el despenalización del aborto y las asociaciones antiaborto que invocan el derecho del niño por nacer porque consideran que la vida empieza desde la concepción. Entre sus argumentos, quienes defienden el derecho de la mujer a decidir han tomado el discurso a favor de la educación sexual integral y la distribución gratuita de métodos anticonceptivos para la planificación familiar y evitar los abortos.
"¿Entonces por qué dentro de las instituciones religiosas no permiten que se hable de sexualidad ni distribuyen métodos anticonceptivos gratuitos, que son una ley nacional? En las escuelas públicas queda a criterio de los profesores si dar educación sexual o no y se aplica poco. Pero en las escuelas privadas si hablas del tema te echan", dice este grupo de mujeres que trabaja con jóvenes en situación de derechos vulnerados.
Entre los detractores por la legalización del aborto, estuvo el diputado Gioja que tiene un hijo con Síndrome de Down. "No quiero pensar qué hubiese pasado por mi cabeza si hace 41 años alguien me hubiese venido a decir 'mirá la ley te autoriza, si querés ese chico no nace'.” José Ignacio, de 19 años, está de acuerdo. "Legalizar el aborto no haría que las cifras disminuyan. En países como Islandia, el síndrome de Down desapareció desde la ley de aborto, porque las mujeres deciden terminar sus embarazos. Si consideramos la terminología legal y que una persona es desde el momento de la concepción, esto es un asesinato".
"A la gente que se hace llamar pro-vida les pido empatía con las mujeres y las madres, además hay que dejar que las mujeres elijan sobre su cuerpos. Y sobre todo, no todas las mujeres están en la misma igualdad de recursos para acceder a abortos seguros o poder criar a alguien como les gustaría", dice Nicolás de 17 años.
Laly dirige un centro para víctimas sobrevivientes de abuso sexual y está en contra de la legalización del aborto. "Es muy difícil para una nena abusada llevar adelante un embarazo, sin duda. Pero conozco casos muy especiales. A una nena de 10 años violada el estado le hizo un aborto, ella llegó al hogar ya con el aborto realizado. Es muy fuerte porque la nena aún tienen pesadillas y se siente mal. Y no puede estar en lugares donde hay bebes, tuvo tres intentos de suicidio. ¿Por qué? Porque ella piensa en su bebé, porque no eligió sacárselo de su vientre". Le preocupa lo que sucederá a partir de la ley de legalización del aborto.
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Los grandes protagonistas de la campaña por la legalización del aborto fueron los jóvenes que tomaron como propio el reclamo por la despenalización del aborto que el movimiento de mujeres hace décadas lleva adelante en Argentina. "Es un momento muy histórico y muy grande para nuestro país porque hace muchas décadas se viene pidiendo que se despenalice el aborto. Y entendemos que muchos de los avances son gracias a las pibas y los pibes que estamos saliendo a la calle. Mucha juventud, que entienden muchas cosas, que pueden destruir paradigmas mucho más rápido", dice orgullosa Lucila, de 19 años.
Imagen Macarena Gagliani

Sobre ellas planean, por si fuera poco, las historias amenazantes de septicemias y esterilidad.

Luego están las otras mujeres que se arrepintieron tras haber abortado e integran activos grupos llamados ‘provida’ (hoy con pañuelos azules). O las que consideran que defender la vida como un absoluto las obliga a oponerse a cualquier debate sobre la mujer como persona antes que como vientre-vasija para la gestación humana.

De seguro, todas nos pondríamos de acuerdo en que no existe una solución general al tema del embarazo no deseado y que no es posible llevarlo a término en el 100% de los casos. También acordaríamos en que, como mujeres, se nos inculca ser máquinas morales al servicio de la reproducción. El estrés postraumático ya parece una condición femenina: confrontaremos siempre en nuestro interior con las opciones tomadas y por tomar, aunque nos manifestemos a viva voz contra la criminalización de todo acto de autonomía sobre nuestra vida, que es lo mismo que decir ‘nuestro cuerpo’.

Un aborto terapéutico le hubiese salvado la vida a Rosaura Almonte, también conocida como Esperancita, quien murió en agosto de 2012. Padecía de leucemia linfoblástica aguda y se le retrasó el tratamiento que necesitaba. Cuando lo recibió, una hemorragia la mató. Las leyes y el Estado le negaron la salud a la hija y ahora le niegan la justicia a la madre.
Video “Mi hija tenía derecho a vivir”: madre dominicana exige justicia por la muerte de su hija

La realidad social del aborto y su actual ilegalidad no allanan la respuesta sobre las vidas en gestación pero sí “condena a las mujeres sin recursos que en muchos casos, son niñas abusadas”, explicaba la reputada jurista Aída Kemelmajer semanas atrás ante el Senado. En pocas horas, la Cámara de Senadores tiene que votar si rechaza o aprueba la ley la interrupción voluntaria del embarazo y, en este último caso, si será legal hacerlo hasta la semana 14, o si la reforma para dejarla en 12 semanas.

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“La lucha por la secularización es la lucha por el derecho”, explicaba la jurista. “Se trata de una ley fundamental para salvar vidas y que garantizará el acceso igualitario a la salud”, dicen las mujeres del pañuelo verde, que convocan a la vigilia frente al Congreso argentino y a manifestarse frente a cada embajada. La campaña por el aborto legal, seguro y gratuito invita a que se compartan en la calle los pecados susurrados por décadas.

*Analía Iglesias es una periodista argentina residente en España.

Miles de mujeres se concentraron frente al Congreso argentino el lunes por la noche para conmemorar el tercer aniversario de la marcha #NiUnaMenos. El pedido central esta vez: que tomen en cuenta sus voces cuando se debata en la Cámara de Diputados el proyecto de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. "Así lo demanda una sociedad que ya lleva el verde como bandera", se lee en 
<a href="http://www.abortolegal.com.ar/defendemos-nuestro-proyecto-y-exigimos-un-dictamen-sin-retrocesos/">la página web</a> que promueve la iniciativa.
Muchas causas que son la misma. Las mujeres caminaron entonando cánticos que claman por sus vidas. 
<b>No quieren morir a manos de la violencia machista, ni tampoco por abortos clandestinos</b>. Las leyes restrictivas no impiden los abortos sino que promueven que las mujeres se practiquen procedimientos ellas mismas, poniendo así sus vidas en peligro.
<b>"No queremos a las iglesias metidas en nuestro cuerpo</b>. Decimos no a la objeción de conciencia como excusa para obstaculizar nuestros derechos", dijo Laura Omegas, de la organización Matamba Afrodescendientes.
El lema: "Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir. Aborto legal, una deuda de la democracia".
La movilización alzó sus voces contra los feminicidios. "Vinimos a esta plaza a declarar que nos queremos vivas, que tenemos derecho al placer, a vivir la noche con libertad y sin miedo, a gozar de nuestras sexualidades sin represiones, sin mandatos, sin acosos, sin jerarquías", se pronunciaron.
Llegaron usando todos los medios posibles: subte, tren y autobuses para acompañar la movilización. Algunos hombres también se hicieron presentes para mostrarse a favor de la igualdad.
"Nos reconocemos en los pañuelos verdes que desde hace 13 años son el signo de la lucha por el derecho al aborto legal que, ahora mismo, por presión de la calle, por la capacidad del feminismo de darle cuerpo y sentido a esta demanda, está muy cerca de ser debatido y esperamos que sea aprobado en el Congreso de la Nación, mientras la discusión no para de profundizarse en los barrios, las casas y las escuelas", dice el comunicado oficial del colectivo feminista.
La primera marcha que se realizó con la consigna "Ni una menos" se llevó a cabo hace tres años exactamente, en reclamo al creciente número de víctimas de violencia de género.
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Miles de mujeres se concentraron frente al Congreso argentino el lunes por la noche para conmemorar el tercer aniversario de la marcha #NiUnaMenos. El pedido central esta vez: que tomen en cuenta sus voces cuando se debata en la Cámara de Diputados el proyecto de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. "Así lo demanda una sociedad que ya lleva el verde como bandera", se lee en la página web que promueve la iniciativa.
Imagen Marcos Brindicci/Reuters
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