"Las mujeres argentinas aprobaron en las calles lo que los senadores rechazaron. Será ley tarde o temprano"

Giselle Carino, directora regional de la Federación Internacional de Planificación Familiar, cuenta en primera persona por qué cree que, pese a la derrota de la ley del aborto en el Senado la semana pasada, Argentina ha dado un gran paso adelante.

Por:
Univision
Giselle Carino (primera por la izquierda) junto con otras activistas en un acto reciente en Argentina.
Giselle Carino (primera por la izquierda) junto con otras activistas en un acto reciente en Argentina.
Imagen Paola Luisi

A pesar del frío y la lluvia, las chicas se quedaron en la marcha. Pintadas de verde y con los pañuelos en mano, millones marcharon, cantaron y demandaron que el proyecto de ley que legalizaría el aborto en Argentina se convirtiera en ley. Después de una sesión maratónica de 16 horas, el Senado argentino frenó la legalización del aborto por 38 votos a 31.

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No sentí desesperanza, más bien me sentí inspirada y conmovida con la certeza de una derrota circunstancial. Las mujeres aprobaron en las calles la ley que los senadores rechazaron en el Senado. Siento indignación, sí, pero por esa brecha en la representación. Los senadores no expresaron la voluntad popular, y duele ver cómo no votaron a favor de la vida, votaron para no hacer nada que efectivamente acabe con el aborto clandestino e inseguro que mata mujeres no solamente en Argentina, sino en toda Latinoamérica y el mundo.

La ley vigente data de 1921 y solo permite el aborto en caso de violación o riesgo de vida para la mujer, pero en la práctica, como en muchos países de la región, pocas mujeres –y mucho menos aquellas con pocos recursos sociales y económicos– pueden acceder a ello. El estigma, el tabú, la carencia de equipos de salud comprometidos, y hasta la fiscalía local suelen ser obstáculos.

Sabemos que leyes que restringen el aborto no conducen a su disminución, solo los hacen inseguros. Sabemos que alrededor de medio millón de mujeres abortan en Argentina cada año y que mayormente aquellas con recursos económicos y sociales suelen acceder a interrupciones seguras. Las que más sufren son las más pobres, que muchas veces pagan con sus propias vidas. Solo este mes vimos con tristeza en los diarios varios casos en provincias cuyos Senadores votaron en contra de una ley que les podría haber evitado la muerte.


La maternidad forzada es una tragedia siempre, y el Estado, no puede imponerla a ninguna mujer, o niña. Conocemos casos muy extremos, como el reciente de una niña de 11 años en Paraguay que fue violada y forzada a llevar el embarazo a cabo. Murió durante el parto. También en Argentina, un país con tasas de embarazo adolescente particularmente altas.

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Es medieval y cruel que el Estado fuerce a una mujer a tener un embarazo que no desea y particularmente en una región como la nuestra donde la tasa de violencia contra la mujer es altísima. Es una violación de los derechos humanos. Es inaceptable y cualquiera que diga lo contrario está cayendo en una enorme hipocresía, porque nadie desearía que semejante crueldad sea impuesta sobre sus hijas ni sus hermanas.

Un aborto terapéutico le hubiese salvado la vida a Rosaura Almonte, también conocida como Esperancita, quien murió en agosto de 2012. Padecía de leucemia linfoblástica aguda y se le retrasó el tratamiento que necesitaba. Cuando lo recibió, una hemorragia la mató. Las leyes y el Estado le negaron la salud a la hija y ahora le niegan la justicia a la madre.
Video “Mi hija tenía derecho a vivir”: madre dominicana exige justicia por la muerte de su hija

Aunque el resultado en el Senado haya sido negativo ayer, la movilización es enorme. Las mujeres jóvenes tomaron las calles y esto no desaparece hasta que el aborto sea ley. Lo que sentí con fuerza el miércoles es que los derechos humanos no tienen fronteras y que para mejorar la salud hay que ampliar derechos. Y que las mujeres no vamos a dar un paso atrás. Mujeres en Perú, México y Chile se manifestaron para demostrar su solidaridad.

Fue conmovedor también ver a tantas chicas jóvenes de secundaria, que votarán al año que viene por primera vez. No me cabe duda de que el tema del aborto tendrá una centralidad en el proceso electoral, el año que viene y cada vez de ahí en adelante. Este año ha consolidado una lucha que va a marcar sus vidas y sus trayectorias individuales y colectivas. Las pibas fueron las últimas en irse el miércoles, al final de la sesión de 16 horas, a las 3 de la mañana. Aun cuando sabíamos que el voto para la aprobación era improbable, ellas nos han enseñado que hay que seguir hasta el final. Que la única batalla que se pierde es la que se abandona y esta no será una de ellas.


No tengo dudas de que el movimiento encontrará o creará oportunidades pronto para volver a proponer el cambio. El tema del aborto viene ocupando desde hace meses todas las conversaciones políticas, los programas en la televisión, las mesas familiares, las calles, en suma, la agenda pública. Esto demuestra que l a sociedad argentina está perfectamente preparada para afrontar este cambio. Con su voto, los Senadores negaron las terribles experiencias que viven muchas mujeres en sus provincias, la evidencia científica, las políticas de salud pública más efectivas para la reducción de la muerte materna y los acuerdos internacionales. A pesar de que el Senado demostró ser completamente negligente ante esta realidad, no retrocederemos.

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Lo que ha ocurrido en Argentina en los pasados meses es una ganancia neta para este país y trascendental para las mujeres de otros países: el tema del aborto salió de la clandestinidad. Pero esta movilización no es solo acerca del aborto; es fundamentalmente sobre el reconocimiento de la igualdad de derechos.

Siento un gran orgullo por ser Argentina y quiero poder contarles pronto a mis dos hijos que este país reconoce el derecho de las mujeres a ser iguales ante la ley. Que en Argentina la maternidad será deseada o no será y que podemos terminar un embarazo de manera segura, legal y gratuita.

El miércoles por la noche, al final del debate, alguien dijo que el futuro nos pertenece. A mí no me cabe ninguna duda. El futuro pertenece a las pibas y será verde.

Los grandes protagonistas de la campaña por la legalización del aborto fueron los jóvenes que tomaron como propio el reclamo por la despenalización del aborto que el movimiento de mujeres hace décadas lleva adelante en Argentina. "Es un momento muy histórico y muy grande para nuestro país porque hace muchas décadas se viene pidiendo que se despenalice el aborto. Y entendemos que muchos de los avances son gracias a las pibas y los pibes que estamos saliendo a la calle. Mucha juventud, que entienden muchas cosas, que pueden destruir paradigmas mucho más rápido", dice orgullosa Lucila, de 19 años.
"Siento un gran orgullo por toda esta cantidad de mujeres jóvenes, por la fuerza y la posición que tienen", dice Eva de 60 años, una sindicalista con perspectiva de género. "Llevo cuatro décadas y media esperando ver este día. Soy de una generación que creció creyendo en la cigüeña, 
<b>no se nos hablaba de sexo ni de la anticoncepción pero si quedabas embarazada y eras soltera, te echaban de tu casa, te cuestionaban, te maltrataban socialmente"</b>.
Pero no todas las jóvenes piensan igual. Yo escuché el corazón de mi bebé a las siete semanas de gestación y ellos proponen que hasta las 14 semanas se pueda abortar", dice Malena (20) con lágrimas en los ojos. "Cuando escuché a mi bebé, supe que era otro corazón aparte que latía adentro mío. Por eso no tiene derecho a destruir otra vida. ¡Qué se hagan cargo de sus responsabilidades, porque el bebé no tienen la culpa!".
La Plaza del Congreso estuvo dividida entre la convocatoria "de los pañuelos verdes" por el despenalización del aborto y las asociaciones antiaborto que invocan el derecho del niño por nacer porque consideran que la vida empieza desde la concepción. Entre sus argumentos, quienes defienden el derecho de la mujer a decidir han tomado el discurso a favor de la educación sexual integral y la distribución gratuita de métodos anticonceptivos para la planificación familiar y evitar los abortos.
"¿Entonces por qué dentro de las instituciones religiosas no permiten que se hable de sexualidad ni distribuyen métodos anticonceptivos gratuitos, que son una ley nacional? En las escuelas públicas queda a criterio de los profesores si dar educación sexual o no y se aplica poco. Pero en las escuelas privadas si hablas del tema te echan", dice este grupo de mujeres que trabaja con jóvenes en situación de derechos vulnerados.
Entre los detractores por la legalización del aborto, estuvo el diputado Gioja que tiene un hijo con Síndrome de Down. "No quiero pensar qué hubiese pasado por mi cabeza si hace 41 años alguien me hubiese venido a decir 'mirá la ley te autoriza, si querés ese chico no nace'.” José Ignacio, de 19 años, está de acuerdo. "Legalizar el aborto no haría que las cifras disminuyan. En países como Islandia, el síndrome de Down desapareció desde la ley de aborto, porque las mujeres deciden terminar sus embarazos. Si consideramos la terminología legal y que una persona es desde el momento de la concepción, esto es un asesinato".
"A la gente que se hace llamar pro-vida les pido empatía con las mujeres y las madres, además hay que dejar que las mujeres elijan sobre su cuerpos. Y sobre todo, no todas las mujeres están en la misma igualdad de recursos para acceder a abortos seguros o poder criar a alguien como les gustaría", dice Nicolás de 17 años.
Laly dirige un centro para víctimas sobrevivientes de abuso sexual y está en contra de la legalización del aborto. "Es muy difícil para una nena abusada llevar adelante un embarazo, sin duda. Pero conozco casos muy especiales. A una nena de 10 años violada el estado le hizo un aborto, ella llegó al hogar ya con el aborto realizado. Es muy fuerte porque la nena aún tienen pesadillas y se siente mal. Y no puede estar en lugares donde hay bebes, tuvo tres intentos de suicidio. ¿Por qué? Porque ella piensa en su bebé, porque no eligió sacárselo de su vientre". Le preocupa lo que sucederá a partir de la ley de legalización del aborto.
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Los grandes protagonistas de la campaña por la legalización del aborto fueron los jóvenes que tomaron como propio el reclamo por la despenalización del aborto que el movimiento de mujeres hace décadas lleva adelante en Argentina. "Es un momento muy histórico y muy grande para nuestro país porque hace muchas décadas se viene pidiendo que se despenalice el aborto. Y entendemos que muchos de los avances son gracias a las pibas y los pibes que estamos saliendo a la calle. Mucha juventud, que entienden muchas cosas, que pueden destruir paradigmas mucho más rápido", dice orgullosa Lucila, de 19 años.
Imagen Macarena Gagliani
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