Más de 100 organizaciones proinmigrantes piden al Gobierno extender plazo para comentar nuevas reglas de asilo

Activistas, abogados, universidades y organizaciones advierten que los cambios sugeridos son profundos y causarán un cambio dramático en la política vigente.

Jorge Cancino
Por:
Jorge Cancino.
Mientras el presidente Trump busca a toda costa cerrar la puerta a quienes huyen de sus países desesperados por la violencia y la falta de oportunidades, la frontera está saturada por la llegada masiva de familias y organizaciones civiles y religiosas tratan de atender la emergencia humanitaria.
Video "El niño es el pasaporte para cruzar", cuando los menores se convierten en el mejor recurso para migrar a EEUU

Un grupo integrado por más de 100 grupos y organizaciones, entre ellos religiosos, abogados, universidades y de derechos civiles, pidieron al Gobierno de Donald Trump que extienda el plazo para comentar una nueva regla que endurece los requisitos para pedir asilo.

El plazo para comentar la norma vence el 21 de enero, pero el grupo dice en una carta dirigida al Fiscal General, William Barr, y al director del Departamento de Seguridad Nacional (DHS en inglés), Chad Wolf, que el plazo de 30 días fijado tras la publicación en diciembre del reglamento en el Registro Federal es demasiado corto para analizar y opinar sobre “cambios complejos y sustanciales al sistema de asilo existente”.

PUBLICIDAD

El 19 de diciembre, el Gobierno anunció que impondrá, en breve, nuevas trabas para obtener asilo. La lista de faltas que afectarán el proceso incluye manejar borracho o ser acusado de un delito de violencia doméstica, aunque el imputado no reciba una condena y/o el caso sea desestimado.

El Servicio de Ciudadanía y Servicios de Inmigración (USCIS) fijo entonces un plazo de 30 días (hasta el 21 de enero del 2020) para que el público envíe sus comentarios, los que serán tenidos en cuenta al momento de redactar el reglamento final.

No es suficiente

El grupo –integrado entre otros por la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), la Asociación Americana de Abogados de Inmigración (AILA), el Catholic Legal Immigration Network, el Center for American Progress (CAP) y la escuela de leyes de la Universidad de Loyola en Nueva Orleans– advierte en una carta que el plazo concedido debe ser extendido inmediatamente a 60 días para poder revisar la totalidad de los cambios sugeridos por el gobierno.

Una de las tres nuevas secciones al reglamento presentadas incluye una lista con siete nuevas barreras que afectarán la elegibilidad de un solicitante de refugio por parte del Gobierno.

Entre las faltas se incluyen manejar bajo los efectos de alcohol o drogas (DUI) y haber sido acusado de un delito violencia doméstica, aunque luego el cargo haya sido desestimado.

La propuesta también deja sin efecto la reconsideración de un caso, restringiendo severamente la discrecionalidad de los jueces de inmigración.

PUBLICIDAD

El grupo señala que, dado el amplio alcance de los cambios sugeridos “y las posibles implicaciones” de aplicarse la nueva regla, “un plazo de 60 días para comentar, como mínimo, es necesario para garantizar que la oportunidad de comentar sea significativo”.

Tiempo para investigar

En la carta, el grupo advierte que la nueva regla requiere “investigación y examen de áreas complejas, y superpuestas de derecho y política”.

Señala que las modificaciones impactarán e implicarán “obligaciones” de Estados Unidos con el derecho internacional, “incluida la Convención de Refugiados y la Convención contra la Tortura, y la forma en que estos los tratados se incorporan al derecho interno”.

Las organizaciones también temen que las nuevas barreras debiliten la legítima defensa y saque de la fila a muchos inmigrantes que llegan al país en busca de este beneficio legal disponible.

“Implica preguntas complejas con respecto a la autoridad del juez de inmigración para examinar evidencia y documentos relevantes a los hechos que rodean la pregunta conducta criminal, lo que sugiere una desviación del enfoque categórico de larga data para determinar el impacto de una condena penal en un tribunal de inmigración, y elevar cuestiones importantes de eficiencia judicial y equidad”, se lee en el documento.

Daños reales

Los críticos del nuevo plan del gobierno de Trump para limitar el asilo advierten que la complejidad de las implicaciones legales y políticas de la regla “es masiva”, y que el impacto en las comunidades vulnerables merece suficiente tiempo para su estudio y consideración”.

PUBLICIDAD

“Aquellos individuos que cumplen con la definición de refugiado, pero no son elegibles para asilo bajo la nueva regla, sufrirán daños reales”. Y aunque la regla conjunta discute formas alternativas de alivio conocido, como retención de deportación y protección bajo la Convención contra la Tortura, las formas de ayuda requieren una mayor carga de la prueba que el asilo, lo que significa que muchos solicitantes de asilo serán excluidos de la elegibilidad”, indican.

Temen, además, que el alto número de rechazos se traducirá en un alto número de deportaciones de personas que huyen de sus países para salvar sus vidas.

“Es necesario un período mínimo de 60 días para garantizar que las organizaciones y las personas tengan oportunidad real y significativa de participar, y comentar sobre la lista” de nuevas barreras”, añade el documento.

La nueva lista de faltas que frenarán una petición de asilo incluye:


  • Un delito grave bajo la ley federal o estatal;
  • Un delito menor relacionado con contrabando o brindar refugio a un extranjero;
  • Un delito de reingreso ilegal (re-entry, volver al país sin autorización después de ser deportado);
  • Un delito federal, estatal, tribal o local que involucra actividad criminal de pandillas callejeras;
  • Ciertos delitos federales, estatales, tribales o locales relacionados con manejar un vehículo motorizado bajo la influencia de un intoxicante (manejar borracho o drogado);
  • Un delito de violencia doméstica federal, estatal, tribal o local, o que un juez determina que ha cometido actos de agresión o crueldad extrema en un contexto doméstico, incluso si no se produjo una condena; y
  • Ciertos delitos menores bajo la ley federal o estatal por delitos relacionados con la identificación falsa; el recibo ilegal de beneficios públicos de una entidad federal, estatal, tribal o local; o la posesión o tráfico de una sustancia controlada o parafernalia de sustancias controladas.
PUBLICIDAD

Mira también:

<b>Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años</b> en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Un grupo de migrantes bajo el programa de 'Retorno a México' 
<b><a href="https://www.univision.com/noticias/inmigracion/en-buses-o-en-vuelos-pagados-por-trump-la-angustia-lleva-a-los-centroamericanos-que-esperan-en-mexico-a-devolverse-a-sus-paises">espera para subirse al autobús que les llevará de regreso a su país</a></b>, Guatemala. Un número creciente de centroamericanos están regresando a sus lugares de origen exhaustos por las largas esperas en México como consecuencia de este plan implementado por la administración Trump desde enero. Para sus primeras cortes, 
<b>los últimos que retornaron a Tijuana contaron que tienen que quedarse en México entre seis y nueve meses más.</b>
Una migrante muestra los documentos de la política Protocolo de Protección de Migrantes recibidos de manos de las autoridades estadounidenses antes de ser devuelta a Tijuana. Más de 20,000 migrantes ya forman parte de este programa, por el cual tienen que 
<b>esperar el resto de su proceso migratorio en ciudades fronterizas en las que corren riesgos de seguridad,</b> como Tijuana, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo y Matamoros. 
<br> 
<br>
Personal de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) brinda información a una migrante sobre el programa de Retorno Voluntario Asistido en el albergue Ágape en Tijuana, México. 
<b>La OIM está proporcionando billetes de avión pagados con fondos del gobierno de Estados Unidos </b>a los migrantes que quieran regresarse a Honduras, El Salvador y Guatemala. Un funcionario de la OIM explicó a Univision Noticias que, aunque son muchos los que sí se regresan, al menos 50% de los que se anotan en las listas pueden cambiar de opinión en el lapso de una semana.
Iván Vargas, coordinador de la línea de autobuses privada Transporte Turístico Ejecutivo, revisa la lista de pasajeros de una unidad que tiene como destino Tapachula, Chiapas. La imagen fue tomada a las afueras del albergue Ágape en Tijuana, México.
Diana Cruz, de 16 años, dice adiós a sus amigos del albergue Ágape antes de subirse al autobús que llevará a su familia de Tijuana a Tapachula. Esta familia decidió emprender el viaje de regreso a su país de origen, Guatemala, después de ver que el proceso de petición de asilo estaba muy demorado y les obligaba a esperar en México. La hermana pequeña, Atziry, de 7 años, empezó a decirle a la mamá que echaba de menos a su abuela y quería regresarse y 
<b>la madre tomó la decisión de volver para no someter a sus niñas a más sufrimiento.</b>
La frontera entre México y Estados Unidos en El Chaparral, el cruce fronterizo en Tijuana. Decenas de inmigrantes llegan a este punto cada mañana para esperar su turno para entrar y ser entrevistados por la Patrulla Fronteriza. La espera promedio para que llamen un número ahora está en al menos cuatro meses. La mayoría de los migrantes son retornados a México con una fecha para su primera corte con un juez de inmigración. Pero, al final, el caso puede tomarles hasta un año, entre otras cosas, porque sin un abogado el juez los devuelve a México —o a los centros de detención si tienen la suerte de ser admitidos en Estados Unidos— hasta que vuelvan con alguien que los represente.
<br> 
<br>
Una adolescente guatemalteca que prefirió no ser identificada sale del albergue Embajadores de Jesús, antes de subirse a un autobús cuyo destino es Tapachula. Se regresa porque teme que en su corte el juez de inmigración la devuelva a la hielera de la Patrulla Fronteriza y tenga que vivir de nuevo el frío que caracteriza a estos lugares, la mala alimentaci´on y los maltratos de funcionarios que les reiteran que no son bienvenidos en Estados Unidos, según denuncia.
El pastor Gustavo Banda, encargado del albergue Embajadores de Jesús, en el patio trasero de su casa donde organizan cada día donaciones que reciben para los migrantes. "Les están dando una esperanza muy pequeña para que se queden", dice Banda. "Los quieren desanimar porque su cita es hasta enero del año próximo", agrega. Él cree además que la falta de permisos de trabajo y la poca asistencia que les da el gobierno mexicano para regularizarse es lo que los desalienta a esperar hasta su primera fecha de corte.
<br>
Francisco, de 34 años, quiere regresar a su país por su hijo Andy Javier, de 9 años. “Está sufriendo, mejor le regreso para Guatemala”, explica minutos antes de que parta el autobús del albergue Ágape en Tijuana.
Dos hermanos guatemaltecos de 6 años y 8 años juegan antes de subirse al autobús que les llevará de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala.
<b>Ileidy Díaz, de Guatemala, es la madre de esos niños.</b> Ella explica que su plan era que su esposo en Estados Unidos los pidiera, entre otras cosas porque ella y su hijo están enfermos: ella quería recibir tratamiento para su vitiligo y esperaba que su hijo pudiera ser tratado por una enfermedad en sus ojos. Por ahora, nada de eso ocurrirá. Díaz asegura que ya no quiere que sus hijos sufran más mientras esperan hasta el 14 de enero, cuando le tocará su fecha de corte. Cuenta que en la hielera les maltrataron, que a ella los funcionarios de la Patrulla Fronteriza la obligaron a la fuerza a firmar su regreso a México mientras sus hijos lloraban. "El miedo que eso me generó me hace devolverme a mi país", dice.
José Mario Sarmiento, de Honduras, en un autobús que viaja de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala. “La vi muy difícil,” dice José Mario sobre la razón por la que ha decidido regresarse a su país. Llegó a Tijuana hace mes y medio. Quería cruzar ilegalmente ya que tiene una deportación previa, pero le dio mucho miedo la situación en la frontera y la posibilidad de ser arrestado y tener que pasar mucho tiempo en la cárcel.
Bolsas de basura cargadas de pertenencias de migrantes que se regresan a sus países de origen en un autobús privado con trayecto Tijuana-Tapachula.
<b>José María García, conocido como 'Chema', </b>encargado del albergue para migrantes Juventud 2000, parado frente a la casa ubicada en la zona norte de Tijuana, México, una de las áreas más inseguras de la ciudad. Según él, una parte de los centroamericanos que llegan al recinto deciden cruzar de forma ilegal a Estados Unidos "ya que ven que las posibilidades son cada vez más cerradas para poderse quedar o recibir el asilo", cuenta. Lo hacen, explica "porque cada vez ven más lejano (el fin de sus procesos) o cada vez ven menos las posibilidades de quedarse en los Estados Unidos". En sus estimaciones, 30% de los que llegan a su albergue se marchan o a su país o a la frontera para cruzar sin ser vistos.
1 / 15
Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Imagen Almudena Toral/Univision
En alianza con
civicScienceLogo