México critica el fallo del Supremo sobre política de asilo de Trump y activistas advierten sobre graves consecuencias en la frontera

La política, anunciada a mediados el 16 de julio, niega la protección a migrantes que cruzaron por un tercer país y no solicitaron la protección en este antes de proseguir rumbo a la frontera estadounidense.

Jorge Cancino
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Jorge Cancino.
Llevan meses esperando en México, haciendo fila para tomar un número, poder procesar su solicitud de asilo a EEUU y entrar legalmente. Pero la reciente decisión de la Corte Suprema de permitir negarles el asilo si no lo pidieron antes en los países por los que pasaron los ha dejado con su futuro aún más incierto.
Video Esperando meses en México "para nada": Así se sienten los migrantes tras el fallo de la Corte Suprema

El gobierno de México dijo este jueves no estar de acuerdo con el fallo emitido en la víspera por la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, que dio luz verde temporalmente a la aplicación de una nueva regla de asilo.

La política, anunciada a mediados el 16 de julio, niega la protección a migrantes que cruzaron por un tercer país y no solicitaron la protección en este antes de proseguir rumbo a la frontera estadounidense.

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El canciller mexicano, Marcelo Ebrad, dijo durante la rueda de prensa diaria que ofrece el presidente Andrés Manuel López Obrados, que el gobierno de su país no está de acuerdo con la política que impedirá a migrantes que no sean de México o Canadá solicitar asilo en las fronteras de Estados Unidos.

México tiene una política de asilo diferente y nunca implementaría un fallo como el que ordenó el máximo tribunal de justicia estadounidense, indicó.

De qué se trata

Conocido como Regla Final Interina (IFR), la política fue puesta en vigor después de que el gobierno de Trump no consiguió llegar a acuerdos con México y Guatemala para convertirlos en 'tercer país seguro'.

Trump sostiene que la mayoría de los migrantes que llegan a la frontera en busca de asilo, tras huir de sus naciones a causa de la violencia y la pobreza, están abusando de lo que denomina “vacíos” legales en las leyes que regulan el asilo.

Entre ellas, el mandatario ataca un Acuerdo Judicial de 1997 que prohíbe la privación de libertad de menores, y una ley de 2008 que le prohíbe al gobierno deportar aceleradamente a menores de edad excepto provenientes de países vecinos (México o Canadá), y exige que sea un juez de inmigración quien resuelva sus futuros en el país.

“Empeora la situación”

El fallo provisional emitido por la Corte Suprema de Estados Unidos “nos toma por sorpresa de un día para el otro”, dice a Univision Noticias Soraya Vásquez, directora de la organización Families Belong Together , en Tijuana. “Esta regla se había intentado aplicar desde julio y se encontraba en suspenso. Pero ahora la Corte le da la posibilidad a Trump de que la ejecute mientras la Corte de Apelaciones del 9º Circuito resuelve la demanda pendiente”, agrega.

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Vásquez dijo además que “ahorita estamos consultando con abogados expertos qué sucederá porque necesitamos medir las consecuencias. No tenemos claro si la medida es retroactiva, si aquellos que pidieron asilo antes de julio les aplica o sólo impacta en quienes pidieron la protección después del 16 de julio”.

“Hoy amanecimos con ese gran signo de interrogación y no sabemos como vamos a responder. En México tenemos más de 42,000 personas que fueron retornadas después de pedir asilo y esperan que las cortes de inmigración de Estados Unidos los llamen, y el gobierno mexicano tiene en curso más de 23,000 casos de asilo que nadie sabe cuándo serán resueltos”, advirtió.

Meses, quizás años

A la pregunta respecto a cuánto tiempo se están demorando las autoridades mexicanas de inmigración para resolver casos de asilo, Vásquez mencionó que “cientos de casos de haitianos que fueron presentados en 2016 todavía están siendo procesados”.

“Todo esto es un duro golpe para los migrantes que están acá tras huir de sus países para salvar sus vidas. Pensamos que la política de Trump está dirigida a desalentarlos, pero eso no quita las causas de las oleadas de migrantes que están escapando”, indica.

Vásquez dijo además que “en la medida que aumenta el número de migrantes en México y los rechazos en la frontera de Estados Unidos, la situación empeora. En México no hay infraestructura institucional para atender a todas estas personas, los albergues están a tope, no hay espacios que tengan capacidad para brindar estancia de largo alcance segura, que los niños vayan a escuela y los adultos trabajen”.

Problemas serios

Families Belong Together dice además que “estas cuestiones no están resueltas. Y que los niveles de incertidumbre, ansiedad y salud mental de las personas es grave. “Y a esto se agregan secuestros, robos y violencia que sufren los migrantes mientras esperan”, dijo Vásquez.

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“Esta crisis humanitaria no está en la opinión publica”, indicó la activista. “No aparece en los discursos. Los presidentes Trump y López Obrador aseguran que todo está bajo control, se lanzan felicitaciones, que están haciendo un buen trabajo, pero en la realidad la situación en la frontera es seria, muy seria”,

Vásquez precisó que “a lo mejor después de esto muchas personas volverán a sus países y pocos solicitarán asilo acá. Pero para garantizar que los protegen, hay que reforzar las instituciones. Mientras, esperamos que la Corte de Apelaciones del 9º Circuito falle y anule la sentencia de la Corte Suprema. Esta batalla todavía se libra, pero con un alto costo social que pagan los migrantes que huyen en busca de asilo”.

<b>Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años</b> en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Un grupo de migrantes bajo el programa de 'Retorno a México' 
<b><a href="https://www.univision.com/noticias/inmigracion/en-buses-o-en-vuelos-pagados-por-trump-la-angustia-lleva-a-los-centroamericanos-que-esperan-en-mexico-a-devolverse-a-sus-paises">espera para subirse al autobús que les llevará de regreso a su país</a></b>, Guatemala. Un número creciente de centroamericanos están regresando a sus lugares de origen exhaustos por las largas esperas en México como consecuencia de este plan implementado por la administración Trump desde enero. Para sus primeras cortes, 
<b>los últimos que retornaron a Tijuana contaron que tienen que quedarse en México entre seis y nueve meses más.</b>
Una migrante muestra los documentos de la política Protocolo de Protección de Migrantes recibidos de manos de las autoridades estadounidenses antes de ser devuelta a Tijuana. Más de 20,000 migrantes ya forman parte de este programa, por el cual tienen que 
<b>esperar el resto de su proceso migratorio en ciudades fronterizas en las que corren riesgos de seguridad,</b> como Tijuana, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo y Matamoros. 
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Personal de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) brinda información a una migrante sobre el programa de Retorno Voluntario Asistido en el albergue Ágape en Tijuana, México. 
<b>La OIM está proporcionando billetes de avión pagados con fondos del gobierno de Estados Unidos </b>a los migrantes que quieran regresarse a Honduras, El Salvador y Guatemala. Un funcionario de la OIM explicó a Univision Noticias que, aunque son muchos los que sí se regresan, al menos 50% de los que se anotan en las listas pueden cambiar de opinión en el lapso de una semana.
Iván Vargas, coordinador de la línea de autobuses privada Transporte Turístico Ejecutivo, revisa la lista de pasajeros de una unidad que tiene como destino Tapachula, Chiapas. La imagen fue tomada a las afueras del albergue Ágape en Tijuana, México.
Diana Cruz, de 16 años, dice adiós a sus amigos del albergue Ágape antes de subirse al autobús que llevará a su familia de Tijuana a Tapachula. Esta familia decidió emprender el viaje de regreso a su país de origen, Guatemala, después de ver que el proceso de petición de asilo estaba muy demorado y les obligaba a esperar en México. La hermana pequeña, Atziry, de 7 años, empezó a decirle a la mamá que echaba de menos a su abuela y quería regresarse y 
<b>la madre tomó la decisión de volver para no someter a sus niñas a más sufrimiento.</b>
La frontera entre México y Estados Unidos en El Chaparral, el cruce fronterizo en Tijuana. Decenas de inmigrantes llegan a este punto cada mañana para esperar su turno para entrar y ser entrevistados por la Patrulla Fronteriza. La espera promedio para que llamen un número ahora está en al menos cuatro meses. La mayoría de los migrantes son retornados a México con una fecha para su primera corte con un juez de inmigración. Pero, al final, el caso puede tomarles hasta un año, entre otras cosas, porque sin un abogado el juez los devuelve a México —o a los centros de detención si tienen la suerte de ser admitidos en Estados Unidos— hasta que vuelvan con alguien que los represente.
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Una adolescente guatemalteca que prefirió no ser identificada sale del albergue Embajadores de Jesús, antes de subirse a un autobús cuyo destino es Tapachula. Se regresa porque teme que en su corte el juez de inmigración la devuelva a la hielera de la Patrulla Fronteriza y tenga que vivir de nuevo el frío que caracteriza a estos lugares, la mala alimentaci´on y los maltratos de funcionarios que les reiteran que no son bienvenidos en Estados Unidos, según denuncia.
El pastor Gustavo Banda, encargado del albergue Embajadores de Jesús, en el patio trasero de su casa donde organizan cada día donaciones que reciben para los migrantes. "Les están dando una esperanza muy pequeña para que se queden", dice Banda. "Los quieren desanimar porque su cita es hasta enero del año próximo", agrega. Él cree además que la falta de permisos de trabajo y la poca asistencia que les da el gobierno mexicano para regularizarse es lo que los desalienta a esperar hasta su primera fecha de corte.
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Francisco, de 34 años, quiere regresar a su país por su hijo Andy Javier, de 9 años. “Está sufriendo, mejor le regreso para Guatemala”, explica minutos antes de que parta el autobús del albergue Ágape en Tijuana.
Dos hermanos guatemaltecos de 6 años y 8 años juegan antes de subirse al autobús que les llevará de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala.
<b>Ileidy Díaz, de Guatemala, es la madre de esos niños.</b> Ella explica que su plan era que su esposo en Estados Unidos los pidiera, entre otras cosas porque ella y su hijo están enfermos: ella quería recibir tratamiento para su vitiligo y esperaba que su hijo pudiera ser tratado por una enfermedad en sus ojos. Por ahora, nada de eso ocurrirá. Díaz asegura que ya no quiere que sus hijos sufran más mientras esperan hasta el 14 de enero, cuando le tocará su fecha de corte. Cuenta que en la hielera les maltrataron, que a ella los funcionarios de la Patrulla Fronteriza la obligaron a la fuerza a firmar su regreso a México mientras sus hijos lloraban. "El miedo que eso me generó me hace devolverme a mi país", dice.
José Mario Sarmiento, de Honduras, en un autobús que viaja de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala. “La vi muy difícil,” dice José Mario sobre la razón por la que ha decidido regresarse a su país. Llegó a Tijuana hace mes y medio. Quería cruzar ilegalmente ya que tiene una deportación previa, pero le dio mucho miedo la situación en la frontera y la posibilidad de ser arrestado y tener que pasar mucho tiempo en la cárcel.
Bolsas de basura cargadas de pertenencias de migrantes que se regresan a sus países de origen en un autobús privado con trayecto Tijuana-Tapachula.
<b>José María García, conocido como 'Chema', </b>encargado del albergue para migrantes Juventud 2000, parado frente a la casa ubicada en la zona norte de Tijuana, México, una de las áreas más inseguras de la ciudad. Según él, una parte de los centroamericanos que llegan al recinto deciden cruzar de forma ilegal a Estados Unidos "ya que ven que las posibilidades son cada vez más cerradas para poderse quedar o recibir el asilo", cuenta. Lo hacen, explica "porque cada vez ven más lejano (el fin de sus procesos) o cada vez ven menos las posibilidades de quedarse en los Estados Unidos". En sus estimaciones, 30% de los que llegan a su albergue se marchan o a su país o a la frontera para cruzar sin ser vistos.
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Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Imagen Almudena Toral/Univision
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