Las grasas favorables de la dieta mediterránea y sus beneficios para la salud

El reciente análisis de más de 56 estudios comprueba que una alimentación rica en “grasas buenas”, como el aceite de oliva extra virgen y los frutos secos, disminuye el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes y cáncer de mama.

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Por:
Adriana Terán.
Lo ideal para comer balanceado es elegir las grasas apropiadas y controlar la cantidades.
Lo ideal para comer balanceado es elegir las grasas apropiadas y controlar la cantidades.
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Alimentos que no solo contribuyen a mantener un peso saludable sino que reducen la incidencia de enfermedades cardiovasculares, cáncer de mama y diabetes: la dieta mediterránea es beneficiosa para la salud, según el análisis de 56 estudios que han profundizado sobre el tema, publicado por la revista Annals of Internal Medicine.

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La dieta mediterránea, definida por los investigadores como “rica en frutas y vegetales con un alto contenido de grasas monoinsaturadas (aceite de oliva, granos y pescado) y baja en productos lácteos y carne roja”, se asoció con una reducción en la mortalidad total por cáncer del 14%.

Con el propósito de comparar esta dieta con otras y analizar sus efectos en la salud de personas adultas, la investigación revisó la literatura sobre el tema contenida en las bibliotecas Ovid MEDLINE, CINAHL, y Cochrane desde 1990 hasta abril de este año, generando conclusiones que demuestran los beneficios de esta dieta rica en grasas buenas.

Pescados, carnes magras, granos, frutas, aceite de oliva extra virgen y frutos secos son los grandes protagonistas de la dieta mediterránea.
“El aceite de oliva, primordial en la dieta mediterránea, es uno de los tipos de aceites más saludables. Sus beneficios se deben a que es rico en ácido oleico y tiene una proporción equilibrada de omega 3 y 6. Además, aporta vitamina E y polifenoles, con propiedades antioxidantes”, Lorena Faria.
Los frutos secos como almendras y nueces son fuente de grasas poliinsaturadas.
Ideas para un menú mediterráneo: pan con tomate y aceite de oliva. De almuerzo, pollo a la plancha, papa al vapor y ensalada todo con aceite de oliva; frutos secos para merendar y sopa de verduras de cena.
La mayoría de las grasas buenas, llamadas insaturadas, son generalmente de origen vegetal. Entre ellas encontramos el aceite de coco, el de girasol y el de soja.
El aguacate posee un perfil y calidad de grasas muy parecido al de las aceitunas, resiste las altas temperaturas sin degradarse ni generar radicales libres y, tiene un perfil graso similar al aceite de oliva.
Pescados como salmón, caballa, arenque, atún blanco y trucha, contienen grasas poliinsaturadas.
En frutos secos como el cacahuate también encontrarás grasas poliinsaturadas.
Las semillas de linaza, así como las de chía, son una rica fuente de omega 3. Por cada 100 gramos de semillas de linaza hay 22 gramos de omega 3, aproximadamente, y por cada 100 gramos de semillas de chía hay 4 de omega 3.
Semillas como las de girasol, y aceites como el de soya, también contienen omega 3 y omega 6, ácidos grasos esenciales que el organismo no puede producir.
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Pescados, carnes magras, granos, frutas, aceite de oliva extra virgen y frutos secos son los grandes protagonistas de la dieta mediterránea.
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"Lo que encontramos en nuestro estudio es que las dietas saludables pueden incluir una gran cantidad de grasa, especialmente si se trata de grasas saludables. Y el énfasis en Estados Unidos, por lo menos durante los últimos 30 años, se ha hecho en que es importante reducir todo tipo de grasa porque es dañina”, comentó la doctora Hanna E. Bloomfield, del Minneapolis Veterans Affairs Medical Center.

Grasas buenas, grasas malas

Entonces, si no todas las grasas son dañinas, ¿cuáles son las que tienen efectos beneficiosos para la salud? Todas aquellas constituidas por ácidos grasos insaturados (monoinsaturados y poliinsaturados) que predominan en la dieta mediterránea. Es importante consumir las raciones correctas diarias para no afectar el peso corporal. ¿Dónde podemos encontrarlas? En el aceite de oliva, el aceite de canola, las aceitunas, y el aguacate (monoinsaturadas); y en frutos secos, semillas como las de girasol , linaza y chía, en pescados azules y en aceites como los de soya, maíz (poliinsaturadas).

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En cuanto a la cantidad recomendada de consumo diario de grasas, la especialista Lorena Farias, nutricionista con estudios en la Universidad Internacional de Florida (FIU) y creadora de No es Dieta, indica que para una persona con una ingesta calórica de 2000 calorías por día, el porcentaje de grasas adecuado sería de entre un 30 y un 35% de esas calorías aproximadamente. “Lo ideal es elegir las grasas apropiadas, controlar la cantidades y combinarlas con los alimentos adecuados”, explica.

¿Cuáles son las grasas que deberían evitarse? Las de origen animal, según lo explica la nutricionista y dietista Thabata Muñoz: carnes rojas, embutidos, leche completa y sus derivados, que contienen principalmente ácidos grasos saturados. Su consumo en exceso, dice la especialista, se asocia con la aparición y desarrollo de la obesidad, la diabetes y la enfermedad cardiovascular.

Farias, por su parte, agrega un grupo a la lista de las grasas dañinas: las llamadas hidrogenadas o grasas trans. “Estas se crean mediante un proceso químico que convierte los aceites vegetales líquidos en grasas semisólidas o sólidas a temperatura ambiente. Se encuentran en margarinas, muchos alimentos empacados y comidas rápidas”.

Aunque los hallazgos de las investigaciones no arrojan resultados contundentes sobre la influencia de este tipo de alimentación en otras enfermedades, es significativo que —como explica la doctora Hanna Bloomfield— se haya determinado que la epidemia de obesidad se deba más al consumo de carbohidratos refinados y azúcar, que al de grasas y concluye, junto a sus colegas, que los estudios a futuro deberían incluir ensayos aleatorios en poblaciones de los Estados Unidos para evaluar la adherencia, la eficacia y el efecto sobre una gama más amplia de los resultados clínicos, así como también estudios para determinar cuáles componentes de la dieta mediterránea específicos o combinaciones son más eficientes que otros.

Quizás allí se logre entonces la fórmula definitiva para preservar y fortalecer la salud.

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