Cómo Trump puede torcer la mano de México para pagar el muro

Cambios en remesas, visas, tarjetas de cruce fronterizo, el magnate cuenta con diversas alternativas para financiar el muro en la frontera.

Antonieta Cadiz
Por:
Antonieta Cádiz.
El presidente electo dice que Estados Unidos adelantará el dinero para acelerar la construcción de la valla fronteriza, pero recalca que México lo reembolsará después.
Video Trump insiste en que México pagará el muro aunque le pide los fondos a los contribuyentes estadounidenses

Cuando Donald Trump vino a Austin, Texas, hizo una pregunta simple: "¿Quién pagará por el muro?" Y la respuesta unísona del público fue: "¡México!" Un mensaje que resuena fuerte acá más que en ningún otro estado del país.

Texas ha invertido cientos de millones de dólares para asegurar la frontera por su cuenta. El Departamento de Seguridad Pública pidió $320 millones para el presupuesto de los próximos dos años para expandir el control en el área. Eso además de los $750 millones que ya están destinado a este propósito en las arcas estatales.

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El presidente electo lo prometió y ahora líderes locales y sus seguidores en el país entero esperan que lo cumpla.

Pero quien paga es un tema de nacionalismo, lealtades e incluso soberanía, sobre todo luego que trascendiera que el presidente electo pediría dinero al Congreso para iniciar la construcción.

Remesas

La campaña de Trump delineó un plan para forzarle la mano a las finanzas al ejecutivo mexicano. El plan tiene varias opciones. La primera es proponer una normativa donde se especifique que ningún extranjero puede enviar dinero fuera de Estados Unidos a menos que primero demuestre su presencia legal en el país. Actualmente México recibe más de 24,000 millones de dólares en remesas anualmente.

Ante la protesta de México "les diremos que si ellos pagan por el muro, entonces no se concretará la normativa”, explica el equipo de Trump en un documento sobre el tema.

Tarifas comerciales

Otra propuesta de los asesores del magnate es modificar las tarifas comerciales y supervisar el cumplimiento de las normas comerciales existentes en esta área.

“México necesita acceso a nuestros mercados, mucho más que lo inverso, por lo tanto tenemos poder de negociación (...) Por lo tanto son ellos, no nosotros los que tienen mucho que perder”, aseguraron.

Sin embargo, expertos en la relación bilateral como Eric Olson del Instituto México en Woodrow Wilson Center cuestionan esa lógica. “La relación comercial está tan interconectada, tan afianzada que cualquier cosa que afecte a México, termina de alguna u otra manera impactando a la economía estadounidense”, explicó.

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Visas

El equipo de Trump también evaluó cancelar las visas, bajo el argumento de que la aprobación de cientos de miles de visas para mexicanos cada año, es uno de los puntos de negociación más fuertes. “Un incremento aunque sea moderado en el costo de la visa pagaría por el muro”, aseguran.

Esto incluiría aumento en los costos de las tarjetas de cruce fronterizo (BCC). Cada año Estados Unidos genera más de 1 millón de estas tarjetas.

“Esta es una de las mayores fuentes de inmigración ilegal porque superan el tiempo del permiso”, agregaron.

Según Andrew Selee académico de Johns Hopkins University y vicepresidente ejecutivo de Wilson Center esta “esta es una de las posibilidades más viables para que Trump cumpla con la promesa que le hizo a su base. Si eleva la tarifa de una manera en que el muro termine pagándose en 30 ó 50 años, el impacto no sería tan grande para ambas economías”, dijo.

Otras opciones

La relación comercial entre México y Estados Unidos es tan amplia que Washington también podría contemplar imponer tarifas a los autos, camiones y aviones que entran desde México a Estados Unidos.

Otra alternativa sería imponer una cuota adicional a todas las transferencias interbancarias o incluso incluir cambios en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) que impliquen extraer el dinero de México.

Pero analistas como Olson insisten en que con cualquiera de estas alternativas Estados Unidos se estaría disparando en el pie, ya que afectaría su propia economía e implicaría elevar costos de productos y servicios en el país.

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“Esto sin contar con la contrarreacción por parte de México, donde se puede poner en tela de juicio toda la relación bilateral e incluso afectar áreas como seguridad. Sería un retroceso a la vieja escuela de falta de confianza y comunicación”, concluyó.

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