La geografía y el dinero, los principales obstáculos de Trump para construir el muro

Con la firma ejecutiva del presidente Donald Trump comienzan los cuestionamientos sobre su efectividad y el gasto millonario que supondrá para las arcas públicas. Te contamos qué opinan los agentes de seguridad en la frontera.

Por:
Univision
La frontera de México y Estados Unidos ya tiene un muro de 700 millas, pero todavía hay unas 1,200 donde no hay nada. Desiertos, cañadas y montañas harán muy difícil, y muy cara, la construcción del muro de Trump.
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"¿Va a ayudar a frenar la gente cruzando o la droga? A mí se me hace algo muy difícil de parar por completo y en este caso es algo muy costoso", considera el alguacil de Nogales, Rubén Fuentes, quien recorrió con Univision Noticias parte de la frontera física que pasa por su territorio en Arizona.

El día en el que el presidente Donald Trump firmó la orden ejecutiva que da luz verde a la construcción del tan anunciado muro –que supone completar y reforzar el ya existente– comienzan las reflexiones sobre si el gasto y los resultados irán parejos.

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De la cerca de 2,000 millas que separa México y EEUU únicamente un poco más d 600 tienen muros y en Arizona, en el desierto y en la zona de las montañas solamente una cerca de alambre o hierro de ferrocarril, que es donde se cree que se dará prioridad al muro.

Pero llegar a estos sitios será un verdadero reto.

Según dice el alguacil Fuentes, si se sigue hacia el oeste ya no pueden entran los vehículos, entran con cuatrimotos y caballos pero ya llega un momento qe por lo escarpado del terreno recurren a helicópteros.

<b>Juan García</b>, de 39 años, sostiene en la palma de su mano un pequeño ejemplar del Nuevo Testamento. Su pareja, que no lo acompañó en la travesía hacia Estados, se lo puso en la mochila antes de su partida. Este hondureño dice que lo leía cuando se sentía “deprimido”. Fue deportado de Estados Unidos en 2013; entonces entró solo. Esta vez hizo el viaje con su niño de 9 años y dejó atrás a tres hijos más. "Nos están dejando pasar con niños menores de edad", asegura sobre el proceso migratorio.
El anillo de casado es casi lo único que ha sobrevivido a la travesía hacia Estados Unidos de 
<b>Roni Alberto Aguirre</b>, de 40 años. Salió de Ahuachapán, El Salvador, con “ropita” que se quedó en las estaciones de México y con “un poquito de dinero” que se gastó en autobuses. Cruzó con su hijo de 16 años, José Mauricio, un estudiante a quien otros jóvenes lo “invitaban” a entrar a las pandillas. “Como en 15 días hubieron 10 muertos, puros jóvenes que andan en las maras”, dice el padre. Todavía no ha informado a su esposa Edith de su logro.
Lo que no podía permitirse perder en el viaje, lo guardaba en el sostén. 
<b>Karla Vanessa Castellón</b>, de 34 años, dejó en el camino mucho de lo que llevaba al salir de El Salvador junto a su hijo de 6 años. Alcanzaron Estados Unidos con cuatro documentos: su carné de identidad, el pasaporte, el acta de nacimiento de su pequeño y el teléfono de su madrastra en Los Ángeles. El viaje completo con coyotes le costó 7,000 dólares, pero antes de cruzar el Río Grande le pidieron 2,000 más. Si no, se quedaba en México. Tuvo que llamar a su familia en California para que le depositara el dinero.
“Desde que salí de Honduras cuidé mucho dos papeles: el teléfono de mi mamá y la fotocopia de la ecografía”. 
<b>Ayliin Gómez</b>, de 19 años, emprendió el viaje en su primera etapa de embarazo con su hermana y su hija de 3 años. Por si acaso, se memorizó el número de teléfono (borrado en esta imagen) de su madre, que se marchó a California cuando ella tenía tan solo 1 año. Cuando la Patrulla Fronteriza le permitió hacer una llamada, le comunicó que había dejado Honduras y que en 2017 iba a ser abuela.
Hace cinco años que la salvadoreña 
<b>Carmen Ramírez</b>, de 41 años, no ve a su esposo. Se aprendió su teléfono de memoria durante el viaje con la ayuda de su hijo adolescente. El joven tomaba el papel donde estaba anotado el número y le hacía la prueba. “¿Cómo es?”, le preguntó a su madre cuatro veces hasta que vio que lo podía recitar. Era una precaución adicional por si perdía el pedacito de hoja que llevaba guardada en el sostén. El esposo de Ramírez, desde San Francisco, pidió ayuda a unos primos para terminar de juntar los 10,000 dólares que los coyotes le cobraron.
¿El estado de Washington o Washington DC? 
<b>Alexis Cruz</b>, de 32 años, no está seguro en cuál de los dos lugares vive el pariente que lo va a recibir. Pero al menos tiene su dirección anotada en un trozo de papel que envolvió en tres bolsas de plástico para que no se mojara. “Uno pasa por lluvia, agua, por el río”, cuenta este hondureño dentro de una carpa en la 
<b><a href="https://www.facebook.com/univisionnoticias/videos/10155125854634796/?pnref=story">iglesia Sagrado Corazón de McAllen</a></b>. Cruz también trae la partida de nacimiento de su niña de 10 años, algo que casi todos los inmigrantes con hijos se aseguran de llevar para demostrar su parentesco ante las autoridades migratorias de Estados Unidos.
El viaje de los migrantes está marcado no solo por lo que traen, sino también por lo que deben dejar atrás. En el caso de 
<b>Maritza Hernández</b>, una salvadoreña de 34 años, fue su padre con Alzheimer. Pero no tenía alternativa. Dice que las pandillas querían cobrarle una "renta" de 80 dólares mensuales, más de un tercio de su sueldo como funcionaria pública. Cuando se negó, la amenazaron de muerte e intentaron quitarle dos veces a su hijo –con el que viaja–. Lo único que logró conservar en el viaje hacia Estados Unidos fueron los pasaportes de ambos.
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Juan García, de 39 años, sostiene en la palma de su mano un pequeño ejemplar del Nuevo Testamento. Su pareja, que no lo acompañó en la travesía hacia Estados, se lo puso en la mochila antes de su partida. Este hondureño dice que lo leía cuando se sentía “deprimido”. Fue deportado de Estados Unidos en 2013; entonces entró solo. Esta vez hizo el viaje con su niño de 9 años y dejó atrás a tres hijos más. "Nos están dejando pasar con niños menores de edad", asegura sobre el proceso migratorio.
Imagen Federica Narancio

"El material que se va a usar, la gente que va a trabajar va a ser algo muy difícil y muy costoso. Creo que sería más beneficioso si invirtiéramos en tecnología y personal", opina el funcionario, aunque considera que podría reforzarse en algunas zonas.

Para Tony Estrada, alguacil del condado de Santa Cruz en Nogales, que lleva 50 años de su vida dedicados a las fuerzas del orden en la frontera el problema de tráfico de drogas y cruce de indocumentados va más allá de la necesidad por un muro, como el que Trump quiere construir.

"Mientras este país tenga este deseo tan tremendo de las drogas y mientras este país sea una esperanza para la gente que quiere venir a hacer algo, mientras exista eso la pobreza, la corrupción, las pandillas, la violencia en otros países que no hay un futuro para esas gentes se van a arriesgar y van a venir".

El muro existente –que comenzó a construirse durante la presidencia de Bill Clinton- en en esta región ha sido burlado en múltiples ocasiones, tanto por narcotraficantes como por indocumentados por eso creen que el muro de Trump, como ya es conocido, solo representará una millonaria pérdida de dinero.

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