Con gesto serio y tono grave, el senador Marco Rubio interrogó el miércoles a Rex Tillerson, candidato de Donald Trump a secretario de Estado con más fiereza que ninguno de sus colegas en la comisión de Exteriores del Senado. Rubio levantaba una ceja y hacía gestos de escepticismo cuando Tillerson decía no tener información sobre los asesinatos de periodistas en Rusia o las violaciones derechos humanos en Filipinas o Arabia Saudí.
La revancha de Rubio contra Trump: ser el 'Pepito Grillo' por las libertades en Rusia, Venezuela o Filipinas
El senador republicano y ex candidato a la Casa Blanca defiende la política intervencionista de defensa de los derechos humanos. Su duro interrogatorio a Tillerson anticipa cómo será su papel en los próximos años.

El senador republicano aún no ha aclarado si votará a favor de Tillerson, pero es probable que lo haga y contribuya a dar al consejero delegado de Exxon la mayoría de votos necesarios para ser confirmado en el cargo. Ya ha apoyado a otros candidatos de la Administración Trump, Jeff Sessions, a fiscal general, y James Mattis, a secretario de Defensa.
No está claro qué hará Rubio, pero tras reunirse con Tillerson puede concluir que es una opción aceptable. Incluso algunos colegas demócratas de Rubio temen que las alternativas de Trump sean peores a este gestor sin experiencia política, que ha hecho tratos con Vladimir Putin pero ha hecho afirmaciones más críticas con el Kremlin que el presidente electo.
El favorito de muchos en el Senado era Bob Corker, el republicano que preside la comisión de Exteriores y ha participado en acuerdos con los demócratas. Pero no ha sido parte de la campaña de Trump y suele ser blanco de críticas de grupos ultraconservadores.
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Los tres objetivos de Rubio
Para Rubio, la audiencia de Tillerson era un momento ideal para cumplir tres objetivos: demostrar su control de los asuntos internacionales, levantarse como alguien que puede ser una voz crítica ante Trump y defender una visión intervencionista del mundo de lucha por las libertades que es opuesta a la de la nueva Administración.
Cuando era candidato a la Casa Blanca en las primarias republicanas, Rubio era la persona con más conocimiento de los asuntos internacionales gracias a la comisión a la que pertenece y a su interés particular por lugares que otros colegas olvidan, como Venezuela o Cuba. Los debates de los que salió ganador solían contener más preguntas sobre los conflictos fuera de Estados Unidos.
Este miércoles, dio detalles e interrogó a Tillerson sobre una variedad de asuntos y, leyendo las preguntas, hizo un despliegue de su experiencia.
Pero lo que tal vez le interesaba más a Rubio es posicionarse como una voz crítica en el Senado frente a una posible política exterior de Trump que no comparte, basada en los negocios y las simpatías personales y muy poco en lo que el senador llamó "claridad moral" de Estados Unidos.
En el Senado, junto a John McCain y Lindsey Graham, Rubio es uno de los republicanos que ha prometido vigilar más las acciones del presidente y que ya ha mostrado desacuerdos de fondo con él durante la campaña en la que se enfrentaron y más allá.
Rubio también ha sido muy crítico con la Administración Obama por su pasividad ante los abusos de los derechos humanos en Venezuela o Cuba. Hace tiempo que pedía una mano más dura con Rusia y apoyó la última ronda de sanciones del presidente Obama con entusiasmo. Su única queja fue que no hubiera habido más castigos antes.
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Putin, ¿criminal de guerra?
Uno de los momentos más tensos con Tillerson fue cuando Rubio le preguntó directamente: "¿Es Vladimir Putin un criminal de guerra?". Nervioso, el candidato a secretario de Estado contestó: "No utilizaría ese término".
Rubio describió después los bombardeos rusos de colegios y mercados en Siria y dijo, con tono enojado: "No debería ser difícil decir que Vladimir Putin es un criminal de guerra. Y me desanima su incapacidad para decir algo que creo es aceptado en todo el mundo".
"¿Es usted consciente de que la gente que se opone a Vladimir Putin acaba muerta, envenenada o con un disparo en la cabeza? ¿Cree usted que es una coincidencia o que es muy probable, como creo yo, que sea parte de un plan para asesinar a oponentes políticos?", insistió después el senador de Florida.
"La gente que habla por la libertad en regímenes opresores es a menudo una amenaza y estas cosas les pasan. Para asignar responsabilidades específicas, necesitaría más información", dijo Tillerson. "Seguro que hay mucha información que no he visto que está clasificada".
"Nada de esto está clasificado, señor Tillerson, esta gente está muerta. Opositores políticos…", rebatió Rubio.
En la senda de Reagan
El senador de Florida se hizo republicano por la admiración de su abuelo a Ronald Reagan, azote de los rusos incluso en contra del criterio de parte de su equipo y quien propició la caída del régimen soviético. La experiencia de Rubio como hijo de inmigrantes cubanos en Florida le ha empujado a estar en la primera línea de las críticas a cualquier régimen totalitario. Sus intervenciones más célebres en el Senado han sido en defensa de los derechos en Venezuela.
Su visión del mundo entronca también con la política republicana que empujó a George W. Bush basada en la idea de que todos los países del mundo pueden ser democráticos y que la misión de Estados Unidos es ayudar a que eso suceda. En el mejor de los escenarios, esto sirve para que haya más democracias y para las violaciones de los derechos humanos tengan consecuencias; en el peor, es la excusa para intervenir en países que acaban cayendo en el caos, como en el caso de Irak.
Tras las guerras de Irak y Afganistán, la visión de Bush o de Rubio es poco popular. Los ciudadanos están incluso divididos sobre si enviar tropas para combatir el terrorismo de extremistas islámicos en Irak y Siria, según Gallup.
Trump no tiene intención de intervenir en ningún país, no le escandalizan los abusos de derechos humanos e incluso ha declarado que quiere que los europeos o los japoneses se ocupen de su propia defensa.
Rubio tiene pocas posibilidades de influir en la nueva Administración, pero puede ejercer de “Pepito Grillo” en el Senado. Elevar su perfil defendiendo la “claridad moral” le puede ayudar a otra futura carrera presidencial.