La denuncia por supuesta agresión sexual hecha contra el nominado a la Corte Suprema de Justicia Brett Kavanaugh por parte de una mujer que asegura que el hoy juez intentó violarla en una fiesta cuando eran adolescentes en los años 80, ha regresado al centro de la discusión el nombre de Anita Hill.
Lo que le pasó a Anita Hill en el Senado en 1991 no sucedería hoy con Christine Ford, ¿o sí?
Hill denunció haber sufrido acoso sexual por parte del nominado a la Corte Suprema Clarence Thomas y, aunque los senadores prometieron "respetar" su historia, la sometieron a un interrogatorio que muchos consideraron humillante. La acusadora de Brett Kavanaugh, Christine Blasey Ford, debería vivir una experiencia diferente o al menos eso se podría esperar.

El de Hill es un nombre que resurge cada vez que la sociedad estadounidense confronta el problema del acoso y la violencia sexual, y las persistentes disparidades entre géneros, pero hoy no es solo referencia sino modelo de comparación por las coincidencias entre su caso y el de la profesora Christine Blasey Ford.
Tanto, que el grupo de senadores demócratas del Comité Judicial enviaron este viernes una carta al jefe del comité, el republicano Chuck Grassley, para que no “se repitan nuevos errores y se cometan nuevos” en el manejo del caso contra Kavanaugh.
“Los paralelos entre 1991 y 2018 son innegables. Ambos episodios han impulsado al país a una seria conversación sobre el asalto y el acoso sexual. (…) La cuestión es cómo responderá el Comité Judicial en 2018”, dice la carta.
La denuncia por acoso sexual que en 1991 hizo Hill contra el entonces nominado al Supremo Clarence Thomas forzó a reabrir las audiencias en el Senado, cuando el candidato estaba ya listo para recibir el visto bueno de los senadores. Igual ha sucedido con Kavanaugh, quien debía haber recibido el visto bueno del comité esta semana, hasta que se conoció la acusación de Ford.
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Coincidencias y diferencias
Siguiendo con las coincidencias, Hill y Ford son mujeres con respetables carrearas académicas que se vieron expuestas ante la opinión pública pese a que habían expresado su deseo de mantenerse en el anonimato. Ford se lo dijo a la senadora Dianne Feinstein en la carta-denuncia que le hizo llegar, Hill a los investigadores del FBI que la interrogaron sobre Thomas.
Y ambas han sido criticadas por supuestamente participar en un juego político diseñado por los demócratas para frustrar la confirmación de un juez conservador a la Corte Suprema. La voz más reciente que se sumó a ese coro es la del presidente Trump, quien se había mantenido inusualmente al margen de la polémica.
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También hay grandes diferencias. La primera es el clima social menos permisivo con las conductas sexualmente agresivas de hombres contra mujeres, particularmente en el ambiente de trabajo.
Aunque en 1991 el Comité Judicial fue critica por algunos que consideraron humillante el trato que dio a Hill, se produjo una investigación previa del FBI a pedido de la presidencia, algo que no ha querido impulsar la Casa Blanca en esta ocasión.
Hill era una mujer adulta cuando dijo haber padecido el acoso de Thomas, quien era su jefe. Ford era una quinceañera cuando Kavanaugh, de 17 años, supuestamente la manoseó e intentó violarla.
Pero eso no hace el caso menos grave, sobre todo en estos tiempos de activismo femenino representado en el movimiento #MeToo, que ha denunciado a hombres en las áreas de la política, los medios, el cine y hasta la iglesia.
Tiempos del #MeToo
La sociedad de hoy es algo diferente a la de 1991 y por eso algunos creen (a abrigan la esperanza) de que en su eventual comparecencia ante el Senado, Ford no tenga que soportar el humillante trato que en líneas generales recibió Hill frente a un panel integrado exclusivamente por hombres blancos.
En la posible entrevista a Ford habrá 4 mujeres (todas demócratas) que, sin que necesariamente ejerzan una solidaridad automática de género, pueden contribuir al decoro de sus colegas hombres quizá menos sensibles con el tema del acoso sexual.
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“Quizá 14 hombres sentados acá no puedan entender estas cosas completamente. Sé de muchas personas viendo hoy que sospechan que nunca lo entenderemos”, reconocía el 11 de octubre de 1991 al abrir las sesiones extraordinarias para conocer la denuncia de Anita Hill el senador demócrata Joe Biden, quien ejercía como presidente del comité en esa época.
De hecho, muchos piensan que Biden ni los otros senadores manejaron bien el caso y muestran como pruebas, el interrogatorio casi policial que se vivió por momentos en aquellos tres días de audiencia, con algunas preguntas displicentes y hasta ofensivas con Hill.
Aquí les presentamos algunas de esas que, con seguridad, no le harían hoy a una mujer que testificara ante el Congreso sobre una agresión sexual como hizo Hill.















