Un trasplante de corazón salvó a esta hispana: una prueba que nunca se hizo lo hubiese evitado

Durante años Sonia Ríos vivió sin saberlo con una condición que hubiera podido matarla en cualquier momento, como le ocurrió a su padre que murió muy joven. Los médicos nunca dieron con la verdadera causa de su deterioro y llegó un punto en el que le dijeron que no había nada que hacer. Buscar una segunda opinión fue la clave de su recuperación. Su historia deja importantes lecciones.

María Isabel Capiello
Por:
María Isabel Capiello.
El hospital de Brigham and Women’s en Boston, decidió eliminar de la lista de espera a DJ Ferguson, ya que en sus políticas los pacientes que no están vacunados no podrán ser elegibles para un trasplante.
Video Niegan trasplante de corazón a un hombre por no ponerse la vacuna contra el Covid-19

La historia familiar de Sonia Ríos está repleta de muertes repentinas por problemas cardiacos, incluyendo la de su padre que falleció con apenas 33 años. Hoy sabe que lo mismo fácilmente hubiera podido ocurrirle a ella: tras décadas de síntomas inexplicables una prueba genética fue la clave que terminó salvándole la vida.

Reveló que era portadora de una mutación genética asociada a la miocardiopatía hipertrófica, un engrosamiento del músculo cardiaco que suele pasar desapercibido hasta que mata. Con frecuencia no se diagnostica porque quienes la padecen presentan pocos o ningún síntoma. Un pequeño grupo de quienes la sufren llega a una edad avanzada.

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En el caso de Sonia, cansancio e intensos dolores de estómago -igual que los que sufría su padre- fueron una señal de alerta desde la niñez, pero nunca imaginaron que estaban relacionados con el corazón.

Tras el nacimiento de su segunda hija, a los 33 años, los médicos detectaron fallas en el electrocardiograma y le recetaron un tratamiento, pero no dieron con la verdadera causa del problema y ella fue empeorando.

“Llegó un punto en el que no podía subir escaleras o caminar. De nada me sofocaba. Estaba muy cansada e hinchada”, cuenta en conversación con Univision Noticias Ríos quien vive en Nueva York y actualmente tiene 64 años.

Fue entonces cuando le dijeron que prácticamente no había nada que hacer. Pero su médico se equivocaba.

Al consultar a la cardióloga especializada en trasplantes del corazón en del hospital Mount Sinai en Nueva York Johanna Contreras, quien se tomó el tiempo de revisar su historia familiar y hacerle otros estudios más profundos, todo cambió.

La especialista le explicó que la insuficiencia cardíaca avanzada que podía matarla en cualquier momento respondía a una condición genética que, detectada a tiempo, hubiera sido tratable exclusivamente mediante fármacos.

Ya en ese punto no era posible, pero sí había una solución que otros especialistas ni siquiera consideraron: hacerle un trasplante de corazón.

Médicos hispanos descartan los trasplantes de corazón cuando son una opción viable


Los médicos hispanos que atienden en centros de salud comunitarios no siempre consideran las pruebas genéticas o los trasplantes como opciones para ayudar a sus pacientes, explica Contreras quien dedica parte de su tiempo a derribar falsas creencias que existen en torno a ellos.

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En la comunidad hispana ven los trasplantes como algo experimental. Los propios doctores lo creen. Lo descartan cuando es una opción que puede salvar. Muchas veces me llegan pacientes a los que hubiera querido ver hacía años cuando todavía hubiera sido posible hacer algo. Más de una vez he sacado a personas de cuidados paliativos para atenderlos”, cuenta en conversación con Univision Noticias.

Aunque los trasplantes de corazón conllevan riesgos, 85% de los pacientes que reciben un trasplante de corazón viven al menos un año después del procedimiento, que es considerado el más crítico. Si lo superan, la supervivencia media es de 14 años.

Contrario a lo que se cree, las aseguradoras cubren los trasplantes de corazón. “También tenemos programas especiales. Hay muchas formas de conseguir ayuda”, dice la especialista.

Buscar una segunda opinión y encontrar una especialista que se tomó el tiempo de revisar su historia familiar y de considerar el trasplante como opción marcó una gran diferencia en el caso de Sonia Ríos.
Buscar una segunda opinión y encontrar una especialista que se tomó el tiempo de revisar su historia familiar y de considerar el trasplante como opción marcó una gran diferencia en el caso de Sonia Ríos.
Imagen Mount Sinai Health System

Pruebas genéticas “no son una sentencia”: ayudan a tomar acciones


Algo similar ocurre con las pruebas genéticas, una alternativa que muchos ven con recelo. “La gente se preocupa mucho por el qué hará con los resultados, pero es importante saber. Hay que perderle el miedo a la carga genética. No es una sentencia. Quieres saberlo para proteger a tu familia y conocer tu riesgo”, recalca Contreras.

“Sonia tuvo familiares que murieron siendo jóvenes y siempre pensaron que fue por problemas de las arterias, pero no. Ella tiene una mutación genética y, a partir de sus resultados, pudimos recomendarle al resto de su familia que se la hiciera y así hacerles el seguimiento necesario a los que dieron positivo”, agrega.

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En un comunicado de la Asociación Estadounidense del Corazón, Corazón Kiran Musunuru, profesor de medicina cardiovascular y genética de la Universidad de Pensilvania, advierte que la información de una prueba genética en algunos casos ayuda a prevenir la enfermedad cardiovascular y en otros, conduce a un tratamiento más agresivo o diferente.

Entre las condiciones cardiovasculares que pueden tener un componente genético hereditario están:

  • Cardiomiopatías, enfermedades del músculo cardíaco que pueden provocar insuficiencia cardíaca.
  • Aneurismas y disecciones de la aorta torácica, síndromes que hacen que la arteria principal del cuerpo se hinche y se rompa.
  • Trastornos arrítmicos que predisponen a las personas a ritmos cardíacos anormales potencialmente fatales.
  • Hipercolesterolemia familiar, o niveles de colesterol LDL muy elevados que aumentan en gran medida el riesgo de ataque cardíaco.

En el caso de enfermedades cardiovasculares, las pruebas genéticas no se recomiendan a la población general, pero cuando el médico considera que es pertinente hacerlas suelen estar cubiertas por las pólizas de seguro.
“Muchas personas temen hacérsela porque creen que si dan positivo perderán el seguro médico o hasta el trabajo, pero no es el caso. El caso de que tengas la mutación por sí solo no significa nada. Muchas veces no se activan, pero es importante saber”, insiste Contreras.

“Busquen una segunda opinión: no se conformen”


Hace un año del trasplante de Sonia, quien a sus 63 años por primera vez no se siente hinchada y cansada. “Ahora sé cómo es la vida con un corazón que funciona bien”, exclama.

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Durante décadas se vio con la misma cardióloga y se conformó a recibir de ella récipes médicos y explicaciones escuetas en inglés que casi ni comprendía. Esa resignación le costó años de deterioro que hubieran podido evitarse, por eso no titubea en recomendar a otros hispanos como ella que aboguen por su salud. “Atiéndase a tiempo y busquen una segunda opinión”.

<b>Estetoscopio</b>. Hoy en día forma el estetoscopio forma parte esencial de cualquier consulta médica, pero antes de su creación en 1815, los doctores tenían que conformarse con colocar el oído encima del pecho del paciente para escuchar los latidos de su corazón o su respiración, lo que no siempre era efectivo, sobre todo cuando la persona tenía mucha grasa corporal, algo que justamente fue lo que le ocurrió al inventor de este instrumento médico, el francés René Laennec, a quien en esa circunstancia se le ocurrió la idea de crear un objeto que amplificara los sonidos del corazón y los pulmones.
<b>Aspirina</b>. Desde los tiempos ancestrales, la humanidad descubrió los beneficios analgésicos de un extracto de la corteza del sauce blanco, que, siglos después, derivaría en el popular principio llamado activo ácido acetilsalicílico, cuya presentación más estable en tabletas fue descubierta por el alemán en 1897, Felix Hoffmann y patentada por el laboratorio Bayer. Pronto se convirtió en el analgésico más usado en la historia con el nombre que todos conocemos: aspirina. Hoy en día tiene numerosas indicaciones: analgésico, antipirético y para prevenir ataques al corazón, entre otras. La Organización Mundial de la Salud la reconoce como una de las medicinas esenciales.
<b>Anestesia</b>. Durante siglos la humanidad exploró este concepto, pero la invención de la anestesia moderna tal y como la conocemos se atribuye al dentista William Morton y John Collins quienes, en 1846, demostraron el uso del éter sulfúrico durante una cirugía para remover un tumor del cuello de un hombre. Desde entonces ha habido notables avances en el campo de la anestesiología que permiten que largas y completamente indoloras cirugías sean posibles.
<b>Antibióticos</b>. Pensar en que alguien muera por una infección de garganta o de oído hoy parece algo inconcebible, pero era lo que ocurría antes del descubrimiento de los antibióticos que se atribuye a Alexander Fleming, inventor de la penicilina. En 1928, este profesor de bacteriología se dio cuenta por accidente que había un hongo capaz de matar algunas bacterias, lo que abrió camino a la era de los antibióticos, que son compuestos que las bacterias y los hongos producen de forma natural, para matar o inhibir especies microbianas rivales. Hoy en día los médicos tienen muchos tipos de antibióticos entre los cuales escoger y, según la Academia Estadounidense de Pediatría, se recetan en EEUU más de 150 millones por año.
<b>Desfibrilador</b>. La desfibrilación -el proceso por el cual se aplican cargas eléctricas al corazón de un paciente para restituir el ritmo cardiaco- salva vidas. Si alguien sufre un paro cardíaco y es desfibrilado durante el primer minuto, su chance de supervivencia es del 90%. Por cada minuto que se retrasa este procedimiento, sus probabilidades se reducen entre 7 y 10%, advierte la 
<a href="https://suddencardiacarrest.org/" target="_blank">Asociación de Ataques Cardiacos Repentinos</a>. La primera desfibrilación exitosa se atribuye a Claude Beck, quien la hizo en un joven de 14 años durante una cirugía en 1947. Con el paso de las décadas, se logró crear artefactos que pudieran usarse más allá de la sala de operaciones hasta que finalmente, en 1965, Frank Pantridge inventara el primer desfibrilador portátil del mundo, que fue instalado en una ambulancia. Hoy en día los hay por doquier y, a diferencia de ese modelo que pesaba 70 kilos, ahora son pequeños y mucho más livianos.
<b>Píldora anticonceptiva</b>. El impacto social del fármaco para el control de la natalidad aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) en 1960 ha sido crucial. La llamada píldora ha permitido a las mujeres el control de su fertilidad, algo que fue muy revolucionario y controversial en su momento. Si bien sus ‘creadores’ fueron dos hombres (Gregory Pincus y John Rock), dos mujeres la hicieron realidad al encontrar los fondos necesarios para su desarrollo: Margaret Sanger -fundadora de Planned Parenthood- y Katherine McCormick.En la actualidad 8 de cada 10 mujeres han tomado la píldora en algún momento de sus vidas.
<b>Rayos X</b>. Antes de la invención de los rayos X, los médicos solamente podían buscar señales externas de daños en el organismo. La posibilidad de ver lo que ocurre adentro ha permitido diagnosticar toda clase de males. También abrió la puerta a otros importantes inventos como las tomografías o las resonancias magnéticas.Todo comenzó por accidente en 1895 cuando el físico alemán Willhelm Conrad Rӧntgen descubrió una radiación desconocida en ese momento (por lo que la llamó rayos X) que tenía la capacidad de penetrar los cuerpos opacos. Poco después, los rayos X comenzaron a usarse para identificar las balas en soldados heridos en la guerra.
<b>Teoría de los gérmenes</b>. Durante siglos, la humanidad no comprendía cómo se transmitían y contraían las enfermedades. Se creía que se generaban de forma espontánea, prácticamente ‘de la nada’. Esto cambió cuando Louis Pasteur y Robert Koch identificaron que los gérmenes eran la causa. No obstante, les costó convencer a la comunidad científica sobre su revolucionaria teoría, que hoy nos parece tan evidente.
<b>Vacunas</b>. El valor de las vacunas como una poderosa herramienta de salud pública para salvar vidas ha sido corroborado una vez más durante esta pandemia del coronavirus. Su creación se remonta a hace 200 años cuando en el Reino Unido, el médico Edward Jenner notó que algunas mujeres que ordeñaban vacas parecían estar protegidas de la viruela si antes ya habían contraído una enfermedad más leve llamada viruela bovina, lo que lo motivó a hacer un experimento con un niño de 8 años, a quien inoculó con materia de la llaga de viruela bovina de una ordeñadora y luego con el virus. Así pudo confirmar su teoría: el niño había producido un grado de protección contra la viruela. Según un 
<a href="https://www.bbc.com/mundo/noticias-40720048" target="_blank">reportaje</a> de la 
<i>BBC</i>, en 1798 publicó su primera investigación donde habló por primera vez del término ‘vacuna’, del latín: vacca. El resto es historia.
<b>Termómetro clínico</b>. Este instrumento médico tan popular fue creado por el médico italiano Santorio Santorio en el siglo XVII. Entre 1592 y 1603 Galileo Galilei había inventado un tubo de cristal sensible al calor lleno de un líquido cuya altura variaba según la temperatura. Pero fue Santorio quien hizo el primer instrumento con gradación para medir la temperatura corporal humana. Con el tiempo, otros lo perfeccionaron, como hizo Daniel Fahrenheit artífice del modelo del termómetro de mercurio, mucho más preciso. Pero, según un 
<a href="https://www.nationalgeographic.org/encyclopedia/thermometer/" target="_blank">reportaje</a> de 
<i>National Geographic</i>, no fue hasta el siglo XIX cuando, gracias a la explicación científica de la fiebre que hiciera Carl Wunderlich, que el termómetro se hizo indispensable.
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Estetoscopio. Hoy en día forma el estetoscopio forma parte esencial de cualquier consulta médica, pero antes de su creación en 1815, los doctores tenían que conformarse con colocar el oído encima del pecho del paciente para escuchar los latidos de su corazón o su respiración, lo que no siempre era efectivo, sobre todo cuando la persona tenía mucha grasa corporal, algo que justamente fue lo que le ocurrió al inventor de este instrumento médico, el francés René Laennec, a quien en esa circunstancia se le ocurrió la idea de crear un objeto que amplificara los sonidos del corazón y los pulmones.
Imagen DIRK WAEM/BELGA MAG/AFP via Getty Images
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