LOS ÁNGELES, California. – El miedo a ser detenidos y deportados ha paralizado a muchos padres indocumentados, viéndose obligados a permanecer en casa con el riesgo de perder el ingreso familiar.
Hermanos se convierten en sostén familiar; sus padres no salen por miedo a redadas de ICE
El miedo a redadas y deportaciones ha obligado a muchos padres inmigrantes a quedarse en casa, dejando a sus hijos la responsabilidad de salir a vender para mantener el ingreso familiar.
Ante esta situación, han sido los hijos que han tomado el relevo saliendo a las calles a ganar dinero para poder mantener el hogar, como es el caso de “Juanita”, migrante originaria de México, y sus dos hijos adolescentes.
“A esto nos dedicamos (venta de comida callejera) desde hace 19 años que estamos en este país, pero desgraciadamente pues ahorita mi esposo y yo no podemos salir por toda la situación que estamos viviendo”, dijo Juanita.
Sus hijos, José y Osvaldo, ahora se encargan de preparar y manejar los carritos de raspados y elotes que por años fueron responsabilidad de sus padres, para ayudarles a mantener a flote el hogar durante los operativos migratorios.
“Mi mamá no estaba saliendo por la inmigración. Le dije que si quería, le ayudábamos. Salí yo primero y luego salió mi hermano”, cuenta José, que junto a su hermano Osvaldo, ya se dedican al comercio ambulante.
Ambos jóvenes recorren las calles del vecindario con una misión clara: proteger y sustentar a su familia. “Tengo de vainilla, chicle, coco con nuez, mango, fresa”, enumera Osvaldo con orgullo mientras organiza su carrito.
“Estoy agradecido con Dios porque vendí para mis padres y los voy a ayudar”, dice Osvaldo tras lograr la primera venta del día, que junto a su hermano caminan largas horas cada día bajo el sol. Sólo descansan los martes.
Saben que sus ingresos marcan la diferencia, sin embargo, Juanita lamenta la situación.
“Como madre, (estoy) dolida, porque siento feo por ellos y aparte nos están haciendo daño con esto. No nomás a nosotros, sino a los niños”, dice.
A pesar del esfuerzo físico y emocional, los hermanos no pierden la esperanza. Ambos quieren estudiar ingeniería y aseguran que el trabajo no les pesa. “No se agüiten y que no les dé vergüenza”, dice Osvaldo a otros jóvenes en la misma situación.
La historia de estos hermanos refleja una realidad creciente en muchas comunidades latinas: la criminalización de los padres obliga a los hijos a asumir responsabilidades adultas desde temprana edad.
Organizaciones comunitarias han advertido sobre el impacto que este fenómeno puede tener en el bienestar físico, emocional y académico de estos niños. El miedo a ICE está generando situaciones donde los más jóvenes cargan con una presión que no les corresponde.
Te puede interesar:
Notas Relacionadas
