Policía de Nueva York obligó a una mujer detenida a parir esposada y ahora enfrenta una demanda

Los agentes decidieron mantenerla encadena de manos y pies alegando que las guías de patrullaje estaban por encima de las de estado, que establecen que ninguna mujer en trabajo de parto o embarazada debe ser esposada.

Por:
Univision
Foto de archivo de una mujer esposada.
Foto de archivo de una mujer esposada.
Imagen Lynne Sladky/AP

Mientras estaba detenida en una celda en el Bronx, en Nueva York, una mujer con 40 semanas de embarazo entró en labor de parto. La policía decidió trasladarla a un hospital, y una vez allí le esposaron sus brazos a la cama y le colocaron grilletes en sus tobillos. Esto según una demanda que fue introducida el jueves en la Corte Federal del Distrito de Manhattan y citada por el diario The New York Times.

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Al ver como esta mujer fue amarrada, los doctores del Centro Médico Montefiore advirtieron a los oficiales del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD) que lo que hacían era ilegal en el estado y que representaba un riesgo para la vida de la mujer.

El médico que atendió el parto el 8 de febrero pasado, escribió a las 6:14 am en el reporte que hizo tras el alumbramiento que los funcionarios le respondieron que "las guías de patrullaje de NYPD sustituyen esa ley y que la paciente podría necesitar mantenerse amarrada durante el resto de su hospitalización". Y aunque los médicos y la propia mujer pidieron que la liberaran, un sargento más confirmó que ella debía permanecer sujetada de manos y pies.

El Times cuenta que la mujer, de 27 años, que pidió anonimato a la corte y es tratada en la demanda como Jane Doe, batalló con los dolores de parto por casi una hora mientras estaba encadenada, hasta que los policías cedieron y le soltaron algunas de las esposas. Al final, parió con su mano derecha aún sujetada a la cama.

El diario cita la demanda —que menciona a varios policías y al departamento del que dependen— para contar que l a mujer aseguró haberse sentido humillada y traumatizada, y que fue incapaz de contarle lo ocurrido a su familia.

La queja busca que le respondan por los daños que sufrió por una violación de los derechos civiles de la mujer, además de que exige que NYPD cambie sus políticas y que ninguna otra mujer en custodia deba parir esposada a una cama.

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"Encadenar es deshumanizante, cruel y una práctica sin sentido que no tiene lugar en el Nueva York de 2018", dice la demanda según The New York Times. Y aunque el Departamento de Policía no respondió a una solicitud de información del diario, un vocero del departamento legal, dijo que la agencia "examinaba cuidadosamente esas acusaciones"

De acuerdo con la queja, el proceder de los oficiales viola una ley estatal de 2015 que prohíbe que una mujer embarazada, en trabajo de parto o durante su recuperación sea esposada. Además cita consensos claramente descritos entre profesionales de la medicina —como los de la Asociación Médica Estadounidense o los del Colegio de Obstetras y Ginecólogos de Estados Unidos— sobre la necesidad de no encadenar a mujeres en estado de gravidez pues esto puede conllevar complicaciones. Es considerado por estas organizaciones como "degradante y raramente necesario".

Las guías de las que hablaban los policías, dice el Times, autorizan a los oficiales a quitar las esposas a los pacientes por solicitud de los médicos o tras consultar con un supervisor.

Tanto el Buró Federal de Prisiones como el Servicio de Marshals de Estados Unidos limitan en sus políticas el uso de esposas en mujeres embarazadas.

En el caso de Jane Doe, fue nueve horas después de su parto que fue liberada de las esposas luego de que compareciera ante un juez desde su cama hospitalaria por un cargo de violación de una orden de protección, dijo su abogada Katherine Rosenfeld. Ella pasó cerca de 30 horas en custodia policial, dice la demanda.

Miles de hombres, mujeres, jóvenes, adultos se reunieron en distintos puntos de la Argentina para defender a las mujeres, reclamar la igualdad de género y cambiar los paradigmas de la sociedad patriarcal. En la ciudad de Buenos Aires, el encuentro fue frente al Congreso Nacional y se marchó hacia el palacio presidencial. Todos reclamaron #NiUnaMenos, Basta de feminicidios.
Una mujer es asesinada cada 30 horas, víctima de violencia de género, según la Casa de Encuentro – la primera ONG que sistematizó y visibilizó el alto numero de femicidios en Argentina.
“Argentina es un país muy machista, no se trata a la mujer como se merece. Las violaciones, los asesinatos, la violencia en todas sus formas son algo que repudio y me duele, por eso estoy acá”, dice Leonardo padre de dos hijas y militante sindical.
Candela tiene 17 años y es estudiante: “Estoy acá porque nos están matando, nos están violando. El trato a la mujer siempre es despectivo, nos tratan mal en el trabajo, nos gritan en la calle, nos tocan. Estamos acá para luchar contra eso porque no queremos vivir de esa forma”.
Muchos de los reclamos giran en torno a la estigmatización de las mujeres por el tipo de ropa que usan, si son provocativas o llaman la atención. Jimena dice al respecto: “#NiUnaMenos es también que no me midan la pollera que llevo puesta”.
Daniela agrega: “A mí me gustaría salir a la calle tranquila y que nadie me diga nada por el simple hecho de ser mujer. Es una amenaza constante para nosotras”.
En 2013, un grupo de hombres torturó, violó y estranguló a la madre de Julia. “Hoy es mi mamá, otro día puede ser tu hermana, otro día tu hija. Esto nos tiene que preocupar a todos, tanto hombres como mujeres.”
Las nuevas generaciones parecen tenerlo claro. Para Manuel “#NiUnaMenos significa que no tiene que haber ni una mujer que sufra un abuso, que la mujer debería tener libertad completa sobre su cuerpo y las decisiones que quiera tomar y que debería estar en igualdad de derechos. Se puede alcanzar y estamos acá para llegar a eso”.
“Esta movilización genera conciencia y hace que las cosas salgan a la luz, representa lo que nadie quiere que vuelva a suceder porque hay mucha violencia física y verbal contra las mujeres”, dice Antonio que trabaja en la administración publica y vino con sus colegas.
Frente a la pregunta de cómo se cambia una cultura machista, Jorge y Francisco coinciden: “Comenzar desde lo mas pequeño. Todos hemos sido criados en casas donde nuestras madres tenían roles secundarios, el padre trabajaba, el sistema patriarcal”. Jorge a su hijo desde chico lo hacía ayudar con las cosas de la casa al igual que sus hermanas. “Eso es evitar cultura sexista.”
Pero, para Elías, es difícil y un trabajo arduo porque la cultura sexista está en todas partes: “En las publicidades de la calle, el prototipo de la mujer flaca, rubia y blanca; en los salarios de las mujeres que cobran menos que los hombres y en la violencia física que se ve en la calle y en las familias”.
“!Estamos acá para decir BASTA, hasta aquí! Que seas hombre no te da derecho a decir ‘esta mujer es mía’. Esto se cambia con educación”, comenta la cooperativista Azucena.
Nicolás tiene 22 y va más lejos: “El cambio se hace deconstruyendo, visibilizando, rompiendo mitos… Me encuentro con mucha gente en la marcha que dice #NiUnaMenos pero quizás tienen poco claro algunos conceptos o incluso son antiabortistas. Es raro, me choca…. Si la mujer no puede decidir sobre su propio cuerpo, significa que no tiene autonomía. Entonces, ¿no es sujeto? ¿es un objeto?”
Nadia insiste con que “la cultura se cambia con marchas así". Para ella, esto muestra un cambio paulatino de mentalidad. "Es importante. El grito de la #NiUnaMenos está cada vez más presente”.
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Miles de hombres, mujeres, jóvenes, adultos se reunieron en distintos puntos de la Argentina para defender a las mujeres, reclamar la igualdad de género y cambiar los paradigmas de la sociedad patriarcal. En la ciudad de Buenos Aires, el encuentro fue frente al Congreso Nacional y se marchó hacia el palacio presidencial. Todos reclamaron #NiUnaMenos, Basta de feminicidios.
Imagen Macarena Gagliardi
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