Durante un encuentro privado con un grupo de sus donantes en Nashville, Tennessee, horas antes del último debate presidencial el pasado jueves, el presidente Trump confesó que veía "muy difícil" que los republicanos vuelvan a ganar la mayoría del Senado este año, según declaró bajo anonimato un asistente del presidente al diario The Washington Post.
Trump confiesa a donantes a puerta cerrada que será "difícil" mantener la mayoría republicana en el Senado
Un asistente del presidente reveló bajo anonimato al diario The Washington Post que el presidente Trump dijo a sus donantes en un evento privado que los senadores republicanos lo tenían "difícil" para volver a conseguir la mayoría en el Senado, en especial porque algunos no contaban con su apoyo.
“Creo que el Senado es duro en realidad. El Senado es muy duro", habría dicho Trump durante el evento de recaudación, que tuvo lugar en el Nashville Marriott, de acuerdo con las declaraciones del asistente al Post. El mandatario argumenta que algunos senadores perderán su escaño supuestamente porque él no los apoyó.
"Hay un par de senadores con los que realmente no puedo involucrarme. Simplemente no puedo hacerlo. Pierdes tu alma si lo haces. No puedo ayudar a algunos de ellos. No quiero ayudar a algunos de ellos", dijo Trump, según el reporte del Post.
Pero aunque esta preocupación del presidente es significativa, en especial el hecho de que lo comparta en privado con sus donantes, los temores republicanos por perder el Senado este año se han ido acrementando en los últimos días, al punto de que la nueva apuesta de Mitch McConnell, el líder de la mayoría republicana, es la de mantener la mayoría a toda costa, con un resultado igualado de 50-50, confiando en una victoria de Trump.
¿Qué pasaría frente a un resultado igualado?
La mayoría republicana actual en el Senado es de 53 republicanos frente a 45 demócratas y 2 independientes que hacen grupo con los demócratas. Por lo que si los dos independientes siguen apoyando a los demócratas y los republicanos pierden solo tres escaños, el número de curules podría quedar igualado entre fuerzas políticas, lo cual a estas alturas parece ser el escenario más probable para las cuentas republicanas y probablemente no muy alagueñas ante el duro panorama de Trump en las encuestas, especialmente en estados clave.
Para que un empate le siga dando la mayoría a los republicanos Trump tendría que ser reelegido, ya que cuando la votación es igualada se cuenta el voto del vicepresidente para el desempate. De esta forma, si Trump es reelegido, el voto de Pence valdría para dar mayoría a los republicanos; pero si sale Joe Biden, Kamala Harris daría entonces la mayoría a los demócratas.
En el Senado reside gran parte del poder político de Washington, por lo que esta carrera, aunque opacada por la rivalidad Trump-Biden, es, si acaso, igual de importante.
Basta con que los republicanos pierdan cuatro escaños para perder la mayoría en el Senado este año y según las encuestas, hay al menos ocho asientos vulnerables que los demócratas podrían arrebatarles en noviembre, seis de ellos en estados que Trump ganó en 2016.
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Los cuatro escaños con mayores posibilides de caer en manos demócratas son los de los senadores Martha McSally, en Arizona, Cory Gardner, en Colorado, Thom Tillis, en Carolina del Norte y Susan Collins, en Maine.
Según el asesor que habló bajo anonimato a The Washington Post, Trump le dijo a los donantes en el encuentro de Nashville que los republicanos conservarían el escaño de Carolina del Norte y que recuperarían el de Alabama.
Buscando consolidar su asiento en la Cámara Alta, algunos de estos senadores republicanos han hecho declaraciones recientes en las que ponen distancia con algunas políticas del presidente, un pronunciamiento significativo si se tiene en cuenta que los senadores republicanos se han alineado de forma mayoritaria con las principales políticas y propuestas de Trump.
Un ejemplo fue el senador republicano de Texas, John Cornyn, quien dijo no estar de acuerdo con algunas de las políticas del mandatario. También Martha McSally, cuyo asiento por Arizona parece perdido ante el demócrata Mark Kelly. La senadora evadió responder la pregunta de si se sentía orgullosa de apoyar a Trump.
Las palabras más duras las tuvo el senador por Nebraska Ben Sasse, cuando dijo que el presidente se burla de los evangélicos, "coquetea con los supremacistas blancos" y "besa el trasero a los dictadores", críticas que enseguida encontraron respuesta por parte de Trump con una serie de insultos personales contra el senador republicano.

















