Fallo de Corte Suprema podría ser una “sentencia de muerte” para migrantes que piden asilo

Amnistía Internacional dijo que la próxima semana viajará al sur de Texas para poder ingresar a los tribunales que el gobierno instalará en carpas, donde procederá a celebrar juicios acelerados a migrantes que ya pidieron asilo en la frontera.

Jorge Cancino
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Jorge Cancino.
Llevan meses esperando en México, haciendo fila para tomar un número, poder procesar su solicitud de asilo a EEUU y entrar legalmente. Pero la reciente decisión de la Corte Suprema de permitir negarles el asilo si no lo pidieron antes en los países por los que pasaron los ha dejado con su futuro aún más incierto.
Video Esperando meses en México "para nada": Así se sienten los migrantes tras el fallo de la Corte Suprema

El dictamen emitido el miércoles por la Corte Suprema de Estados Unidos, que autoriza temporalmente la implementación de una nueva regla de asilo en la frontera con México, fue condenada por Amnistía Internacional (AI).

El fallo (7-2) permite al gobierno de Donald Trump negar asilos a migrantes que cruzan por un tercer país y no hayan solicitado la protección en este antes de hacerlo en Estados Unidos.

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“La prohibición de asilo que ha confirmado la Corte Suprema podría ser una sentencia de muerte para las personas que buscan seguridad y protección”, dijo Charanya Krishnaswami, directora de defensa para las Américas de Amnistía Internacional. “La prohibición de asilo se basa en una ideología de odio y xenofobia y no puede sostenerse”, agregó.

El dictamen fue en respuesta a un recurso de emergencia presentado por el Departamento de Justicia a finales de agosto. El recurso fue entregado una semana después de la implementación de un fallo de la Corte de Apelaciones del 9º Circuito que le permitió al gobierno de Donald Trump negar asilos excepto en Arizona y California.

La Corte de Apelaciones había dictado que el gobierno podía aplicar la política denominada Regla Final Interina (IFR) anunciada a mediados de julio, que exige que los migrantes que buscan obtener condición de refugiado tengan que hacerlo en el primer país al que ingresan, al que se denomina ‘tercer país seguro’.

Krishnaswami indicó que "toda persona tiene derecho a buscar seguridad: este es un momento que demostrará ser infame, cuando el país le dio la espalda a los que solía recibir y decidió ignorar a estas personas".

Juicios secretos

Amnistía Internacional dijo además que la próxima semana viajará al sur de Texas para poder ingresar a los tribunales que el gobierno instalará en carpas, donde procederá a celebrar juicios acelerados a migrantes que ya pidieron asilo en la frontera y han sido regresados a México, en el marco de una política implementada en enero.

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El grupo de derechos humanos denunció que los juicios se celebrarán en secreto. El gobierno de Trump ha dicho que no permitirá el ingreso de observadores independientes a estos procesos.

Las audiencias de estos migrantes serán similares a las diseñadas bajo el operativo Streamline, un sistema de juicios acelerados donde un juez procesa vía circuito cerrado de televisión a grupos de migrantes bajo una misma causa.

Abogados han denunciado que estos procesos impersonales no le dan oportunidad a los inmigrantes para defender sus permanencias, y violan el debido proceso migratorio.

Recopilan antecedentes

AI indicó que ha documentado los peligros que enfrentan las personas que buscan asilo, no solo en sus países de origen, sino también en sus viajes hacia la frontera sur de Estados Unidos.

“Anteriormente hemos descubierto que los solicitantes de asilo que identifican como miembros de la comunidad LGBTI de Guatemala, El Salvador y Honduras enfrentan enormes riesgos de agresión sexual, violencia y daños en su viaje hacia el norte”, dijo Krishnaswami.

La prohibición dictada por el máximo tribunal de justicia “podría significar que las personas que identifican LGBTI se verían obligadas a buscar protección en lugares donde corren un grave riesgo y daños”, agregó.

El grupo de derechos humanos dijo que también había descubierto que el sistema de asilo de México “está mal equipado para responder a la cantidad de personas que podrían verse obligadas a buscar protección allí”.

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“La investigación de Amnistía Internacional descubrió que, lejos de proporcionar seguridad a los solicitantes de asilo, el gobierno mexicano los detiene y deporta de manera rutinaria”, indicó.

Dijo además que las recientes acciones del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, incluido el despliegue de tropas de la Guardia Nacional en todo el país para tomar medidas enérgicas contra los solicitantes de asilo, “han hecho que la situación sea aún más peligrosa para los que huyen”.

Desde que el Programa Permanecer en México (MPP) fue activado en enero, más de 42,000 migrantes han sido enviados a ese país por las autoridades migratorias estadounidenses.

Según cifras oficiales del gobierno de México, las cifras de deportaciones en ese país aumentaron de 53,747 de enero a junio de 2018 a 71,376 en el mismo período en 2019.

La organización Families Belong Together , en Tijuana, dijo a Univision Noticias que México no tiene infraestructura para atender la crisis migratoria, y que los casos de asilo pueden demorare años.

<b>Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años</b> en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Un grupo de migrantes bajo el programa de 'Retorno a México' 
<b><a href="https://www.univision.com/noticias/inmigracion/en-buses-o-en-vuelos-pagados-por-trump-la-angustia-lleva-a-los-centroamericanos-que-esperan-en-mexico-a-devolverse-a-sus-paises">espera para subirse al autobús que les llevará de regreso a su país</a></b>, Guatemala. Un número creciente de centroamericanos están regresando a sus lugares de origen exhaustos por las largas esperas en México como consecuencia de este plan implementado por la administración Trump desde enero. Para sus primeras cortes, 
<b>los últimos que retornaron a Tijuana contaron que tienen que quedarse en México entre seis y nueve meses más.</b>
Una migrante muestra los documentos de la política Protocolo de Protección de Migrantes recibidos de manos de las autoridades estadounidenses antes de ser devuelta a Tijuana. Más de 20,000 migrantes ya forman parte de este programa, por el cual tienen que 
<b>esperar el resto de su proceso migratorio en ciudades fronterizas en las que corren riesgos de seguridad,</b> como Tijuana, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo y Matamoros. 
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Personal de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) brinda información a una migrante sobre el programa de Retorno Voluntario Asistido en el albergue Ágape en Tijuana, México. 
<b>La OIM está proporcionando billetes de avión pagados con fondos del gobierno de Estados Unidos </b>a los migrantes que quieran regresarse a Honduras, El Salvador y Guatemala. Un funcionario de la OIM explicó a Univision Noticias que, aunque son muchos los que sí se regresan, al menos 50% de los que se anotan en las listas pueden cambiar de opinión en el lapso de una semana.
Iván Vargas, coordinador de la línea de autobuses privada Transporte Turístico Ejecutivo, revisa la lista de pasajeros de una unidad que tiene como destino Tapachula, Chiapas. La imagen fue tomada a las afueras del albergue Ágape en Tijuana, México.
Diana Cruz, de 16 años, dice adiós a sus amigos del albergue Ágape antes de subirse al autobús que llevará a su familia de Tijuana a Tapachula. Esta familia decidió emprender el viaje de regreso a su país de origen, Guatemala, después de ver que el proceso de petición de asilo estaba muy demorado y les obligaba a esperar en México. La hermana pequeña, Atziry, de 7 años, empezó a decirle a la mamá que echaba de menos a su abuela y quería regresarse y 
<b>la madre tomó la decisión de volver para no someter a sus niñas a más sufrimiento.</b>
La frontera entre México y Estados Unidos en El Chaparral, el cruce fronterizo en Tijuana. Decenas de inmigrantes llegan a este punto cada mañana para esperar su turno para entrar y ser entrevistados por la Patrulla Fronteriza. La espera promedio para que llamen un número ahora está en al menos cuatro meses. La mayoría de los migrantes son retornados a México con una fecha para su primera corte con un juez de inmigración. Pero, al final, el caso puede tomarles hasta un año, entre otras cosas, porque sin un abogado el juez los devuelve a México —o a los centros de detención si tienen la suerte de ser admitidos en Estados Unidos— hasta que vuelvan con alguien que los represente.
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Una adolescente guatemalteca que prefirió no ser identificada sale del albergue Embajadores de Jesús, antes de subirse a un autobús cuyo destino es Tapachula. Se regresa porque teme que en su corte el juez de inmigración la devuelva a la hielera de la Patrulla Fronteriza y tenga que vivir de nuevo el frío que caracteriza a estos lugares, la mala alimentaci´on y los maltratos de funcionarios que les reiteran que no son bienvenidos en Estados Unidos, según denuncia.
El pastor Gustavo Banda, encargado del albergue Embajadores de Jesús, en el patio trasero de su casa donde organizan cada día donaciones que reciben para los migrantes. "Les están dando una esperanza muy pequeña para que se queden", dice Banda. "Los quieren desanimar porque su cita es hasta enero del año próximo", agrega. Él cree además que la falta de permisos de trabajo y la poca asistencia que les da el gobierno mexicano para regularizarse es lo que los desalienta a esperar hasta su primera fecha de corte.
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Francisco, de 34 años, quiere regresar a su país por su hijo Andy Javier, de 9 años. “Está sufriendo, mejor le regreso para Guatemala”, explica minutos antes de que parta el autobús del albergue Ágape en Tijuana.
Dos hermanos guatemaltecos de 6 años y 8 años juegan antes de subirse al autobús que les llevará de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala.
<b>Ileidy Díaz, de Guatemala, es la madre de esos niños.</b> Ella explica que su plan era que su esposo en Estados Unidos los pidiera, entre otras cosas porque ella y su hijo están enfermos: ella quería recibir tratamiento para su vitiligo y esperaba que su hijo pudiera ser tratado por una enfermedad en sus ojos. Por ahora, nada de eso ocurrirá. Díaz asegura que ya no quiere que sus hijos sufran más mientras esperan hasta el 14 de enero, cuando le tocará su fecha de corte. Cuenta que en la hielera les maltrataron, que a ella los funcionarios de la Patrulla Fronteriza la obligaron a la fuerza a firmar su regreso a México mientras sus hijos lloraban. "El miedo que eso me generó me hace devolverme a mi país", dice.
José Mario Sarmiento, de Honduras, en un autobús que viaja de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala. “La vi muy difícil,” dice José Mario sobre la razón por la que ha decidido regresarse a su país. Llegó a Tijuana hace mes y medio. Quería cruzar ilegalmente ya que tiene una deportación previa, pero le dio mucho miedo la situación en la frontera y la posibilidad de ser arrestado y tener que pasar mucho tiempo en la cárcel.
Bolsas de basura cargadas de pertenencias de migrantes que se regresan a sus países de origen en un autobús privado con trayecto Tijuana-Tapachula.
<b>José María García, conocido como 'Chema', </b>encargado del albergue para migrantes Juventud 2000, parado frente a la casa ubicada en la zona norte de Tijuana, México, una de las áreas más inseguras de la ciudad. Según él, una parte de los centroamericanos que llegan al recinto deciden cruzar de forma ilegal a Estados Unidos "ya que ven que las posibilidades son cada vez más cerradas para poderse quedar o recibir el asilo", cuenta. Lo hacen, explica "porque cada vez ven más lejano (el fin de sus procesos) o cada vez ven menos las posibilidades de quedarse en los Estados Unidos". En sus estimaciones, 30% de los que llegan a su albergue se marchan o a su país o a la frontera para cruzar sin ser vistos.
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Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Imagen Almudena Toral/Univision
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