Por qué el nuevo reglamento de asilo deja sin protección a migrantes cuyas vidas corren peligro

La nueva regla castigará faltas, incluso algunas que hayan sido desestimadas por la corte, aunque el migrante se haya visto forzado a hacerlo para salvar su vida.

Jorge Cancino
Por:
Jorge Cancino.
A mediados de 2018, el gobierno admitió que entre el 5 de mayo y el 20 de junio de ese año había separado a 2,654 menores. Pero de acuerdo con informes posteriores emitidos por el Inspector General del Departamento de Seguir Nacional (IG-DHS), las separaciones comenzaron antes y el número de separaciones es mucho mayor que la cifra entregada a la justicia. Se habla de varios miles, un dato que ni siquiera el gobierno puede certificar.
Video El drama de las separaciones familiares de Trump contado a través de las cartas de los niños

Un nuevo reglamento de asilo publicado en diciembre por el gobierno de Donald Trump y cuyo plazo para el comentario público venció el martes, dejaría sin protección a ciertos inmigrantes que huyen de sus países para salvar sus vidas y hayan cometido delitos o faltas, como entrar a Estados Unidos tras haber sido deportados con anterioridad.

“El proyecto de reglamento es demasiado amplio y excluirá de la elegibilidad de asilo a las personas que no son amenazas para la seguridad pública, y que tienen fundados temores de ser perseguidos en el extranjero”, advirtió la Asociación Americana de Abogados de Inmigración (AILA) en un documento de 12 páginas enviado durante el período de comentarios.

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Tras la publicación de la norma, el gobierno concedió un plazo de 30 días para que el público opinara, conforme dicta la ley. AILA ha insistido en que ese período de tiempo “es inapropiadamente corto” y que en tan pocos días “no se abordarán todas las preocupaciones de los miembros de AILA (unos 15,000 a nivel nacional), sino que se centrarán en las repercusiones más problemáticas” del nuevo reglamento.

La entidad también advierte “mantendrá a las personas que han huido de la persecución y la tortura en un estado de limbo legal desprotegido, o peor aún, devolverlos a sus circunstancias potencialmente mortales”.

Los cambios

El reglamento propuesto por el gobierno añade siete barreras obligatorias adicionales que afectarán la elegibilidad de asilo de aquellos individuos “que cometen ciertos delitos en Estados Unidos”.

Ellos son:


  • Un delito grave bajo la ley federal o estatal;
  • Un delito menor relacionado con contrabando o brindar refugio a un extranjero;
  • Un delito de reingreso ilegal (re-entry, volver al país sin autorización después de ser deportado);
  • Un delito federal, estatal, tribal o local que involucra actividad criminal de pandillas callejeras;
  • Ciertos delitos federales, estatales, tribales o locales relacionados con manejar un vehículo motorizado bajo la influencia (manejar borracho o drogado);
  • Un delito de violencia doméstica federal, estatal, tribal o local, o que un juez determina que ha cometido actos de agresión o crueldad extrema en un contexto doméstico, incluso si no se produjo una condena; y
  • Ciertos delitos menores bajo la ley federal o estatal por delitos relacionados con la identificación falsa; el recibo ilegal de beneficios públicos de una entidad federal, estatal, tribal o local; o la posesión o tráfico de una sustancia controlada o parafernalia de sustancias controladas.

Rotundo rechazo

Los abogados, entre quienes hay profesores de derecho, investigadores y consejeros de empresas, además de representar a residentes, ciudadanos estadounidenses e inmigrantes, señalan que tomando en cuenta la experiencia acumulada, “y representando a los no ciudadanos que buscan asilo y otro tipo de ayuda humanitaria, nos oponemos firmemente a la reglamentación propuesta”.

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AILA también cuestionó que dentro de os 30 días para el comentario del público se registró un feriado “donde el gobierno estuvo cerrado durante tres días”, lo que “limitó la capacidad de las partes interesadas para evaluar y comentar completamente la regla”.

Los abogados también señalaron el nuevo reglamento “socava” el propósito de nuestro sistema de asilo promulgado por Estados Unidos en 1980 “para crear un marco legal consistente
proporcionando un refugio seguro a las personas que huyen de la persecución”.

Dijeron además que “la Ley de Refugiados de 1980 (que norma la política de asilo) fue diseñada para cumplir con el Protocolo de las Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados, y estableció una amplia clase de refugiados a los que se podría otorgar asilo”.

“El sistema de asilo se estableció para garantizar que
las personas no son enviadas de regreso a lugares donde podrían ser perseguidas”, precisaron.

Castigo innecesario

En cuanto a la lista de nuevas barreras, AILA señala que “el reglamento propuesto penaliza a los solicitantes de asilo por acciones que son consecuencia directa de la persecución y la huida” del inmigrante que pide asilo.

“Incluye varias nuevas barreras para la elegibilidad a personas que han sido condenadas por crímenes que a menudo son un subproducto de escapar de la persecución y/o vivir en el país sin estatus utilizando documentos falsos o reingreso indocumentado”, añaden.

Indican además que “estas faltas relacionados con la inmigración no deberían bloquear a los solicitantes de asilo que tienen temores fundados de persecución y tortura en el extranjero para acceder a la protección” por parte del gobierno estadounidense.

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Poner en vigor estas nuevas reglas, advierten, “es castigar a las personas por hacer lo necesario para salvar sus propias vidas y las vidas de los miembros de sus familias”.

“Las personas que huyen del daño y la persecución no deben ser sometidas a un estándar tan duro”, puntualizan. “Bajo el actual sistema, los jueces de asilo tienen la autoridad de evaluar estos delitos relacionados con la inmigración cuando deciden si aprueban o no una petición de asilo. Pero según la ley actual, los crímenes no son barreras absolutas para recibir protección”, precisan.

AILA teme que el nuevo reglamento, de entrar en vigor, requiera que los jueces nieguen los casos de forma categórica “sin permitirles discreción para mirar las circunstancias que rodean un caso”, como por ejemplo si en la urgencia de huir para salvar la vida, la persona se vio forzada a entrar o permanecer indocumentada en Estados Unidos.

El gobierno no ha indicado cuando finalizará la revisión de los comentarios recibidos, cuándo publicará el reglamento final y cuándo entrará en vigor. Y si afectará los casos que ya están en proceso.

<b>Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años</b> en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Un grupo de migrantes bajo el programa de 'Retorno a México' 
<b><a href="https://www.univision.com/noticias/inmigracion/en-buses-o-en-vuelos-pagados-por-trump-la-angustia-lleva-a-los-centroamericanos-que-esperan-en-mexico-a-devolverse-a-sus-paises">espera para subirse al autobús que les llevará de regreso a su país</a></b>, Guatemala. Un número creciente de centroamericanos están regresando a sus lugares de origen exhaustos por las largas esperas en México como consecuencia de este plan implementado por la administración Trump desde enero. Para sus primeras cortes, 
<b>los últimos que retornaron a Tijuana contaron que tienen que quedarse en México entre seis y nueve meses más.</b>
Una migrante muestra los documentos de la política Protocolo de Protección de Migrantes recibidos de manos de las autoridades estadounidenses antes de ser devuelta a Tijuana. Más de 20,000 migrantes ya forman parte de este programa, por el cual tienen que 
<b>esperar el resto de su proceso migratorio en ciudades fronterizas en las que corren riesgos de seguridad,</b> como Tijuana, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo y Matamoros. 
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Personal de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) brinda información a una migrante sobre el programa de Retorno Voluntario Asistido en el albergue Ágape en Tijuana, México. 
<b>La OIM está proporcionando billetes de avión pagados con fondos del gobierno de Estados Unidos </b>a los migrantes que quieran regresarse a Honduras, El Salvador y Guatemala. Un funcionario de la OIM explicó a Univision Noticias que, aunque son muchos los que sí se regresan, al menos 50% de los que se anotan en las listas pueden cambiar de opinión en el lapso de una semana.
Iván Vargas, coordinador de la línea de autobuses privada Transporte Turístico Ejecutivo, revisa la lista de pasajeros de una unidad que tiene como destino Tapachula, Chiapas. La imagen fue tomada a las afueras del albergue Ágape en Tijuana, México.
Diana Cruz, de 16 años, dice adiós a sus amigos del albergue Ágape antes de subirse al autobús que llevará a su familia de Tijuana a Tapachula. Esta familia decidió emprender el viaje de regreso a su país de origen, Guatemala, después de ver que el proceso de petición de asilo estaba muy demorado y les obligaba a esperar en México. La hermana pequeña, Atziry, de 7 años, empezó a decirle a la mamá que echaba de menos a su abuela y quería regresarse y 
<b>la madre tomó la decisión de volver para no someter a sus niñas a más sufrimiento.</b>
La frontera entre México y Estados Unidos en El Chaparral, el cruce fronterizo en Tijuana. Decenas de inmigrantes llegan a este punto cada mañana para esperar su turno para entrar y ser entrevistados por la Patrulla Fronteriza. La espera promedio para que llamen un número ahora está en al menos cuatro meses. La mayoría de los migrantes son retornados a México con una fecha para su primera corte con un juez de inmigración. Pero, al final, el caso puede tomarles hasta un año, entre otras cosas, porque sin un abogado el juez los devuelve a México —o a los centros de detención si tienen la suerte de ser admitidos en Estados Unidos— hasta que vuelvan con alguien que los represente.
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Una adolescente guatemalteca que prefirió no ser identificada sale del albergue Embajadores de Jesús, antes de subirse a un autobús cuyo destino es Tapachula. Se regresa porque teme que en su corte el juez de inmigración la devuelva a la hielera de la Patrulla Fronteriza y tenga que vivir de nuevo el frío que caracteriza a estos lugares, la mala alimentaci´on y los maltratos de funcionarios que les reiteran que no son bienvenidos en Estados Unidos, según denuncia.
El pastor Gustavo Banda, encargado del albergue Embajadores de Jesús, en el patio trasero de su casa donde organizan cada día donaciones que reciben para los migrantes. "Les están dando una esperanza muy pequeña para que se queden", dice Banda. "Los quieren desanimar porque su cita es hasta enero del año próximo", agrega. Él cree además que la falta de permisos de trabajo y la poca asistencia que les da el gobierno mexicano para regularizarse es lo que los desalienta a esperar hasta su primera fecha de corte.
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Francisco, de 34 años, quiere regresar a su país por su hijo Andy Javier, de 9 años. “Está sufriendo, mejor le regreso para Guatemala”, explica minutos antes de que parta el autobús del albergue Ágape en Tijuana.
Dos hermanos guatemaltecos de 6 años y 8 años juegan antes de subirse al autobús que les llevará de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala.
<b>Ileidy Díaz, de Guatemala, es la madre de esos niños.</b> Ella explica que su plan era que su esposo en Estados Unidos los pidiera, entre otras cosas porque ella y su hijo están enfermos: ella quería recibir tratamiento para su vitiligo y esperaba que su hijo pudiera ser tratado por una enfermedad en sus ojos. Por ahora, nada de eso ocurrirá. Díaz asegura que ya no quiere que sus hijos sufran más mientras esperan hasta el 14 de enero, cuando le tocará su fecha de corte. Cuenta que en la hielera les maltrataron, que a ella los funcionarios de la Patrulla Fronteriza la obligaron a la fuerza a firmar su regreso a México mientras sus hijos lloraban. "El miedo que eso me generó me hace devolverme a mi país", dice.
José Mario Sarmiento, de Honduras, en un autobús que viaja de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala. “La vi muy difícil,” dice José Mario sobre la razón por la que ha decidido regresarse a su país. Llegó a Tijuana hace mes y medio. Quería cruzar ilegalmente ya que tiene una deportación previa, pero le dio mucho miedo la situación en la frontera y la posibilidad de ser arrestado y tener que pasar mucho tiempo en la cárcel.
Bolsas de basura cargadas de pertenencias de migrantes que se regresan a sus países de origen en un autobús privado con trayecto Tijuana-Tapachula.
<b>José María García, conocido como 'Chema', </b>encargado del albergue para migrantes Juventud 2000, parado frente a la casa ubicada en la zona norte de Tijuana, México, una de las áreas más inseguras de la ciudad. Según él, una parte de los centroamericanos que llegan al recinto deciden cruzar de forma ilegal a Estados Unidos "ya que ven que las posibilidades son cada vez más cerradas para poderse quedar o recibir el asilo", cuenta. Lo hacen, explica "porque cada vez ven más lejano (el fin de sus procesos) o cada vez ven menos las posibilidades de quedarse en los Estados Unidos". En sus estimaciones, 30% de los que llegan a su albergue se marchan o a su país o a la frontera para cruzar sin ser vistos.
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Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Imagen Almudena Toral/Univision
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