El gobierno abre de nuevo, el drama en el Congreso se posterga y los dreamers siguen en el limbo

El dinero para el funcionamiento está garantizado solo hasta el 8 de febrero. Para extenderlo tendrán que lidiar con inmigración y DACA, dos de los temas más delicados de cuántos se debaten en Washington.

Carlos Chirinos
Por:
Carlos Chirinos.
El acuerdo reactiva el sector público hasta el próximo 8 de febrero, tiempo en el cual los dos partidos negociarán el tema migratorio.
Video El senador Schumer asegura que un acuerdo sobre DACA es prioridad para reabrir el gobierno

El cierre temporal del gobierno terminó pero solo temporalmente, hasta el 8 de febrero, cuando volverán a acabarse los fondos que el Congreso aprobó este lunes para poner fin al shutdown que empezó la madrugada del sábado debido a que las diferencias sobre cúando y cómo discutir el destino de los dreamers impidió un acuerdo entre republicanos y demócratas.

Fue un fin de semana de negociaciones intensivas y de duro intercambio de acusaciones entre las partes, que querían dejar claro ante la opinión pública a quién correspondía la culpa de que casi 800,000 empleados federales públicos y 1,5 millones de militares se quedaran sin paga.

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Pero en esas negociaciones hubo un gran ausente en el escenario: el presidente Donald Trump, alguien que suele describirse a sí mismo como un “gran negociador” (su mayor best seller se llama justamente ‘El arte de la negociación’)

Esas artes del presidente aparentemente no hicieron falta en esta ocasión, a juzgar por el hecho de que los líderes del Senado estuvieron enfrascados en las negociaciones sin una señal desde la Casa Blanca. De hecho, varios legisladores dijeron en diferentes entrevistas a lo largo del fin de semana que no sabían bien qué esperaban en la Presidencia.

“La Casa Blanca se rehusó a negociar durante el fin de semana”, aseguró al pleno del Senado el líder de la minoría demócrata Charles Schumer al anunciar que se había alcanzado un acuerdo para financiar nuevamente el gobierno federal e ironizó con la ausencia del “gran negociador”.


La Casa Blanca asegura que Schumer solo "aceptó finalmente" lo que él le habría ya propuesto el viernes pasado.

En cualquier caso, las habilidades negociadores de todos van a ser necesarias si se quiere evitar que dentro de dos semanas las oficinas públicas tengan que cerrar de nuevo por falta de presupuesto, considerando que los temas que quedaron atados a la nueva ronda de conversaciones -inmigración y DACA- son dos de los puntos más complicados de tratar en Washington.

Silencio preventivo

Tras dos semanas en las que fue Trump quien aparentemente descarriló los acuerdos bipartidistas (como el que le había presentado el senador demócrata Dick Durbin y el republicano Lindsey Graham durante la reunión en la que habló de los “países de mierda”) muchos destacaron que, salvo algunos mensajes en su cuenta Twitter, el presidente hizo silencio.

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Pese a que el sábado se cumplió un año de su investidura y a que los empleados del gobierno federal se enfrentaban a la incertidumbre de no saber si irían a cobrar en las próximas semanas, el presidente no hizo ninguna declaración pública.

La Casa Blanca niega la versión de Schumer de que Trump no participó en las negociaciones y a través de uno de sus portavoces, Raj Shah, explicó que el presidente estuvo en permanente contacto con los republicanos haciéndole seguimiento al pulso con los demócratas.


“La participación del gobierno fue la correcta y ayudó a la reapertura del gobierno hoy”, dijo Shah en entrevista con la cadena de noticias CNN.

Lo que es claro es que Trump no se reunió con representantes de ambos partidos, luego de que el viernes convocara a Schumer a la Oficina Oval. En ese sentido, podría decirse que el mandatario estuvo monitoreando el proceso más que negociando. Seguramente dejó claro puntos a los republicanos, pero eso no significa necesariamente que hay liderado los contactos.

Socio poco confiable

Algunos aseguran que tras los comentarios peyorativos sobre El Salvador, Nicaragua y países africanos en la Casa Blanca, su equipo se aseguró de que el presidente no dijera algo que volviera a amenazar con hacer estallar las posibilidades de un acuerdo.

El senador Graham dio a entender que no contaba con la Casa Blanca para solucionar el impasse cuando dijo el domingo que es el equipo presidencial (específicamente el asesor Stephen Miller) el que complica las posibilidades de llegar a pactos. Días atrás había asegurado que no se tenía un “socio confiable” en la Presidencia, dando a entender que los asesores del presidente suelen alterar lo que éste acuerda con los parlamentarios.

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El cierre del gobierno se superó gracias a un pacto de caballeros: la oferta de McDonnell de presentar al Senado para su discusión los temas de DACA y de inmigración, una exigencia que hacían los demócratas pero que para algunos de ellos no les parece lo suficientemente sólida.


En su entrevista con CNN, el portavoz presidencial Shah dijo que confía en que el senador McConnell presente al presidente una ley de inmigración y una solución para los dreamers que él esté dispuesto a firmar.

Pero días atrás, antes de haber adquirido este compromiso con los demócratas, el líder republicano había asegurado que no presentaría ninguna iniciativa hasta que la Casa Blanca no indique con claridad qué es lo que quiere.

Hasta ahora el presidente ha apoyado la propuesta que en agosto hicieron los senadores republicanos Tom Cotton y John Perdue que busca cortar la inmigración ilegal y recortar sustancialmente la inmigración legal. Pero esa propuesta no cuenta con el respaldo de senadores moderados como Graham.

Ahora el reloj vuelve a entrar en cuenta regresiva. Por eso, considerando las costumbres de los congresistas y lo delicado de los temas en la agenda, es previsible que la primera semana de febrero sea otra de frenéticas conversaciones para conjurar un segundo cierre del gobierno federal.

"Los campesinos que trabajan duro están siendo suplantados por los europeos criminales y fuera de la ley". Este es el encabezado de esta ilustración, en la que una oleada de inmigrantes aparecen retratados con sombreros que 
<b>los identifican con distintas amenazas: analfabetismo, pobreza, anarquismo, degeneración, mafia, criminal</b>, etc. Mientras, el Tío Sam trata de proteger las ideas y las instituciones estadounidenses del peligro inmigrante. La caricatura, de 1903, se titula: 'La marea alta de la inmigración, una amenaza nacional'.
Un gigante muro se interpone entre una familia inmigrante y Estados Unidos. En lugar de cañones, puntas de pluma reciben a los recién llegados. En la pared letras gigantes rezan: "Test de alfabetización" y por encima de él se asoma el Tío Sam, símbolo estadounidense, que dice: 
<b>"Son bienvenidos... ¡Si pueden escalarlo!".</b> La viñeta, que se publicó en la revista Puck en 1916, hace referencia a una ley de 1917 que requería a los inmigrantes mayores de 16 años pasar 
<b>un examen de alfabetización en el que debían demostrar que podían leer entre 30 y 40 palabras</b> de un texto en su propio idioma.
Este anuncio del detergente Magic Washer titulado 'Los chinos deben marcharse' fue publicado en 1886, momento en que Estados Unidos atravesaba un momento de agudo sentimiento antichino que terminó cristalizando en la ley de exclusión china de 1882, que 
<b>restringía la entrada de inmigrantes procedentes de ese país por un periodo de una década</b>. El dibujo muestra al Tío Sam portando un bote del jabón mientras patea a un inmigrante chino.
Este dibujo muestra al tío Sam impartiendo clase 
<b>a unos niños malhumorados de piel oscura que representan a Filipinas, Hawaii, Puerto Rico y Cuba.</b> Detrás de ellos están un grupo de estudiantes aplicados: los estados estadounidenses (Texas, California...). En el fondo, se aprecia a un niño chino en el umbral de la escuela, a un indio sujetando un libro al revés y a un negro que limpia la ventana. La viñeta se publicó en 1899 en la revista Puck.
Un grupo de hombres que representan 
<b>distintos grupos de interés en la sociedad estadounidense rodean</b> a un inmigrante. El hombre acaba de desembarcar, pero cada uno de los estamentos lleva consigo un cartel que simboliza las ideas preconcebidas y los prejuicios que ya tienen sobre él. Para el ciudadano "es una amenaza"; para el oficial de salud pública "trae enfermedades"; al contratista le ofrece "mano de obra barata"; el político espera que "cree votos para él" y el trabajador teme que "abarate su mano de obra". El dibujo fue publicado en la revista Judge en 1903.
Pero los chinos y los judíos no eran los únicos vistos con malos ojos en Estados Unidos. Esta viñeta 
<b>arremete también contra los irlandeses</b>. En una habitación, duermen inmigrantes de distintas nacionalidades: un alemán, un inglés, un español, un ruso, un japonés, un italiano y un francés. El irlandés, borracho, discute con Tío Sam, que le grita: "Mira aquí, todos los demás son tranquilos y pacíficos, ¡y tú todo el tiempo estás dando vueltas!". La ilustración se titula 'La casa de huéspedes del Tío Sam' y fue publicada en 1882.
Publicada en 1881 en la revista Puck, esta caricatura muestra un barco repleto de inmigrantes judíos. 
<b>Tanto la nave como los pájaros y los peces aparecen retratados con una nariz prominente</b>, como la que el imaginario popular tradicionalmente ha atribuido a la fisionomía judía. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX el sentimiento antiinmigrante se dirigía, además de a los chinos, a los judíos europeos, que en ocasiones huían de los pogromos (linchamientos multitudinarios) y la violencia antisemita que sufrían en países del este del continente, como Rusia y Polonia.
Esta ilustración, titulada 'La granja del Tío Sam en peligro',
<b> retrata a los trabajadores chinos como una plaga de langostas</b>. Los insectos, con rasgos asiáticos, destruyen los campos mientras el Tío Sam trata de espantarlos con ayuda de otra figura que representa a la prensa californiana. La viñeta es de 1878, cuatro años antes de que el Congreso aprobara la ley de exclusión china.
Un hombre malhumorado se encuentra en el puerto de Nueva York, con la Estatua de la Libertad de fondo. El personaje llama la atención del Tío Sam sobre una multitud de inmigrantes recién llegados, desharrapados y sucios. Cada uno de ellos representa una amenaza diferente: 
<b>uno es un vagabundo polaco, otro un irlandés pobre y otro un alemán socialista. </b>La ilustración, de 1891, se titula 'Los males de la inmigración sin restricción'.
Esta ilustración refleja las consecuencias de la ley de exclusión china de 1882, que prohibió la entrada de ciudadanos chinos y se convirtió en la primera medida que restringía la inmigración de un grupo por razón de su etnia u origen nacional. En ella, un trabajador chino se ha encontrado con las puertas de Estados Unidos cerradas. Lleva un peculiar equipaje: 
<b>la industria, el orden, la paz y la sobriedad, atributos que lo acompañan</b>, pero que no le garantizarán la entrada a través de la "puerta dorada de la libertad".
Los inmigrantes que se llevaron la peor parte del sentimiento xenófobo fueron los chinos. Este dibujo muestra a trabajadores de distintas nacionalidades y razas (
<b>un irlandés, un negro, un veterano de la Guerra Civil, un italiano, un francés, un judío</b>) unidos en la labor de construir un muro para evitar el paso de los orientales. Con cemento del Congreso, los hombres levantan un muro formado por ladrillos que representan el prejuicio, la no reciprocidad y el miedo. A lo lejos, en China, los barcos estadounidenses entran en el país con bienes comerciales mientras los ciudadanos chinos 
<b>tiran abajo sus fronteras</b>.
Un irlandés y un chino están comiéndose por la cabeza y por los pies al Tío Sam, símbolo de Estados Unidos. Como dice el título del dibujo, se trata del "gran miedo del periodo". Finalmente, 
<b>el chino termina devorando al irlandés y robándole el sombrero</b>. Una oleada de trabajadores chinos llegaron a California durante el siglo XIX para trabajar en los ferrocarriles y en las minas de la Costa Oeste. Sin embargo, en torno a 1870, una crisis económica provocó que un fuerte sentimiento xenófobo se cebara con esta comunidad migrante, a la que se acusaba de arrebatar puestos de trabajos a los estadounidenses y de empeorar sus condiciones laborales.
La revista 'Harper's Weekly', que se autodenominaba "el periódico de la civilización", mostraba en su portada del 29 de septiembre de 1888
<b> esta caracterización de un trabajador inmigrante</b>: "Importado y libre de impuestos por Trust, Monopoly & Co. para competir con la mano de obra americana".
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"Los campesinos que trabajan duro están siendo suplantados por los europeos criminales y fuera de la ley". Este es el encabezado de esta ilustración, en la que una oleada de inmigrantes aparecen retratados con sombreros que los identifican con distintas amenazas: analfabetismo, pobreza, anarquismo, degeneración, mafia, criminal, etc. Mientras, el Tío Sam trata de proteger las ideas y las instituciones estadounidenses del peligro inmigrante. La caricatura, de 1903, se titula: 'La marea alta de la inmigración, una amenaza nacional'.
Imagen Ohio State University
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