La mayoría de las personas nos atascamos en momentos peliagudos de nuestra vida, como cuando tenemos que decidir si continuar o no una relación, mudarnos a otro país o seguir o no un tratamiento médico, por ejemplo. Pero hay también quien se detiene a deshojar la margarita hasta para elegir el sabor del helado.
¿Tienes que tomar una decisión difícil? Mejor por la mañana y con la técnica 10/10/10
Hay ocasiones en las que pagaríamos todo el oro del mundo con tal de que algún genio sacase su varita mágica y decidiese por nosotros. Esta sencilla técnica puede ayudarte a salir del atasco.


La cuestión es que nos apegamos tanto a los que nos preocupa que quizá no prestamos la adecuada atención al impacto que tendrá esta decisión en el futuro. Una técnica muy sencilla –al menos, en apariencia– para salir del atasco lleva el nombre 10/10/10, y la propone Suzy Welch, periodista económica y autora de best sellers. Welch sabe de lo que habla porque hizo numerosos equilibrios entre su exitosa vida profesional y sus cuatro hijos.
Se trata de ver cuáles serán las consecuencias de nuestra elección en el largo, corto y medio plazo –es decir, lo que sentiremos en tres momentos diferentes– con tres preguntas clave:
- ¿Cómo me sentiré dentro de diez minutos?
- ¿Cómo me sentiré dentro de diez meses?
- ¿Cómo me sentiré dentro de diez años?
Visto en retrospectiva, es fácil observar cómo algunas de las cosas ante las cuales nos atormentamos en el pasado (como aquella conversación difícil o decidir si comprar un carro nuevo) no eran para tanto, y cómo podríamos habernos ahorrado tantos desvelos.
Mejor decidir por la mañana
Cualquier decisión puede analizarse por partes. Es lo que los psicólogos llaman “el modelo Rubicón”, en referencia al río donde César, el emperador romano, pasó una noche atormentado por las dudas: si lo cruzaba, se consideraría una invasión a Roma. Tras comerse el coco durante toda la noche, César pronunció su famosa frase (“alea iacta est”, la suerte está echada), y decidió dar el salto. Pues bien: cruzar el Rubicón es más cansado que mantenerse en cualquiera de las orillas. Es decir, te agotas más en el acto de decidir que quedándote en uno u otro lado del río, por seguir con la metáfora.
Decidir cansa, y por eso, el momento del día en que uno toma la decisión es crucial. Al final del día estarás en peores condiciones de elegir lo más apropiado que por la mañana. Tras investigar el comportamiento de los jueces –profesionales que se ganan la vida decidiendo– los psicólogos llegaron a la conclusión de que tienes más posibilidades de seguir entre barrotes si tu juicio se celebra por la tarde.
Cuando ya no puede más, el cerebro opta por uno de estos dos atajos:
a. Se convierte en un irresponsable y actúa impulsivamente o
b. No hace nada, y evita tomar decisiones.
Estamos ante la llamada “fatiga de las decisiones”, una teoría que indica que disponemos de un almacén finito de energía mental disponible para decidir y para el autocontrol.
Si te pasas el día evitando el chocolate o las papas fritas, serás menos capaz de decir que no a otras tentaciones, sin importar cuál sea su calado. De forma que ya sabes: antes de decidir, descansa.











La fecha de cumpleaños habla de nuestra edad cronológica, pero este es solamente un indicador que no siempre coincide con la edad biológica, que marca el desgaste sufrido con el paso de los años. Este test de vitalidad usa un algoritmo que tiene en cuenta el peso, práctica de ejercicio, colesterol o consumo de alcohol, y compara los resultados con los de la población en general. De acuerdo con esta web, como media los americanos son cinco años mayores que su edad cronológica.