Entrenar para una maratón alarga la vida. Quizá quieras intentarlo en 2020.

¿Qué es lo que ocurre para que se produzca este efecto beneficioso para la longevidad? Los 138 corredores que participaron en este estudio, que se entrenaron para correr por primera vez la maratón de Londres, recuperaron elasticidad en sus arterias, lo que contribuye a reducir el riesgo de ataques al corazón y accidentes cardiovasculares. Además, su presión arterial mejoró.
Los que estaban menos en forma al principio son los que más aprovecharon estas ventajas, de acuerdo con la investigación que se publicó el lunes en el Journal of the American College of Cardiology.

Estos corredores emplearon entre 4.5 (la media de los hombres) y 5.5 horas (para las mujeres) en completar las 26.2 millas del recorrido, y se entrenaron durante seis meses antes, incrementando de forma gradual la distancia recorrida.

“Nuestro estudio muestra que es posible revertir las consecuencias del envejecimiento en las arterias con ejercicio en solo seis meses”, dijo Charlotte Manisty, del University College de Londres y autora del estudio. “Estos beneficios se observaron en individuos sanos en un amplio espectro de edades. Parece que nunca es demasiado tarde”.

Los participantes utilizaron el régimen de entrenamiento que ofrecían los organizadores de la maratón, que consiste en correr tres veces por semana incrementando la distancia durante un periodo de 17 semanas.

Este no es el primer estudio, ni de lejos, que relaciona el ejercicio con la mortalidad. Y no hace falta correr una maratón. Otra investigación publicada este verano, la mayor hasta la fecha, indicaba que cualquier actividad, aunque sea modesta, que implique moverse tiene un efecto en la reducción de la mortalidad. Las posibilidades de morir prematuramente se reducen a medida que se incrementa el movimiento.

A pesar de que la abundancia de estudios sobre las ventajas del ejercicio para nuestra salud física y mental, solo el 20% de los estadounidenses practica el ejercicio recomendado, según las autoridades sanitarias. Las directrices para los adultos son entre 150 y 300 minutos de ejercicio moderado o entre 75 y 150 minutos de ejercicio vigoroso a la semana.