Otra desgarradora estadística revela los estragos de la pandemia: 140,000 niños han perdido a sus padres o cuidadores en EEUU por el covid-19 u otras causas asociadas a la crisis del coronavirus. La mayoría de ellos pertenecen a grupos minoritarios.
Una "pandemia escondida": más de 100,000 niños han perdido a sus padres por el covid-19
Por cada cuatro muertes asociadas al coronavirus en el país, un menor de edad se queda solo en el mundo, un trauma que lo afectará de por vida. Aquellos que pertenecen a grupos minoritarios han sido los más afectados, revela un nuevo estudio liderado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Así lo determina un estudio publicado este jueves en Pediatrics y realizado por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) en colaboración con el Imperial College de Londres, la Universidad de Harvard y la Universidad de Cape Town, que intentó cuantificar el impacto que han dejado las muertes vinculadas a la pandemia que ocurrieron en EEUU entre el 20 de marzo de 2020 y el 21 de junio de 2021.
Estimaron que 120,630 menores de edad quedaron huérfanos, entendiendo por este concepto a la pérdida de al menos un padre o cuidador principal, algo -que se ha comprobado- los deja en mayor peligro de sufrir problemas de salud mental, abuso y pobreza.
Otros 22,007 vivieron la muerte cercana de un cuidador secundario como un abuelo. Esto quiere decir que al menos 142,637 niños han experimentado el fallecimiento de al menos un padre o cuidador o pariente que vive en su hogar.
“Es perturbador pensar cómo por cada cuatro muertes asociadas al covid-19, un niño se queda solo. Esta es una crisis”, dice al diario The Washington Post, Susan Hillis, investigadora de los CDC que estuvo a cargo del estudio.
Detrás de cada una de esas cifras -que seguirán aumentando mientras dure la pandemia- hay vidas rotas.
“Los números no cuentan la historia completa. La historia completa está en las vidas y el futuro trastocado de estos niños, adolescentes y sus familias”, insiste a NPR, Warren NG, psiquiatra de la Universidad de Columbia que trabaja con niños en comunidades de color.
Niños que pertenecen a grupos minoritarios de la población son los más afectados, especialmente los hijos de indígenas y nativos de Alaska cuyo riesgo de quedar en orfandad fue 4.5 veces mayor que el de los blancos.
En el caso de hispanos y negros, estos fueron respectivamente casi dos veces y 2.4 veces más propensos que los blancos a perder a sus padres.
También se encontraron variaciones geográficas: estados con más población como Texas, California y Nueva York tienen la mayor cantidad de niños huérfanos y en la zona de la frontera con México de los estados del Sur, entre el 49% y el 67% de los niños que perdieron a sus padres o cuidadores son hispanos.
“La muerte de una figura paternal es una pérdida enorme que puede alterar la vida de un niño. Debemos trabajar para asegurar que estos niños tengan acceso a intervenciones que los ayuden a navegar este trauma y que velen por su salud mental y bienestar a futuro”, dijo la directora del Instituto Nacional de Abuso de Drogas (NIDA por sus siglas en inglés) Nora Volkow, destacando que también hay que “atender las inequidades subyacentes que ponen a la gente de color en mayor riesgo de contraer y morir por el covid-19, lo que aumenta la posibilidad de que sus hijos pierdan a sus padres y enfrenten efectos adversos relacionados en su desarrollo”.
Algo que afectará a generaciones
Los hallazgos se corresponden con los de otra investigación publicada en The Lancet en julio de este año que encontró que 1.5 millones de niños en el mundo perdieron a un cuidador principal o secundario durante los primeros 14 meses de la pandemia.
Se trata de una “pandemia global y escondida”, recalca la investigadora de los CDC Susan Hillis, para quien “todos y especialmente los niños sentiremos los serios efectos inmediatos y a largo plazo de este problema por generaciones”.
La pérdida de un padre está entre las experiencias adversas de la infancia (ACEs por sus siglas en inglés) asociadas a problemas de salud mental como baja autoestima o comportamientos peligrosos y que aumenta el riesgo de sufrir de abuso de sustancias, suicidio y otros problemas en la adultez.
“Por lo general pensamos en el impacto del covid-19 en términos de las muertes que han ocurrido por la enfermedad, pero tal y como demuestra este estudio, es vital atender el impacto más amplio que tome en cuenta no solo aquellos que mueren, sino esos que se quedan atrás. Debemos asegurarnos que los niños que han perdido a un padre o cuidador tengan acceso a los servicios de apoyo que necesitan”, subraya Charles Nelson III, quien, desde el Hospital de Niños de Boston, ha estudiado los efectos de la adversidad sobre el cerebro y el comportamiento.
En estos enlaces de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, la Red Nacional de Estrés Traumático en Niños y el Centro de Estudios de la Infancia de la Universidad de Yale hay recursos útiles para psicólogos que trabajan con familias que enfrentan estas circunstancias.





