Cheslie Kryst, Miss USA 2019, muere por suicidio: cómo identificar si alguien está en riesgo

Las señales de que una persona tiene intenciones de quitarse la vida no siempre son evidentes. Estar atento a ellas puede ayudar a prevenir la muerte por esta causa.

Por:
Univision
La familia resaltó la capacidad que tuvo Cheslie Kryst para inspirar a otras personas y su impacto en las causas que apoyaba. Autoridades indicaron que la abogada de 30 años se lanzó desde su apartamento en Nueva York este domingo, sin dejar ninguna carta explicando las razones. Este caso recuerda la importancia de buscar ayuda ante problemas de salud mental y pensamientos suicidas.
Video "Amaba, reía y brillaba": familia de Cheslie Kryst, Miss USA 2019, lamenta su suicidio a través de un comunicado

“Que este día te traiga descanso y paz”, escribió la ex Miss USA Cheslie Kryst en un post de Instagram el fin de semana. Nadie lo imaginó en ese momento, pero horas después se quitó la vida.

Encontraron su cuerpo en la mañana del domingo. Tenía 30 años.

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En otras fotos recientes de sus redes sociales, se le ve sonriente y llena de vitalidad.

Era hermosa y su carrera profesional era el epítome del éxito: antes de ganar el Miss USA -donde desafió muchos de los estereotipos asociados al certamen- trabajó como abogado a favor de la justicia social y actualmente era corresponsal para el canal de televisión Extra.

“Su luz fue una que inspiró a otros alrededor del planeta con su belleza y fuerza. A ella le importó, amó, rió y brilló”, dijo su familia en un comunicado.

Durante su vida, la ex Miss USA abogó por la salud mental

Con frecuencia, Chelsie Kryst abogó por la equidad y la salud mental. “Hago muchas cosas para asegurarme de cuidar mi salud mental. Lo más importante que he hecho es hablar con un terapeuta”, dijo en un video publicado en Facebook en 2019.

En marzo de 2021 publicó un ensayo en la revista Allure donde reflexionaba sobre el cumplir 30 años y las expectativas -con frecuencia dañinas- que se imponen a la juventud en torno a los logros.

“Cada vez que digo que cumplo 30 me estremezco un poco. A veces puedo enmascarar con éxito mi incomodad con emoción, otras mi entusiasmo se siente vacío, como una mala actuación”, escribió en ese texto donde narra con detalle sobre los altos estándares a los que están sometidas las mujeres y en el que admite que llegar a esa nueva etapa se sentía como “un frío recordatorio de que me estoy quedando sin tiempo para ser importante ante los ojos de la sociedad”.

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“No puedo decirles cuántas veces he borrado comentarios en mis páginas de redes sociales que tenían emojis de vómito e insultos diciéndome que no era lo suficientemente bonita para ser Miss Universo o que mi estructura muscular era en realidad un ‘cuerpo de hombre’”, cuenta allí.

Acaso un ejemplo de los grandes estresores a los que estaba sometida.

Pero, por más tentador que resulte, el ejercicio de buscar señales a posteriori o de querer interpretar qué quiso decir con ese último post en sus redes sociales, es infructuoso. “Nunca lo sabremos. El foco ahora debe estar en quién fue, lo que hizo y el gran legado que dejó”, explica a Univision Noticias la suicidóloga Dese'Rae L. Stage.

No hay una única causa para el suicidio

Muchas personas que sufren la muerte de alguien querido por suicidio se preguntan constantemente por qué, y recuerdan cada detalle de los días anteriores en búsqueda de claves, especialmente si no vieron señales de que un suicidio era inminente”, se lee en un folleto Fundación Estadounidense para la Prevención del Suicidio.

Pero -tal y como allí advierten- el suicidio “es complejo y no hay una única razón que lleva a alguien a quitarse la vida”.

“El suicidio nunca es simple. Puede haber muchas cosas en el curso de muchos años que se acumulan y luego hay un detonante, pero eso no implica que éste haya sido la causa. No podemos ponerle una causa porque nunca lo sabremos”, recalca Dese'Rae L. Stage.

En el criterio de expertos como Jennifer Ashton, autora del libro Vida después del Suicidio, “puede ser difícil darse cuenta” de que alguien está en riesgo de suicidio “porque lo que está en la superficie, no necesariamente refleja lo que está en el interior”, explica en entrevista con Good Morning America.

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No obstante, sí hay señales de alerta a las que podemos estar atentos y la intervención temprana puede salvar vidas.

Si tienes pensamientos suicidas o conoces a alguien que lo está, llama a la Línea Nacional de Prevención del Suicidio al 1-800-273-TALK (8255) o comunícate con la línea de mensajes de texto en momentos de crisis enviando un mensaje con la palabra TALK al 741741. La información es confidencial. También puedes visitar este enlace.

¿Cómo identificar si alguien sufre de pensamientos suicidas?

Qué hacer si sospechas que un ser querido está en riesgo de suicidio

El que cualquiera sepa identificar las señales de que alguien puede estar considerando quitarse la vida es tan importante como el que se atreva a hacerle la pregunta difícil: "¿Estás pensando quitarte la vida?". La campaña #BeThe1To, promovida por la Alianza Nacional contra el Suicidio busca exactamente eso.

La idea es promover cinco pasos que ayudan a la prevención del suicidio:

<b>Anita Estrada, enfermera</b>: “Creo que siempre he tenido pensamientos suicidas, incluso en la niñez. Nunca lo intenté de pequeña pero recuerdo pensar: bueno, espero acostarme a dormir y no despertar. Crecí en un hogar cristiano y el suicidio era un pecado, así que nunca se lo conté a nadie. Todo se hizo más obvio en mis veintes cuando me diagnosticaron depresión con ansiedad atípica, y después de mi primer intento lo cambiaron a desorden bipolar. Mi último intento fue en 2011 y fue muy feo. En esa época yo no quería estar medicada por el resto de mi vida, así que, contra la voluntad de mi médico, dejé de tomar las pastillas. Dejé de comer y de dormir y después intenté quitarme la vida. Estuve hospitalizada casi dos semanas. Pero con la terapia y la medicación todo mejoró. Lo que no quiero decirle a nadie que amo es que nunca lo haré de nuevo porque no lo sé. No puedo predecir el futuro, ni saber si los medicamentos dejarán de funcionar o si cambiarán mis circunstancias y ya no podré pagarlos”.
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<b>Abel Ibarra, estudiante de la Universidad de Texas</b>: “Soy el tipo de persona que siempre tenía una sonrisa. Pero estaba escondiendo todo. Llegué a un punto en el que empecé a tener pensamientos suicidas y luego decía: 'No, eso es loco. Yo nunca haría eso'. Pero no era yo mismo. Pasaba por puentes y pensaba: puedo saltar ahora mismo, y por alguna razón algo siempre me contenía. Hubo un tiempo en el que me paraba ahí y pensaba: '¿De verdad quiero hacer esto ahora?' Siempre tenía esa lucha interna: '¿Merezco estar en este mundo ahora? ¿Me extrañarán?' Fui a terapia y luego hasta llamé a líneas de ayuda telefónica porque a veces necesitaba que alguien me escuchara. Siempre es así, estás feliz y de pronto, en segundo, ya no lo estás. Cuando comencé a tener mayor control me dije: tengo que luchar contra esto y comencé a buscarle un propósito a mi vida, por eso cuento mi historia”.
<b>Chris Agudo, activista</b>: “Por algún motivo, de la nada, pensé: 'Déjame encender el teléfono de nuevo'… Lo encendí y vi muchas llamadas perdidas, mensajes de texto y mensajes de voz. Y los revisé y eran de mis papás, mi hermano, mis amigos. Eso me afectó. Me llegó al corazón y fue como si hubiera nacido de nuevo. Fue algo tremendo, lo peor que he llorado en mi vida”.
<b>Andy Grant, coach y conferencista</b>: “He sobrevivido varios intentos de suicidio. Vengo de un linaje de suicidio, depresión y alcoholismo. Dos generaciones antes de mí habían cometido suicidio y hubo un tiempo en mi vida en el que sentí que era mi destino y que tenía esos pensamientos porque se suponía que debía que actuar en ellos. Incluso los intentos fallidos eran motivo para sentirme mal conmigo mismo, ni siquiera podía hacer eso bien”.
<b>Alisa Orber, comediante</b>: “Llega un punto donde simplemente hay absoluta desesperanza. Simplemente no hay nada. Lo que ocurre cuando me deprimo es que tengo esa sensación de desapego, como si no estuviera dentro de mi cuerpo. Como si viera mi vida por televisión, como si yo no estuviera ahí y me desprendo también por completo de los demás. Recuerdo decirle a alguien que no estaba saliendo porque estaba deprimida y me respondían que era una excusa, luego le dije a otra persona y alegaron que era porque no hacía ejercicio. Nadie te está escuchando y la gente te juzga por eso. No tienes ningún lugar al que ir y tienes tanto dolor que llega un punto en el que es abrumador. Cuando se indigna o te dice egoísta se trata de alguien que jamás ha sufrido una depresión clínica. Creo que usamos la palabra depresión con demasiada ligereza”.
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<b>Cecelia Markow, estudiante y músico</b>: “En un Día de San Valentín mi novio en ese entonces me violó. Después la relación se deterioró y luego tuve problemas de memoria, lo que hizo que mis calificaciones en la universidad empeoraran. Justo antes del intento estaba tratando de no pensar en todas las cosas malas cuando todas explotaron. Horriblemente. Decidí que ya no quería manejarlo porque no podía. Los medicamentos no funcionaban. A quienes pueden estar atravesando una situación similar les digo que por más que cueste, salgan del agua. Recuerden a todos los que los aman y a quienes ustedes aman. Es asombroso porque a mí me cuesta tanto pensar de forma positiva, pero quiero que la gente sepa que no importa cuán dura sea una situación, siempre hay alguien allí que te ama y que te quiere aquí”.
<b>Megan Rotatori, estudiante de la Universidad de Vermont</b>: “Creo que hay un gran estereotipo de cómo se ve alguien que sufre de enfermedades mentales. Siento que la mayoría de mis amigos y familiares, incluso quienes conocen lo que me ha pasado, no me ven como alguien que sufre de enfermedades mentales. Pasé por muchos diagnósticos, no podían descifrar qué era lo que tenía. Creo que mi vida ha sido mucho más dura de la de otras personas. Me violaron a los 14 años y nunca lo dije a nadie. Lo reprimí en mi mente, ni siquiera pensé en eso. En ese momento la depresión empeoró. Ya en la secundaria comencé a auto-infligirme daño. Todo se fue de control. Estaba medicada contra la depresión pero creo que abusé de ella para intentar sentirme mejor. Nunca pensé que era adicta a las drogas, pero creo que fue eso. Llegó un punto en que sentí que no me quedaba nada y fue ahí cuando terminé en la sala de emergencia debido a una sobredosis de medicinas”.
<b>René Severin, herrero</b>: “Un tipo me golpeó y me decía: ‘Hey, despiértate’. Y luego escuché: ‘Está respirando’. Llamaron a una ambulancia y me desperté por completo en ella, con mucho, mucho dolor. Lo único que podía pensar era en mi mamá. Me preguntaron a quién llamar y dije que a ella, de inmediato. Yo no era cercano a mi familia, pero es familia. Siguen ahí para mí todavía. Mi tía, al verme, me dijo: ‘No puedo creer que hicieras eso, hemos debido apoyarte más’. Odio cuando la gente hace eso, intentar culparse ellos. No, no es tu culpa. Es mi culpa y soy el único culpable. No quiero que nadie cargue esa cruz”.
<b>Natasha Winn, estilista</b>: “De verdad sentía que no valía nada y que no merecía estar viva y que… no lo sé. Sólo pensaba que era una persona horrible y la única forma de no ser horrible era morir. Incluso si tu amigo o tu amiga dice: voy a matarme, deberías tomarla en serio y no decir: eso es algo que siempre dices”.
<b>Carlton Davis, escritor</b>: “No puedo creer que haya vivido tanto tiempo, para ser honesto. No pensé que llegaría a los 30 o 40. Es un milagro que esté aquí todavía. Una noche decidí que me iba a ir. Fui a un puente de una autopista cerca de cada y estaba decidido a saltar. Lo único que me contuvo fue que no quería matar otra persona. No podía hacerlo. Quería, pero no podía. Esperaba que viniera la policía y que tuviéramos un altercado y que así fuera como muriera, pero no ocurrió. Regresé a casa y me pusieron en un hospital mental donde me diagnosticaron con desorden bipolar. Siempre pensé que mis problemas en mi vida venían por traumas en la infancia donde fui abusado sexualmente, pero mi psiquiatra pensó que había un componente algo biológico. Me medicaron con psicotrópicos y todo se fue. Ya no tenía pensamientos suicidas, aunque cuando me deprimo todavía vuelvo a ese lugar en mi mente y debo obligarme a mí mismo a no hacerlo. Eso me preocupa hasta el día de hoy”.
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Anita Estrada, enfermera: “Creo que siempre he tenido pensamientos suicidas, incluso en la niñez. Nunca lo intenté de pequeña pero recuerdo pensar: bueno, espero acostarme a dormir y no despertar. Crecí en un hogar cristiano y el suicidio era un pecado, así que nunca se lo conté a nadie. Todo se hizo más obvio en mis veintes cuando me diagnosticaron depresión con ansiedad atípica, y después de mi primer intento lo cambiaron a desorden bipolar. Mi último intento fue en 2011 y fue muy feo. En esa época yo no quería estar medicada por el resto de mi vida, así que, contra la voluntad de mi médico, dejé de tomar las pastillas. Dejé de comer y de dormir y después intenté quitarme la vida. Estuve hospitalizada casi dos semanas. Pero con la terapia y la medicación todo mejoró. Lo que no quiero decirle a nadie que amo es que nunca lo haré de nuevo porque no lo sé. No puedo predecir el futuro, ni saber si los medicamentos dejarán de funcionar o si cambiarán mis circunstancias y ya no podré pagarlos”.
Imagen Cortesía Dese’Rae L. Stage
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