Por qué es urgente desterrar los alimentos ultraprocesados y pasarse a la comida real

¿Acaso no es real toda la comida? Si hacemos caso al movimiento #realfood (y la ciencia que lo apoya) la respuesta es un rotundo no. Nos atiborramos de comida falsa o ultraprocesados y pagamos las consecuencias con obesidad, diabetes y otras enfermades que van minando nuestra salud poco a poco.

Natalia Martín Cantero
Por:
Natalia Martín Cantero.
"Comer de todo" no es una opción muy saludable, porque las opciones insanas formarán parte de tu dieta.
"Comer de todo" no es una opción muy saludable, porque las opciones insanas formarán parte de tu dieta.
Imagen Brooke Cagle/Unsplash

Entre la maraña de noticias contradictorias que prácticamente a diario se producen en el campo de la nutrición, es muy refrescante escribir sobre un enfoque tan claro como el que lidera el nutricionista español Carlos Ríos, una estrella en redes sociales con más de 624,000 seguidores en Instagram.

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El punto de partida de es este: si está envuelto en plástico, si el paquete tiene colores fuertes y brillantes, si la etiqueta tiene más de cinco ingredientes, desconfía. Probablemente se trate de un ultraprocesado: alimentos que han sufrido un procesamiento donde se les añade, retira, mezcla, texturiza, ingredientes de baja calidad, y/o donde el propio procesamiento disminuye su calidad. Las lentejas o el apio son un alimento real, las papas fritas de bolsa no. El mensaje, por tanto, es bastante simple: sacar a los ultraprocesados del lugar prominente que ocupan en nuestra despensa y resaltar su nocividad para la salud.

¿Así de fácil es cuidar de la salud? “Es un buen primer paso; es muy básico saber qué tienes que dejar en las estanterías cuando entras al súper", señala Ríos a Univision Noticias. Este joven nutricionista de Huelva, en el sur de España, acaba de lanzar Come comida real, un libro que compendia las bases del movimiento #realfood. Es también una fuerte crítica a la poderosa industria alimentaria que, en su opinión, tiene engañada a la mayoría de la población con respecto a su alimentación. "Como en la película Matrix, vivimos en un mundo en el que no comemos comida real, sino productos que han puesto ante nuestros ojos", señala Ríos.

Por qué no hay que comer de todo


Ese consejo, que todavía está tan extendido, nos llevará a caer en la comida insana. La mayoría del público desconoce que el 80% de los alimentos del supermercado son ultraprocesados. De esta forma, podemos creer que comemos saludable (o "un poco de todo", en el argot anticuado) cuando estos productos (como refrescos, zumos envasados, bollería, pan blanco, cereales refinados, galletas, precocinados o salsas, por citar algunos) generan efectos perjudiciales en nuestro organismo. No lo hacen inmediatamente, y este es uno de los grandes problemas. "Los ultraprocesados no son tóxicos agudos, sino productos insanos crónicos. Con el paso del tiempo, que puede abarcar meses, años o incluso décadas van dañando nuestro cuerpo hasta desencadenar fallos orgánicos".

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De hecho, paradójicamente el sobrepeso y la obesidad pueden ser la salvación para muchos, ya que pueden espolear la motivación para empezar a cuidar la alimentación.

"En realidad, la industria alimentaria no conspira para matarnos, sino que ofrece su producto para ganar dinero. Y como más gana es con los ultraprocesados. Pero si los consumidores decidimos comprar otro tipo de alimentos, la industria tendrá que pivotar para adaptarse a esta demanda", señala.

Un estudio difundido hace unas semanas volvió a poner en la picota a ultraprocesados cuando señaló que por cada 10% de comida ultraprocesada que incluimos en la dieta se incrementan en un 14% las posibilidades de una muerte temprana. "Las comidas ultraprocesadas se fabrican industrialmente a partir de ingredientes que normalmente se utilizan para propósitos cosméticos o tecnológicos", señalaban los autores del estudio, elaborado en Francia y publicado en el diario JAMA.

Ríos recuerda que, en los tiempos que corren, alimentación y salud pueden resultar conceptos cada vez más excluyentes. “La alimentación se ha centrado en nutrientes y calorías, en lugar de alimentos, en lugar de comida real. Hablamos en términos de hidratos de carbono, grasas, proteínas, vitaminas, minerales… cuando todo eso no tiene nada que ver con la salud”, afirma Ríos. "Lo indignante es la compra de profesionales sanitarios, sociedades científicas, docentes o consensos de expertos, que son influenciados por este lobby de los procesados para recomendar estos productos a la población de forma directa o indirecta".

Alteran nuestro gusto


"Una parte de la población que consume ultraprocesados acaba generando una dependencia a ellos, porque estos productos aprietan los `´sensores de nuestro cerebro que generan bienestar a corto plazo y nos hacen seguir queriendo comerlos", explica. Cuanto mayor y más frecuente sea su consumo, mayor será la sensibilización ante los productos, de forma similar a lo que ocurre con otras drogas.

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Es importante saber que los ultraprocesados pueden alterar nuestro gusto por la exposición crónica a sabores potentes y texturas sabrosas procedentes de la grasa, el azúcar y la sal, además de los potenciadores de sabor. Esto es algo muy fácil de comprobar: las zanahorias saben a rayos (o, mejor dicho, no saben a nada) tras unas pocas papas fritas de bolsa.

Si vives en un desierto alimentario, sin mercados en las cercanías u opciones de alimentos frescos, puedes apoyarte en los buenos procesados: alimentos reales que han tenido un procesamiento sin azúcar añadido, exceso de sal y harinas refinadas. Hablamos de verduras congeladas, botes de conserva al natural, aceite de oliva...

Después de todo, con un poco más de información (saber cocinar tampoco está de más), quizá no sea imposible vencer a Matrix.

<b>Papas fritas</b>. Cualquier producto frito de comida rápida como las papas o los Nuggets de pollo probablemente han sido cocinados en aceites parcialmente hidrogenados (salvo que te digan lo contrario). De todos modos, aunque no sea el caso, los fritos no son la mejor opción para mantener la cintura.
Las grasas trans, que se obtienen a partir de la hidrogenación parcial de los aceites vegetales –un procedimiento para alargar la vida útil y dar más consistencia a las grasas de alimentos procesados– no sólo son nefastos para el corazón. También podrían serlo para el cerebro, según estudios que 
<b><a href="http://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0032175">relacionan su consumo con mayores niveles de agresión</a></b>.
<b>Palomitas</b>. Las cotufas, crispetas o pipocas en sí mismas son un snack saludable. Pero cuando vas al cine y las consumes con un aderezo se convierten en una bomba de grasas trans. El olor característico de los centros comerciales puede servirte de advertencia.
<b>Margarina</b>. Cuanto más sólida es la margarina, más grasas trans contiene. Algunas marcas anuncian “0 gramos” de trans fat, pero si la etiqueta lista aceites parcialmente hidrogenados, esas pequeñas cantidades van sumando. Lo mejor: un chorrito de aceite de oliva en la tostada.
<b>Helado y tarta. </b>Esta combinación favorita de postre con frecuencia es una bomba y no solo calórica. Algunas marcas, como Häagen Dazs, aportan de 0.5 gramos a un gramo en cada porción de helado en determinados sabores. En cuanto a las tartas, los productos horneados de este tipo a menudo contienen grasas trans. Las principales cadenas de comida rápida han eliminado los aceites parialmente hidrogenados de sus tartas de manzana, pero muchas marcas del supermercado continúan incluyéndolos.
<b>Donas o donuts. </b>Sentimos comunicarlo pero las donas, y en especial las recubiertas como los de la fotografía, son otro de los alimentos a evitar. Las grasas trans se usan con frecuencia porque son baratas y aumentan la duración y la estabilidad del sabor de los alimentos que los contienen.
<b>Crema para el café. </b>El medio gramo de trans fat que contienen estas cremas puede multiplicarse peligrosamente, ya que muchos consumidores lo usan para los varios cafés que beben al día. He aquí grasas trans verdaderamente escondidas.
<b>Cenas para el microondas (frozen dinners).</b> Las 
<a href="https://www.univision.com/noticias/nutricion/alimentos-congelados-cuales-si-y-cuales-no">comidas procesadas congeladas</a> suelen contener grasas trans no solo para conseguir que los alimentos no pierdan su textura, sino también para darles un toque más jugoso.
<b>Pizzas congeladas</b>. Las grasas trans se esconden en la masa de muchas pizzas congeladas. Las grasas trans, que bajan el colesterol "bueno" y elevan el malo, permiten un periodo de conservación más largo.
<b>Galletas.</b> Un grupo sin ánimo de lucro de California demandó en 2003 al gigante alimentario Kraft Foods (fabricante de las galletas Oreo, por ejemplo) por su uso de grasas trans. Aunque la demanda fue desestimada, Kraft eliminóen 2006 las grasas trans de sus famosas galletas Oreo. Muchas otras marcas, no obstante, incluyen este ingrediente en sus productos. Por eso es fundamental leer bien etiquetado.
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Papas fritas. Cualquier producto frito de comida rápida como las papas o los Nuggets de pollo probablemente han sido cocinados en aceites parcialmente hidrogenados (salvo que te digan lo contrario). De todos modos, aunque no sea el caso, los fritos no son la mejor opción para mantener la cintura.
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