Denuncia de tortura a Kilmar Ábrego en el Cecot: lo arrodillaron por 9 horas, sufrió golpes "severos" y privación del sueño

En un documento introducido en la corte de distrito de Maryland se conoció parte del testimonio de Kilmar Ábrego García mientras estuvo detenido en dos prisiones en El Salvador: el Cecot y el centro industrial de Santa Ana. Habló de daños físicos, pero también emocionales, sobre todo durante las semanas que permaneció en el centro de confinamiento de pandilleros.

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Por:
Patricia Clarembaux.
El inmigrante salvadoreño Kilmar Ábrego García denuncia que, durante su reclusión en la megacárcel de El Salvador, fue sometido a golpes severos, malnutrición, privación del sueño y otras formas de tortura a manos de los carceleros del CECOT. También puedes ver: Padre hispano teme ser deportado y separado de su pequeña hija sobreviviente de cáncer.
Video Golpes y privación del sueño: Kilmar Ábrego denuncia que fue torturado en el CECOT

"Kilmar Ábrego García". Ese fue el primer nombre al que llamaron para desembarcar uno de los aviones que aterrizó en El Salvador el 15 de marzo de 2025 procedente de Estados Unidos. Encadenado, mientras bajaba la escalera de la aeronave, dos oficiales lo tomaron por los brazos, lo empujaron y le obligaron a encorvar la cabeza. Lo subieron a un autobús, lo sentaron a la fuerza, le pusieron un segundo juego de cadenas y esposas. Cada vez que intentó levantar la mirada para ver a los agentes, lo golpearon.

"Bienvenidos a Cecot. Quien entra aquí, no sale", fue el saludo de uno de los oficiales a su llegada al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot). Así comenzó el primer mes de reclusión de Ábrego García en El Salvador, según se lee en un documento que sus abogados introdujeron ante la Corte de Distrito de Maryland este martes.

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Como se vio en los videos que compartió el gobierno de El Salvador en sus redes sociales ese día, a Ábrego García también lo obligaron a desvertirse, a ponerse la ropa blanca de la prisión y le raparon completamente el cabello. Lo que no se vio en los videos fue lo que prosiguió: "Fue sometido a abuso físico, incluyendo patadas en las piernas con botas, y golpes en la cabeza y los brazos para que se cambiara de ropa más rápido", dice la nueva evidencia incorporada a la demanda inicial.

"Lo llevaron a la fuerza a la celda 15, lo golpearon con porras de madera en el camino", cuentan. Al día siguiente, dijo en su testimonio que tenía moretones y bultos visibles por todo el cuerpo.

Encerrado con un círculo rojo, Kilmar Ábrego García en la celda del Cecot en la que fue recluído con otro grupo de salvadoreños deportados por Estados Unidos.
Encerrado con un círculo rojo, Kilmar Ábrego García en la celda del Cecot en la que fue recluído con otro grupo de salvadoreños deportados por Estados Unidos.
Imagen Tomada de documentos consignados como evidencia en la demanda ante la Corte de Distrito de Maryland.

Ábrego García fue deportado a El Salvador pese a tener la protección de un juez de inmigración, que prohibió la expulsión con una orden emitida el 10 de octubre de 2019: logró probar que su vida correría peligro si era devuelto a su país. "Desde 2006, miembros de pandillas lo acosaron, lo golpearon y amenazaron con secuestrarlo y matarlo para obligar a sus padres a ceder a sus crecientes demandas de extorsión", se lee en el documento. El gobierno federal no apeló esa decisión de la corte, por lo que el salvadoreño vivió desde entonces en Maryland bajo esa protección.

Igual que a más de 200 inmigrantes —entre venezolanos y salvadoreños— que fueron expulsados en marzo a El Salvador, a Ábrego tampoco se le permitió el debido proceso ante una corte. Días después de su traslado a El Salvador, un funcionario del gobierno de Trump admitió que su deportacion había ocurrido por un "error administrativo", pero el gobierno se negó a deviolverlo insistentemente.

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Inesperadamente, el 2 de junio la fiscal general, Pam Bondi, anunció su regreso a Estados Unidos, pero bajo la acusación de un gran jurado por presunta conspiración para tráficar inmigrantes y con la advertencia de que nuevamente podría ser deportado. En una corte federal en Tennessee negó las acusaciones.

Ábrego García ha vivido en Estados Unidos desde 2011. Antes de ese 2 de junio de 2025, nunca había sido acusado de ningún delito en Estados ni en El Salvador.

Ya en suelo estadounidense logró conversar con sus abogados: les contó lo que vivió tras ser deportado y recluido en una cárcel para pandilleros con múltiples denuncias por violaciones de derechos humanos.

La tortura

En la celda 15, Ábrego y otros 20 salvadoreños deportados junto a él fueron obligados a mantenerse de rodillas desde aproximadamente las 9:00 pm hasta las 6:00 am del 16 de marzo de 2025. "Los guardias golpeaban a cualquiera que se caía por el cansancio", se lee en el documento. A todos se les negó el baño, por lo que tuvieron que hacer sus necesidades en la ropa, arrodillados.

Luego fueron confinados a un espacio con camas de metal, sin colchones, sin ventanas, con mínimo acceso a un baño para asearse. Cuenta que además, las luces permanecieron encendidas 24 horas al día.

Con el paso de los días, Ábrego contó que en repetidas ocasiones vio a prisioneros de celdas cercanas —que creía eran pandilleros— agredirse entre ellos sin que los guardias intervinieran para frenar la violencia: "Se escucharon gritos provenientes de las celdas cercanas durante toda la noche sin ninguna respuesta de los guardias de la prisión ni del personal".

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En el documento se lee que mientras estuvo en Cecot, los guardias lo amenazaron "con que lo transferirían a celdas con pandilleros quienes, seguramente, lo 'destrozarían'".

El salvadoreño dijo a sus abogados que en las primeras dos semanas de reclusión en Cecot sufrió un "fuerte deterioro" de su condición física: perdió 31 libras en ese tiempo.

Mientras tanto, en Maryland, la esposa de Ábrego García, Jennifer Vásquez Sura, intentaba entender lo que ocurría. Había recibido la última llamada de su esposo el 15 de marzo a las 11:00 am. En ella le dijo que estaba en el centro de detención del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) East Hidalgo, en La Villa, Texas. Le contó que pese a haber insistido en su protección contra la deportación y en que tenía permiso de trabajo hasta 2029, le habían dicho que sería deportado al Cecot. Le pidió que llamara urgentemente a su madre en El Salvador para que lo buscaran en la prisión.

Los días siguientes, el localizador de ICE, una página que permite conocer el paradero de un detenido bajo detención migratoria en Estados Unidos, seguía mostrando a Kilmar Ábrego García en el centro de detención de Texas. Los agentes del lugar le decían a Vásquez que su esposo no estaba allí desde el sábado. Ella confirmó el paradero a través de las fotos de los enviados al Cecot, en las que aparecía su esposo. Un abogado contratado por la familia en El Salvador reconfirmó la información.

"Tus tatuajes están bien"

Aproximadamente una semana después de su llegada a Cecot, el director general de la prisión, Osiris Luna, y otro grupo de funcionarios separaron a los 21 salvadoreños que habían llegado el 15 de marzo para clasificarlos: 12 de ellos, determinaron, tenían tatuajes relacionados con las pandillas salvadoreñas Barrio 18 y MS-13. Kilmar Ábrego García no estaba entre ellos.

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"Los funcionarios de la prisión explícitamente dijeron que los tatuajes del demandante Ábrego García no estaban relacionados con pandillas y les dijeron: 'Tus tatuajes están bien'", dice el documento.

El 9 de abril, él y otros cuatro salvadoreños fueron transferidos a diferentes módulos del Cecot: "Allí los fotografiaron con colchones y mejor comida, en unas fotos que parecían ser manipuladas para documentar la mejora de las condiciones".

Un día después, sólo Ábrego García fue trasladado a la prisión Centro Industrial en Santa Ana, a dos horas y media al norte del Cecot. Es un reclusorio que el gobierno de Nayib Bukele presenta como un espacio de rehabilitación para los presos a través de actividades como la ganadería, la agricultura, la carpintería, la metalurgia, entre otras.

Allí estuvo el salvadoreño hasta que fue devuelto a Estados Unidos, "frecuentemente escondido de los visitantes, con la instrucción de permanecer en una habitación separada cuando llegaran personas de afuera", se lee en el documento.

En ese mes y medio, también se le negó la comunicación con sus abogados y su familia.

Sólo pudo recibir una visita: la del senador de Maryland, Chris Van Hollen, pero no en el centro de Santa Ana. Kilmar Ábrego fue trasladado hasta el hotel en el que se hospedaba Van Hollen, contó el senador en una conferencia de prensa el 18 de abril. La reunión ocurrió allí, a las 6:45pm del 17 de abril y en una mesa rodeada de cámaras dispuestas por el gobierno para documentar el encuentro.

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El senador catalogó la detención de Ábrego como un "secuestro ilegal". Contó que desde el 15 de marzo de 2025, cuando fue deportado, esta había sido la primera vez en que el salvadoreño residente de Maryland había podido conversar con alguien fuera de las prisiones en las que había estado. Ábrego le habló del "trauma" que le creó su estancia en Cecot y de la tristeza que sentía todos los días al estar detenido "sin haber cometido algún delito". Dijo que aunque había sido trasladado a Santa Ana, un lugar con "mejores condiciones", admitió, no se le permitía ni ver noticias.

Van Hollen le informó de lo que estaba pasando en el mundo exterior, de los pedidos en corte para exigir su regreso a Estados Unidos: "Este caso se trata de defender los derechos constitucionales por Ábrego García y por cualquier estadounidense", señaló.

Kilmar Ábrego García llegó a Estados Unidos en un vuelo procedente de El Salvador el 2 de junio. Aunque una jueza de Tennessee ordenó que debía continuar su juicio criminal en libertad y descalificó las pruebas del gobierno de Trump para mantenerlo en prisión, su defensa ha pedido retrasar su liberación al menos hasta mediados de julio, cuando se espera la próxima audiencia. El Departamento de Seguridad Nacional ha advertido que si es puesto en libertad, tomará su custodia con un objetivo: deportarlo de nuevo a El Salvador o a un tercer país.

Sus abogados exigen a la corte que se respete el debido proceso y que ordene "todas las medidas razonablemente disponibles, proporcionales a la gravedad del daño persistente" que ha sufrido Kilmar Ábrego García.

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