¿Cuáles son las consecuencias de ver pornografía para tu salud mental?

El consumo de pornografía puede provocar disfunciones sexuales y alterar el grado de satisfacción con la relación y el compromiso de pareja. Además, ver pornografía infantiliza el cerebro.

Por:
Rachel Anne Barr.
Los usuarios cada vez eligen formas más violentas de pornografía. Esto puede deberse al efecto desensibilizador del consumo habitual.
Los usuarios cada vez eligen formas más violentas de pornografía. Esto puede deberse al efecto desensibilizador del consumo habitual.
Imagen canjoena/Getty Images/iStockphoto

Hasta donde alcanzan nuestros conocimientos en historia, la pornografía siempre ha existido y se ha transformado con la evolución de los medios de expresión.

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En las ruinas de la ciudad romana de Pompeya, sepultada tras la erupción del Vesubio, se encontraron cientos de frescos y esculturas sexualmente explícitas.

Desde la aparición de internet, el consumo pornográfico se ha disparado hasta niveles asombrosos. Pornhub, la web de porno gratuito más grande de la red, recibió más de 33.500 millones de visitas solo en 2018.

Si bien la ciencia está dando aún sus primeros pasos en la investigación de las consecuencias neurológicas del consumo de porno, está claro que la salud mental y la actividad sexual de su amplia audiencia están experimentando efectos sumamente negativos, entre los que se pueden identificar la depresión y la disfunción eréctil.

En mi propio laboratorio nos dedicamos a estudiar las conexiones neuronales que subyacen bajo los procesos memorísticos y de aprendizaje. Las características de los vídeos pornográficos disparan la plasticidad, que es la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse tras una experiencia determinada. Esta, combinada con la accesibilidad y el anonimato proporcionado por el consumo de porno online, nos convierte en sujetos extremadamente vulnerables a sus efectos hiperestimulantes.

Secuelas del consumo de porno

A largo plazo, el porno parece provocar disfunciones sexuales, especialmente en forma de incapacidad para conseguir erecciones o para alcanzar el orgasmo al mantener relaciones con otra persona. De la misma manera, el grado de satisfacción con la relación y el compromiso con la pareja también pueden verse afectados.

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Con el fin de tratar de dar explicación a estos efectos, algunos científicos han establecido paralelismos entre el consumo de pornografía y el abuso de sustancias. El diseño evolutivo hace posible que el cerebro responda a la estimulación sexual liberando dopamina, un neurotransmisor asociado principalmente a la anticipación de recompensa que actúa también en la programación de recuerdos e información en el cerebro. Esto significa que cuando el cuerpo quiere, por ejemplo, comida o sexo, el cerebro recuerda lo que debe hacer para obtener el mismo placer que en ocasiones anteriores.

En lugar de dirigirse a su pareja para lograr una realización o gratificación sexual, los consumidores habituales de porno recurren a su teléfono u ordenador cuando el deseo llama a su puerta. Además, las explosiones de placer y recompensa, cuando son antinaturales, generan potentes niveles también antinaturales de habituación en el cerebro. El psiquiatra Norman Doidge lo explica así: “La pornografía satisface cada uno de los requisitos previos para el cambio neuroplástico. Cuando los pornógrafos se jactan de que están yendo un paso más allá al introducir temáticas nuevas y más fuertes, obvian que deben hacerlo porque sus clientes están desarrollando una tolerancia al contenido habitual”.

Las escenas que se pueden ver en el porno, como ocurre con las sustancias adictivas, son desencadenantes hiperestimulantes que producen una secreción antinatural de altos niveles de dopamina, lo cual puede deteriorar el sistema de recompensa de la dopamina e inutilizarlo de cara a fuentes de placer naturales. Este es el motivo por el cual los consumidores de pornografía experimentan dificultades para excitarse en compañía de su pareja.

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Más allá de disfunciones

La desensibilización de nuestro circuito de recompensa sienta las bases para el desarrollo de disfunciones sexuales, pero las repercusiones van más allá. Los estudios elaborados demuestran que las alteraciones en la transmisión de dopamina pueden facilitar la depresión y la ansiedad. Los resultados obtenidos indican que los consumidores de pornografía manifiestan más síntomas depresivos, una menor calidad de vida y una salud mental más pobre que aquellos que no ven porno.

Otro de los hallazgos concluyentes del estudio es la necesidad de un consumo cada vez mayor en los usuarios compulsivos, incluso aunque no disfruten de lo que ven. Esta desconexión entre lo que desean y lo que les gusta es una de las características distintivas de la desregulación del circuito de recompensa.

Siguiendo una línea de investigación similar, expertos del Instituto Max Planck de Berlín descubrieron que al elevar el consumo de porno en un sujeto la activación cerebral era menos intensa al exponerlo a imágenes pornográficas convencionales, lo cual explica por qué los usuarios tienden a explorar gradualmente tipos de pornografía cada vez más alejados de lo habitual.

Los datos recabados por Pornhub revelan que el sexo convencional cada vez interesa menos a los consumidores, que lo sustituyen por temáticas como el incesto o la violencia.


La perpetuación de la violencia sexual es especialmente preocupante, ya que podría influir directamente en las estadísticas de episodios violentos en la vida real. Algunos científicos atribuyen esta relación a la actividad de las neuronas espejo, cuyo nombre no podría ser más acertado: se trata de unas células cerebrales que se activan cuando el individuo lleva a cabo una acción, pero también cuando observa esa misma acción elaborada por otra persona.

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Las áreas del cerebro que se activan cuando alguien ve porno son las mismas que cuando practica sexo. Marco Iacoboni, profesor de Psiquiatría en la Universidad de California en Los Ángeles, conjetura con la probabilidad de que estos sistemas posean el potencial de estimular el comportamiento violento: “El mecanismo imitador del cerebro indica que nos vemos influenciados automáticamente por todo aquello que percibimos, por lo que cabe la posibilidad de que exista un mecanismo neurobiológico que contagie la conducta violenta”.

Aunque no es más que una mera especulación, esta hipotética asociación entre el porno, las neuronas espejo y el aumento de las cifras de violencia sexual puede hacer que se enciendan todas las alarmas. Aunque el consumo elevado de porno no tiene por qué hacer que los usuarios lleguen a extremos inquietantes, todo apunta a que puede modificar el comportamiento de otras maneras.

Desarrollo moral

Se ha relacionado el consumo pornográfico con el desgaste de la corteza prefrontal, la parte del cerebro encargada de la función ejecutiva, que comprende la moralidad, la fuerza de voluntad y el control de los impulsos.

Para comprender de forma precisa el papel de la función ejecutiva en el comportamiento, es importante saber que se encuentra subdesarrollada durante la infancia, razón por la cual a los niños les cuesta tanto regular sus emociones e impulsos. El daño de la corteza prefrontal en la edad adulta, que predispone al individuo a exhibir una conducta compulsiva y a tomar malas decisiones, se denomina hipofrontalidad.

No deja de ser paradójico que el entretenimiento para adultos pueda devolver a nuestras conexiones cerebrales a una etapa temprana. Sin embargo, lo que resulta realmente irónico es que el porno se deshaga en promesas de satisfacción y gratificación sexual pero proporcione todo lo contrario.

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Rachel Anne Barr, PhD Student, Neuroscience, Université Laval
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
The Conversation

El trabajo es beneficioso para la salud mental. Sin embargo, 
<b>un entorno laboral negativo puede causar problemas físicos y psíquicos</b>.
La depresión y la ansiedad tienen repercusiones económicas importantes. 
<b>Se trata de la <a href="http://www.univision.com/noticias/salud-mental/la-depresion-es-la-primera-causa-de-discapacidad-en-el-mundo-advierte-la-oms">primera causa de discapacidad en el mundo</a></b> y cuesta anualmente a la economía mundial mil millones de dólares en pérdida de productividad. Un estudio de la OMS estimó que por cada dólar invertido en ampliar el tratamiento de los 
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<b>El</b> 
<b><a href="http://www.univision.com/noticias/salud-mental/acoso-sexual-en-el-trabajo-conoce-tus-derechos-fotos">acoso y la intimidación en el trabajo</a> (<i>mobbing</i>) son prácticas frecuentes</b> que pueden tener considerables efectos negativos sobre la salud mental. También generan problemas para las empresas como el ausentismo laboral y la alta rotación de personal.
Otros riesgos para la salud mental en el trabajo son las prácticas ineficientes de comunicación, 
<b>darle poco poder decisión o autonomía a los trabajadores</b>, no apoyarlos y 
<b>establecer horarios de trabajo rígidos</b>.
En una oficina saludable, los trabajadores y los directivos contribuyen activamente a mejorar el entorno laboral promoviendo y protegiendo la salud, la seguridad y el bienestar de todos sus colegas. 
Las empresas
<b> tienen la obligación de prestar apoyo</b> a las personas con trastornos mentales para realizar su trabajo o reincorporarse al mismo.
Como trabajador, hay algunas medidas que puedes tomar. Busca señales de estrés o problemas mentales entre tus colegas,
<b> apóyalos y no los juzgues</b>, mantén siempre una comunicación abierta y promueve un ambiente laboral agradable. Si sientes que necesitas ayuda, habla con tu supervisor.
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El trabajo es beneficioso para la salud mental. Sin embargo, un entorno laboral negativo puede causar problemas físicos y psíquicos.
Imagen iStock
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