“Fatiga de Zoom”: 4 razones por las que nos agotan las videoconferencias y cómo remediarlo
Si hasta el creador de la herramienta líder Zoom ha reconocido estar harto de las videoconferencias, ¿qué pasa con el resto de nosotros? El teletrabajo que ha impulsado la pandemia ha convertido las videollamadas en indispensables, pero el entorno virtual puede resultar más cansado que el físico. Uno de los primeros estudios teóricos sobre la llamada “fatiga de Zoom” ofrece cuatro explicaciones a este hecho, y algunos trucos para mitigarlo.
Por:
Natalia Martín Cantero.
Actualmente muchas personas están experimentando esta situación debido a la pandemia del coronavirus, ya que trabajando desde casa pueden perder los límites de dónde acaba lo laboral y continúa la vida personal. ¿Cuáles son los síntomas, riesgos y consecuencias de la fatiga virtual? El neurólogo Carlos Ramírez-Mejía lo explica detalladamente.
Video ¿Qué es la fatiga virtual? Consejos para identificar los síntomas y saber cómo combatirla
Además de facilitarnos la vida enormemente (como hemos comprobado de sobra con la pandemia), las videoconferencias pueden proporcionar hasta unas risas, como ocurrió recientemente con el episodio del gato, que se hizo viral cuando, en una vista judicial por Zoom en Texas, un abogado no supo desactivar el filtro que lo convertía en gatito.
Pero las videoconferencias también pueden resultar agotadoras. En uno de los primeros estudios teóricos sobre la 'fatiga de Zoom', publicado en una revista de la Asociación Amerciana de Psicología, el director del Virtual Human Interaction Lab de la Universidad de Stanford, en California, y doctor en psicología cognitiva Jeremy Bailenson ofrece cuatro explicaciones de por qué las videoconferencias en las que millones de empleados participan día tars día, anclados a la silla y con el rostro permanentemente expuesto al escrutinio de los demás, producen un tipo especial de fatiga.
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Bailenson ofrece estas cuatro razones:
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un reciente estudio que documenta el vínculo entre la exposición a la naturaleza y el bienestar. La investigación es llamativa porque no se refiere a acampadas, ni largos paseos por el campo, sino a algo tan simple como el beneficio que producen las plantas de casa, los pájaros o el sol a través de la ventana de nuestro hogar.