Discriminación, insultos y agresiones físicas: lo que enfrentan los trabajadores sanitarios que luchan contra el coronavirus en México

El caso de los médicos secuestrados ha sido el último de una larga lista de agresiones contra trabajadores sanitarios documentadas por las autoridades desde el inicio de la pandemia en México. El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación ha recibido 159 quejas relacionadas con el covid-19.

Janet Cacelín Foto bio
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Janet Cacelín.
Un paciente saluda a los periodistas cuando lo trasladan del área de covid-19 en el Hospital General de México, en la Ciudad de México, el martes 12 de mayo de 2020. Las autoridades mexicanas dijeron el lunes que más de 100 médicos han muerto por el nuevo coronavirus. mientras miles han sido infectados.
Un paciente saluda a los periodistas cuando lo trasladan del área de covid-19 en el Hospital General de México, en la Ciudad de México, el martes 12 de mayo de 2020. Las autoridades mexicanas dijeron el lunes que más de 100 médicos han muerto por el nuevo coronavirus. mientras miles han sido infectados.
Imagen Rebecca Blackwell/AP

CIUDAD DE MÉXICO.- El pasado martes por la noche autoridades mexicanas rescataron a 14 trabajadores de la salud que fueron secuestrados en la Ciudad de México luego de hospedarse en dos hoteles como parte de un programa que aloja a trabajadores sanitarios que luchan contra el covid-19. Pese a que las víctimas se encuentran a salvo, los hechos han encendido las alarmas sobre los delitos, agresiones y discriminación de los que han sido víctimas los miembros de este sector durante la pandemia de coronavirus.

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El caso de estos médicos ha sido el último de una larga lista de agresiones que han sido documentadas por medios de comunicación y autoridades desde el inicio de la pandemia en México, a finales de febrero pasado.

Los ataques van desde negarles el acceso al transporte público, centros de alimentos y vivienda, hasta agresones físicas contra trabajadores sanitarios. Además, han sufrido señalamientos como “eres un foco de infección”, “estás contaminado” o “eres el covid”.

Hasta el 27 de abril se registraron en México al menos 47 ataques contra trabajadores sanitarios, particularmente enfermeras, pero también médicos y de intedencia, según las últimas cifras oficiales difundidas por el gobierno, pero las propias autoridades han reconocido que el problema es mucho mayor que los casos reportados ya que hay muchos incidentes que no son denunciados.

El Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación ha recibido 159 quejas relacionadas con covid-19, dentro de estas, destacan personal médico, personal de limpieza y personas diagnosticadas con SARS-CoV2.

Las autoridades federales han repudiado la violencia contra médicos y enfermeras que atienden a pacientes con covid-19 en México. Los doctores están documentando las agresiones de que son víctimas, además de ser la primera línea del frente de batalla contra la enfermedad y sortear la escasez de insumos médicos.
Video “Preocupan e indignan” agresiones constantes a personal médico que atiende a pacientes con coronavirus en México

De acuerdo con el informe “ El costo de curar: Los derechos de las personas trabajadoras de la salud en las Américas durante el covid-19 y más allá”, realizado por Amnistía Internacional y que hace un análisis de la situación en el continente, alerta sobre la “estigmatización, ataques físicos, amenazas de muerte y denegación de uso de transporte público en México.

Una de esas agresiones no reportadas ante las autoridades fue la que sufrió Gabriela Corona, una residente de 25 años que labora en el Hospital General Dr. Fernando Quiroz Gutiérrez, de la Ciudad de México, quien se quedó sin hogar debido a que la propietaria de la casa donde rentaba, le pidió no regresar más al enterarse que trabajaba en un lugar donde atienden a pacientes con covid-19.

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“Cuando la señora se enteró de que en el hospital donde trabajo ya se atendía a pacientes con covid-19, me dijo que por favor ya no fuera a la casa. Le dije qe no tenía otro lugar a donde ir porque yo soy del estado de Oaxaca (en el sur de México). Pidió que me fuera unos días”, relató Corona.

Luego de que la doctora estuvo dos semanas fuera de su hogar, llamó a la dueña de la casa para preguntar si podía regresar, pero le dijo que no podía volver más y que “de preferencia ni siquiera fuera por sus cosas”.

“Me dijo, por favor ya no quiero que vengas, mejor manda a alguien por tus cosas. Y le dije que en el hospital teníamos muchos protocolos, pero me pidió que me fuera. Al final accedió a que fuera por mis cosas, pero en cuanto salí le dijo a sus trabajadores que cerraran el cuarto y echaran algún líquido. Yo le dije a los trabajadores que no tenía nada. A las otras chicas que viven ahí, y que son mis amigas, les prohibió que salieran a verme”, relató.

Corona tardó varias semanas en encontrar una casa donde rentar e incluso, según señala, desarrolló cierto miedo a decir que era médico para evitar ser rechazada. Dice que en uno de los lugares en renta que visitó, una persona le preguntó “¿qué tanto riesgo de infección tienes?”. Al final logró encontrar un cuarto en un inmueble donde la dueña es enfermera.

Lina Larios, bióloga que trabaja desde hace 35 años en el departamento de microbiología clínica del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), señaló que existe mucha presión al trabajar dentro de un ambiente en el que solo se atienden pacientes con covid-19, la mayoría de ellos intubados a un respirador artificial. Y, aunado a ellos, también ha escuchado historias de personas que tienen "incidentes” fuera del hospital.


“En mi experiencia, una ocasión cuando fui a visitar a mi hija, tiene una vecina que sabe que trabajo en el INER, cuando la señora me vio, se hizo para atrás, se asombró y trató de no pasar por donde estaba. Mi hija tuvo que decirle que no se preocupara, que yo tomo todos los protocolos necesarios para no contagiar a nadie”, contó Larios.

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El análisis Observaciones sobre Violaciones a Derechos Humanos durante la Contingencia Sanitaria por covid-19, publicado por la Secretaría de Gobernación de México, documentó que el 80% de las agresiones se dirigen a personal de enfermería, y la mayoría son mujeres, con el 70% de las agresiones registradas.

El documento señala que el patrón común es rociar a la persona con algún líquido de limpieza (frecuentemente cloro), así como negar acceso a unidades de transporte público o comercios. Las más graves, aunque puntuales, incluyen amenazas de muerte, una de ellas con arma de fuego.

Sin embargo, solo en tres de los eventos denunciados los responsables ha sido detenidos y vinculados a proceso.

Las autoridades locales en distintos estados mexicanos han comenzado a establecer sanciones y multas que van de penas de hasta ocho años de cárcel a multas por 26,064 pesos (1,120 dólares). Entre los estados que han anunciado medidas se encuentra Jalisco, Tlaxcala, Colima, Oaxaca y Yucatán.

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Mientras el coronavirus se abre paso en la vida de los mexicanos, la Santa Muerte recibió esta semana a sus fieles en su altar de Tepito, un popular barrio en el centro de Ciudad de México, con la puntualidad de cada primero de mes.
Esta figura popular, no adscrita a religión alguna, aguarda desde el porche de casa de Enriqueta a los que la veneran y le piden, que hoy tres veces menos de los habituales, "por cuestión de la enfermedad", según contó a Efe la dueña del altar de la Santa Muerte en el conocido popularmente como el 'barrio bravo' de Tepito.
"Espero en Dios que vengan a pedirle que no se enfermen, que a sus hijos y a sus nietos no llegue la enfermedad. Si llegase a existir, que no nos llegue. Que nos cuide la Santa Muerte", recalcó Enriqueta mientras a su alrededor desfilan los fieles, dirigidos por un señor que viste una camiseta de fútbol y pantalones cortos.
Más allá del porche, en una calle que comprende dos cuadras, varias familias formaron un pasillo en la carretera con ofrendas varias. Había figuritas, dulces, puros y hasta licores sobre las mantas de los vecinos. La mayoría a pie y alguno de rodillas, pero todos los fieles circulaban por ese corredor hacia la vera de la Santa Muerte. Eder, preocupado por el coronavirus, explicó que esta mística figura le ha ayudado con los "problemas de salud de un sobrino" y con "cosas personales, legales" con las que ha tenido que lidiar.
"Estoy preocupado, pero no creo que por el coronavirus vaya a tener más trabajo. No depende de ella", dijo a través del cubrebocas este fiel, que atiende a Efe y hace esfuerzos por sostener recta la gran figura de la Santa Muerte que carga en su mochila. Antes de irse, Eder confirmó que el pasado miércoles había "mucha menos gente" de lo habitual, por lo que pidió a la Santa "como siempre y también por lo del coronavirus".
La música resonó en todos los rincones de esta calle de este barrio de la capital, y se mezcló con escenas propias de la adoración de cada primero de mes.
Por cada fiel que pasaba portando una figura, un colgante, o cualquier cosa de la Santa Muerte, otro se le acercaba y rocía el objeto con tequila o algún licor que tenga a mano, o con humo de puro o de un cigarrillo verde (marihuana). No se intercambiaron las palabras; simplemente ocurrió como un acto de unión natural. "Es un poder superior", aseguró Isabel nada más salir del altar, confiada en que la Santa Muerte va a ayudar a resolver la pandemia de covid-19.
"Siempre le pido a la Santa por mi familia, por mis seres queridos. Lo que le he pedido siempre me lo ha cumplido", revela a Efe tras aclarar que la menor afluencia de gente se debe a la hora de la visita, porque por la tarde siempre hay más personas.
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<br>Isabel, que no cree que el virus vaya impedir a los fieles ir a pedir y rendir tributo, zanja el debate con un argumento contundente: "Primero para nosotros siempre han sido las creencias".
Quizás para los fieles sea válida la duda de Enriqueta, la guardiana de la Santa Muerte de Tepito, de si existe o no existe esta pandemia venida de China y extendida en el mundo.
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<br>Lo que es seguro, según sus cánticos, para quienes llenaron durante el día la calle Alfarería en el barrio de Tepito, en Ciudad de México, es que "¡se ve, se siente, la Santa está presente!".
Pero la tradición mexicana de venerar a la Santa Muerte no es la única que se ha mantenido estos días de coronavirus. Algunos mexicanos han acudido a santeros o centros esotéricos.
La bruja Karina (en la foto), que despacha para todo tipo de males en su puesto del mercado de Sonora de Ciudad de México, aseguró que "mucha gente" ha acudido a su consulta del mercado buscando una cura para lo que nadie tiene cura. Ni ella tiene la respuesta contra el covid-19 a,unque le gustaría.
Se conforma con decir a sus clientes que "la fe mueve montañas" y que pidan ayuda "a Dios, a los santos y a los muertos" por todos aquellos "que han muerto, por los que van a morir y por los infectados".
La fe de la que habla Karina, aunque no se ejerce en una iglesia, responde a la misma necesidad humana de "generar ritos, rituales, conductas y actos para encontrar un cierto orden en el mundo", según explicó a Efe Ricardo Trujillo, profesor de la facultad de psicología en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Trujillo cuenta que eso es una necesidad de todos los pueblos, y que en América Latina, México incluido, la forma de expresarla tiene visos más exóticos por sus características culturales, aunque no responde de manera frontal al manido dogma del 'México mágico' con el que se suele despachar la espiritualidad de su pueblo.
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Mientras el coronavirus se abre paso en la vida de los mexicanos, la Santa Muerte recibió esta semana a sus fieles en su altar de Tepito, un popular barrio en el centro de Ciudad de México, con la puntualidad de cada primero de mes.
Imagen Mario Guzmán/EFE
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