Tiffany Pinckney, madre soltera de dos hijos con residencia en Nueva York, recuerda el miedo cuando el covid-19 le robó el aliento.
“Mi sangre puede tener respuestas”: científicos buscan el tratamiento para el coronavirus en el plasma de los sobrevivientes
Tiffany Pinckney se enfermó de covid-19 a principios de marzo y logró curarse. El hospital Monte Sinaí de Nueva York la llamó para sacarle sangre y ayudar a tratar a pacientes graves. La ciencia busca en la sangre de quienes se recuperaron posibles alternativas para luchar contra el virus.

Cayó enferma la primera semana de marzo. Sus primeros síntomas fueron fiebre y escalofríos. No podía respirar y las inhalaciones profundas le causaban dolor en el pecho.
“Recuerdo estar en el piso de mi baño llorando y rezando”, recordó Pinckney, de 39 años, quien se preocupó por el futuro de sus hijos de 9 y 16 años.
En el hospital Monte Sinaí fue diagnosticada y ahí logró curarse. Al salir, la llamaron para monitorear su recuperación y preguntarle si consideraría donar sangre. No lo dudó.
“Definitivamente, es abrumador saber que mi sangre puede tener respuestas”, afirma Pinckney, entrevistada por The Associated Press.
Así como se convirtió en una de las primeras sobrevivientes en Estados Unidos en donar su sangre para ayudar a tratar a otros pacientes graves.
“Para mí es también un faro de esperanza para alguien más”, dice la neoyorquina.
Pero las donaciones de gente como Pinckney podrían emplearse tan pronto como los centros de transfusión puedan procesarlas.
Médicos de todo el mundo están desempolvando un tratamiento centenario para las infecciones: infusiones de plasma sanguíneo repleto con moléculas inmunes que ayudaron a los sobrevivientes a derrotar al coronavirus. No hay pruebas de que funcionará. Pero antiguos pacientes en Houston y Nueva York fueron de los primeros donantes, y ahora los hospitales y los centros de transfusión se están preparando para que cientos de posibles sobrevivientes puedan seguir sus pasos.
“Hay una enorme llamada a la acción”, dijo el doctor David Reich, presidente del hospital Monte Sinaí de Nueva York. “La gente se siente muy impotente ante esta enfermedad. Y esto es algo que pueden hacer para ayudar a sus semejantes”.
Mientras los tratamientos echan a andar, “solo esperamos que funcione”, agregó.
"El suero del convaleciente"
Lo que los libros de historia llaman el “suero del convaleciente” se empleó durante la pandemia de gripe de 1918, y también contra el sarampión, la neumonía bacteriana y muchas otras infecciones.
Cuando se produce una infección, el cuerpo empieza a fabricar proteínas llamadas anticuerpos, diseñados para combatir los gérmenes. Esos anticuerpos flotan en la sangre de los sobrevivientes, concretamente en el plasma, la parte líquida y amarillenta de la sangre durante meses e incluso años.
Cuando surgen nuevas enfermedades y los científicos buscan vacunas o medicamentos para tratarlas, esto es “una medida provisional que podemos aplicar rápidamente”, dijo el doctor Jeffrey Henderson, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis, que está ayudando a desarrollar un estudio en el ámbito nacional.
Esto “no es una cura per sé, sino que es una forma de reducir la gravedad de la enfermedad”, agregó.
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Los médicos no saben por cuanto tiempo persisten los anticuerpos contra el covid-19 en el cuerpo de un sobreviviente.
Pero, por ahora, “ellos son los más seguros en las calles”, apuntó Rebecca Haley, médico en Bloodworks Northwest, Seattle, que trabaja en la identificación de donantes. "No estaríamos haciendo mella en el suministro de anticuerpos para ellos mismos”.
Un proyecto con plasma para pacientes de covid-19
La semana pasada, la Administración de Alimentos y Medicamentos dijo que los hospitales podían pedir permisos de emergencia para utilizar el plasma de convalecientes caso por caso, y el Hospital Metodista de Houston y el Monte Sinaí aprovecharon la ocasión.
Las familias recurrieron a las redes sociales para pedir ayuda en nombre de sus seres queridos enfermos, y gente en proceso de recuperación preguntó cómo podían donar. Según la Universidad Estatal de Michigan, más de 1,000 personas se inscribieron en el Proyecto Nacional de Plasma de Convalecientes de covid-19. Docenas de hospitales formaron ese grupo para estimular las donaciones y la investigación.
Los posibles donantes no pueden presentarse directamente en un centro de donación. Aquellos con una infección demostrada que hayan sido asintomáticos durante varias semanas deben someterse de nuevo a la prueba para asegurar que el virus ha desaparecido. Además, deben tener una salud suficientemente buena que cumpla los requisitos de una donación y pasar tests adicionales para determinar si su nivel de anticuerpos es suficientemente alto.
“No se quiere extraer plasma de alguien que ha tenido una respuesta inmune mediocre. No sería útil”, dijo la doctora Julie Ledgerwood, de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés).
Más planes
La semana pasada, médicos chinos reportaron que cinco pacientes que recibieron plasma de convalecientes mostraron alguna mejora alrededor de una semana más tarde. Pero también recibieron otras terapias y, a falta de un estudio riguroso, no hay forma de saber si fue el plasma lo que marcó la diferencia.
Se están planificando estudios para evaluar los resultados con plasma de convalecientes frente a la atención habitual en pacientes de coronavirus, y para evitar contagios en personas con alto riesgo de exposición como los trabajadores médicos.
Otro plan es el de la empresa española Grifols, especializada en la fabricación de plasma, quiere concentrar plasma donado en una fábrica en Carolina del Norte, creando una versión de alta concentración que también tendría que ser testada.
También hay investigadores de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) que están midiendo los niveles de anticuerpos de los sobrevivientes para saber qué fuertes deben ser las vacunas en las que se está trabajando para que puedan proteger a la población. Otros equipos, incluyendo uno de la Universidad Tsinghua de Beijing, estudian qué anticuerpos son los más potentes, para copiarlos en un laboratorio y convertirlos en fármacos.












